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El ELN confina a la población del Alto Baudó con un paro armado

El País .- La guerrilla hace un anuncio que busca impedir toda actividad en esa región del norte de Chocó hasta la medianoche del jueves y que llega en un momento crítico para la paz total que impulsa el Gobierno La guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN) mantiene confinada a la población del Alto Baudó, en el norte del departamento del Chocó tras decretar un paro armado de 72 horas. Con él, declara que empleará la violencia para evitar que se realicen actividades por fuera de los hogares desde la medianoche de este lunes hasta la medianoche del jueves, día 9. El anuncio fue dado a conocer a través de un panfleto, con fecha del 5 de noviembre y conocido este lunes, en el que el grupo armado explica que toma la decisión debido a los recientes enfrentamientos con el Clan del Golfo en esa zona del pacífico colombiano. En el comunicado, el ELN asegura que, desde el 21 de octubre pasado, miembros del Clan del Golfo llegaron al río Baudó “en coordinación con las Fuerzas Militares” y pasaron por la comunidad Miácora, cerca de una base móvil del Ejército en Chocó. Después, dice la guerrilla, llegaron a la comunidad de La Felicia y, tras de las elecciones del 29 de octubre, se desplazaron hasta la comunidad de Mojaudo. La guerrilla añade que este domingo, pasadas las dos de la madrugada, tuvo un combate en la comunidad de Mojaudo contra el Clan del Golfo, en el que un miembro de ese grupo paramilitar murió y otro resultó herido. La acción, dicen, representa una “violación” al cese el fuego bilateral “por parte del Gobierno Nacional a través de las Fuerzas Militares en colisión con grupos paramilitares”, y por eso anuncia el paro armado en toda la región del Baudó, incluyendo todos sus afluentes. A pesar de que el comunicado dice que el paro armado durará 72 horas, el personero del municipio de Alto Baudó, Heriberto Andrade, ha dicho en un video difundido por medios locales que otro comunicado indica que el paro será indefinido. También afirmó que la entidad de la que forma parte viajará a la zona para visitar a las comunidades confinadas. El anuncio del paro armado ocurre en un momento delicado para los intereses de la paz total impulsada por el Gobierno del presidente Gustavo Petro. Los acercamientos entre el Ejecutivo y la última guerrilla en armas de Colombia se han tensado a raíz del secuestro en La Guajira de Luis Manuel Díaz, padre del futbolista Luis Díaz, hecho que ha ocasionado repudio, pero, sobre todo, ha abierto incógnitas por la manera en que se está negociando la paz con ese grupo armado ilegal. A las dificultades con el ELN se sumó el domingo una más con el Estado Mayor Central (EMC), una disidencia de la extinta guerrilla de las FARC, que anunció la suspensión de los diálogos que sostiene con el Gobierno. Ese grupo armado, liderado por alias Iván Mordisco, emitió un comunicado en el que dice que las negociaciones están en riesgo de romperse “de manera definitiva” debido a unos supuestos incumplimientos de parte del Ejecutivo que no precisa. No obstante, aseguró que mantiene el cese el fuego pactado hasta el 15 de enero próximo.

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El cese al fuego más esperado de la Paz Total entra en vigor

