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Ecuador: septiembre 11, 2024

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La agencia del medicamento de EE UU abre la puerta al primer tratamiento con edición genética CRISPR

El País .- La terapia se ha probado con éxito en pacientes con anemia de células falciformes, una dolorosa enfermedad genética de la sangre La revolucionaria edición genética CRISPR se presentó este martes al exigente examen de la agencia del medicamento estadounidense (FDA). Tras una audiencia de siete horas, el regulador sanitario pareció más cerca de aprobar un tratamiento basado en esa técnica y bautizado como exa-cel. El permiso lo solicitaban los laboratorios Vertex Pharmaceuticals, con sede en Boston, y el suizo CRISPR Therapeutics, cuya cotización en bolsa quedó suspendida mientras duraba la sesión. Juntos han diseñado una terapia basada en la edición del genoma contra una dolorosa enfermedad de la sangre: la anemia de células falciformes, una malformación genética responsable de la deformación de los glóbulos rojos. Es una de las la más frecuentes del mundo, y afecta a millones de personas, 100.000 solo en Estados Unidos. También promete mejorar las perspectivas de los pacientes de otra anemia congénita: la betatalasemia, que obliga a recibir transfusiones de por vida. La anemia de células falciformes provoca que los glóbulos rojos, en lugar de la acostumbrada forma redonda, adquieran la silueta de una media luna, lo que hace que se atasquen en los vasos sanguíneos y provoquen dolores incompatibles con el desarrollo de una vida normal. La mayoría de los pacientes no vive más allá de los 40 o los 50 años. Los expertos externos convocados por la FDA dedicaron la audiencia no tanto a la eficacia o la seguridad del exa-cel, sino a si los métodos utilizados por Vertex y CRISPR Therapeutics, que se demostraron exitosos en 29 de los 30 pacientes tratados, tienen el potencial riesgo de realizar cambios indeseados en el ADN. Es lo que se conoce como “edición fuera del objetivo” (off-target editing): modificaciones genéticas que pueden ser intrascendentes o resultar dañinas si afectan a ciertas regiones del genoma. Según quedó claro este martes, para el regulador sanitario estadounidense es prioritario garantizar que el tratamiento no tendrá esos efectos no buscados. Al final de la jornada, los expertos estuvieron de acuerdo en la utilidad de realizar más comprobaciones, pero varios de ellos expresaron su entusiasmo, así como el convencimiento de que los beneficios del exa-cel superan con creces las dudas sobre sus riesgos. Los responsables de Vertex planean hacer un seguimiento durante los 15 próximos años de los pacientes tratados para identificar posibles efectos secundarios. De lo que no se habló en la reunión de la FDA es de uno de los principales obstáculos del exa-cel: su precio. Está previsto que cueste millones de dólares, lo que hará casi imposible su administración en los países menos desarrollados, donde la incidencia de la enfermedad es más alta. “Es una dolencia que se ceba con las personas de ascendencias africana, del Sudeste asiático y mediterránea [por Oriente Próximo]”, explicó el hepatólogo Karl Kassamon. El trámite de este martes suele suponer el paso final antes de que la agencia tome una decisión. La FDA tiene como fecha límite el 8 de diciembre. Historias de dolor Durante la presentación, una decena de pacientes que ya se beneficiaron de los ensayos clínicos preliminares compartieron sus casos, con el ruego de que la FDA dé luz verde al exa-cel (ciertamente más fácil de decir que su nombre completo: “exagamglogene autotemcel”). Describieron padecimientos inimaginables. Tal vez el caso más famoso sea el de Victoria Gray, una mujer negra que fue la primera en someterse al tratamiento y abrió este martes el turno de la audiencia pública para contar que llegó a consumir “tres opiáceos distintos” para tratarse el dolor y que durante la peor crisis de su vida se tiró “tres días despierta”. “No podía usar las piernas o los brazos; ni siquiera podía empuñar un tenedor para alimentarme, tampoco lavarme la cara”. Ahora, gracias al exa-cel, que recibió en un ensayo experimental en Nashville, puede trabajar a tiempo completo, “contribuir a la economía familiar” y dedicarse “a sus hijos”, y ha dejado atrás las “transfusiones de sangre, los opiáceos y las constantes hospitalizaciones”. Otra testigo, Kelly Howard ―también afroamericana― recordó que antes de cumplir un año” la hospitalizaron “más de 13 veces” y que en 2022 las visitas ascendieron a 100. “El tratamiento que les pido que aprueben para todos los guerreros de la anemia de células falciformes me ha librado de una enfermedad contra la que he luchado los 33 años de mi vida”, añadió. Lo que los médicos hicieron con Gray y Howard fue extraerles células madre sanguíneas de la médula ósea, y enviarlas a un laboratorio en el que se editaron usando la técnica CRISPR-Cas9. Del ADN, cortaron un gen llamado BCL11A que controla la producción de una proteína, la hemoglobina fetal, responsable de la anemia congénita. Las células editadas se congelaron y se envíaron de regreso al hospital, donde, tras un tratamiento de quimioterapia para matar las células sanguíneas enfermas de la médula, se transfundieron de nuevo al paciente. En unas semanas, la sangre, regenerada por sí misma, quedó así limpia. Una vez se apruebe definitivamente el exa-cel en Estados Unidos, se espera que Europa siga el mismo camino. En 2012, Jennifer Doudna y Emmanuelle Charpentier desarrollaron un método para la edición del genoma de alta precisión que bautizaron como CRISPR-Cas9. Aquel descubrimiento, algo así como unas sofisticadísimas tijeras genéticas, les valió el Premio Nobel de Química en 2020. La Academia Sueca destacó entonces las posibilidades del CRISPR para desarrollar nuevas terapias contra el cáncer o contra muchas otras enfermedades hereditarias, como la anemia de células falciformes o la betatalasemia. La industria agroalimentaria también se frota las manos ante el mundo de posibilidades que esta nueva técnica ha abierto.

