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Ecuador: diciembre 6, 2024

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Ecuador, diciembre 06, 2024
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La campaña de Xóchitl Gálvez se diluye, mientras Claudia Sheinbaum mantiene su fortaleza

El País .- La oposición se desdibuja antes de iniciar oficialmente la carrera, al tiempo que la líder morenista sigue dominando las encuestas y va marcando un sello propio- La bicicleta de Xóchitl Gálvez lleva un tiempo pedaleando con lentitud o lo que es lo mismo, la oposición va a empezar la carrera electoral con poco fuelle. Los momentos de euforia, cuando la candidata para el Frente Amplio ganó las encuestas a finales de agosto, han ido apagándose al tiempo que su contrincante en Morena, Claudia Sheinbaum, parece avanzar con paso firme, sin estridencias, acorde con su personalidad política. La opositora sigue viajando y organizando su agenda cada día, pero no alcanza gran eco, mientras que la morenista se gana su espacio de forma habitual en los medios de comunicación a medida que presenta a su equipo de campaña, donde algunos quieren ver ya señales de un futuro gobierno. Las encuestas que se vienen publicando insisten en la sobradísima ventaja de Morena y su candidata para las presidenciales de junio de 2024. La columnista Violeta Váquez Rojas opina que la última encuesta que publicó el diario mexicano El Universal “ha sido demoledora para la oposición”. Ese sondeo, de hace apenas un par de semanas, adjudica a Sheinbaum 30 puntos por encima de Gálvez, quien no tuvo más remedio que desacreditar el trabajo argumentando que lo que hay detrás de esas informaciones es dinero y prometió “dar la madre de todas las batallas” para lograr los mejores resultados en las urnas. “No descarto que la oposición trate de reorganizarse a ver qué solución le dan a esto”, dice Vázquez Rojas, quien atribuye ese declive de la ilusión opositora a “la creación de una figura falsa, construida mediáticamente, que no ha sido capaz de resistir el escrutinio de la gente”. “Creo que a Xóchitl Gálvez se la escogió por razones demasiado obvias, que si venía de abajo, que si era indígena, pero su perfil solo superficialmente puede satisfacer a un electorado que no pide nada. En el despacho de comunicación donde crearon a la candidata, porque así tuvo que ser, no calcularon que el momento político actual ya no es el de años atrás. Ahora hay una discusión política en la calle más activa e involucrada”, sostiene. Las razones de que la figura de Gálvez se esté mustiando las observa el analista Khemvirg Puente en su falta de fuerza en el seno de los partidos que la sostienen, “por tanto, ella no puede llamar a negociar a los actores que quieren ser candidatos a gubernaturas o para legisladores. Esos cuadros relevantes que podrían apoyarla no dependen de ella, sino del reclutamiento que hagan las dirigencias de los partidos políticos”, afirma. Y esa, dice Puente, de la UAM, es la gran diferencia con Sheinbaum, “que tiene muchos recursos para distribuir y muchos puestos que ofrecer en espacios legislativos, incluso en el partido, del que ahora tiene el control”. El poder