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Ecuador: diciembre 6, 2024

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Contundente rechazo al MAS en Bolivia: las encuestas impactan al gobierno en medio de la pelea Arce-Morales

Infobae .- Las futuras elecciones ponen en duda el monopolio creado por el ex presidente y el actual mandatario, que compiten por quedarse con el partido y ser otra vez candidatos. Más del 77% de los bolivianos reprueban la política del gobierno del MAS frente a la coca y las drogas, dice una encuesta que preocupa a los líderes Luis Arce y Evo Morales, enfrentados para definir cuál de ellos será candidato en 2025. La encuesta, hecha por la prestigiosa Fundación Jubileo contradice el entusiasmo de los caudillos del MAS y pone en duda el monopolio que ambos tienen en las noticias sobre las preferencias de los bolivianos para las próximas elecciones. La encuesta saca a luz el desprecio y la desconfianza que sienten los ciudadanos acerca de todo lo que hace el MAS como gobierno, de todas las instituciones estatales que ha controlado, incluidos el órgano electoral, la justicia, la policía y las Fuerzas Armadas, además de las estadísticas oficiales. La contundencia de la actitud de reprobación y reproche de lo que hace el gobierno pone en duda no solamente el entusiasmo masista por el futuro, sino los resultados de las anteriores elecciones, en las que Arce obtuvo 55%, ahora que tiene un rechazo de 77%. Esto parece confirmar la tesis de Steven Levitsky y Daniel Ziblatt sobre la “Tiranía de la Minoría” que se estaría dando ahora en varios países donde grupos minoritarios en apoyo ciudadano han logrado imponer dictaduras a partir del control de actividades económicas ilegales y de las instituciones que deben garantizar la democracia. El ex presidente Evo Morales, en una fotografía de archivo. EFE/ Jorge Abrego La encuesta, realizada en nueve ciudades, encontró que 75% de los ciudadanos desconfían de la justicia, que es administrada por unos jueces “elegidos” en el parlamento por el MAS y que responden fielmente a este partido en todo, comenzando por la persecución y el castigo a los opositores. Los jueces son cómplices de los extorsionadores que cobran a los propietarios de tierras y haciendas sobre todo en el departamento de Santa Cruz, que concentra a los electores más reacios a apoyar al partido de gobierno. Ahora, los jueces se preparan para aplicar una ley que busca arrebatar la propiedad de la tierra a todos los extranjeros y sus descendientes, sin tomar en cuenta la antigüedad de la llegada de sus ancestros. Se teme que esto afecte incluso a los descendientes de españoles, pero sobre todo a ciudadanos argentinos y brasileños radicados desde hace décadas en Bolivia. Es tal el desprestigio de la justicia que el propio Evo Morales, inventor de las elecciones de jueces por el “voto popular”, acaba de decir que por primera vez en la historia del país las encuestas muestran que la justicia es más corrupta que la policía. Lo dice cuando seis policías acaban de ser enviados a la cárcel por haber “volteado” una carga de droga en el lago Titicaca y cuando se revela que otros policías tienen la costumbre de cobrar un porcentaje a las madres que logran que los padres de sus hijos paguen las pensiones de manutención. El presidente de Bolivia, Luis Arce, en una fotografía de archivo. EFE/Stringer Siete de cada diez ciudadanos reprueban el trabajo de la policía en cuanto a garantizar la seguridad, pero el rechazo llega a 77% cuando la pregunta se refiere a la lucha policial contra el narcotráfico. Los ciudadanos no confían en el Tribunal Electoral cuando dos vocales acaban de denunciar que el MAS los amedrenta y no se atreven a contrariar la voluntad del expresidente Evo Morales. El órgano no tiene la confianza de 60% de los ciudadanos, ahora que sus autoridades han decidido dejar en suspenso la auditoría del padrón electoral, que sería la principal causa del dolo detectado por los observadores de la OEA en 2019. El rechazo también llega a la clase política. Siete de cada diez ciudadanos consideran que los políticos no están haciendo bien su trabajo y que deben ser cambiados por nuevas figuras. Anteriores encuestas revelaron que las preferencias de los ciudadanos por los actuales líderes políticos son muy bajas y que el mayor porcentaje, de 40%, prefiere un nuevo candidato para las elecciones de 2025. Los dos caudillos del MAS, Luis Arce y Evo Morales, tienen apenas 14% y 10% de preferencias, respectivamente. Por el momento no ha aparecido el “nuevo” que jubile a todos los líderes actuales, incluidos a los del MAS.

