Una “mayoría” de los integrantes del G20 rechazó la invasión rusa del país vecino. El G20 concluyó hoy con una declaración donde la mayor parte de sus miembros condenan la guerra de Ucrania, en una cumbre que elevó el aislamiento diplomático de Rusia y que al mismo tiempo rebajó la confrontación entre los distintos bloques de países. Una “mayoría” de los integrantes del G20 rechazó la invasión rusa del país vecino y llamó a la retirada inmediata de tropas de ese país de territorio ucraniano, en un comunicado que no obstante admite que hubo “otras posturas” sobre la situación en Ucrania durante las discusiones en la isla indonesia de Bali. Con estos malabares verbales y tras largas y duras negociaciones diplomáticas, el grupo de los Veinte logró sacar adelante una declaración conjunta que parecía imposible antes de la cita de Bali, que llegaba entre temores de una nueva guerra fría y que además se vio alterada por el incidente en Polonia de la víspera. Primera mención a la guerra en un texto común La declaración de Bali incluye una mención explícita a la guerra de Ucrania, algo que hasta ahora rechazaban Rusia, China o la India, y que se consiguió encajar en el comunicado conjunto con el citado matiz de que los países siguen enrocados en sus posturas y aludiendo a una resolución previa de la ONU. La mención a la guerra fue de hecho el párrafo “disputado” del documento, según dijo el líder de Indonesia, Joko Widodo, quien ocupa la presidencia de turno del G20, en una rueda de prensa al término de la cumbre. “Hablamos de ello hasta la medianoche, y, finalmente, la declaración de Bali se logró consensuar y salió adelante”, destacó. Distintas fuentes diplomáticas explicaron que un amplio grupo de países, entre ellos los de la Unión Europea y Estados Unidos, presionaron al máximo al resto de integrantes del G20 para lograr incluir esa alusión a la guerra, bajo la amenaza de que sin ella la cumbre terminaría sin acuerdo alguno. El G20 “tenía la responsabilidad de enviar un mensaje muy claro a Rusia y al mundo” contra la guerra y de “evitar la división de sensibilidades”, dijo al término de la cumbre el presidente francés, Emmanuel Macron, quien añadió que el comunicado final así lo recoge. El texto destaca la necesidad de “mantener la ley internacional” y “salvaguardar la paz y la estabilidad”, incluyendo principios humanitarios y la protección de civiles e infraestructuras en conflictos armados. “El uso o la amenaza de usar armas nucleares es inadmisible. Es vital la resolución pacífica de conflictos, y hacer esfuerzos para afrontar crisis, junto a la diplomacia y el diálogo”, añade el texto, en el que también se afirma que la era actual “no debe ser una de paz”. Cautela y rebajar confrontación “En primer lugar, siento lo ocurrido en Polonia. Urjo a todas las partes a que permanezcan en calma y eviten escalar las tensiones. Siempre he dicho que la guerra solo trae devastación, y que debemos pararla”, añadió el presidente indonesio. Jokowi eludió responder directamente a si los últimos acontecimientos, la andanada de misiles rusos en Ucrania y la explosión de un misil en Polonia, habían amenazado que se consiguiera cerrar el documento, subrayando únicamente las dificultades para sacarlo adelante. Para Indonesia, que no ha cejado en su empeño de convertir su presidencia del G20 en una ocasión para tender puentes entre sus países miembros, la firma del texto es un tanto en su haber diplomático que eleva su caché internacional tras un año muy difícil. Desde la invasión, las reuniones del G20 bajo la presidencia indonesia, de perfil más bajo que la actual cumbre, transcurrieron entre boicots, abandonos de la sala ante intervenciones del “bando” contrario y sin que se firmara ningún documento, lo que no hacía esperar la relativa concordia experimentada en la actual cumbre. Una disensión mantenida en apariencia, incluso, pese al incidente de Polonia y la escalada de misiles contra Ucrania, que puso en evidencia el mayor aislamiento hacia Moscú, cuyo representante en la cumbre, el canciller Serguéi Lavrov, se marchó la víspera, y difuminó la hasta ahora habitual división entre bloques. Según fuentes diplomáticas y analistas desde Bali, una tónica más conciliadora que quedó sentada tras el encuentro el lunes entre los presidentes chino y estadounidense, Xi Jinping y Joe Biden, quienes, pese a marcar sus muchas diferencias, abrieron una línea de comunicación que se hallaba hasta entonces en casi punto muerto. Pese a no haber logrado acciones concretas significativas, el consenso entre los miembros y la vuelta al diálogo entre las dos superpotencias dio un resultado más esperanzador que el anticipado. Fuente: El Universo