Jocelyn Wildenstein se califica a sí misma como “socialité”. Es decir, teniendo como única ocupación hacer vida social.
Pero su estrambótico ritmo de vida, sumado a una cadena de cirugías estéticas desafortunadas, la tienen en quiebra y convertida en casi un monstruo.
Su historia llega a las plataformas de televisión de pago, gracias a un documental de 2 episodios, que seguramente generarán mucha controversia.
Cazadora
Jocelyn Wildenstein, actualmente de 84 años –aunque solo confiesa 79- nació en Suiza, en una familia de clase media. Desde niña se apasionó con la cacería, y ya de adulta, durante un safari en África, conoció al millonario Alec Nathan Wildenstein, con quien se casaría en 1977.
El problema es que su marido mantuvo su obsesión por las modelos jóvenes, y sus aventuras no se caracterizaban por la discreción. Tras 21 años de conflictos, escenas de celos y hasta amenazas a punta de pistola entre ambos, se divorciaron en 1999.
Jocelyn se las arregló para obtener la mitad de la fortuna de Alec: 2.500 millones de dólares, más una pensión anual de otros 100 millones.
Tras la separación, la “socialité” buscó nuevos rumbos, y fue así que conoció al diseñador Lloyd Klein, con quien lleva una larguísima relación. Para entonces ya había gastado más de 4 millones en cirugías estéticas, con el único objetivo de semejar su rostro al de un lince. Fue su último y desesperado esfuerzo por retener a Alec.
En vista de la enorme afición que tenía su entonces esposo por la cacería, pensaba que asemejarse a un enorme gato reavivaría la llama del amor.
Excesivas cirugías
Pero el millonario no quería seguir a su lado, y decía a todo quien quería escucharlo que su mujer se había convertido en un monstruo.
Con todo el dinero a su alcance, Jocelyn se dedicó a recorrer el mundo y gastar a manos llenas, no siempre en lo necesario. Y como nada es para siempre, en 25 años la mayor parte del dinero desapareció.
Hoy ha sufrido el embargo de sus 3 lujosos departamentos, y la pérdida de sus joyas. Sin embargo, se endeuda para mantener su desenfrenado tren de gastos.