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Ecuador: enero 20, 2025

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Ecuador, enero 20, 2025
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Ecuador, enero 20, 2025

Alcaraz se calienta en la jungla neoyorquina y ya está en semis

ABC .- El español cerró el partido en tres sets (6-3, 6-3, 6-4) ante Alexander Zverev. La vida son contradicciones. A Carlos Alcaraz le costó calentarse en una noche de calor de jungla tropical en Nueva York, de abanico elegante y ridículo ventilador de mano, que fundía los hielos de los cócteles-estafa que venden en los bares y convertía la pista central del Abierto de EE.UU. en una masa humana recocida, pegajosa. También fue contradictorio que su rival la noche del miércoles, Alexander Zverev, saliera con mejor tono que el español en el arranque del los cuartos de final del Abierto de EE.UU.. El alemán se había pegado una paliza fenomenal dos noches atrás, en octavos, frente a Jannik Sinner. El joven italiano le desgastó en cinco sets épicos que se alargaron hasta la madrugada. Zverev compareció en Arthur Ashe con 14 horas y 15 minutos de tenis en sus piernas. Alcaraz, poco más de ocho horas y media. Pero el murciano cogió temperatura cuando era necesario y Zverev acusó el agotamiento físico y mental. Alcaraz cerró el partido en tres sets (6-3, 6-3, 6-4 y ya está, otra vez, en las semifinales de un ‘grande’.   El murciano inauguró el partido con una doble falta y una caña, un golpe en el hueso de la raqueta que dispara la pelota a las gradas. No fue presagio de una noche desoladora, pero sí de un primer set mediocre. A Alcaraz le faltaba chispa, agresividad. Su dejada, que no apareció hasta el quinto juego, no funcionaba, moría antes de la red o llegaba intrascendente, sin finura. Desde el fondo, sus golpes salían blandos. Entraban pocos primeros saques. Mediado el primer set, el bochorno era de calor y amagaba con ser de tenis. El número uno del mundo y vigente campeón del torneo -Alcaraz- y Zverev, un aspirante eterno a heredar el trono del ‘Big Three’ (Roger Federer, Rafael Nadal y Novak Djokovic), no levantaban a nadie del asiento. Embarrados en errores, si uno despuntó fue el alemán, poderoso desde la línea de fondo, su territorio. Con 3-3 en el marcador, disfrutó de dos puntos de rotura de saque.   Fue el momento en el que se notó la diferencia entre los grandes jugadores y los campeones. Zverev desperdició los dos. Ahí apareció la calidad y la decisión de Alcaraz, que levantó la situación con combinaciones fenomenales de saque-volea y con arrestos: después de que no le funcionara en varias ocasiones, se atrevió con una dejada para ganar el juego. Poco después, en su primera oportunidad, rompió el saque de Zverev. Y tras colocar menos del 50% de sus primeros saques hasta entonces, cerró el set con tres primeros servicios poderosos, incluido un ‘ace’.   Hasta ahí llegó la fortaleza de Zverev. Alcaraz sacó su derecha, mejoró el saque, afinó en la red y no dio oportunidades a su rival. Los otros dos sets fueron de cuesta abajo para el murciano, sólido, muy entonado con el resto -algo clave para los próximos compromisos- y, por fin, con sonrisas y cierta brillantez. No era una empresa fácil. Zverev tiene condiciones para aspirar a todo, venía este verano en gran progresión -victoria en Hamburgo, semifinales en Cincinatti, derrotado por Djokovic en un partido igualado- y mostró un gran nivel ante Sinner. Pero se le notó el desgaste: una dejada a la que podría llegar y no corrió, muchos golpes a los que llegaba un punto tarde. Y, sobre todo, se le cayó el servicio, como reconoció después del partido en rueda de prensa, donde también dijo que acusó de problemas musculares. Con su segundo saque, solo ganó el 11% de los puntos en el segundo set y el 29% en el tercero.Fueron dos sets en los que Alcaraz se puso el mono de trabajo y cumplió. Sin la espectacularidad que le ha convertido en el deseado del circuito, pero con contundencia.   En la grada baja, a una decena de filas del cemento azul de Flushing Meadows, Michael Flink veía como Zverev se deshacía como un azucarillo. Era quizá la única persona con chaqueta, camisa y corbata entre los más de 23.000 espectadores del mayor estadio del circuito mundial. “Siempre me visto bien cuando voy a los ‘grandes’”, decía con una gota de sudar resbalando, las gafas medio empañadas. Ojalá ni Flink ni Alcaraz, tengan que sufrir otra noche tórrida este viernes, en un duelo de semifinales que, si duda, será más caliente. Al murciano le espera Daniil Medvedev, campeón aquí en 2021. El último escollo antes de la final, de la reedición de su título, de su tercer ‘grande’.

