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Mientras más cantidad de polen exista en el ambiente mayor será la posibilidad de contagios del Covid-19

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Por: Victor Gonzalez

Ultima actualización: 2021-03-24 11:01:41

La concentración de polen en el aire parece tener una conexión con la propagación del coronavirus: a más granos en suspensión, mayor número de contagios. La conclusión se extrae de un único estudio, desarrollado entre marzo y abril del año pasado, pero que se apoya en datos de casi 250 estaciones repartidas por todo planeta, varias de ellas en España. El vínculo estaría en que el material polínico debilita la primera línea de defensa contra los virus respiratorios. Y esto ocurre independiente de si una persona es alérgica o no.

“Cuando aumenta el polen, suben los contagios. Y cuando baja su concentración, descienden”, dice María del Mar Trigo, experta en botánica y fisiología vegetal de la Universidad de Málaga y coautora del estudio. Trigo y el resto de autores solaparon la cantidad de granos diaria de 248 estaciones aerobiológicas de 31 países con la del número de contagios en la zona más cercana (local, regional y, en el peor de los casos nacional). Por ejemplo, en el caso malagueño, las estadísticas se centraban en el área metropolitana de la ciudad andaluza. Estas estaciones capturan las partículas presentes en el aire, ya sean polen, bacterias o polvo inorgánico. Una vez recogidas, son identificadas en el laboratorio.

La correlación entre polen y contagios la comprobaron en casi todas las zonas que estudiaron, la mayoría europeas. El estudio da incluso porcentajes concretos: por cada aumento de 100 granos por metro cúbico de aire, observaron un incremento del 4% en el número de casos después de tres o cuatro días. Pero más que una cifra determinada, lo que destaca Trigo es la correlación de subidas y bajadas, que es casi universal. Solo se salen del patrón la decena de estaciones participantes ubicadas en el hemisferio sur, donde era otoño (la estación con menos polen circulante) cuando se hicieron las mediciones incluidas en el estudio, recién publicado en la revista científica PNAS.

El objetivo inicial del trabajo era reunir más datos, pero en muchos puntos dejaron de recogerlos por culpa de la pandemia y las medidas de confinamiento. “Nosotras logramos un permiso para seguir yendo a recogerlos”, comenta Trigo. Incluso se llevaron los microscopios a casa para determinar tanto la concentración como el tipo de polen que era. Aunque todos los datos no aparecen en este primer estudio, siguieron y siguen enviando información.

Athanasios Damialis, responsable del área de aerobiología de la Universidad Técnica de Múnich (Alemania), es el principal destinatario de los datos de concentración de polen enviados por más de un centenar de colegas de todo el mundo. Para él, aunque el confinamiento supuso un contratiempo, les permitió introducirlo como variable en el estudio y centrarlo en la época en la que coincidieron los dos fenómenos a estudiar que les interesaban: primera ola y concentración de polen. “En España, el periodo analizado fueron 28 días. En términos estadísticos, las muestras temporales diarias son suficientes para sacar conclusiones fiables”, mantiene en un correo electrónico. Para reforzar sus resultados, comprobaron que donde se reforzaba el confinamiento la variación paralela de polen y contagios se debilitaba.

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