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Ecuador: septiembre 12, 2024

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Ecuador, septiembre 12, 2024
Ecuador Continental: 10:07
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JPMorgan compra el First Republic Bank tras ser intervenido por las autoridades de EE UU

El País .- Es la tercera entidad intervenida en el país en menos de dos meses, después de los colapsos del Silicon Valley Bank y el Signature Bank. Un nuevo banco regional desaparece en Estados Unidos. El First Republic Bank se ha convertido en la madrugada de este lunes en la última víctima de la crisis financiera que golpea al país, que ya dejó por el camino el mes pasado al Silicon Valley Bank y al Signature Bank. Pasadas las tres de la madrugada hora de Washington, más de las 9 de la mañana en la España peninsular, la Corporación Federal de Seguro de Depósitos (FDIC) ha anunciado la intervención de la entidad y un acuerdo de venta a JPMorgan, el primer banco de Estados Unidos, que asumirá todos sus depósitos y prácticamente todos los activos. “Los depositantes del First Republic Bank se convertirán en depositantes de JPMorgan”, señala el texto. “Nuestro Gobierno nos invitó a nosotros y a otros a dar un paso adelante, y lo hemos hecho”, ha dicho a través de un comunicado Jamie Dimon, presidente y consejero delegado de JPMorgan Chase, una entidad que lleva en su ADN salir al rescate de competidores. “Nuestra solidez financiera, nuestras capacidades y nuestro modelo de negocio nos han permitido preparar una oferta para ejecutar la operación de forma que se minimizaran los costes para la FDIC”, ha añadido. Unos 800 empleados del banco han trabajado en la preparación de la oferta y la revisión de los datos de First Republic. JP Morgan paga 10.600 millones de dólares por la entidad, pero después de que se haya saneado su balance. La FDIC ha admitido que la operación de rescate supondrá un coste de aproximadamente 13.000 millones de dólares para el Fondo de Seguro de Depósitos, y la FDIC y JPMorgan se repartirán las pérdidas del First Republic en los préstamos residenciales y comerciales que tiene pendientes. JPMorgan, en cambio, se apuntará una ganancia extraordinaria inicial de aproximadamente 2.600 millones de dólares después de impuestos, aunque esa cifra no refleja los aproximadamente 2.000 millones de dólares de costes de reestructuración después de impuestos previstos para los próximos 18 meses. Dimon confía en que sea una operación rentable a medio y lago plazo. Espera que la operación aumente modestamente los beneficios por acción y genere más de 500 millones de dólares de beneficios netos adicionales al año, sin incluir las cifras anteriores. A todo eso se une el beneficio intangible de contener la propagación de la crisis para el conjunto del sistema. Las 84 sucursales que el First Republic tiene repartidas por ocho Estados del país operan ya desde este mismo lunes como parte de JPMorgan. El comprador ha dicho a los analistas que se compromete a “tratar a los empleados [de First Republic] con respeto, atención y transparencia”, pero no a mantener sus empleos. Sí ha dicho que intentará “minimizar” los despidos. La entidad regional estaba en el ojo del huracán, y la semana pasada sufrió importantes desplomes en Bolsa tras informar de que en marzo vivió una masiva fuga de depósitos. Su intervención parecía así cuestión de tiempo, y se ha confirmado tras un fin de semana de intensas negociaciones en el que las autoridades han tratado de sellar la grieta que representaba para el sistema financiero. El objetivo, como en los rescates anteriores, también orquestados en fin de semana, era evitar que continuase la sangría de salidas de depósitos, retroalimentada por la espiral de noticias negativas y caídas de la cotización, que amenazaba la viabilidad del banco y podía provocar una quiebra incontrolada y caótica. Fundado en 1985, con sede en San Francisco y sucursales principalmente en California y zonas urbanas de la Costa Este, de alto poder adquisitivo, First Republic era el 14º banco del país por tamaño de activos a finales de 2022 y el segundo mayor que cae en la historia de Estados Unidos, solo por detrás del Washington Mutual, adquirido también por JP Morgan en 2008. Los problemas de First Republic eran en parte de solvencia y en parte de liquidez. Tenía abundantes minusvalías latentes en una cartera de hipotecas concedidas a tipos de interés fijos muy bajos. El banco reconoció que el valor de mercado de esos activos era 27.000 millones de dólares inferior a su valor en libros, pero como eran pérdidas latentes, la entidad cumplía en teoría con los requisitos de capital regulatorio y hasta seguía publicando resultados con beneficios. Esa buena salud era, sin embargo, ficticia. Sus clientes sacaron 102.000 millones de dólares de sus cuentas en el primer trimestre, pese a que JP Morgan y otras entidades le inyectaron 30.000 millones de dólares en depósitos, y el banco tuvo que recurrir a financiación de la Reserva Federal. De esos 30.000 millones, 5.000 millones eran de JP Morgan. Dimon ha indicado en una presentación a analistas e inversores que el banco devolverá los otros 25.000 millones a las grandes entidades que participaron en ese primer intento de apuntalar la entidad. En plena crisis de confianza, el First Republic trató de salir adelante y recomponer su balance y su cuenta de resultados cancelando el dividendo y suprimiendo el pago de la retribución a las participaciones preferentes, pero todos los esfuerzos han sido finalmente en vano, y JPMorgan se ha impuesto en la puja abierta por las autoridades. Según ha informado la FDIC, la entidad contaba a fecha de 13 de abril con uno 229.100 millones de dólares en activos y 103.900 millones en depósitos. De ellos, JPMorgan se quedará con 173.000 millones en préstamos y 92.000 millones en depósitos. Los clientes que no se mudaron a otra entidad, podrán seguir utilizando sus actuales sucursales, aunque para usar las oficinas de JPMorgan deberán esperar a que el nuevo propietario les envíe un aviso. Con el rescate del que llevaba varias semanas apareciendo como el eslabón más débil del sistema financiero estadounidense, las autoridades esperan haber atajado la crisis y puesto fin al contagio iniciado con el colapso del Silicon Valley Bank. Habrá que ver, sin embargo, si entre