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El partido de Evo Morales expulsa al presidente Luis Arce y agrava la guerra política en Bolivia

El País .- El décimo congreso del Movimiento al Socialismo (MAS), el partido que gobierna Bolivia, ha dado el paso definitivo para la división que estaba incubando desde hace años. El Congreso “aceptó la autoexpulsión” de Luis Arce y David Coquehuanca, presidente y vicepresidente del país, por no asistir a la reunión que se efectuó en el pueblo de Lauca Ñ, en la zona cocalera del centro del país, y ha ordenado que el Tribunal de Ética del partido expulse también a otros 20 diputados del ala afín al Gobierno de Arce. Además, como se preveía, ha ratificado al “comandante” Evo Morales como presidente del partido y como su candidato a la presidencia para las elecciones de 2025. “Seguimos haciendo historia nacional e internacional. El MAS va a recuperar la revolución para salvar la patria nuevamente” ha dicho Morales en su discurso final, que fue inusitadamente breve. Los cientos de asistentes a la reunión estaban cansados por las altas temperaturas del lugar, emplazado en el área tropical de Cochabamba, y, además, porque celebraron sesiones hasta altas horas de la madrugada. El “arcismo” ha objetado la legitimidad del congreso ante el Tribunal Constitucional. Este ordenó la suspensión del mismo pocas horas antes de su finalización. Morales había advertido previamente que el Gobierno “maniobraba” dentro del sistema de Justicia para impedir el cónclave. El expresidente (2006-2019) también se mostró preocupado en sus redes sociales por una intervención policial supuestamente en curso, que no ocurrió. “Lamentablemente, el Gobierno de Lucho y David, peor que los gobiernos neoliberales, hasta el último momento quiso postergar el congreso”, dijo Morales al terminar su discurso. El día de la inauguración del encuentro, el martes 3 de octubre, el presidente Arce apareció sorpresivamente en una reunión de campesinos realizada en La Paz. Arropado por sus bases, explicó que no iría a Lauca Ñ porque la convocatoria ignoraba o disminuía a las distintas organizaciones sociales que habían fundado el “instrumento político”. En los congresos anteriores, estas organizaciones, entre ellas la poderosa Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos, podían acreditar cientos de delegados por cada una. En la reunión última, que se realizó tras la aprobación de un estatuto interno que los críticos consideran hecho a la medida de Morales, las centrales sindicales solo tuvieron derecho a cinco delegados por organización, mientras que la representación del aparato del partido creció significativamente. Esta es la razón que refieren los dirigentes sociales alineados con Arce para desconocer el congreso y convocar a un “cabildo” el 17 de octubre, donde se espera que se tomará medidas simétricas a las que acaba de aprobar la facción de Evo Morales. El choque por el control de la izquierda boliviana amenaza con agravar la politización y la debilidad del sistema de justicia y otras instituciones. El fallo del Tribunal Constitucional puede convertir las resoluciones del congreso en papel mojado desde el punto de vista legal. Por tanto, pese a su reunión, el MAS no tendría cumplido el requisito de renovación de su directiva que le exige la ley electoral, y esto pondría en riesgo su personería jurídica. Una comisión de abogados de Morales señaló a la prensa que el fallo del Tribunal Constitucional era “fraudulento” y aseguró que no tendría efecto legal. Si el Constitucional se impusiera, lo que parece más probable, la presión girará hacia el Tribunal Electoral, en cuyas manos estará dar un plazo para que el MAS organice otro congreso y elija su directiva de una forma menos polémica, una tarea casi imposible, o, en cambio, el cancelar esta sigla, lo que tendría incalculables consecuencias políticas. Desde hace meses se anticipaba que la pelea por la “propiedad” del partido sería muy dura y que se dirimiría principalmente en juicios de distinta índole. Así, tribunales de escasa credibilidad tomarán resoluciones que serán objetadas por otros tribunales también desprestigiados, sin un final claro a la vista. Aunque la lucha entre las dos alas del MAS es cada vez más compleja y dura, el fondo de la cuestión es simple: quién será, si Morales o Arce, el candidato de los sectores populares e indígenas bolivianos en las presidenciales de 2025. Este aspecto personal de la división se intensificó a raíz del congreso, en el que cientos de dirigentes ataviados con el color azul del MAS y la efigie de Morales en sus camisetas y gorras, lo proclamaron como su “líder indiscutible”. Simultáneamente, los campesinos con los que se reunió Arce lo llamaron “académico”, “estudioso” e incluso “el mayor científico de Sudamérica en el área económica”, para diferenciarlo de Morales, que solo estudió el bachillerato antes de ponerse a cultivar la parcela de su padre. Los halagos al presidente están relacionado con el último choque entre ambos políticos, en el que Morales llamó a Arce un mero “cajero” de las gestiones en las que sirvió como ministro de Economía. “Que me llamen como quieran, los resultados son los que cuentan”, respondió el presidente. Luego señaló que él era un hombre de estudios que no iba a armar intrigas en contra de su antiguo mentor. Subrayar los títulos académicos del presidente no se percibe como un desplante clasista en los sectores sociales urbanos emergentes, que se identifican con Arce porque apelan a la educación como medio de ascenso social. Morales, que en el pasado tuvo un apoyo incontrastable, conserva la fuerte adhesión de los estratos más pobres del área rural.

