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Ecuador: diciembre 8, 2024

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El cese al fuego más esperado de la Paz Total entra en vigor

El País .– Después de 8 meses de conversaciones entre la guerrilla del ELN y el Gobierno de Gustavo Petro, finalmente inicia un inédito cese bilateral al fuego.   En los últimos 30 años, siete mandatarios han intentado dialogar con la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN). Apenas por segunda vez, tras un intento de 101 días en 2017, ese grupo implementa un cese al fuego, que será bilateral e irá, por ahora, hasta el 29 de enero de 2024. Para sellar el momento, este jueves se realizará una ceremonia con la presencia del presidente Gustavo Petro y de delegados de ELN como Aureliano Carbonell, Pablo Beltrán y Bernardo Téllez. Con ello también darán inicio al denominado Acuerdo de Participación, firmado por las partes en la mesa de negociaciones.   La instalación pública del Comité nacional de participación (CNP) es un paso notable en términos de organizar la participación de la sociedad civil, un tradicional reclamo que se adjudica el ELN, que se ve a sí mismo no como un ejército, sino más como un brazo armado del pueblo. Al evento de instalación que se realizará en Bogotá, en el centro de eventos Corferias, se espera que asistan más de 80 delegados de 30 sectores sociales diferentes, quienes entrarán a integrar esa instancia, junto a una parte de los equipos negociadores de la guerrilla y del Gobierno. Esa decisión es resultado de la nueva agenda de diálogos que emanaron del “Acuerdo de México”, como se conoció el ciclo de diálogos realizados en ese país en marzo de este año. En su mayoría son integrantes de organizaciones étnicas, gremiales, empresariales y sindicales. Por el ELN fueron nombrados Consuelo Tapias, Mauricio Iguarán, Claudia Rodríguez y Juan Carlos Cuéllar.   La idea es que el comité recoja en todo el país las propuestas de las comunidades sobre los cambios que crean necesarios para la paz, una suerte de insumos sociales para la negociación. Para lograrlo, el CNP inicialmente diseñará los instrumentos para lograr la inclusión de los ciudadanos mediante nueve encuentros regionales y 15 locales, en un término de entre cuatro y seis meses. Luego vendría una fase en la que todos los integrantes del Comité dialoguen alrededor de las propuestas recogidas para, posteriormente y con base en ellas, formular políticas y proyectos concretos que se lleven a discusión con los equipos negociadores en la mesa, con miras a construir de manera conjunta una paz territorial.   Además del CNP, este jueves entra en funcionamiento el Mecanismo de Verificación y Monitoreo (MMV), encargado de vigilar el cumplimiento del cese y que debe emitir informes mensuales que ayuden a que las partes decidan si prolongan o suspenden la tregua. El mecanismo estará integrado por el general Gerardo Benavides, cabeza del Comando Conjunto de Transición, y la coronel Lurangeli Franco; delegados de Oficina del Alto Comisionado para la Paz; y cabecillas del ELN, entre los que están Bernardo Téllez y Gustavo Martínez; así como miembros de la Conferencia Episcopal y funcionarios la Misión de Verificación de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).   