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El laboratorio de la oveja ‘Dolly’ crea pollos resistentes a la gripe aviar con edición genética

El País .- Se trata de una prueba de concepto que aún se debe perfeccionar para conseguir una protección total y enfrentarse a los retos de su aplicación práctica En el Instituto Roslin de la Universidad de Edimburgo, el centro de investigación animal donde se creó la oveja Dolly, han utilizado la edición genética para gestar pollos resistentes a la infección por gripe aviar. Este virus letal para las aves, que produce grandes pérdidas económicas en todo el mundo y puede, en algunos casos, infectar a los humanos y matarlos, se ha mostrado escurridizo para las vacunas, cambiando con rapidez las proteínas de su superficie que reconoce el sistema inmune. Un grupo de investigadores británicos, que hoy publica sus resultados en la revista Nature Communications, ha probado el potencial de modificar pequeñas secciones del ADN de los pollos para evitar, aunque solo en parte, la infección de gripe. La gripe A necesita una proteína de las células de los pollos, la ANP32A, para replicarse. El equipo de científicos, liderado por Mike McGrew, investigador de la Universidad de Edimburgo, utilizó la técnica de edición CRISPR para modificar el gen que produce la proteína en las células germinales de los pollos, algo que les permitiría transmitir el cambio a su descendencia. De esta forma, se crearon animales que a penas se infectaron de gripe cuando se les expuso a otras aves infectadas (solo 9 de 10 lo hicieron) y no contagiaron después a otros pollos. En una prueba posterior, cuando se les inoculó una dosis mil veces superior, cinco de diez se infectaron. Los autores explican que el virus se adaptó al cambio y pasó a utilizar otras dos proteínas de la misma familia (ANP32B y ANP32E) para continuar replicándose, aunque con menos eficiencia. Esto hizo que los autores probasen la edición de dos genes más, consiguiendo así detener la progresión del virus en los huevos. Aunque no llegaron a dejar crecer pollos con esta triple edición, los autores creen que tendría efectos secundarios nocivos sobre la fecundidad de los animales, su capacidad para coger peso o la protección frente a otras enfermedades, algo que haría imposible su aplicación práctica. Aun así, consideran que es una prueba de concepto de que es posible utilizar esta técnica para proteger de la infección por gripe A. Lluis Montoliu, genetista del Centro Nacional de Biotecnología del CSIC, que no ha participado en el estudio, valora el resultado como anuncio de un futuro en el que se puedan generar “animales resistentes a infecciones por gripe, que requerirán no una sino varias modificaciones genéticas. Generar más de una modificación en un mismo animal hubiera sido todo un reto hace unos años”, explica. “Ahora es mucho más sencillo con las herramientas CRISPR de edición genética”, añade. Según explica el investigador, estas técnicas permiten trasladar “mutaciones existentes ya en la naturaleza”, porque “hay pollos resistentes a gripe con dos mutaciones en ANP32A”, “a la producción de aves editadas. Aprovechamos la variabilidad genética existente para generar resistencias”, resume. Además de conseguir introducir mutaciones protectoras sin crear animales menos productivos, los investigadores quieren asegurarse de que con sus cambios no empujan a un virus tan versátil como el de la gripe en direcciones peligrosas. Cuando le quitaron su proteína ANP32A, los virus se adaptaron para utilizar proteínas de la misma familia que se encuentran en humanos. Según explica Wendy Barclay, investigadora de Imperial College London y coautora del trabajo, “esto no significa que podría infectar a humanos, pero debemos ser cautos para no facilitar adaptaciones del virus que lo hagan más peligroso de lo que es”. Una vez superados los problemas y riesgos de la edición, la aplicación práctica, como reconoce McGrew, tendría que superar otras dificultades. “Se producen unos 70.000 millones de pollos al año. Para llegar a esa cifra, empiezas con unos 100.000 en la cúspide de una pirámide reproductiva que vas expandiendo durante cuatro años. Empezarías editando a los animales de la cúspide para que luego se reprodujesen transmitiendo la resistencia a su descendencia”, explica. “Pero los pollos no son como otros animales, en los que un macho se aparea con 100 hembras. Es, más bien, 100 con 100, y meter tantas ediciones va a ser algo difícil”, reconoce. Víctor Briones, investigador del Centro de Vigilancia Sanitaria Veterinaria de la Universidad Complutense de Madrid, considera que es “una prueba de concepto interesante”, pero cree que su aplicación solo sería posible “en la avicultura industrial”. Además, recuerda, “los grandes reservorios [de la gripe aviar] son las anátidas [aves, habitualmente migratorias, de la familia de los patos]”. Aunque introducir este tipo de cambios genéticos en aves salvajes parece difícil de hacer realidad, McGrew señala que los tres genes modificados “se encuentran conservados en todas las especies de aves y esa edición debería funcionar con cualquier especie”. Incluso entre los pollos domésticos, la gran cantidad de variedades haría necesario que los cambios se introdujesen por separado en cada una de ellas. Los autores trabajan ahora en la resolución de estos y otros problemas para convertir en una solución práctica un interesante trabajo científico.

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