de alguien que se adivina presidente es inmenso. Las fichas se van colocando por sí solas. En sus salidas de campaña, Sheinbaum llena los auditorios, donde no faltan líderes y empresarios pendientes de su mensaje, que todavía es limitado. Entre los cuadros de su partido cunde el mismo instinto de situarse bajo el paraguas del ganador, aquellos que no eran afines se cuidarán, al menos, de no ser contrarios. Visto en perspectiva, cuando Andrés Manuel López Obrador le entregó el bastón de mando, acertaba de nuevo con un gesto que en política es ganador: los símbolos lanzan el mensaje adecuado. Por más que el líder morenista y jefe del Gobierno sea, a decir de algunos, quien lleva aún las riendas del poder dentro y fuera del partido, el futuro está a la vuelta de la esquina y quien gana, manda. La foto de Sheinbaum con Alejandro Encinas ha sido exactamente eso, un símbolo eficaz que traza líneas políticas y electorales. Encinas, que ha abandonado la Subsecretaría de Gobernación para sumarse al equipo de la candidata, representa como pocos esa imagen de izquierda transformadora que el proyecto quiere ofrecer. “El capital político de Encinas es incuestionable y su inclusión parece marcar un sello propio de Sheinbaum que recoge personajes que quizá no estaban tan cómodos con López Obrador”, dice Vázquez Rojas. “Además, Sheinbaum está reclutando personas con perfiles altamente técnicos, bien formados, pero que no son tecnócratas, que le ahorran escoger entre honestidad y capacidad. Son leales, como Andrés Lajous, de Movilidad, o José Merino, de Innovación digital, que han trabajado con ella en la Ciudad de México. Son técnicos al servicio popular. Un poco el mismo perfil de ella”, añade la columnista. “Yo creo que Encinas va a ser del gusto de las bases morenistas, tiene muchos años a la izquierda, y en general, creo que Sheinbaum está formando un equipo con coherencia, es lógico, el poder es como el dinero, poder llama a poder, dinero llama a dinero”, opina María Eugenia Valdés Vega, experta en Procesos Políticos de la UAM en Iztapalapa. “Pero creo que Xóchitl Gálvez también está esbozando su proyecto político, con gente como Enrique de la Madrid que sí pueden pensar bien sobre ello. Me resultará interesante ver de qué mujeres se rodean ambas candidatas”, añade. En procesos así cuentan también las especulaciones, como la que ha trascendido estos días sobre que Arturo Zaldívar podría ser su secretario de Gobernación en un hipotético gobierno. Zaldívar, anterior presidente de la Suprema Corte de Justicia, resultó con el tiempo un personaje cómodo con el Gobierno de López Obrador, y algunas de las sentencias que emanaron de ese tribunal, como la despenalización del aborto en todo el país o de la marihuana, lanzaron mensajes casi presidencialistas, y desde luego, de izquierdas. Son asuntos que el presidente actual ha dejado de lado, pero quizá cabe esperar otra postura de la candidata si llegara al poder. Sin embargo, Valdés Vega sostiene que, al contrario del símbolo Encinas, el perfil de “Zaldívar se enmarca más en una búsqueda de alianzas más allá de Morena, necesarias todas para ganar las elecciones”. Mientras, el ruido que estos días alborota

