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Ecuador: diciembre 6, 2024

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Ecuador, diciembre 06, 2024
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Ecuador, diciembre 06, 2024

La consulta anti minería formal en el Chocó Andino deja sin resolver problemas como la minería ilegal, la tala indiscriminada, el tráfico de especies y la frontera agrícola

La Hora .- María Eulalia Silva,  presidenta ejecutiva de la Cámara de Minería del Ecuador, sostiene que la consulta popular solo cerrará las puertas a la explotación controlada y desatará más impactos negativos. Este próximo 20 de agosto de 2023, junto con las papeletas para elegir Presidente de la República, asambleístas y sobre la explotación o no en el bloque petrolero ITT, los quiteños también tendrán otra papeleta para decidir si se prohíbe toda actividad minera en el Chocó Andino.   María Eulalia Silva, presidenta ejecutiva de la Cámara de Minería del Ecuador, reconoció que esa consulta está pasando desapercibida, a pesar de su importancia.   En entrevista con LA HORA, defiende a la minería formal y aclara que la consulta no resuelve la mayoría de los problemas ambientales y sociales del Chocó Andino.   P. ¿Considera que la Consulta Popular antiminera en Quito está pasando desapercibida en medio de la campaña presidencial? ¿Qué se está jugando en esta consulta?   Se está jugando bastante, pero coincido que el tema de la consulta sobre el Chocó Andino está pasando como algo secundario. Como Cámara de Minería del Ecuador siempre nos hemos pronunciado en contra de este tipo de consultas populares locales. La Constitución claramente establece que el Estado central es el dueño y administrador de los recursos del subsuelo, de tal manera que una consulta popular local no puede decidir el destino de los recursos que se encuentran en el subsuelo. En segundo lugar, este tipo de iniciativas plebiscitarias lo único que hacen es generar inseguridad jurídica y eso repele a las inversiones de calidad. Se cerrarían las posibilidades de proyectos a futuro o la apertura del catastro minero en la zona; pero se dejarían de resolver la mayoría de graves problemas ambientales y sociales del Chocó Andino.   P. ¿Cuáles son esos problemas ambientales y sociales que no se resuelven con la consulta antiminera?   La consulta popular antiminera lo único que podría producir es que a futuro deje de venir inversión para minería responsable. Sin embargo, nada dice y nada actúa en contra de la minería ilegal. No habla de cómo se va a mitigar la expansión de la frontera agrícola, o de la tala ilegal de bosques, o del tráfico de especies, o del colapso de colectores de aguas servidas de la zona. Hay una suerte de discriminación contra la minería legal; pero nada se dice de lo demás. Esto a pesar de que la minería responsable es imprescindible para la transición energética, las energías más limpias, el crecimiento económico. Si gana el sí en la consulta antiminera, no se estarían resolviendo los problemas del Chocó Andino; solo nos perjudicaríamos todos.   P. Uno de los principales argumentos contra la minería en el Chocó Andino es que devasta y contamina una zona de riqueza ambiental incalculable. ¿Qué decir al respecto?   Es indudable que el Chocó Andino es una zona especial; pero no es cierto que la minería va a devastar todo. La actividad minera legal, que atraiga a las mejores empresas internacionales que coticen en bolsa, es una garantía de respeto con el ambiente. Ya hay excelentes ejemplos de minería a gran escala trabajando en el país (Fruta del Norte) y siendo una suerte de aliada para la conservación. Los mineros responsables, los mineros a gran escala responsables, somos ambientalistas. El tema de la protección del ambiente es una de las prioridades de la industria. Las actividades mineras están prohibidas, según la Constitución, en áreas protegidas, áreas urbanas y zonas intangibles. El Chocó Andino no está en esas categorías.   P. ¿Qué decir sobre el hecho de que los antimineros acusan a la minería cómo una de las principales amenazas a las fuentes de agua y las especies endémicas?   Nosotros como mineros estamos obligados a devolver el agua al ecosistema en iguales o mejores condiciones. Esto gracias a procesos de tratamiento de agua y verificación en laboratorios externos. Las concesiones mineras son áreas amplias. En esas áreas uno presenta un plan de manejo ambiental, explicando qué parte va a ser intervenida; y obviamente qué planes hay para controlar y mitigar cualquier eventual impacto. El resto de la concesión no se toca, se conserva. Hay monitoreos bióticos. Se implantan viveros para la recolección de especies vegetales endémicas.   P. ¿Decir no a la minería formal es igual a abrirle la puerta a la minería ilegal y otras actividades ilícitas?   Sí. Cuando nosotros estamos en territorio, conservamos y cumplimos con toda la normativa que establece el Estado. Antes de cerrar la puerta a la minería formal, debería haber suficiente número de guardaparques y una política pública clara contra la minería ilegal. Si nos cierran la puerta a nosotros, se la abren a la narco minería. Un ejemplo es lo que pasó en el Río Blanco (Azuay), donde se paró un proyecto ya en marcha, y ahora esa zona está llena de mineros ilegales y destrucción. Sin embargo, ciertos sectores llamados ambientalistas no dicen nada sobre eso.   P. ¿Es posible que mineros y ambientalistas se sienten en una mesa para generar consenso y trabajar de la mano?   Sí, eso es posible y ya lo hemos hecho. Fruta del Norte, por ejemplo, trabaja de la mano de Conservación Internacional. En el país existen ambientalistas realmente preocupados por la naturaleza y el agua; pero también hay personas con agendas propias vinculadas con la minería ilegal. El potencial minero todavía está poco explorado en el país. Se necesitan al menos ocho años para saber si una concesión tiene viabilidad económica. Se puede trabajar de la mano con los que realmente están preocupados por el ambiente; pero sin cerrar la puerta a la actividad formal y responsable.

