Desde hace 13 años la celebración del Inti Raymi se ha convertido en una cita ineludible para la familia del inmigrante otavaleño Enrique Pulupa. Hoy, el ecuatoriano, patriarca del clan que acumula más de dos décadas afincado en España, ejerció de chamán en la fiesta en honor al sol convocada por las Embajadas de Ecuador y Bolivia, en el madrileño parque de El Retiro. La tradición milenaria se mantiene en tierras ibéricas como una muestra de que «somos países plurinacionales y de lo orgullosos que nos sentimos de serlo», en palabras de Juan Carlos Cuéllar, responsable del área de cultura de la legación diplomática ecuatoriana.
Con el ulular del pututu (caracola en quechua), al que se le atribuye un carácter religioso y ceremonial porque es el mismo canto melancólico de la Pachamama, arrancó el acto para honrar al Sol y a la Madre Tierra. Tras escuchar su sonido, cuatro grupos indígenas convergieron desde las esquinas del lugar escogido como símbolo de los cuatro puntos cardinales de las naciones que conformaron el Tahuantinsuyo: Chinchansuyo (norte), Collasuyo (sur), Antisuyo (este) y Contisuyo (oeste).
El canto y la voz de la soprano boliviana Ligia Gutiérrez marcó el inicio de la Ceremonia de Ofrenda en la que participaron grupos de inmigrantes acompañados de zampoñas, flautas y bombos. Cuéllar en su alocución quiso reivindicar la necesidad de tomar consciencia de los efectos negativos que las acciones de algunos países y transnacionales han provocado en el equilibrio de la Madre Tierra, «cuya fractura pone en peligro la gran sinfonía de la vida».
Pulupa invitó a recibir los rayos de sol deseando la prosperidad y la fuerza para renacer como hijos e hijas de la Pachamama. Al compás de un pasacalle y con un vaso de chicha y hojas de coca en las manos de los asistentes concluyó esta costumbre ancestral.