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El COVID provocó más casos de sepsis mortal de lo que se pensaba, alertó un estudio

Infobae .- (HealthDay News) – La infección sanguínea potencialmente mortal llamada sepsis fue más común de lo que se pensaba entre los pacientes con COVID-19 al inicio de la pandemia. Investigadores de Massachusetts relacionaron el SARS-CoV-2, el virus que causa el COVID, con cerca de 1 de cada 6 casos de sepsis en cinco hospitales de Boston durante los primeros 2 años y medio de la pandemia. Investigadores del Brigham and Women’s Hospital indicaron que sus hallazgos sugieren que los trabajadores de la salud deberían reconsiderar cómo tratan la sepsis. El uso de expedientes de salud electrónicos también proporciona un marco para vigilancia futura de sepsis, señalaron. ”La mayoría de las personas, incluidos los profesionales médicos, equiparan la sepsis con infecciones bacterianas”, dijo la autora principal, la Dra. Claire Shappell, especialista en neumología y medicina de cuidados críticos. “Esto se refleja en las guías de tratamiento y las medidas de calidad que requieren antibióticos inmediatos para pacientes con sospecha de sepsis. ”Sin embargo, “las infecciones virales, incluido el virus SARS-CoV-2 que causa COVID-19, pueden desencadenar la misma respuesta inmunológica desregulada que lleva a la disfunción de órganos como ocurre en la sepsis bacteriana”, añadió Shappell en un comunicado de prensa del hospital. El SARS-CoV-2, un virus con impactos más allá de lo respiratorio, vinculado a 1 de cada 6 casos de sepsis (Getty) Para el estudio, su equipo utilizó registros médicos de cinco hospitales del grupo Mass General Brigham para rastrear la tasa de sepsis asociada a COVID. Sus criterios incluyeron dar positivo en la prueba de COVID y signos clínicos de disfunción orgánica múltiple. ”Los esfuerzos previos para cuantificar la carga de sepsis asociada al SARS-CoV-2 han sido limitados por definiciones inconsistentes y por el no reconocimiento de la sepsis viral”, dijo el autor principal, el Dr. Chanu Rhee, un epidemiólogo asociado en el Brigham and Women’s. ”Nuestra investigación anterior demostró que la vigilancia basada en (expedientes de salud electrónicos) puede proporcionar estimaciones más precisas de la incidencia y resultados de sepsis en comparación con conjuntos de datos administrativos, pero este método no había sido aplicado específicamente para sepsis asociada con el SARS-CoV-2 u otros virus”, dijo Rhee en el comunicado. Utilizando datos de marzo de 2020 a noviembre de 2022, los investigadores encontraron más de 430,000 hospitalizaciones entre más de 260,000 personas. Aproximadamente el 5.4% de las hospitalizaciones se debieron a infecciones por COVID. De esos pacientes, el 28.2% tenía sepsis asociada a COVID.La tasa de mortalidad para pacientes con COVID y sepsis fue inicialmente alta — alrededor del 33% — en los primeros tres meses de la pandemia, mostró el estudio. La sepsis, una enfermedad compleja que requiere un enfoque individualizado en el contexto del COVID-19 Getty Con el tiempo, esa cifra disminuyó y se asemejó a la tasa de mortalidad por sepsis bacteriana, que es de aproximadamente el 14.5%. El uso de expedientes de salud electrónicos proporciona un marco para futuras investigaciones sobre sepsis asociada con otros virus, como la gripe y el virus sincicial respiratorio (VSR), dijeron los investigadores. Ahora buscan aplicar este método a conjuntos de datos representativos a nivel nacional. Te puede interesar:Vacunas COVID-19: la administración Biden aseguró que la cobertura está garantizada y los problemas mayormente solucionados ”Esperamos también que nuestros hallazgos destaquen que la sepsis no es una entidad igual en todos los casos, sino que requiere que los médicos ajusten su diagnóstico y estrategia de tratamiento a cada síndrome y patógeno probable del paciente”, dijo Shappell. Los hallazgos fueron publicados el 29 de septiembre en JAMA Network Open.

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Unos berberechos con leucemia transmisible iluminan el insólito cáncer contagioso

