Después de tres años de la segunda entrega de Iron Man en la pantalla grande, regresa el millonario playboy Tony Stark (Robert Downey Jr.) para enfundarse nuevamente el traje del hombre de hierro, cinta que fue récord de taquilla en Estados Unidos con $ 207,4 millones en un fin de semana.
En esta ocasión no repetirá su lucha contra invasores extraterrestres, sino con un enemigo poderoso que amenaza la seguridad de Estados Unidos, conocido como Mandarín, un descendiente de Gengis Khan que tiene el control sobre diez anillos que le otorgan increíbles poderes y que es interpretado por Ben Kingsley, quien atacará lo más querido por Stark.
Precedida del arrollador éxito de las otras dos entregas, que recaudaron más de mil millones de dólares (solo $ 42,8 millones en las taquillas chinas), la popular saga de acción es dirigida por Shane Black, que relevó a Jon Favreau al frente del proyecto.
“Tony Stark tiene tantos problemas, tantas flaquezas, pero después aprendí a apreciar esos aspectos. Eso lo convierte en un personaje que encaja tan bien con Downey Jr. Una vez que tienes todo, ¿qué es lo que tienes? Te sientas allí, bebiendo champán, mirando a través de una enorme ventana al resto del mundo, que te pertenece. ¿Qué es lo que pasa por tu cabeza en esa situación?”, afirma Black.