El papa Francisco sigue de cerca la situación del país. El fin de semana anterior pidió que las partes dialoguen para hallar soluciones.
“La negociación política debe continuar, pero apuntamos a que haya una reconciliación nacional porque ha quedado un pueblo fragmentado, enfrentado, herido… En este ambiente resurgieron los ‘ismos’ que pensábamos que estaban enterrados: el regionalismo, el racismo… Ahora tenemos que trabajar en varios temas, principalmente en el trabajo, si no hay fuentes de empleo hay un ambiente propicio para el malestar social y la violencia puede resurgir. Si el Gobierno y todos los que puedan generar trabajo no hacen nada, esto puede estallar. Es importante recalcar, no sé si es un elemento cultural, que querer tener un pueblo de mendigos, de pordioseros, que solo reciben subsidios o bonos, no tiene futuro”.
Lo decía en una entrevista con EL UNIVERSO monseñor Luis Gerardo Cabrera, que entonces era vicepresidente de la Conferencia Episcopal Ecuatoriana (CEE), unas pocas semanas después del fin de las violentas protestas de octubre del 2019. Esa institución fue una de las observadoras de la negociación entre el gobierno de Lenín Moreno y la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (Conaie), presidida por Jaime Vargas, y que dio como fruto la derogatoria del decreto ejecutivo la eliminación de los subsidios a los combustibles.
Dos años y ocho meses después, los obispos vuelven a ser mediadores entre el régimen y el movimiento indígena. Ambos sectores tienen ahora otras cabezas: Guillermo Lasso y Leonidas Iza, en su orden. Pero Cabrera sigue ahí, esta vez como presidente de la Conferencia.
La mediación de los sacerdotes se dará por petición de los dirigentes indígenas, indicó la noche del 29 de junio el ministro de Gobierno, Francisco Jiménez.