Para dar cuenta de una realidad compleja en la que además del ELN y la Fuerza Pública hay otros actores en disputa, el mecanismo tendrá no sola la instancia nacional, sino nueve regionales (en las ciudades de Arauca, Bucaramanga, Cali, Cúcuta, Medellín, Pasto, Quibdó, Soacha y Valledupar) y 22 locales en Aguachica, Barrancabermeja, Becerril, Bojayá, Buenaventura, Caucasia, Ipiales, Istmina, Soatá, Ocaña, Pereira, Popayán, Puerto Carreño, Puerto Inírida, San Juan del Cesar, Santa Rosa de Osos, Santa Rosa del Sur, Socorro, Tame, Tibú, Tumaco y Yopal. Cada instancia tendrá al menos dos representantes de la guerrilla, para tener comunicación constante y directa con las estructuras armadas de los territorios.   La tarea de proteger a quienes integren los MMV estará principalmente en manos de la Unidad Policial para la Edificación de la Paz (UNIPEP), que nació en el Acuerdo de Paz con las extintas FARC en 2016 y que durante la administración de Iván Duque no tuvo mayor protagonismo ni financiamiento, pero que tendrá un papel crucial para sostener el esfuerzo de paz. La UNIPEP se ha estado preparando las últimas semanas con formaciones a cargo del United States Institute of Peace.   Una esperanza frágil Para algunos líderes sociales de zonas fuertemente azotadas por la violencia, como el departamento del Chocó, en el que opera el Frente de Guerra Occidental Omar Gómez del ELN, este cese abre una puerta de ilusión. Sin embargo, la desconfianza sigue latente en esa región, sobre todo después de la crisis humanitaria que dejó el paro armado que impuso el ELN durante quince días a inicios del mes de julio. A ello se suma el temor entre las comunidades por los constantes enfrentamientos entre esa guerrilla y otros grupos armados ilegales como el Clan del Golfo o las disidencias de las extintas FARC conocidas como Estado Mayor Central, lo que sucede frecuentemente en Arauca.   “No nos esperanzamos tanto con lo que se promete porque la historia nos ha enseñado otra cosa”, señala con recelo un líder integrante de la Red de Derechos Humanos del Pacífico que pide la reserva de su identidad para evitar poner en riesgo su vida. Para ese líder, el cese no tendrá un impacto significativo en el Chocó si no se hace en paralelo con otros actores armados, como el Clan del Golfo. “Aquí vemos los diálogos con el ELN como la negociación de un solo grupo, cuando lo que necesitamos es que todos los actores armados que operan en nuestro territorio entren en un consenso”, agrega. En ello coincide Francisco Daza, coordinador de la línea de investigación de Paz, posconflicto y DDHH de la Fundación Paz & Reconciliación (PARES): “Se ha identificado que el grueso de acciones armadas no se da entre grupos ilegales contra la fuerza pública, sino entre ellos mismos. Entonces el reto es ese: que el Gobierno logre un desescalamiento de acciones violentas entre los actores armados ilegales. El cese es una solución parcial, pero que en el fondo no es la receta para garantizar alivios humanitarios

