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Jugosos bonos, mejores sueldos y un límite a la inteligencia artificial: estos son los beneficios de los guionistas tras el fin de la huelga

El País .- Desde el primer minuto de este miércoles, la huelga de guionistas ha pasado a formar parte de la historia de Hollywood. Los líderes del sindicato Writers Guild of America (WGA) han ratificado el acuerdo alcanzado con los estudios el domingo. La cúpula de la organización avaló el texto final del contrato en la tarde del martes (madrugada del miércoles en España), lo que ha puesto punto final a los 148 días en los que los escritores apagaron sus ordenadores, dejando en pausa a la industria del entretenimiento. Los guionistas obtienen así unos 233 millones de dólares en beneficios de los grandes estudios, una cifra mucho más elevada que los 83 millones que pusieron sobre la mesa los ejecutivos en la primera ronda de negociaciones. Hollywood, sin embargo, está todavía a un par de semanas de distancia de volver a la normalidad. Los actores siguen en huelga. Los 11.500 integrantes del WGA votarán entre el 2 y el 9 de octubre el convenio colectivo que está sobre la mesa. El comité negociador no escatimó el domingo palabras de júbilo cuando calificó el acuerdo de “excepcional”. Los líderes de la organización han comenzado a explicar los beneficios que les dejará el nuevo texto, de 94 páginas, que estará vigente tres años. Entre ellos, una mejora en las condiciones salariales a un ritmo de un incremento del 5% en el primer año, 4% en el segundo y 3,5% en el último; el cobro de bonos en función de la audiencia que logren sus obras en plataformas de streaming, y un freno al uso de la inteligencia artificial en los procesos creativos. La ratificación del texto supone el fin del paro y la vuelta al trabajo. Los primeros en ponerse en marcha serán seguramente los guionistas de los talk shows, cuyo parón fue también el primero en notarse porque son espacios diarios y en directo, a los que siguieron después programas, series y películas congelados por la huelga. Las emisiones en directo, por tanto, volverán a la televisión los primeros días de octubre. Como pedían los guionistas, el nuevo contrato colectivo funcionará como un dique ante la irrupción de la inteligencia artificial en la industria. La herramienta tecnológica no podrá ser usada para escribir un guion o reescribir versiones, ni tampoco para intentar reducir la relevancia de la firma de un autor humano o sus derechos. Las compañías no podrán obligar a un guionista a utilizar programas como el ChatGPT. El WGA tendrá la última palabra, en nombre de sus miembros, sobre qué materiales creativos pueden ser empleados para entrenar o desarrollar software de inteligencia artificial. Los estudios también aceptaron un nuevo reparto de los beneficios residuales, es decir, el pago que corresponde a todos los miembros de una producción cuando esta se emite en un nuevo mercado o plataforma. A más visualizaciones, mayores pagos. Este fue uno de los puntos que estancaron las negociaciones durante semanas ante la negativa de las compañías a revelar sus cifras de audiencia. En el nuevo texto, sin embargo, los estudios se comprometen a compartir con el sindicato, mediante un acuerdo de confidencialidad, el total de horas de reproducción local e internacional de las producciones. El nuevo contrato promete compensar a los guionistas desde el 1 de enero de 2021 por el éxito que alcance cualquier producción que sea vista al menos por el 20% de los abonados locales a un servicio como Amazon Prime, Netflix o Max en los 90 días después de su lanzamiento. Los títulos que lo logren generarán bonos para sus escritores. Se calcularán con una fórmula que toma en consideración el presupuesto de la producción, la extensión de una serie o el metraje de una película y el número de visualizaciones. Esto significa, por ejemplo, que los escritores de una serie de televisión muy vista se embolsarán unos 9.000 dólares por cada capítulo de media hora. Los de una hora dejarán una ganancia de 16.400 dólares. Y así hasta alcanzar los 40.500 dólares para un largometraje que haya costado más de 30 millones de dólares. El nuevo contrato también impone a los estudios un mínimo de guionistas para desarrollar los proyectos de una temporada televisiva. Serán necesarios al menos tres para un programa de al menos seis episodios que reciba la luz verde de un estudio. Seis guionistas es el mínimo para las series de 13 capítulos por temporada. Tres de estos pueden tener el cargo de escritor y productor. Las actrices Jane Fonda (centro) y Lily Tomlin (derecha), en una protesta en Hollywood este verano.JAY L. CLENDENIN (GETTY