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López Obrador entrega a Claudia Sheinbaum el bastón de mando que simboliza el relevo en Morena

El País .- La exjefa de Gobierno acudió a la cita con el presidente en un restaurante del centro de Ciudad de México, arropada por sus seguidores que la empujaban a su paso La cena reservada en un restaurante del centro de la capital mexicana donde se han reunido Claudia Sheinbaum, Andrés Manuel López Obrador, los gobernadores de Morena y los perdedores de la encuesta a la ciudadanía organizada por el partido, se ha convertido en una especie de alfombra roja donde los asistentes al acto no han dejado de hacerse fotos con el móvil. La exalcaldesa de la capital, ahora cabeza de cartel por Morena para las presidenciales de 2024, ha tenido que sortear un tumulto de simpatizantes que la empujaban de un lado para otro sin que consiguiera abrirse paso. Sin perder la paciencia, ha saludado sonriente. En dicho acto, el presidente del Gobierno le entregó el bastón de mando que la acredita como líder de la Cuarta Transformación, el movimiento de López Obrador para cambiar México. No es un acto protocolario ni tradicional, sino más bien un gesto del partido que simboliza la entrega del poder a Sheinbaum, quien, de ahora en adelante, deberá llevar el timón del proyecto. En la mañana, la candidata dijo que para ella era “un orgullo, un honor y una responsabilidad”. Sheinbaum levantó el bastón, que venía decorado con cintas de colores, y besó al presidente.   La Cuarta Transformación está garantizada con la nueva candidata, en palabras de López Obrador, quien en su conferencia dijo sentirse tranquilo por este traspaso, dado que considera a Sheinbaum una mujer de principios y “honesta”. La austeridad que ha enarbolado el mandatario en su sexenio encuentra en la exalcaldesa un traspaso inequívoco, a su parecer, pues esta, ha dicho, sabrá resguardar los valores de la izquierda, la lucha contra la corrupción y el combate a la pobreza, donde se resumen los mandamientos de López Obrador. Claudia Sheinbaum a su llegada al restaurante El Mayor, en donde se reunió con el presidente López Obrador.NAYELI CRUZ “Es un honor estar con Obrador”, coreaban los congregados en la calle. El presidente llegó a pie tras un corto trayecto desde el Palacio Nacional, y apenas contestó a los periodistas que le preguntaban por Marcelo Ebrard, el aspirante que quedó el segundo en las encuestas y que ha roto la relación con Morena. López Obrador solo dijo que estaba muy contento con la entrega del bastón: “Feliz, feliz, feliz”, dijo con semblante sereno mientras le abrían paso entre los representantes de los medios de comunicación. Si Ebrard ha contestado o no a las llamadas de Sheinbaum o del presidente del partido, Mario Delgado, es por ahora una incógnita. Del excanciller solo se sabe que andan buscándole en la oposición para sumarle a sus proyectos. Mucho se está hablando en las últimas horas de un posible aterrizaje del exsecretario de Exteriores en Movimiento Ciudadano, el partido que lidera Dante Delgado y que se ha resistido a incorporarse al bloque opositor, pero que aún sigue sin designar un candidato para las presidenciales. Todas las incógnitas permanecen abiertas. Morena no ha ahorrado esfuerzos para atraerlo de nuevo a sus filas. El presidente tuvo palabras halagadoras hacia él y la propia Sheinbaum se esmeró en solicitar su presencia en el proyecto en aras de la unidad. Del lado de la oposición ha sido la propia Xóchitl Gálvez, quien ha criticado la entrega del bastón de mando entre los líderes de Morena. “Como si fuera un emperador y no el presidente de una República le entregará el cetro imperial a Sheinbaum. Es un circo y se lo dije. Un acto de autoritarismo propio del México que queremos dejar atrás. Es de locos”, mencionó la aspirante del Frente Amplio por México en un video publicado en sus redes sociales.

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México ya piensa en la primera presidenta de su historia

