El vértigo de Alcaraz y otros deportistas: soy campeón, ¿y ahora qué?
ABC .- Tras lograr el éxito soñado, muchos deportistas sienten cierto vacío y llega el proceso de evaluar si se quiere seguir y encontrar nuevas metas o parar Rafael Nadal ha ganado, entre otras cosas, 22 títulos de Grand Slam. Marc Márquez, seis títulos de MotoGP. Carolina Marín, un oro olímpico, tres Mundiales, seis Europeos. La ambición no tiene límites, dicen. A veces sí. Incluso los más grandes campeones han sentido alguna vez ese vacío casi existencial de ver que el objetivo por el que habían luchado desde pequeños lo tenían ya en sus vitrinas. A pesar de la euforia por lograrlo y de ser conscientes de que otros cientos, miles de deportistas nunca lo lograrán, aunque tengan el talento, aunque se sacrifiquen igual. Lo experimentó Dominic Thiem cuando ganó el US Open en 2019 y no recuperó su nivel, agravado su problema por la pandemia en 2020 y una lesión en la rodilla. «Te pasas toda tu vida persiguiendo un objetivo y lo condicionas todo por ello, cuando lo consigues, ya nada es igual. El problema es que en el tenis va todo muy rápido, no tienes tiempo de procesar la victoria, tienes que estar al cien por cien al día siguiente o pierdes. Y entras en una espiral negativa. Necesitaba evadirme de todo eso». Incluso a Novak Djokovic le pasó cuando por fin besó la Copa de los Mosqueteros en 2016. Ya llevaba otros muchos títulos, pero era el Grand Slam que le faltaba, el objetivo último de su carrera, el que, creía, lo llenaría para siempre: «Después de Roland Garros no sabía cómo me iba a sentir, tuve por primera vez la sensación de verme obligado a remontar, me vi sin motivación, sin encontrar el camino para mantener ese nivel y recargarme emocionalmente. Después de Roland Garros y del US Open me sentí por primera vez vacío en términos de motivación. Durante unos meses, tuve que pensar en ciertas cosas y trabajar, descubrir el modo de volver a tener esa magia», confesaba en una entrevista en este diario en 2017. También Carlos Alcaraz aceptaba estos días que después del US Open 2022, su primer Grand Slam, llegó el lunes: «Tuve unos malos días. Celebré el triunfo muchísimo, pero cuando volví a competir llegó el estrés. Quizá no asumí del todo lo que había pasado, o sin querer, perdí un poco de esperanza. Cuando conseguí lo que había soñado desde pequeño, inconscientemente la aspiración se apagó un poco. Fue duro porque nadie estaba disfrutando: ni yo en la pista, ni Juan Carlos Ferrero al verme sin chispa. Pensé, ¿dónde voy ahora?». «Se trata de un agotamiento físico, mental y emocional por un alto sacrificio por alcanzar una meta deseada durante tanto tiempo que ha ocupado toda una vida. Y se une además la incertidumbre de la propia capacidad para involucrarse de nuevo en la dura rutina», explica para ABC la psicóloga deportiva Yolanda Cuevas, quien también recuerda el caso del escalador Alberto Ginés tras ganar el oro en Tokio 2020. Cuesta reencontrarse y volver a tener claro qué se quiere hacer a partir del martes. «Lo que han hecho Rafa, Roger y Djokovic es casi imposible», señaló Alcaraz, y no solo se refería a ganar, sino a seguir queriendo ganar: «Creo que cuando ganas tu primer Grand Slam te das cuenta de lo complicado que es». En ese punto, la experta en psicología deportiva explica que puede presentarse a corto plazo un cuadro de «’choking under pressure’ (estrés bajo presión). Consiste en una disminución importante del rendimiento en competición por la presión, ya sea interna o externa. Cuando el deportista experimenta una alta presión, su nivel de activación se dispara y su rendimiento físico empeora. La ansiedad por volver a la competición fomenta la desconcentración, tensión muscular…». Incluso el cuerpo puede ser más vulnerable a las lesiones. En el caso de Thiem por ejemplo, la rodilla no respondió como esperaba, lo que alargó su estancia en ese periodo de intermitencia entre los torneos, los malos resultados y la vuelta a la enfermería. Alcaraz sufrió un desgarro muscular en la pierna derecha a principio de año que lo dejó sin poder participar en el Abierto de Australia. «Lo pasé mal estos últimos cuatro meses, no hice lo correcto fuera de la pista y me sentí un poco culpable después de la lesión», admitía el murciano en su vuelta a las pistas a comienzos de este febrero. «La presencia de niveles elevados de estrés puede provocar que el deportista se más vulnerable a las lesiones. Ante el estrés el cuerpo responde contrayendo al mismo tiempo grupos musculares opuestos, y provoca tensión que reduce la flexibilidad y la coordinación», explica Cuevas. Carolina Marín descubrió también esos días de zozobra después de Río 2016, oro olímpico, lo único que le faltaba. «Me costó mucho volver a motivarme porque ya había conseguido todo lo que desde pequeña me había propuesto: campeona de Europa, del mundo, olímpica y número 1 mundial. Tuve muy poco descanso después de los Juegos porque tenía que volver a la competición enseguida o me multaban. Y la lesión que tenía antes de Río se agravó. En bádminton es complicado volver a motivarte porque no hay un descanso suficiente para disfrutar y saborear». Los resultados en esos primeros meses tras el triunfo no fueron los mejores. El físico no respondía, la mente tampoco. La psicóloga señala que, en ese corto plazo, el atleta puede sentir la presión desde dos focos: «Una presión directa y otra indirecta. Puede venir del entorno del deportista, pero también el propio deportista puede anticipar resultados o dudar de uno mismo». Pero también la motivación puede venir desde dos puntos: «La intrínseca parte del propio individual, es la que nos impulsa, nos moviliza y anima a hacer cosas por el placer de hacerlas. Pero también existe la motivación extrínseca, que implica el opuesto: el foco no está en el gusto de hacerlo sino en lo que va a recibir a cambio por algo que implica sacrificio,
El vértigo de Alcaraz y otros deportistas: soy campeón, ¿y ahora qué? Leer más »