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La consulta anti minería formal en el Chocó Andino deja sin resolver problemas como la minería ilegal, la tala indiscriminada, el tráfico de especies y la frontera agrícola

La Hora .- María Eulalia Silva,  presidenta ejecutiva de la Cámara de Minería del Ecuador, sostiene que la consulta popular solo cerrará las puertas a la explotación controlada y desatará más impactos negativos. Este próximo 20 de agosto de 2023, junto con las papeletas para elegir Presidente de la República, asambleístas y sobre la explotación o no en el bloque petrolero ITT, los quiteños también tendrán otra papeleta para decidir si se prohíbe toda actividad minera en el Chocó Andino.   María Eulalia Silva, presidenta ejecutiva de la Cámara de Minería del Ecuador, reconoció que esa consulta está pasando desapercibida, a pesar de su importancia.   En entrevista con LA HORA, defiende a la minería formal y aclara que la consulta no resuelve la mayoría de los problemas ambientales y sociales del Chocó Andino.   P. ¿Considera que la Consulta Popular antiminera en Quito está pasando desapercibida en medio de la campaña presidencial? ¿Qué se está jugando en esta consulta?   Se está jugando bastante, pero coincido que el tema de la consulta sobre el Chocó Andino está pasando como algo secundario. Como Cámara de Minería del Ecuador siempre nos hemos pronunciado en contra de este tipo de consultas populares locales. La Constitución claramente establece que el Estado central es el dueño y administrador de los recursos del subsuelo, de tal manera que una consulta popular local no puede decidir el destino de los recursos que se encuentran en el subsuelo. En segundo lugar, este tipo de iniciativas plebiscitarias lo único que hacen es generar inseguridad jurídica y eso repele a las inversiones de calidad. Se cerrarían las posibilidades de proyectos a futuro o la apertura del catastro minero en la zona; pero se dejarían de resolver la mayoría de graves problemas ambientales y sociales del Chocó Andino.   P. ¿Cuáles son esos problemas ambientales y sociales que no se resuelven con la consulta antiminera?   La consulta popular antiminera lo único que podría producir es que a futuro deje de venir inversión para minería responsable. Sin embargo, nada dice y nada actúa en contra de la minería ilegal. No habla de cómo se va a mitigar la expansión de la frontera agrícola, o de la tala ilegal de bosques, o del tráfico de especies, o del colapso de colectores de aguas servidas de la zona. Hay una suerte de discriminación contra la minería legal; pero nada se dice de lo demás. Esto a pesar de que la minería responsable es imprescindible para la transición energética, las energías más limpias, el crecimiento económico. Si gana el sí en la consulta antiminera, no se estarían resolviendo los problemas del Chocó Andino; solo nos perjudicaríamos todos.   P. Uno de los principales argumentos contra la minería en el Chocó Andino es que devasta y contamina una zona de riqueza ambiental incalculable. ¿Qué decir al respecto?   Es indudable que el Chocó Andino es una zona especial; pero no es cierto que la minería va a devastar todo. La actividad minera legal, que atraiga a las mejores empresas internacionales que coticen en bolsa, es una garantía de respeto con el ambiente. Ya hay excelentes ejemplos de minería a gran escala trabajando en el país (Fruta del Norte) y siendo una suerte de aliada para la conservación. Los mineros responsables, los mineros a gran escala responsables, somos ambientalistas. El tema de la protección del ambiente es una de las prioridades de la industria. Las actividades mineras están prohibidas, según la Constitución, en áreas protegidas, áreas urbanas y zonas intangibles. El Chocó Andino no está en esas categorías.   P. ¿Qué decir sobre el hecho de que los antimineros acusan a la minería cómo una de las principales amenazas a las fuentes de agua y las especies endémicas?   Nosotros como mineros estamos obligados a devolver el agua al ecosistema en iguales o mejores condiciones. Esto gracias a procesos de tratamiento de agua y verificación en laboratorios externos. Las concesiones mineras son áreas amplias. En esas áreas uno presenta un plan de manejo ambiental, explicando qué parte va a ser intervenida; y obviamente qué planes hay para controlar y mitigar cualquier eventual impacto. El resto de la concesión no se toca, se conserva. Hay monitoreos bióticos. Se implantan viveros para la recolección de especies vegetales endémicas.   P. ¿Decir no a la minería formal es igual a abrirle la puerta a la minería ilegal y otras actividades ilícitas?   Sí. Cuando nosotros estamos en territorio, conservamos y cumplimos con toda la normativa que establece el Estado. Antes de cerrar la puerta a la minería formal, debería haber suficiente número de guardaparques y una política pública clara contra la minería ilegal. Si nos cierran la puerta a nosotros, se la abren a la narco minería. Un ejemplo es lo que pasó en el Río Blanco (Azuay), donde se paró un proyecto ya en marcha, y ahora esa zona está llena de mineros ilegales y destrucción. Sin embargo, ciertos sectores llamados ambientalistas no dicen nada sobre eso.   P. ¿Es posible que mineros y ambientalistas se sienten en una mesa para generar consenso y trabajar de la mano?   Sí, eso es posible y ya lo hemos hecho. Fruta del Norte, por ejemplo, trabaja de la mano de Conservación Internacional. En el país existen ambientalistas realmente preocupados por la naturaleza y el agua; pero también hay personas con agendas propias vinculadas con la minería ilegal. El potencial minero todavía está poco explorado en el país. Se necesitan al menos ocho años para saber si una concesión tiene viabilidad económica. Se puede trabajar de la mano con los que realmente están preocupados por el ambiente; pero sin cerrar la puerta a la actividad formal y responsable.

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