La grave situación eléctrica del país obligó a establecer racionamientos de hasta 7 horas diarias.
Ante esta situación, y en vista que Colombia ya no está en condiciones de venderle energía al Ecuador, la única solución a corto plazo es mirar al cielo, y esperar que llueva con fuerza. Mientras más fuerte, mejor.
Según los registros del Instituto Nacional de Meteorología e Hidrología (Inamhi), en la provincia del Azuay apenas están cayendo lluvias en la mitad del promedio histórico. Recordemos que ahí están situadas las plantas de Hidropaute y Mazar.
De acuerdo a los expertos, se requieren entre 15 y 20 días de fuertes aguaceros para que los embalses que alimentan a dichas centrales, recuperen su nivel y vuelvan a funcionar con normalidad.
Las condiciones son críticas. En el caso de Mazar, prácticamente solo queda sedimentación, pues el agua ya no existe.
Parecida situación vive el caudal de la central Coca Codo Sinclair, que tiene un déficit del 40% con respecto al promedio histórico.
Operar en estas condiciones entraña mucho riesgo, pues grandes cantidades de lodo, tierra, palos, piedras y sedimentos podrían entrar en los equipos y dañarlos de gravedad.
Los operadores señalan que los apagones debieron comenzar mucho antes, para no dejar que el embalse llegue al límite por debajo del mínimo.
Esta situación fue advertida oportunamente a la entonces ministra de Energía, Andrea Arrobo, pero no tomó las medidas necesarias.
Solo con torrenciales lluvias en estos días, podría revertirse la situación. De hecho, el INAMHI predijo aguaceros a partir de hoy en adelante.
El déficit energético que enfrentaría el país, se ubicaría entre 22 y 27 GWh por día.