El País .- Dos candidatas muy distintas, la progresista Claudia Sheinbaum y Xóchitl Gálvez, apoyada por una coalición con un fuerte núcleo conservador, competirán en 2024 por la jefatura del Estado mexicano Dos mujeres pelearán el 2 de junio de 2024 por la presidencia de México. Claudia Sheinbaum, la exalcaldesa de la capital, ha ganado las primarias en Morena, el partido de izquierdas en el Gobierno, y Xóchitl Gálvez se alzó victoriosa, días antes, en la selección interna de la oposición, que aglutina a formaciones de ideología diversa, como el derechista Partido de Acción Nacional (PAN), mayoritario en la coalición, el PRI, que atraviesa una larga crisis existencial, y el minoritario y progresista PRD, todos ellos bajo la marca Frente Amplio por México. Así pues, aunque falta casi un año para los comicios, el país donde el folklore canta a los machos más machos ya piensa que será una mujer, definitivamente, quien conducirá su destino el próximo sexenio. Fuera de estos dos bloques políticos solo queda una tercera formación con cierta relevancia, Movimiento Ciudadano, pero sin capacidad para ganar por sí solo y que aún no ha decidido si presentará cartel propio o se aliará con el resto de la oposición, dudas que están sumiendo al partido en una severa crisis antes aún de echar a andar. Empujado por la popularidad de Andrés Manuel López Obrador, el presidente más carismático de las últimas décadas, el izquierdista Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) lleva las de ganar en los sondeos, pero la posible desvinculación de Marcelo Ebrard del partido, inconforme con el proceso que le ha dado el segundo puesto en las primarias, puede restar votos para la presidencia y cabezas en el poder legislativo, que se vota el mismo día. Al otro lado, la oposición de derecha, no ha dejado de hacer guiños al tercer partido, sabedora de que solo la suma de todos permitiría pensar en la conquista del Palacio Nacional. Falta mucho para aventurar un resultado, así que México se concentra ahora en la batalla que librarán Sheinbaum (Ciudad de México, 61 años) y Gálvez (Tepatepec, Hidalgo, de 60 años) en los meses que siguen. Las candidatas no pueden ser más distintas. La morenista, una científica de alto nivel, es seria, comedida, reservada; la panista (es senadora por el PAN, el partido más a la derecha del Congreso) es un ciclón en sus filas, sonriente y deslenguada, una empresaria chistosa y atrevida, entrona, que dicen en México. El desparpajo que maneja esta última, a quien se la ha visto disfrazada de dinosaurio en el Senado, amarrada con cadenas a mesas y sillas en sus protestas políticas, o llamando con los nudillos a la puerta del Palacio Nacional rodeada de cámaras, es la cara opuesta de la exalcaldesa, que no suele perder las formas y extrema el celo en sus intervenciones. Sonado fue el día de campaña en que perdió los nervios con un periodista, o se coló por un micrófono algún regaño de su boca, porque nadie está acostumbrado a esos gestos. Claudia es tímida, Xóchitl, descarada. Ante las urnas, la primera puede sacar rédito de esa imagen institucional; el desenfado y la frescura han proporcionado una popularidad inesperada a la segunda en apenas unas semanas. Ambas gustan, eso sí, de vestir floridos atuendos mexicanos, la campaña será colorista, un peculiar encuentro de primera división entre huipiles. No es chico el logro de contar con dos mujeres para decidir quién gobernará un país tremendamente machista. Si nada se tuerce, México sentará en la silla presidencial, de enorme poder, a una mujer por primera vez en su historia, e ingresará en un club al que muchos países occidentales están lejos de pertenecer. Cuando Sheinbaum comenzó a revelarse en los mentideros políticos como la persona que podría suceder a López Obrador y ocupar su puesto en la República, las primeras preguntas de los periodistas se repetían: ¿Está México preparado para tener una mujer presidenta? Por lo que se ha visto desde entonces, más que preparado. El país cuenta con algunas heroínas de mucho renombre, por recurrir a la historia, con revolucionarias adelitas y con madres coraje por todo el territorio, pero los puestos de poder, como en todas partes, siempre cayeron del lado de los hombres, hasta esta legislatura, en que se han ido aprobando vanguardistas medidas que obligan a la paridad y que han surtido efecto. Los gabinetes de López Obrador, que no se distingue precisamente por su feminismo, han sido paritarios y surtidos de mujeres de alta reputación profesional y política, pero no siempre han podido expresar con comodidad sus pareceres en este campo. Si la presencia de una mujer en lo alto de la cadena de mando cambiará definitivamente las cosas es todavía una de las muchas incógnitas que se abren en este nuevo periodo. El presidente López Obrador sigue soplando las velas de un partido que sale aventajado y también, según la opinión pública mayoritaria, ha sido el valedor de Claudia Sheinbaum, a quien todos han dado por “favorita” de un mandatario que lleva firmes las riendas de Morena. Sheinbaum, con un discurso claramente progresista, no se ha separado de la doctrina del partido y su presidente, tampoco los demás aspirantes a sucederlo lo han hecho, pero ella carga con el lastre de la obediencia ciega y la disciplina ante el jefe. “Si fuera hombre no dirían eso de la favorita”, ha protestado siempre. La candidata morenista procede de una clase media acomodada e ilustrada, de ascendencia judía, que le allanó el camino hacia la vida académica, donde participó en los movimientos de protesta estudiantiles, siempre en la izquierda. Es doctora en Física por la UNAM, completó estudios en Estados Unidos y luce un brillante y extenso currículo. En 2007 participó en el Grupo de Expertos sobre Cambio Climático de la ONU, una iniciativa que recibió el Nobel de la Paz. La exalcaldesa sabe ya lo que es gobernar, nada menos que una ciudad de nueve millones de personas rodeada de una periferia con más habitantes aún que se gestiona en buena medida desde la capital,

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Morena anunciará su candidato a la presidencia el 6 de septiembre

