Los rumores de una posible suspensión del servicio de agua potable en Quito por las manifestaciones, preocuparon a la población y pusieron el tema de la seguridad del servicio sobre la mesa.
Para entender la importancia de los protocolos que aplica la Empresa Pública Metropolitana de Agua Potable y Saneamiento (Epmaps), se debe saber que el agua llega desde páramos, algunos a más de 70 km de distancia.
Es conducida por siete sistemas y potabilizada en 23 plantas. Así, Quito cuenta con 8 833 litros de agua por segundo.
Ese proceso tiene puntos sensibles, y para evitar que el sistema sea interrumpido o el agua sea alterada, la Epmaps cuenta con 216 guardias en puntos fijos y 204 más motorizados. Además, todas las plantas de tratamiento están cercadas y las más grandes cuentan con videovigilancia. Se han destinado 30 personas para monitoreo y seguridad de las instalaciones.
Según un informe que Agua de Quito presentó al Concejo Metropolitano, se reforzó la seguridad física con una inversión de USD 2,3 millones. Además, se hacen reportes de seguridad tres veces al día.
El trayecto
El agua es captada en las fuentes naturales montaña arriba, tanto en la cordillera oriental (Papallacta y la Mica Sur) como en la occidental (Atacazo, Lloa y el Pichincha).
Por tuberías de hormigón y canales llega a las plantas de tratamiento, donde se potabiliza para el consumo. De ahí, sale a 300 tanques de almacenamiento desde donde se reparte a las casas.
Según Jaime Garzón, gerente de operaciones de la Epmaps, desde el inicio del paro se activó el COE empresarial interno y se coordinó con la Policía Nacional y la Metropolitana para reforzar la vigilancia en puntos sensibles, que -por seguridad- no pueden revelarse.
¿Qué llegaría a pasar si alguien intenta contaminar el agua?
Garzón advierte que todos los días se realizan controles a la calidad del agua, tanto en las fuentes como en los embalses y en las plantas. También en la red distribuidora y en los hogares.
Mirely Segovia es la jefa del Departamento de Producción. Está a cargo de las plantas en donde cada dos horas, se analizan parámetros en el agua como pH, color y turbiedad, para detectar alguna irregularidad. Además, tienen medidores de calidad automatizados, de modo que un operador, en línea, pueda monitorearlo en su pantalla.
Las otras muestras -tanto en la fuente como en los hogares- son tomadas en un envase esterilizado. Las llevan al laboratorio donde se hacen análisis físicos, químicos y microbiológicos para confirmar que no haya alteraciones en el líquido y que cumplan todos los parámetros. Incluso, cuentan con seis catadores de agua, para verificar su sabor y olor.
Desde que el agua sale de la planta hasta que llega a las casas, va por conductos completamente cerrados, de modo que nadie pueda incorporar ningún elemento. En la capital hay 7 500 km de redes de agua potable para su distribución.
Para este año, el presupuesto de la Epmaps es de USD 182,6 millones, de los cuales al Departamento de Control de Calidad del Agua se destinan más de USD 273 600.
Agua café
Marina Clavijo, de 38 años, vive en la calle Legarda, norte de Quito. La semana pasada el agua llegó turbia, algo café y perdió potencia. En el chat del barrio pidieron guardar agua pues, al parecer, “iban a quedarse sin servicio”.
Ella llenó el tanque de la lavandería y cuatro ollas. Pero el agua nunca se fue, y poco después volvió a ser transparente.
El gerente de la Epmaps explica que cuando se produce una rotura en la tubería y se debe hacer una reparación, el agua puede salir con turbiedad. Pero basta con dejarla correr unos segundos para que regrese a la normalidad.
Si se halla un contaminante en el agua analizada, de inmediato, se suspende esa fuente para detectar y resolver el problema. Mientras, la planta es abastecida desde otras fuentes. Así no hay riesgo –dice Garzón– de quedarse sin agua de un momento a otro.
Fuente: El Comercio
