En 1966, un hombre de 34 años llegó a las puertas de un hospital de Cebú, en Filipinas. Sus miembros estaban tan inflamados que ni siquiera podía sentirlos y sufría faz leonina, una grotesca hinchazón del rostro. Los médicos decidieron probar con él un fármaco experimental que se había descubierto en 1954 y que en África había dado algún resultado positivo. El efecto fue “dramático”. Aquel paciente recuperó su rostro y la hinchazón desapareció por completo. Treinta años después, seguía sin rastro de su enfermedad, según relataron sus médicos. La droga que le había salvado la vida se llamaba clofazimina. Desde entonces, el fármaco ha salvado millones de vidas y aún hoy la Organización Mundial de la Salud la considera una medicina esencial contra la lepra.
Más de medio siglo después, el mundo está asediado por la nueva pandemia del coronavirus, contra el que apenas hay tratamientos efectivos. La dexametasona, un corticoide que modula la respuesta inmune, reduce la mortalidad de los enfermos graves un 17%. Si se administra junto al anticuerpo tocilizumab, ideado para tratar la artritis, es posible salvar una de cada dos vidas de los enfermos más graves. Hay un tercer fármaco, el antiviral remdesivir, que acelera el tiempo de recuperación de algunos enfermos hospitalizados. Pero los médicos anhelan un tratamiento efectivo y que se pueda administrar no por vía venosa, lo que requiere hospitalización, sino oral, lo que facilitaría que la gente lo pudiese tomar en casa y se evitasen los casos graves de covid sin necesidad de ingreso hospitalario.
Hace unos meses, médicos y virólogos de EE UU y Hong Kong se lanzaron a una búsqueda entre más de 12.000 fármacos ya aprobados para otras enfermedades intentando hallar algo que funcionase contra la covid. Y se toparon con la clofazimina.
Esta droga tiene un “potente” efecto contra el virus del covid, según explica ese equipo de médicos en un estudio recién publicado en la prestigiosa revista Nature. Por ahora son solo resultados de experimentos en laboratorio con células humanas y con hámsteres infectados con el nuevo coronavirus, pero son tan interesantes que los responsables del estudio quieren empezar a probar esta molécula en personas infectadas cuanto antes.
“La clofazimina es una candidata ideal para tratar la covid”, resume Sumit Chanda, inmunólogo del Instituto de Investigación Médica Sanford Burnham Prebys (EEUU). “Es un fármaco seguro, asequible, fácil de fabricar, se puede tomar por vía oral y se podría distribuir de forma global”, añade el investigador de este organismo centrado en la búsqueda de medicamentos para enfermedades infecciosas y crónicas.
Los resultados del trabajo muestran que esta droga reduce la cantidad de virus en los pulmones de los animales infectados. También prueba que protege de la infección y evita las lesiones pulmonares similares a las que sufren las personas con covid grave, provocadas por una respuesta inflamatoria desaforada del sistema inmune.
“Esperamos poder probar este fármaco en un ensayo en fase 2 para personas que se han infectado con SARS-CoV-2 pero aún no han sido hospitalizadas”, explica Chanda en una nota de prensa. El estudio también ha probado que la clofazimina puede administrarse junto al remdesivir, lo que aumentaría el potencial curativo.
La clofazimina fue descrita en 1954 por el equipo del microbiólogo irlandés Vicent Barry. Resultó una decepción, pues no funcionó como se esperaba: curando la tuberculosis, causada por una bacteria. En los años 60 se empezó a comprobar su efectividad contra otra enfermedad bacteriana, la lepra; y funcionó muy bien. Su uso se generalizó cuando el patógeno se hizo resistente al tratamiento de primera línea. 60 años después no se conocen casos de lepra resistente a clofazimina. En 1980, el equipo de Barry recibió el premio de ciencia de la Unesco por su trabajo —él había muerto cinco años antes—.
La dosis diaria de este fármaco tiene un precio aproximado de un euro y medio. La droga tiene tanto propiedades antibióticas como antiinflamatorias, que son las interesantes en el caso de la covid.
El estudio muestra que este fármaco combate al virus de dos formas diferentes. Primero bloquea su entrada en las células. Y si el virus ha entrado ya, la droga bloquea el proceso de reproducción del virus e impide que haga copias de sí mismo.
Parte del equipo de médicos hongkonés que firma este estudio ha puesto en marcha un ensayo clínico con pacientes de covid hospitalizados. En este caso están probando la eficacia de la clofazimina en combinación con el interferón beta 1-b, un fármaco para la esclerosis múltiple que parece tener un efecto antiviral contra el SARS-CoV-2.
“Este fármaco se ha usado contra la lepra porque en esta enfermedad, además de la infección por una bacteria, se produce un componente inflamatorio que es el que acaba ocasionando las deformaciones de cara y miembros que conocemos”, explica Jesús Sierra, coordinador del registro de la Sociedad Española de Farmacia Hospitalaria (SEFH). Es posible que esa propiedad antiinflamatoria esté jugando un papel también en los animales infectados con coronavirus que han tomado el fármaco y no desarrollan enfermedad grave.
“Son unos resultados interesantes”, opina Marcos López, presidente de la Sociedad Española de Inmunología. “Puede que tenga futuro”, añade.
El trabajo también muestra que la clofazimina también bloquea con efectividad al MERS, otro coronavirus surgido en 2012 que se ha detectado en 21 países y ha matado a 939 personas, según el Centro Europeo de Control de Enfermedades. El fármaco también detiene a otros tres coronavirus que producen catarro.
“Esta droga parece ser efectiva contra muchos coronavirus, lo que indica que podría ser un buen arma también con pandemias futuras”, explica Kwok-Yung Yuen, catedrático de enfermedades infecciosas de la Universidad de Hong Kong y coautor del estudio. En 2003, Yuen fue uno de los microbiólogos que identificaron el virus del SARS, otro coronavirus que causó casi 800 muertos. “Nuestro estudio nos lleva a pensar que deberíamos considerar la posibilidad de crear reservas de este fármaco para usarlo de forma rápida si emerge un nuevo coronavirus preocupante”, añade Yuen.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) controla casi el 100% de la distribución de este fármaco —cedido por la farmacéutica Novartis, que posee la patente— pues forma parte del cóctel que se administra a los enfermos de lepra. Cada año se registran unos 600.000 casos, la mayoría concentrados en Brasil, Madagascar, India, Mozambique y Nepal. El organismo sanitario de Naciones Unidas cree que gracias a este cóctel es factible erradicar la lepra en todo el mundo. La distribución de clofazimina para otros usos puede poner en riesgo ese objetivo, alerta.