Una masiva incursión policial en el cantón Ponce Enríquez, provincia del Azuay, permitió desarticular a un peligroso grupo armado.
En total hubo 11 detenciones. Adicionalmente, los agentes decomisaron cuantiosas armas y explosivos.
Según el reporte, los delincuentes prácticamente se habían apoderado de una zona minera, que explotaban de forma artesanal, y bajo amenazas contra la población.
Acogiendo las denuncias, la Policía implementó un numeroso contingente, que ingresó al lugar a la fuerza.
Los hampones recibieron a balazos a los agentes, que respondieron con sus armas de dotación. Posteriormente, los malandrines no tuvieron más opción que entregarse.
No se reportaron víctimas en ambos bandos.
Entre los arrestados hay ciudadanos extranjeros.
De acuerdo a las primeras investigaciones, los antisociales obligaban a los obreros a trabajar, y amenazaban de muerte a quienes presentaban protestas por las largas jornadas.