Las prisiones en Ecuador se han convertido en centros de operaciones del crimen organizado, con escapes de peligrosos líderes y altos niveles de violencia. El sistema penitenciario ha perdido el control, con más de 460 reclusos muertos desde 2021.
Ecuador ha enfrentado récords de incautación de drogas y homicidios en 2023, con 220 toneladas de drogas decomisadas y una alta tasa de homicidios. Las cárceles están dominadas por mafias y el terror se impone en su interior.
Los líderes del crimen organizado dentro de las prisiones disfrutan de lujos, considerándose «Frankensteins del Estado» por su conexión con la inteligencia policial y el narcotráfico. La corrupción en el control de accesos ha debilitado el sistema carcelario.
El sistema penitenciario enfrenta graves problemas, con ingresantes no vinculados al crimen organizado en riesgo de masacres o coacción para unirse a bandas. La justicia lenta y el hacinamiento agravan la situación, mientras miles de plazas faltan.
Matanzas carcelarias involucran casos de negligencia que resultan en la muerte de personas con derecho a libertad. Las bandas cobran a presos y familias por «seguridad», alimentando economías ilegales.
Frente al creciente narcotráfico, el presidente ecuatoriano ha declarado un «conflicto armado interno», desplegando militares y militarizando cárceles y barrios empobrecidos.
Sin embargo, el uso de la fuerza militar ha sido criticado por abusos contra los presos, aumentando la violencia y afectando a la población. El plan del presidente de construir cárceles con una empresa específica ha suscitado preocupaciones sobre los derechos humanos de los presos.