IMAGES) Los logros obtenidos por los escritores han inyectado optimismo a los actores. Por el momento, no hay negociaciones en curso entre SAG-AFTRA, el sindicato de intérpretes, y la Alianza de Películas y Productores de Televisión (AMPTP, por las siglas en inglés), que representa a Paramount, Sony, Universal, Walt Disney, Warner Bros., las grandes cadenas televisivas y compañías de streaming como Netflix y Apple TV, entre otras. Los actores mantienen las convocatorias de piquetes a las puertas de los estudios. El WGA no ha llamado a los guionistas a manifestarse en contra de las empresas desde el domingo, pero los responsables del sindicato permiten que los escritores se solidaricen con sus compañeros intérpretes mientras se mantenga el conflicto laboral. Este martes, el creador de Mad Men, Matthew Weiner, un escritor, acompañó a su amigo el actor Noah Wyle en una de las manifestaciones. “Creo que no lo habríamos logrado si no hubiésemos tenido el apoyo de los actores. Fueron muy valientes”, dijo el guionista a la agencia AP. Este lunes, SAG-AFTRA puso más presión sobre la industria. Los actores involucrados en los videojuegos, un sector que este año ha tenido ganancias cercanas a los 35.000 millones de dólares, aprobaron el lunes ir a huelga si no se llega a una mejora de las condiciones en la negociación del contrato. La amenaza promete alargar el extendido verano de conflictos laborales que ha vivido Estados Unidos. Las compañías que deben responder al envite son los gigantes Activision, Electronic Arts, Epic Games, Take 2, además de las

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Hollywood se acerca al precipicio con una inminente huelga de guionistas

EL PAÍS .- El 98% del sindicato de escritores aprueba el convocar a un paro de labores desde el 1 de mayo. La medida añade presión a los grandes estudios para alcanzar un acuerdo   Hollywood se acerca a su primera huelga en 16 años. El sindicato de guionistas ha elevado este lunes la tensión en las negociaciones que mantiene con los grandes estudios. Una abrumadora mayoría de la organización, compuesta por 11.500 miembros, ha votado a favor de que los escritores se vayan a un paro de labores a partir del 1 de mayo, fecha en la que vence el actual contrato colectivo. El gesto añade presión a los estudios para que mejoren las condiciones de una parte vital en la industria de contar historias.   El 98% de los integrantes del Writers Guild of America (WGA) se ha pronunciado en favor de la huelga. En contra estuvo solo el 2% de la organización, que contabilizó 9.218 sufragios. Aunque el voto no basta para que comience el paro. Hace seis años, en 2017, el 96% de los integrantes del WGA se inclinó en favor de la huelga. La votación sirvió entonces como una estrategia de negociación. Las partes llegaron a un acuerdo y evitaron la primera huelga de escritores desde 2007, cuando la industria se vio sacudida por un paro durante 14 semanas. Aquel episodio tuvo serias consecuencias, no solo para Hollywood sino para la economía de California. Un informe del instituto Milken aseguró, un año después, que la huelga ocasionó pérdidas a la economía estatal por 2.100 millones de dólares. Más de 37.000 empleos fueron destruidos, calculó el centro de estudios económicos.   Mucho ha cambiado desde entonces. Los guionistas llevan semanas alzando la voz. Charlie Kaufman, el escritor de Cómo ser John Malkovich y Olvídate de mí, lanzó un grito de guerra contra estudios y ejecutivos a principios del mes pasado cuando recogió el premio a su trayectoria por parte de su gremio. “Nos han entrenado para creer que lo que hacemos es secundario a lo que ellos hacen (…) Nos han engañado haciéndonos pensar que no podemos hacer lo nuestro sin ellos. La verdad es que ellos no pueden hacer nada de valor sin nosotros”, aseguró. Sus palabras sirvieron de combustible para el ánimo de sus colegas.   Uno de los puntos centrales en la negociación es sobre los residuales, los montos que corresponden a los escritores por una película o un capítulo en el que participaron y que es reprogramado en la televisión o habita el catálogo de una plataforma de streaming. El comité de negociación del WGA argumenta que el modelo actual ha dejado de funcionar para la era digital. Empresas como Netflix solo consideran dos montos, para el mercado estadounidense y para el extranjero. Si un título se convierte en un éxito, esto no se refleja en la paga de los guionistas. Las cadenas de televisión, en cambio, sí tienen una escala progresiva. Las plataformas digitales representan el 45% de los residuales del sector.   