Ahora resulta que la venta de sentencias a cabecillas criminales, como parte de una red de corrupción dentro de la justicia, fue provocada no por el afán del dinero, sino por miedo a sufrir atentados.
Durante su testimonio anticipado, dentro del llamado “Caso Plaga”, Ángel Lindao, exjuez de la Concordia, en Santo Domingo de los Tsáchilas, reconoció que emitió sentencias ilegales que beneficiaron a peligrosos delincuentes. Pero aclaró que lo hizo, además del dinero, por temor a que atenten contra su vida.
Según Lindao, Christian Romero, procesado y prófugo en el “Caso Metástasis”, fue el primero en vincularlo con los sobornos. Por dos pedidos de traslado de presos a otra prisión, recibió 6.000 dólares.
Esos reclusos fueron los responsables de masacres carcelarias.
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La coima más jugosa fue la del ahora fallecido narcotraficante Leandro Norero. Le dieron 200.000 dólares. Pero supuestamente recibió el dinero para que no atenten contra su vida.
Por su parte, el abogado cuencano Omar Israel JB, también implicado en la causa, confesó que entró al “negocio” a través de Lenin Vimos, cabecilla de la estructura.
Con el tiempo se dedicó a falsificar documentos de salud de los reclusos, para liberarlos con el supuesto argumento que padecían de VIH, lo cual era falso. Gracias a ello, ganó mucho dinero.
Con el tiempo voló alto, y gestionaba la liberación de ciertos hampones de gran peligrosidad, mediante el pago de sobornos a determinados jueces.
