El nervio vago sería clave para tratar diferentes enfermedades
Infobae .- Tras detectar el efecto del COVID sobre este nervio como origen de síntomas a largo plazo, un nuevo estudio sugirió que su estimulación podría convertirse en un tratamiento contra la obesidad, la depresión o la artritis, entre otras afecciones Se conoce como nervio vago a uno de los principales nervios del sistema nervioso, que se encuadra dentro de los pares craneales. Como se prolonga desde el bulbo raquídeo hasta el tórax, también es el más largo, ya que atraviesa la región cervical, el tórax y la cavidad abdominal. Su importancia en el cuerpo humano es vital, ya que interviene en algunas de las funciones básicas del ser humano: transmite información relacionada con la actividad sensorial y muscular, controla las funciones motoras en la laringe, el diafragma, el estómago y el corazón, entre otras. Además, interviene en funciones tan importantes como la contracción del corazón, o disminuye la frecuencia del ritmo cardíaco. Según la Clínica Mayo, la estimulación del nervio vago puede realizarse de muchas formas y con muchos dispositivos. De hecho la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA por su sigla en inglés) ya aprobó dispositivos de estimulación para tratar la epilepsia y la depresión, así como para su uso en la rehabilitación después de un accidente cerebrovascular. El nervio vago se extiende desde el bulbo raquídeo hasta el tórax (Imagen Ilustrativa Infobae) Sin embargo, el interés científico en la estimulación del nervio vago está en aumento desde hace un tiempo, con estudios que la investigan como un tratamiento potencial contra enfermedades como la obesidad, la depresión, la artritis, por citar algunas. Es que hoy en día, los estimuladores del nervio vago se investigan cada vez más como una alternativa a los antidepresivos en pacientes con depresión resistente al tratamiento. Así las cosas, usar estimulación eléctrica para tratar trastornos cerebrales como la epilepsia y la depresión tiene sentido: después de todo, los nervios y las células cerebrales se comunican mediante electricidad. La relación entre estimular el nervio vago y la inmunidad Kevin Tracey es profesor de medicina molecular y neurocirugía en los Institutos Feinstein de Investigación Médica en Manhasset, en Nueva York. A finales de la década de 1990 hizo, junto a sus colegas, un descubrimiento sorprendente: mientras probaba un fármaco experimental que esperaban que amortigüe la inflamación en el cerebro de las ratas, vio que al inyectar al nervio vago disminuyó la inflamación en todo el cuerpo. Los investigadores vieron que existe una relación entre el nervio vago y la reducción de la inflamación (Efe) Esto fue para los investigadores desconcertante, porque el cerebro está físicamente separado del resto del cuerpo por la barrera hematoencefálica, una capa muy compacta de células que regula el paso de moléculas grandes y pequeñas al cerebro, para ayudar a mantenerlo seguro. Para entender lo sucedido, Tracey y sus colegas intentaron cortar el nervio vago y repitieron el experimento. Esta vez, los efectos antiinflamatorios del fármaco se limitaron al cerebro. Fue un descubrimiento extraordinario, ya que hasta ese momento la evidencia sostenía que no había conexión entre los sistemas nervioso e inmunológico. Ahora se sabía que el nervio vago parecía proporcionar ese vínculo. Tracey reconoció de inmediato las implicaciones terapéuticas, después de pasar años tratando de desarrollar mejores tratamientos para afecciones inflamatorias como la sepsis, la artritis y la enfermedad de Crohn. Los medicamentos existentes amortiguan la inflamación, pero conllevan un riesgo de efectos secundarios graves; aquí había una técnica con el potencial de apagar la inflamación sin necesidad de medicamentos. Ya se había visto que muchos de los síntomas a largo plazo del COVID estarían relacionados con el impacto del virus en el nervio vago (Getty) En este punto, la estimulación eléctrica puede ser más prometedora, según creen los expertos. Una cosa que hace que los nervios vagos sean tan atractivos es la accesibilidad quirúrgica en el cuello. “Es bastante fácil implantar algún dispositivo que intente estimularlos -sostuvo el doctor Benjamín Metcalfe de la Universidad de Bath, que estudia cómo responde el cuerpo a la estimulación eléctrica del nervio vago-. La otra razón por la que son atractivos es porque se conectan a tantos sistemas de órganos diferentes. Cada vez hay más pruebas que sugieren que la estimulación del nervio vago tratará una amplia gama de enfermedades y trastornos, desde la artritis reumatoide hasta la depresión y el alcoholismo”. Sobre este punto, en 2016, Tracey y sus colegas publicaron los resultados de un estudio de 18 pacientes con artritis reumatoide (una afección autoinmune que causa dolor, hinchazón y rigidez en las articulaciones) que todavía experimentaban síntomas a pesar de tomar medicamentos inmunosupresores. A los pacientes se les colocó un estimulador del nervio vago que se utilizó para apuntar a las fibras del cuello que se cree que controlan la actividad inmune en el bazo. Esto condujo a una mejora en sus síntomas y se asoció con niveles reducidos de factor de necrosis tumoral, una proteína inflamatoria que es un objetivo principal de los medicamentos para la artritis reumatoide. La estimulación del nervio vago ya se utiliza en el tratamiento de la epilepsia (Getty) Los datos preliminares también sugieren que la tecnología podría ser efectiva en pacientes con enfermedad de Crohn, otra afección inflamatoria que afecta el sistema digestivo. En todas las condiciones médicas discutidas hasta ahora, el dispositivo se implanta en el cuello del paciente, desde donde proporciona ráfagas regulares de estimulación con diferentes frecuencias que bloquean o activan diferentes fibras nerviosas. Otras formas alternativas de estimular el nervio vago es la que investiga el profesor Chris Toumazou del Imperial College de Londres, quien junto a sus colegas estudian si se podría conectar un microestimulador a una rama específica del nervio vago que le indique al cerebro cuándo el estómago está lleno o vacío. Esta idea surge del descubrimiento de que las hormonas que controlan el apetito se comunican con el cerebro a través del nervio vago. “El dispositivo podrá enviar una señal opuesta al cerebro para decir: ‘No, estás lleno’”, explicó Toumazou, quien reforzó: “No estamos cortando por completo esas señales, sino controlándolas, lo que podría ser un medio mucho mejor para controlar
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