El agua es esencial para todas las funciones vitales del cuerpo humano, y su falta puede tener consecuencias graves en un corto periodo de tiempo. En general, una persona puede sobrevivir sin agua entre tres y cinco días, aunque esto varía dependiendo de factores como el clima, el nivel de actividad física, y el estado de salud de la persona.
El cuerpo humano está compuesto por un 60-70% de agua, lo que demuestra la importancia de este recurso para mantener funciones vitales, como la regulación de la temperatura, el transporte de nutrientes, y la eliminación de toxinas. Sin agua, el cuerpo no puede sudar para enfriarse, la sangre se espesa, y el corazón trabaja más para mantener la circulación. Esta falta de hidratación puede llevar a fallos orgánicos, como insuficiencia renal y daño cerebral.
Las condiciones como el calor extremo o la alta actividad física pueden acelerar la deshidratación, ya que el cuerpo pierde agua rápidamente. Además, aunque algunos alimentos pueden contribuir al balance hídrico, no son suficientes en situaciones extremas. La deshidratación severa puede provocar daño irreversible a los órganos, y eventualmente, fallo multisistémico y muerte. Por lo tanto, aunque hay casos excepcionales de supervivencia sin agua por más tiempo, lo recomendable es no estar sin este recurso por más de tres días.
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