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La economía popular y solidaria es una tercera vía de desarrollo; pero es vista erróneamente como un sector de pobres para pobres

LA HORA .- El cooperativismo y la asociatividad tienen un enorme potencial en Ecuador, pero no se legisla para impulsarlos ni facilitarlos. Se necesita una visión más realista sobre el sector.    Margarita Hernández, superintendenta de la Economía Popular y Solidaria, explicó que el sector de la Economía Popular y Solidaria es malentendido, e incluso subvalorado en Ecuador.   Durante una entrevista con LA HORA, Hernández recalcó que no es una actividad de pobres, sino una tercera vía que, a través del cooperativismo y la asociatividad tiene más potencial e importancia de lo que se cree.   La Superintendenta lamentó que se acumulen innumerables propuestas para reformar la Ley Orgánica de la Economía Popular y Solidaria, pero sin tomar en cuenta la realidad y las cifras del sector.   P. ¿La Economía Popular y Solidaria es una actividad solo de pobres y de la ruralidad? ¿Es equivocada esa visión sobre el sector?     Esta no es una economía de pobres para pobres. Más bien es la tercera vía, a través de un modo distinto de gestionar la economía. No tiene nada que ver ni con pobreza, ni con miseria, ni con ruralidad. Sus principios se basan en las personas sobre el capital, la equidad de género y la responsabilidad social y ambiental. Esto no significa que tengamos que tratar al sector como si tuvieran deficiencias y la muestra es que las cooperativas y las mutualistas representan un tercio del sistema financiero nacional.   P. Si el cooperativismo y la asociatividad son tan importantes para el desarrollo del país, ¿Por qué no se facilita y fomenta la Economía Popular y Solidaria?   Uno de los principales problemas es que se legisla sin sustento en la realidad y las cifras del sector. Al momento tenemos varios textos de reforma a la Ley Orgánica de la Economía Popular y Solidaria, pero ninguno parte de un análisis en el que se hayan requerido datos o información a la Superintendencia. Según nuestro análisis, las reformas presentadas no tienen impacto en el sector o, en su defecto, generan distorsiones. Esta desconexión ya la vimos en la Ley de Emprendimiento, en la cual se dan facilidades para la creación de las Sociedades de Acción Simplificada (SAS); pero no se crearon mecanismos específicos para la Economía Popular y Solidaria. No es lo mismo establecer normas para un artesano, o un emprendedor, que para una asociación de sastres que se unen para aportar trabajo a un proyecto específico como, por ejemplo, proveer insumos para una institución del Estado.   P. ¿Quiénes conforman la Economía Popular y Solidaria y cuáles son las principales reformas que se necesitan?   