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El FMI prevé un crecimiento mundial de cerca del 3% en los próximos cinco años, el peor dato desde 1990

CINCO DÍAS .– La directora gerente del organismo llama a vigilar los riesgos financieros: “No es momento para la complacencia” El Fondo Monetario Internacional advirtió este jueves que sus perspectivas para el crecimiento económico mundial en los próximos cinco años son las más débiles en más de tres décadas, e instó a los países a evitar la fragmentación económica causada por las tensiones geopolíticas y a tomar medidas para impulsar la productividad. La directora gerente del FMI, Kristalina Georgieva, afirmó que la economía mundial crecerá en torno al 3% durante la próxima media década debido al impacto del aumento de los tipos de interés. Es la previsión de crecimiento a medio plazo más baja desde 1990 e inferior al promedio quinquenal del 3,8% de las dos últimas décadas. Para 2023, la institución afirma que el producto interno bruto mundial probablemente se expandirá menos del 3%, cifra que está en línea con el pronóstico de enero del fondo de un 2,9%.   Alrededor del 90% de las economías avanzadas experimentarán una desaceleración del crecimiento este año debido a que una política monetaria más estricta afecta la demanda y desacelera la actividad económica en Estados Unidos y la Eurozona, pronosticó el FMI.   La invasión de Rusia a Ucrania ha empeorado las ya tensas relaciones entre EE UU y China, ha agravado una crisis de inflación mundial y está provocando hambre en todo el mundo. ”Con el aumento de las tensiones geopolíticas y una inflación aún elevada, sigue siendo difícil lograr una recuperación sólida”, dijo Georgieva. “Esto perjudica las perspectivas de todos, especialmente de las personas y los países más vulnerables”. Algunos mercados emergentes están mostrando fortaleza, sobre todo en Asia, donde se espera que India y China representen la mitad de la expansión mundial. Pero los países de bajos ingresos se ven afectados por el debilitamiento de la demanda de sus exportaciones, y el crecimiento de su ingreso per cápita se mantiene por debajo del de las economías emergentes.   A pesar de las sombrías perspectivas de crecimiento, la elevada inflación obliga a los bancos centrales a seguir subiendo las tasas de interés, siempre que las presiones sobre la estabilidad financiera sigan siendo limitadas tras las recientes turbulencias en el sector bancario en EE UU y Suiza, afirmó Georgieva. Si el sistema bancario se vuelve inestable, los responsables de la política monetaria se enfrentarán a disyuntivas más complicadas entre la inflación y la protección del sistema financiero, añadió Georgieva. “Tienen que estar más atentos y ser más ágiles que nunca”.   El duro mensaje de Georgieva se produce un día después de que el FMI advirtiera que la fragmentación geopolítica, impulsada por las tensiones entre EE.UU. y China, corre el riesgo de dañar la economía mundial, cuando la inversión extranjera directa y otros capitales se canalizan cada vez más hacia bloques de países alineados. Reiteró su advertencia de enero de que la fragmentación del comercio a largo plazo —incluidas las restricciones a la migración, los flujos de capital y la cooperación internacional— podría reducir el producto interno bruto mundial hasta un 7%, equivalente a la producción anual combinada de Alemania y Japón.   Según Georgieva, las interrupciones del comercio tecnológico podrían provocar pérdidas de hasta el 12% del PIB en algunos países. La invasión rusa el año pasado disparó una inflación, que ya de por sí era elevada en muchos países, a su nivel más alto en décadas. El apoyo del presidente chino Xi Jinping al líder ruso, Vladímir Putin, incluido un viaje de alto nivel a Moscú el mes pasado, generó críticas de la Administración Biden y empeoró la relación entre EE UU y China.   Estas relaciones ya eran malas en los últimos años. Se deterioraron bajo el mandato del expresidente Donald Trump, que desencadenó una guerra comercial que se tradujo en cientos de miles de millones de dólares en aranceles. La Administración del presidente Joe Biden ha mantenido una línea dura, centrada principalmente en preocupaciones económicas y de seguridad nacional.   Washington implementó el año pasado estrictos controles de exportación de tecnologías de semiconductores a China y lleva años apuntando a Huawei Technologies Co., líder en infraestructura de telecomunicaciones que EE UU considera una amenaza a la seguridad nacional por sus vínculos con el Gobierno chino.   La semana pasada, Pekín abrió un nuevo frente en la escalada de la batalla de los chips, lanzando una revisión de ciberseguridad de las importaciones del mayor fabricante de chips de memoria estadounidense, Micron Technology Inc. Y el miércoles, el presidente de la Cámara de Representantes de EE UU, Kevin McCarthy, y un grupo bipartidista de legisladores se reunió en California con el presidente de Taiwán, Tsai Ing- wen, una visita a EE.UU. por la que China ha protestado.   En medio de ese conflicto y después de las interrupciones en la cadena de suministro por el covid-19, EE.UU. ha fomentado el nearshoring, o deslocalización, y el friend-shoring, instando a las empresas a trasladar a sus proveedores a países alineados ideológicamente y más cercanos y, en particular, lejos de Asia y China. Georgieva instó a los países a ser pragmáticos a la hora de reforzar la cadena de suministro. También repitió su llamado a los miembros del FMI para que brinden alivio de deuda a las naciones en dificultades y contribuyan a un fondo para los países más pobres al que le faltan miles de millones de dólares. Nota Original:IMF Warns Five-Year Global Growth Outlook Is Weakest Since 1990.

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