El País .– Después de 8 meses de conversaciones entre la guerrilla del ELN y el Gobierno de Gustavo Petro, finalmente inicia un inédito cese bilateral al fuego.   En los últimos 30 años, siete mandatarios han intentado dialogar con la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN). Apenas por segunda vez, tras un intento de 101 días en 2017, ese grupo implementa un cese al fuego, que será bilateral e irá, por ahora, hasta el 29 de enero de 2024. Para sellar el momento, este jueves se realizará una ceremonia con la presencia del presidente Gustavo Petro y de delegados de ELN como Aureliano Carbonell, Pablo Beltrán y Bernardo Téllez. Con ello también darán inicio al denominado Acuerdo de Participación, firmado por las partes en la mesa de negociaciones.   La instalación pública del Comité nacional de participación (CNP) es un paso notable en términos de organizar la participación de la sociedad civil, un tradicional reclamo que se adjudica el ELN, que se ve a sí mismo no como un ejército, sino más como un brazo armado del pueblo. Al evento de instalación que se realizará en Bogotá, en el centro de eventos Corferias, se espera que asistan más de 80 delegados de 30 sectores sociales diferentes, quienes entrarán a integrar esa instancia, junto a una parte de los equipos negociadores de la guerrilla y del Gobierno. Esa decisión es resultado de la nueva agenda de diálogos que emanaron del “Acuerdo de México”, como se conoció el ciclo de diálogos realizados en ese país en marzo de este año. En su mayoría son integrantes de organizaciones étnicas, gremiales, empresariales y sindicales. Por el ELN fueron nombrados Consuelo Tapias, Mauricio Iguarán, Claudia Rodríguez y Juan Carlos Cuéllar.   La idea es que el comité recoja en todo el país las propuestas de las comunidades sobre los cambios que crean necesarios para la paz, una suerte de insumos sociales para la negociación. Para lograrlo, el CNP inicialmente diseñará los instrumentos para lograr la inclusión de los ciudadanos mediante nueve encuentros regionales y 15 locales, en un término de entre cuatro y seis meses. Luego vendría una fase en la que todos los integrantes del Comité dialoguen alrededor de las propuestas recogidas para, posteriormente y con base en ellas, formular políticas y proyectos concretos que se lleven a discusión con los equipos negociadores en la mesa, con miras a construir de manera conjunta una paz territorial.   Además del CNP, este jueves entra en funcionamiento el Mecanismo de Verificación y Monitoreo (MMV), encargado de vigilar el cumplimiento del cese y que debe emitir informes mensuales que ayuden a que las partes decidan si prolongan o suspenden la tregua. El mecanismo estará integrado por el general Gerardo Benavides, cabeza del Comando Conjunto de Transición, y la coronel Lurangeli Franco; delegados de Oficina del Alto Comisionado para la Paz; y cabecillas del ELN, entre los que están Bernardo Téllez y Gustavo Martínez; así como miembros de la Conferencia Episcopal y funcionarios la Misión de Verificación de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).   Para dar cuenta de una realidad compleja en la que además del ELN y la Fuerza Pública hay otros actores en disputa, el mecanismo tendrá no sola la instancia nacional, sino nueve regionales (en las ciudades de Arauca, Bucaramanga, Cali, Cúcuta, Medellín, Pasto, Quibdó, Soacha y Valledupar) y 22 locales en Aguachica, Barrancabermeja, Becerril, Bojayá, Buenaventura, Caucasia, Ipiales, Istmina, Soatá, Ocaña, Pereira, Popayán, Puerto Carreño, Puerto Inírida, San Juan del Cesar, Santa Rosa de Osos, Santa Rosa del Sur, Socorro, Tame, Tibú, Tumaco y Yopal. Cada instancia tendrá al menos dos representantes de la guerrilla, para tener comunicación constante y directa con las estructuras armadas de los territorios.   La tarea de proteger a quienes integren los MMV estará principalmente en manos de la Unidad Policial para la Edificación de la Paz (UNIPEP), que nació en el Acuerdo de Paz con las extintas FARC en 2016 y que durante la administración de Iván Duque no tuvo mayor protagonismo ni financiamiento, pero que tendrá un papel crucial para sostener el esfuerzo de paz. La UNIPEP se ha estado preparando las últimas semanas con formaciones a cargo del United States Institute of Peace.   Una esperanza frágil Para algunos líderes sociales de zonas fuertemente azotadas por la violencia, como el departamento del Chocó, en el que opera el Frente de Guerra Occidental Omar Gómez del ELN, este cese abre una puerta de ilusión. Sin embargo, la desconfianza sigue latente en esa región, sobre todo después de la crisis humanitaria que dejó el paro armado que impuso el ELN durante quince días a inicios del mes de julio. A ello se suma el temor entre las comunidades por los constantes enfrentamientos entre esa guerrilla y otros grupos armados ilegales como el Clan del Golfo o las disidencias de las extintas FARC conocidas como Estado Mayor Central, lo que sucede frecuentemente en Arauca.   “No nos esperanzamos tanto con lo que se promete porque la historia nos ha enseñado otra cosa”, señala con recelo un líder integrante de la Red de Derechos Humanos del Pacífico que pide la reserva de su identidad para evitar poner en riesgo su vida. Para ese líder, el cese no tendrá un impacto significativo en el Chocó si no se hace en paralelo con otros actores armados, como el Clan del Golfo. “Aquí vemos los diálogos con el ELN como la negociación de un solo grupo, cuando lo que necesitamos es que todos los actores armados que operan en nuestro territorio entren en un consenso”, agrega. En ello coincide Francisco Daza, coordinador de la línea de investigación de Paz, posconflicto y DDHH de la Fundación Paz & Reconciliación (PARES): “Se ha identificado que el grueso de acciones armadas no se da entre grupos ilegales contra la fuerza pública, sino entre ellos mismos. Entonces el reto es ese: que el Gobierno logre un desescalamiento de acciones violentas entre los actores armados ilegales. El cese es una solución parcial, pero que en el fondo no es la receta para garantizar alivios humanitarios

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