Con corte a noviembre de 2022, el sector tiene 16.300 participantes. De ese total, 13.000 son asociaciones de todo tipo; 2.600 son cooperativas que producen bienes o brindan servicios; y 453 son cooperativas de ahorro y crédito, y mutualistas. Desde la Superintendencia hemos identificado tres reformas claves, que no están incluidas en las propuestas presentadas, pero que sí tendrían un impacto real para el sector. En primer lugar, se deben establecer reglas diferentes para el gobierno corporativo de cada tipo de participante de la Economía Popular y Solidaria. La conformación de las asambleas y de los espacios de gestión es muy distinta para una cooperativa de transporte o de producción con entre 10 y 100 socios; que para una cooperativa de ahorro y crédito con 1 millón de socios.   P. ¿Esta falta de reglas claras sobre la gobernanza profundiza los problemas de resolución de conflictos que tiene el sector?     Sí, si no existen buenos mecanismos internos de gestión, eso luego escala a conflictos entre los socios. El problema es que la Superintendencia es un controlador, no es un comisario. Nosotros gestionamos denuncias y reclamos. Pero, siguiendo todos los pasos de la ley, nos demoramos más de mes y medio en una denuncia, o más de 15 días en un reclamo. La mediación es una alternativa, sin embargo, tampoco es inmediata. Se necesita una instancia que trabaje en resolución de conflictos y tenga presupuesto para esta tarea. Esta es la segunda reforma clave. A esto se suma que la instancia que debe regular al sector (Ministerio de Inclusión Económica y Social) no ha cumplido ese papel en los últimos tres años.   P. Las organizaciones no financieras de la Economía Popular y Solidaria han crecido más del 183% en 10 años ¿Por qué eso se ha vuelto otro problema y necesita una reforma urgente?   Tenemos un índice de crecimiento muy fuerte de las entidades no financieras (de 5.600 a 15.900 en 10 años), pero ese crecimiento coincide con temas específicos. Por ejemplo, va a salir a concurso un contrato de limpieza en un hospital y crecen enormemente las constituciones de asociaciones de limpieza; pero solo una obtiene el contrato. El resto de las asociaciones se quedan abandonadas. Si los socios se unen para poder trabajar, al no poder hacerlo se separan. Pero, la ley obliga a que la asociación quede vigente obligatoriamente por dos años; y mientras tanto tienen que cumplir con todas las obligaciones con el SRI, u otras instituciones, aunque no produzcan nada. Además, los socios no pueden ser parte de otra asociación mientras no se liquide la anterior. Así, se acumulan sanciones y responsabilidades. Durante los últimos cuatro años hemos pedido que se pueda liquidar de manera sumaria, sin ningún trámite, cualquier asociación que no esté produciendo ni proveyendo servicios. (JS)   Cada entidad tiene cifras diferentes del sector Margarita Hernández, superintendenta de la Economía Popular y Solidaria, considera que otro gran problema es que, mientras la dependencia a su cargo tiene un catastro con más de 13.000 asociaciones y cooperativas no financieras; la entidad que por ley debería fomentar la producción del sector tiene registradas menos del 25% de esa cifra.   El Instituto de Economía Popular tiene menos de 3.000 organizaciones en su radar, con lo que la mayoría del sector se queda fuera de cualquier tipo de apoyo o incentivo.

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