Un infarto terminó con la vida de Nelson Serrano, un ecuatoriano que estaba encarcelado en Florida, Estados Unidos, y que iba a ser ejecutado por cometer supuestamente varios asesinatos.
El compatriota sufría un tumor cerebral agresivo y coágulos en los pulmones, por lo cual fue internado en un hospital de Jacksonville. Tras varios días de agonía, finalmente sufrió un paro que puso fin a su vida.
Sus familiares y abogados confirmaron el deceso, pero señalaron que seguirán su lucha para establecer su inocencia, pues según señalan, no fue el autor del crimen que le imputaron.
La situación de Serrano fue revelada por un compañero de prisión del ecuatoriano, pero no por las autoridades penitenciarias.
El ecuatoriano tenía 85 años. Fue condenado a muerte por el asesinato a tiros de Frank Dosso, Diane Patisso, George Patisso y George Gonsalves, ocurrido en la ciudad de Bartow, también en Florida, el 3 de diciembre de 1997, es decir, hace 27 años.
El 26 de junio del 2007, 10 años después, una jueza lo condenó a morir por inyección letal.
Según su defensa, Serrano no estuvo en Bartow el día de los crímenes, sino en Atlanta. Pero pese a las pruebas presentadas ante los tribunales, la sentencia fue ratificada.
Desde entonces el compatriota permanecía en el “corredor de la muerte”, como se conoce a las celdas donde están los condenados a la ejecución mientras esperan el momento de la inyección letal.