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Alcaraz: luces y sombras para llegar a octavos

ABC .- El español necesitó cuatro sets para deshacerse de Evans y avanza a la siguiente ronda como uno de los favoritos del US Open. Este sábado ha tenido lugar la tercera comparecencia de Carlos Alcaraz en el Abierto de EE.UU. de este año y la primera en la sesión diurna. Tercera ronda frente al primer rival de cierta entidad, el británico Dan Evans. En esas horas en las que el mediodía transita hacia la tarde, la central de Nueva York se parchea de zonas de luz y sombra.   Ha insistido el murciano que le gusta el ambiente de la sesión nocturna, que le da energía, con el público bullanguero, gritón, que busca su sitio en la grada en medio de los puntos, con una pizza en una mano y un cóctel de 25 dólares en la otra. No es que el público de día sea una orden monástica con voto de silencio, pero sin duda es más apagado. Y quizá el sol en algunas fases del partido le impidió ver bien alguna pelota. Pero la realidad es que esas luces y sombras sobre el cemento azul de la Arthur Ashe fueron el símbolo del partido de Alcaraz. Con fases de brillantez y otras de dudas, el número uno consiguió el objetivo principal: avanzar a octavos (6-2, 6-3, 4-6, 6-3).   Alcaraz fue un vendaval en el comienzo del primer set. Inapelable desde la línea de saque (llevaba cerca de un 90% de primeros saques mediada la manga), con la finura de un orfebre en la red y agresivo desde el fondo, arrolló al británico. Acabó el set con 14 golpes ganadores, por cuatro de su rival, con un tenis con una luz que cegó al Evans.   La única nube sobre el juego de Alcaraz fue el debilitamiento de su saque al final de ese set. Eso se convirtió en una sombra en el segundo set: el murciano solo metió un tercio de sus primeros saques, un nivel desconocido. Aquello dio alas a Evans, un veterano que tiene sus complicaciones.   El británico -33 años, número 28 del mundo- tiene pinta de tenista ‘cani’, de peleador peso medio de gimnasio de barrio, de personaje de ‘Trainspotting’. Juega enfadado y no le pierde la cara al partido nunca. En ese segundo set se creció ante el bajón de Alcaraz. Empezó a arañar puntos de ‘break’ con facilidad. Alcaraz sujetó el set por los errores groseros de Evans, como el servicio que cedió con dos dobles faltas seguidas.   Pese a las dudas, nadie en la Arthur Ashe apostaba por otra cosa que el tercer set fuera el último del partido. Pero las sombras se cebaron con Alcaraz, y parecía que, por momentos, se le hacía de noche el partido. El murciano se desesperó ante pelotas de ruptura de servicio desaprovechadas -«¡Puta vergüenza!, ¡puta bola de ‘break’!-, protestó ante el juez de silla, cabeceaba, mascullaba en la esquina junto a la toallas.   Evans se llevó el tercer set y Alcaraz empezó a quedarse sin margen de error. Se recompuso en la cuarta manga y recuperó un elemento esencial para su juego: la sonrisa. Con ella iluminó al estadio tras un punto de locura, en el que corrió de lado a lado de la pista para lanzar un obús imposible en ‘passing shot’ que se clavó en la línea. Pero también cuando tras dominar a Evans en un peloteo y subir a la red, la bola del británico chocó contra la red, evitó la volea y le pasó por encima.   El partido servirá para afinar a Alcaraz -en la raqueta y en la cabeza- de cara a retos mayores. El próximo, este lunes en octavos, ante el italiano Matteo Arnaldi, una de las sorpresas del torneo.

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