El País .- El partido oficialista aprueba por unanimidad las reglas que regirán la contienda interna, por medio de una encuesta nacional. Ebrard, Sheinbaum, Monreal y el resto de precandidatos comparecen juntos para mostrar unidad   El partido en el Gobierno, Morena, ha acordado por unanimidad que su candidatura presidencial se definirá mediante una encuesta que incluirá varias preguntas con las que se medirá la percepción de la población sobre los “atributos” de los aspirantes. La Comisión de Encuestas del partido diseñará el cuestionario que se aplicará a nivel nacional, que será abierto a toda la población y cuyos resultados se darán a conocer el 6 de septiembre. La petición de algunas corcholatas —aspirantes— de que se hiciera una pregunta única —del tipo: “¿A quién prefiere como candidato o candidata a la Presidencia de la República?”— no fue aceptada por partido, ha confirmado a EL PAÍS Citlalli Hernández, secretaria general del partido.   El secretario de Exteriores, Marcelo Ebrard, y el líder del grupo parlamentario en el Senado, Ricardo Monreal, eran los principales promotores de ese modelo de encuesta. Con el acuerdo alcanzado este domingo por el Consejo Nacional de Morena, se prevé que la encuesta sea parecida a las que ha aplicado el partido anteriormente para definir sus candidaturas a los gobiernos de los Estados, en las que se pregunta a la población cuál su percepción sobre la honestidad, la cercanía, el compromiso y el conocimiento del país de los aspirantes. La secretaria general morenista ha afirmado que la pregunta de a quién prefiere la población como candidato o candidata sí será incluida en el cuestionario, pero tendrá un valor tan importante como el resto de los reactivos.   El Consejo Nacional ha aprobado este domingo que la Comisión de Encuestas del partido conducirá el levantamiento, que será realizado entre el 28 de agosto y el 3 de septiembre. Los resultados serán definitivos e inapelables. La Comisión morenista se apoyará en cuatro empresas encuestadoras que replicarán el cuestionario y harán levantamientos simultáneos. Los acuerdos fueron dados a conocer por Alfonso Durazo, gobernador de Sonora y presidente del Consejo Nacional, en una conferencia en la que estuvieron todos los mandatarios surgidos del partido, la dirigencia nacional y los aspirantes presidenciales: además de Ebrard y Monreal, la jefa de Gobierno capitalino, Claudia Sheinbaum, y el secretario de Gobernación, Adán Augusto López. También estuvieron el diputado Gerardo Fernández Noroña, del Partido del Trabajo, y el senador Manuel Velasco, del Partido Verde, aliados de Morena y a los que se ha invitado a participar en la encuesta presidencial.   Entre el 12 y el 16 de junio todos los aspirantes deberán renunciar a sus cargos públicos y registrarse para la encuesta. Cada corcholata podrá proponer a dos empresas encuestadoras. El partido sorteará los nombres y elegirá a las cuatro que harán los levantamientos “espejo”. Morena ha establecido un veto a las encuestadoras que en mediciones de preferencias electorales recientes han errado el resultado por grandes márgenes. También se ha impuesto a los aspirantes la prohibición de dar entrevistas a medios de comunicación “reaccionarios, conservadores y adversarios” al Gobierno de López Obrador. Los nombres de las encuestadoras y los medios vetados aún no se definen.   Las corcholatas podrán hacer campaña del 19 de junio al 27 de agosto. Dado que aún no inician oficialmente los tiempos electorales, a sus eventos proselitistas —para los que tienen prohibido usar recursos públicos y derrochar en gastos publicitarios— le llamarán “asambleas informativas”. Los aspirantes tienen prohibido confrontarse y descalificar a los otros contendientes. Para garantizar la unidad en el partido, deberán firmar un compromiso de que respetarán y respaldarán los resultados de la encuesta. Quienes queden en segundo y tercer lugares tienen garantizada la coordinación del partido en el Congreso o una cartera en el gabinete del sucesor presidencial. Los aspirantes restantes tendrán un lugar garantizado como legisladores plurinominales, según lo informado por Durazo tras una sesión del Consejo Nacional que se dio en un ambiente sin confrontaciones.   A los gobernadores, legisladores y funcionarios federales también se les impuso una restricción: no deben manifestar públicamente su inclinación por alguno de los aspirantes. Este acuerdo se ha alcanzado tras las tensiones causadas por los mandatarios que han expresado su manifiesto apoyo a Sheinbaum y a Adán Augusto López.

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