El País .- El cáncer puede ser contagioso en condiciones extremadamente excepcionales. El biólogo José Tubío recuerda el caso de un cirujano alemán que se hizo una pequeña herida en la mano izquierda mientras extirpaba un tumor maligno. Cinco meses después, el cáncer del paciente había crecido en un dedo del médico. En Japón, dos niños sufrieron tumores de pulmón generados a partir de células del carcinoma de útero que tenían sus madres el día del parto. Se calcula que apenas una de cada 500.000 madres con cáncer se lo transmite a sus hijos a través de la placenta. En los moluscos, explica Tubío, el cáncer transmisible es mucho más habitual. En una lata de berberechos puede haber varios ejemplares con leucemia, igualmente sabrosos y seguros de consumir. No es un cáncer surgido en cada individuo, sino células cancerosas procedentes de un mismo tumor remoto que llevan miles de años saltando de berberecho en berberecho por el mar. Tubío, de la Universidad de Santiago de Compostela, cree que este fenómeno puede ayudar a entender las metástasis, responsables del 90% de las muertes por cáncer en las personas.Las biólogas Seila Díaz y Alicia L. Bruzos, en una jornada de recogida de berberechos en la ría de Noia (A Coruña), en 2019.USC El biólogo, nacido en Santiago hace 45 años, fue uno de los científicos que descubrió en 2014 un nuevo tipo de tumor facial contagioso en el diablo de Tasmania. Este carnívoro marsupial australiano, popularizado por los dibujos animados de la Warner Bros, ya estaba amenazado por otro cáncer transmisible, observado casi una década antes. El descubrimiento de un segundo tipo sugiere que los tumores transferibles pueden surgir en la naturaleza con mayor frecuencia de lo que se pensaba. Los diablos se pasan las células cancerosas por contacto, sobre todo en mordeduras durante peleas o en la cópula. El cáncer crece y deforma el hocico del animal, hasta que es incapaz de alimentarse y muere. El equipo de Tubío ha recorrido las costas atlánticas europeas y la marroquí en busca de berberechos con leucemia. Los investigadores los enviaban vivos por correo urgente o los transportaban ellos mismos en avión o en el maletero del coche hasta su laboratorio en la Universidad de Santiago de Compostela. El grupo ha analizado unos 7.000 berberechos, casi el 6% de ellos con cáncer. Sus resultados han supuesto “un shock”, según Tubío. La información genética de los animales está agrupada en paquetes: los cromosomas. Estos moluscos suelen tener 38, pero sus células cancerosas alcanzan los 350, y además están muy deteriorados. “En tumores humanos te encuentras conjuntos de cromosomas totalmente aberrantes, pero el nivel que hemos visto en los berberechos es extremadamente inestable. ¿Cómo es posible que pueda vivir un tumor durante miles de años con este tremendo caos en su genoma? Es un nuevo paradigma”, opina el biólogo. La comunidad científica ya ha descubierto 11 tipos de cáncer transmisible: ocho en moluscos bivalvos —como almejas, berberechos y mejillones—, los dos en el diablo de Tasmania y otro en los perros. Tubío también ha investigado este tumor venéreo canino, que se contagia durante la cópula y crece en las zonas genitales. El biólogo recalca que son células de un perro concreto que se volvieron cancerosas hace unos 8.000 años y desde entonces llevan multiplicándose y saltando de individuo en individuo. Tubío cree que el de los berberechos “seguramente es el cáncer transmisible más antiguo que se conoce”. Su estudio, publicado en la revista especializada Nature Cancer, calcula que estos tumores surgieron “hace siglos o milenios”. El grupo del biólogo Michael Metzger, del Instituto de Investigación del Pacífico Noroccidental (EE UU), publica otro trabajo en paralelo que calcula que el cáncer de la almeja de Nueva Inglaterra tiene como mínimo 200 años. “Seguramente ambos tumores sean milenarios”, opina Tubío. El investigador señala que las células cancerosas de los berberechos son tan diferentes de las normales que su equipo llegó a pensar que ese tumor provenía de una especie extinta. “Finalmente, hemos concluido que surgió en un berberecho de la misma especie hace miles de años. Tenemos algunas estimaciones que sugieren que la edad de este tumor está entre 100.000 y medio millón de años, pero esto exige un estudio más riguroso”, apunta. Las biólogas Alicia L. Bruzos y Seila Díaz se pasaron meses buscando berberechos con leucemia por las playas junto a otros colegas. Bruzos está acostumbrada a las miradas de extrañeza cuando cuenta a qué se dedica, pero contraataca con nombres de científicos que han ganado el Nobel de Medicina investigando animales marinos. El ucranio Elie Metchnikoff recibió el galardón de 1908 por descubrir la fagocitosis —el proceso por el cual un glóbulo blanco destruye una sustancia extraña— tras pinchar a larvas de estrella de mar con espinas de rosal. Los británicos Alan Hodgkin y Andrew Huxley revelaron los mecanismos eléctricos de las neuronas estudiando calamares y ganaron el Nobel de 1963. Y el también británico Tim Hunt descubrió, en los erizos de mar, unas proteínas esenciales para la división celular. Recibió el premio de 2001. Bruzos, ahora en la Universidad de Caen (Francia), dedicó su tesis doctoral en Santiago de Compostela a los berberechos con leucemia. “No quiero decir que esto vaya a ser una investigación de Premio Nobel ni que estudiar los tumores de los berberechos vaya a curar el cáncer, pero hay muchísimas cosas que hoy sabemos que se descubrieron investigando animales o plantas que no son comunes”, explica la bióloga, nacida en Lugo hace 30 años. “Un cáncer contagioso es un cáncer que es capaz de ir de un individuo a otro individuo. Parece ciencia ficción, pero, si lo pensamos bien, el principal problema del cáncer hoy en día en nuestra sociedad es la metástasis. Y la metástasis ocurre cuando una o varias células del tumor primario adquieren la habilidad de viajar a otras partes del cuerpo. Se ve rápidamente la analogía. Si averiguamos cuáles son los mecanismos moleculares que permiten a una célula abandonar un individuo y llegar a otro, en este caso por el mar, puede ayudarnos a tener ideas de nuevas estrategias para intentar curar la metástasis de un cáncer normal”, opina Bruzos. El biólogo José Tubío, en su despacho de la Universidad de Santiago de

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