Alcaraz: luces y sombras para llegar a octavos

ABC .- El español necesitó cuatro sets para deshacerse de Evans y avanza a la siguiente ronda como uno de los favoritos del US Open. Este sábado ha tenido lugar la tercera comparecencia de Carlos Alcaraz en el Abierto de EE.UU. de este año y la primera en la sesión diurna. Tercera ronda frente al primer rival de cierta entidad, el británico Dan Evans. En esas horas en las que el mediodía transita hacia la tarde, la central de Nueva York se parchea de zonas de luz y sombra.   Ha insistido el murciano que le gusta el ambiente de la sesión nocturna, que le da energía, con el público bullanguero, gritón, que busca su sitio en la grada en medio de los puntos, con una pizza en una mano y un cóctel de 25 dólares en la otra. No es que el público de día sea una orden monástica con voto de silencio, pero sin duda es más apagado. Y quizá el sol en algunas fases del partido le impidió ver bien alguna pelota. Pero la realidad es que esas luces y sombras sobre el cemento azul de la Arthur Ashe fueron el símbolo del partido de Alcaraz. Con fases de brillantez y otras de dudas, el número uno consiguió el objetivo principal: avanzar a octavos (6-2, 6-3, 4-6, 6-3).   Alcaraz fue un vendaval en el comienzo del primer set. Inapelable desde la línea de saque (llevaba cerca de un 90% de primeros saques mediada la manga), con la finura de un orfebre en la red y agresivo desde el fondo, arrolló al británico. Acabó el set con 14 golpes ganadores, por cuatro de su rival, con un tenis con una luz que cegó al Evans.   La única nube sobre el juego de Alcaraz fue el debilitamiento de su saque al final de ese set. Eso se convirtió en una sombra en el segundo set: el murciano solo metió un tercio de sus primeros saques, un nivel desconocido. Aquello dio alas a Evans, un veterano que tiene sus complicaciones.   El británico -33 años, número 28 del mundo- tiene pinta de tenista ‘cani’, de peleador peso medio de gimnasio de barrio, de personaje de ‘Trainspotting’. Juega enfadado y no le pierde la cara al partido nunca. En ese segundo set se creció ante el bajón de Alcaraz. Empezó a arañar puntos de ‘break’ con facilidad. Alcaraz sujetó el set por los errores groseros de Evans, como el servicio que cedió con dos dobles faltas seguidas.   Pese a las dudas, nadie en la Arthur Ashe apostaba por otra cosa que el tercer set fuera el último del partido. Pero las sombras se cebaron con Alcaraz, y parecía que, por momentos, se le hacía de noche el partido. El murciano se desesperó ante pelotas de ruptura de servicio desaprovechadas -«¡Puta vergüenza!, ¡puta bola de ‘break’!-, protestó ante el juez de silla, cabeceaba, mascullaba en la esquina junto a la toallas.   Evans se llevó el tercer set y Alcaraz empezó a quedarse sin margen de error. Se recompuso en la cuarta manga y recuperó un elemento esencial para su juego: la sonrisa. Con ella iluminó al estadio tras un punto de locura, en el que corrió de lado a lado de la pista para lanzar un obús imposible en ‘passing shot’ que se clavó en la línea. Pero también cuando tras dominar a Evans en un peloteo y subir a la red, la bola del británico chocó contra la red, evitó la volea y le pasó por encima.   El partido servirá para afinar a Alcaraz -en la raqueta y en la cabeza- de cara a retos mayores. El próximo, este lunes en octavos, ante el italiano Matteo Arnaldi, una de las sorpresas del torneo.

Alcaraz: luces y sombras para llegar a octavos Leer más »