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El vicepresidente boliviano desafía a Evo Morales en su feudo político y recrudece la guerra en el partido de Gobierno

EL PAÍS.- David Choquehuanca visita la región de El Chapare, la zona cocalera que controla el expresidente, a pesar de las amenazas de los fieles a Morales   La guerra interna del Movimiento al Socialismo (MAS) de Bolivia ha escalado un nuevo nivel. El vicepresidente, David Choquehuanca, ha visitado este miércoles el municipio de Chimoré, en el Chapare, la región cocalera de Bolivia, donde se ha reunido con dirigentes de un sindicato que lo invitaron unos días antes. Enfrentado con Morales desde hace años, Choquehuanca llegó a la zona a pesar de la oposición de los fieles del expresidente, que organizaron una “vigilia” y un bloqueo temporal de carreteras en su contra. En medio de la guerra que divide al partido gobernante, los incondicionales de Morales consideran a Choquehuanca un “divisionista”, y le exigieron que primero “pida permiso” a la coordinadora cocalera, dirigida por Morales, antes de llegar. La visita era todo un desafío. El Chapare es la región más fiel a Morales: ahí comenzó su carrera política como dirigente sindical y allí volvió a finales de 2020 tras su exilio en México y Argentina.   Fundador del MAS e histórico dirigente aimara, Choquehuanca, de 62 años, fue ministro de Relaciones Exteriores de Morales durante 11 años y se le consideraba su sucesor natural hasta que fue despedido del cargo en 2017. Era el favorito de las bases del partido para las elecciones de 2020, pero Morales impuso su criterio y eligió a Luis Arce, su exministro de Economía. Choquehuanca le acompañó como vicepresidente, y desde entonces es el principal animador de la corriente “renovadora” dentro de las organizaciones sociales que constituyen la columna vertebral del MAS. Los seguidores de Morales creen que sus constantes viajes a áreas rurales y a las escuelas de capacitación indígena que ha impulsado en este tiempo sirven para montar la estructura política con la que Arce competirá con Morales por la candidatura popular y de izquierda para las elecciones de 2025. Choquehuanca ha desafiado varias veces al jefe del que, hasta ahora, sigue siendo el partido de ambos, pero es la primera vez que lo hace en el Chapare, donde se considera que el dominio de Morales es incontestable.   Días atrás, la Federación de Comunidades Interculturales del municipio de Chimoré aprobó la resolución de “no recibir a ninguna autoridad si no tiene autorización de las organizaciones matrices” o, de lo contrario, bloquear la carretera que comunica a las dos principales ciudades del país, La Paz y Santa Cruz. Los “interculturales” son campesinos que provienen del lado montañoso, pero viven en las zonas bajas del país.   