El punto es importante para el sindicato, que calcula que la mitad de sus miembros en Hollywood está empleada en series de televisión. La pandemia disparó la creación de contenidos para un mundo en cuarentena. Esto también multiplicó los ingresos por residuales para los escritores. El año pasado, la organización informó de haber alcanzado en 2021 “la recaudación más alta de su historia”. Esta creció un 48,2% en la década entre 2011 y 2021, pasando de 333 millones a 494 millones.   Ese hito habría sido alcanzado por la cantidad de nuevas producciones. La repetición de un programa de una hora en la cadena ABC genera para su creador un residual de 24.500 dólares. En Netflix, ese mismo autor ganaría 20.000. Y en alguna compañía más pequeña la cifra se detendría en un máximo de 13.346. Cada año en que un programa está en el catálogo de una empresa de video en demanda, el monto va perdiendo valor.   La actriz y escritora Kyra Jones ilustró lo anterior en una publicación en Twitter. “En caso de que se pregunten por qué se acerca la huelga: el primer cheque de residuales para un programa que emití para una cadena era de 12.000 dólares. Acabo de recibir el nuevo para mi programa de streaming, 4 dólares”, escribió la guionista de Woke y Queens.   Los estudios aseguran que plataformas como Netflix, Hulu, Disney+ y HboMax han aumentado las oportunidades para los escritores de la industria con una producción sin precedentes. Los medios tradicionales contaban con un requisito más difícil de alcanzar para poder beneficiarse con la paga extra: las series debían alcanzar las cinco temporadas o los 100 episodios. Los residuales solo podían obtenerse a partir del quinto año.   Salarios menguantes “El presupuesto para series de televisión ha crecido un 50% en la última década, mientras que el salario promedio de los guionistas ha disminuido un 4%”, dijo recientemente Eric Haywood, uno de los integrantes del comité de negociación. Si se ajusta a la inflación, la pérdida de los sueldos es del 23%. El sindicato afirma que también busca elevar los ingresos mínimos para los guionistas más experimentados.   En 2013, el 33% de los escritores de los programas de televisión estaba en el tabulador más bajo de los ingresos. Hoy es la mitad de los empleados quien está en este rango, afirma el sindicato. “Cada vez más, los guionistas experimentados, esto incluye a los showrunners, son pagados en la misma escala y sin premium a pesar de sus años de experiencia”, indicó a Deadline Charles Slocum, un asistente a la dirección del sindicato.   “Buscamos incrementar la escala. Que los escritores más veteranos puedan obtener mejores tarifas, porque no puedes hacer que tu showrunner gane lo mismo que un editor. Si van a ganar el mínimo, al menos que ese mínimo se eleve”, añadió Slocum. Los showrunners, como se suele llamar ahora a los creadores de una serie, son los reyes de la televisión. Ryan Murphy (La historia de Jeffrey Dahmer), Shonda Rhimes (Scandal, Anatomía de Gray) y Robert y Michelle King (The Good Wife) se han convertido en nombres consolidados

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James Cameron, rey del cine tecnológico, vuelve con ‘Avatar: el sentido del agua’ 13 años después para reventar la taquilla

El viernes se estrena la segunda parte de la película que más ha recaudado de la historia. Cuando ya poco queda de la moda del 3D, ¿acudirá el público a la llamada de los seres azules de Pandora? ¿Cómo se llamaba el protagonista de Avatar? ¿Y el pueblo indígena en el que se quedaba a vivir? ¿En qué año se desarrollaba la trama? Al contrario que las sagas Jurassic World y Star Wars, o el universo Marvel, Avatar no tiene una legión de fans que haya mantenido la llama encendida desde su lanzamiento en 2009 y a la espera de las anunciadas continuaciones. Sin embargo, es la película más taquillera de la historia, con casi 3.000 millones de euros de recaudación. Y parece que el estreno de Avatar: el sentido del agua, el viernes 16, seguirá sus mismos pasos: cuando se reestrenó en octubre la primera parte, en dos semanas recaudó 2,2 millones de euros en España (y la vieron 376.000 personas). Puede que su director, James Cameron, quiera hablar de ecologismo, familia y solidaridad, pero Avatar es puro negocio, y su creador sabe alimentarlo. Según un estudio de mercado de la firma MRI-Simmons, uno de cada cinco estadounidenses adultos vio Avatar en un cine. No dejó huella cultural. Como afirma The New York Times, pocos espectadores pueden responder rápidamente las preguntas del primer párrafo (Jake Sully, pueblo Na’vi de la luna Pandora, año 2175); en cambio, también pocos se resistirán a ver su segunda parte. “La creamos pensando en la experiencia”, contaba el mismo Cameron en el periódico neoyorquino, donde también confesaba sus dudas