La reunión sindical se realizó inmediatamente después de que los campesinos se enteraran de que el vicepresidente tenía pensado viajar a Chimoré. “No garantizamos [su seguridad] ni confiamos de que tenga buenas intenciones; más al contrario, son autoridades sin principios que buscan el divisionismo de un pueblo unido y organizado, buscando intereses personales políticos”, advirtió el voto resolutivo. Al día siguiente, el sindicato que había llamado al vicepresidente informó que la invitación seguía en pie. Según la radio local Kausachun Coca, que responde a la línea de Morales, Choquehuanca llegó por vía aérea, fue protegido por un fuerte contingente policial y la reunión se celebró en un cuartel militar. Las fotos que difundió el Gobierno lo muestran rodeado de dirigentes en una sala del aeropuerto de Chimoré.   El periplo de Choquehuanca eleva aún más la temperatura interna dentro del oficialismo boliviano, que ya está dividido en dos, aunque el cisma aún no se haya formalizado. El domingo 2 de abril, Morales advirtió en un tuit que “el MAS no está en el Gobierno”. Desde el festejo del aniversario del partido, el 27 de marzo, ocasión en la que él y el presidente Luis Arce libraron una dura batalla retórica, la distancia entre los dos líderes se ha profundizado hasta un punto que la mayoría de los analistas considera “sin retorno”.   El intento del exvicepresidente de Morales, Álvaro García Linera, por llevarlos a una mesa de negociación fue abruptamente rechazado por el expresidente, que, en otro tuit, calificó a García Linera como su “nuevo enemigo”. En respuesta, García Linera declaró a la prensa que él era “secundario” y que lo que de verdad importa es que Arce y Morales resuelvan sus diferencias. “Evo y Luis… júntense, unan y reconstituyan la fuerza de este movimiento”, pidió. El vicepresidente que acompaño a Morales durante sus 13 años de Gobierno y al exilio les pidió a ambos líderes que no sigan con ambigüedades: “Si de manera definitiva no hay reconciliación, pues ya, díganle a la militancia, al pueblo”. García Linera es el único militante notorio del MAS que admite con claridad que el objeto de esta disputa es la candidatura presidencial en las elecciones de 2025.   Evo Morales ha dedicado los últimos meses a criticar al Gabinete de ministros de Arce, a los que llama “derecha interna”, por supuestamente estar conspirando para desprestigiarlo ante la opinión pública con supuestas investigaciones sobre narcotráfico y corrupción en sus tres Gobiernos. Otra de sus quejas es el supuesto despido del Gobierno de quienes lo siguen, llamados “evistas”. Desde la otra vereda, los dirigentes cercanos a Morales exigen la renuncia de los ministros por fidelidad al “verdadero proceso de cambio”, y atacan al Gobierno con toda clase de denuncias de corrupción.   El último episodio indica que las bases de Morales intentan darle al Gobierno de Arce el mismo tratamiento que reservaban en los años noventa para los gobiernos neoliberales, que estaban comprometidos con la llamada “guerra contra las drogas”. Frente a ellos, el arma del bloqueo de caminos era particularmente poderosa. De esta lucha emergió, a fines del siglo pasado, la figura de líder de Morales.   En su discurso en el acto de aniversario del MAS, Arce pidió que el partido sea “pluralista” y que las opiniones divergentes se permitan “en el marco de la unidad ideológica”, lo que fue descartado, inmediatamente después, por Morales en su propio discurso. Este señaló que el pluralismo se

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