hace unos meses: ¿había ganas de ver su nuevo filme? ¿La nostalgia impulsaría, 13 años más tarde, al público a las salas? Y eso que él ha dirigido dos de las secuelas más alabadas de la historia, Aliens y Terminator 2, ambas lanzadas siete años después de sus originales. Sus resquemores se acallaron cuando el tráiler de Avatar: el sentido del agua tuvo 148 millones de visionados durante las primeras 24 horas de su lanzamiento en internet. Más aún: Avatar 3 llegará a los cines el 20 de diciembre de 2024; Avatar 4, el 18 de diciembre de 2026, y Avatar 5, solo rodada en parte, el 22 de diciembre de 2028 (para un coste total de 1.000 millones de dólares, que probablemente crezca; solo el presupuesto de la nueva supera los 350 millones). Cameron tiene ideas para una sexta y una séptima que, ha anunciado, no dirigirá él porque en ese momento tendrá cerca de 80 años (en agosto cumplió 68). Y habrá estreno en China, al contrario que las últimas superproducciones de las majors; Avatar fue la primera película de un gran estudio de Hollywood que triunfó en el país asiático. En 2009, Avatar surfeaba la ola del 3D, parecía que Hollywood filmaría solo en ese formato. Hoy, más allá de Estados Unidos, donde aún hay mercado para las salas IMAX, el resto del mundo solo se sienta a ver películas en formato estereoscópico en muy contadas ocasiones y principalmente en títulos de animación. Avatar: el sentido del agua reabrirá el debate, porque en el reestreno en octubre de la original más del 90% de las entradas se vendieron para ese tipo de proyección. “El proceso tecnológico de creación de personajes es tan caro, que no tiene sentido realizarlo para una plataforma ni desarrollar este universo en series para streaming”, explica su creador. De Avatar queda el recuerdo de una explosión de azules, de un derroche de energía y acción, en definitiva, de un espectáculo como solo sabe filmar Cameron, y la primera presentación masiva de algo que hoy forma parte de la conversación: la hiperrealidad. James Cameron, con la cámara principal de ‘Avatar: el sentido del agua’ En pantalla, en Avatar: el sentido del agua, han pasado tres lustros. En Pandora, Jake vive con sus cuatro hijos (una de ellas, adolescente, está interpretada por Sigourney Weaver) y su esposa, la princesa Neytiri. La paz se quiebra cuando los humanos retornan a la luna y los Na’vi tienen que buscar cobijo en otro clan, los Metkayina, que viven en los arrecifes (y a cuya reina guerrera da vida Kate Winslet, quien durante mucho tiempo renegó de repetir con Cameron tras el sufrido rodaje de Titanic, la tercera película más taquillera de la historia). De ahí que la mayor parte de la acción transcurra bajo el agua, y por eso Winslet ha llegado a aguantar en apnea, filmando en una piscina, 7 minutos y 14 segundos. Kate Winslet, en ‘Avatar: el sentido del agua’. La duración de la nueva Avatar alcanza las 3 horas y 10 minutos. En la revista Empire el cineasta ya ha dejado claro que no admitirá quejas sobre el metraje: “Dadme un jodido respiro. Mis hijos se tragan del tirón cinco episodios de una hora”. Y que ya lidió con el problema del minutaje en 2009, cuando un ejecutivo de Fox le imploró recortarlo y Cameron lo echó a gritos de su despacho. En GQ lo recordaba así: “Le dije que iba a arrasar en taquilla. Y que cuando eso ocurriera sería tarde para que dijera que amaba la película. O que se callara. El momento para amar Avatar era ese, porque después, cuando recaudara todo el dinero, sería tarde. Y dije todo el dinero, no algo, sino todo el dinero”. Jake, con uno sus hijos, Neteyam, en el filme. Cameron es malhablado e iracundo. En varios de sus rodajes, miembros de su equipo se han hecho camisetas con el lema You can’t scare me-I work for Jim Cameron (No puedes asustarme, trabajo para James Cameron). También, visionario y persistente. Tiene, desde marzo de 2012, el récord de inmersión individual a mayor profundidad en las fosas Marianas (10.908 metros), y lo hizo con un sumergible diseñado por él mismo. Daniel Goldin, exdirector de la NASA, aseguraba en la revista GQ: “Ese hombre ha nacido con capacidad e instinto de explorador”. Cuando otro aventurero, Victor Vescovo, con el que además ha rivalizado por esa marca de descenso, buceó alrededor de los restos del transatlántico más famoso de la historia, le escribió por correo electrónico, jactándose: “He visto Titanic en el Titanic”, Cameron le respondió: “Vale, pero yo hice Titanic en el Titanic”. James Cameron, durante el rodaje en Nueva Zelanda. La primera noticia acerca de Avatar apareció en 1996, un año antes de que se estrenara Titanic. Un reportaje en el periódico The Tampa Bay

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