Con los contagios disparados y la cifra de muertos por la pandemia de coronavirus rozando los 400.000 en Estados Unidos, el presidente electo, Joe Biden, se comprometió el viernes a mejorar el proceso de vacunación, que calificó hasta ahora de “fracaso estrepitoso”. El demócrata aseguró, un día después de anunciar una inversión de 400.000 millones de dólares (unos 330.000 millones de euros) para luchar contra la enfermedad, que aumentará la distribución de las dosis en las farmacias y clínicas móviles en las zonas rurales para equiparar el acceso al de otras regiones más pobladas. También reiteró su compromiso a administrar 100 millones de vacunas en sus primeros 100 días de Gobierno e invertir para que más ciudadanos accedan a la vacuna de forma gratuita.
El próximo mandatario advirtió, sin embargo, de que hasta que su Administración implemente las nuevas políticas de distribución masiva de la vacuna, “las cosas van a empeorar antes de mejorar”. Biden dijo que invocará la ley de Producción de Defensa, que autoriza al presidente a exigir que las empresas prioricen contratos para productos considerados necesarios para la defensa nacional.
“El plan de vacunación masiva en Estados Unidos ha sido un fracaso estrepitoso hasta ahora”, sostuvo Biden, quien aclaró que los cambios en la política de distribución que pretende realizar tardarán en reflejarse en las estadísticas. Con solo dos vacunas autorizadas por el Gobierno federal, se prevé que los suministros sean insuficientes durante los próximos meses. Los funcionarios de salud estatales y locales esperaban que esta semana se anunciase una distribución de dosis reservadas, pero la Administración de Donald Trump aclaró que estas serán destinadas a quienes deben recibir la segunda dosis y no a nuevos grupos de beneficiarios.
Hasta el jueves por la mañana, los datos oficiales indicaban que los Estados habían recibido 30 millones de dosis, de las cuales 11,1 millones ya habían sido inyectadas. La Administración de Trump tenía como objetivo, tras corregirlo varias veces a la baja, que para finales de 2020 más de 20 millones de ciudadanos hubiesen recibido una dosis.
“Tienen mi palabra. Manejaremos el infierno de esta operación”, afirmó Biden sobre el programa de vacunas implementado por Trump, y advirtió de que “habrá tropiezos” y llevará meses implementarlo por completo. El presidente electo se comprometió a destinar recursos federales y el apoyo de la Agencia para el Manejo de Emergencias (FEMA) para aumentar los puestos de inmunización. El plan incluye programas de vacunación en farmacias, clínicas móviles, refugios para personas sin hogar, cárceles e instituciones que atienden a personas con discapacidad.
Uno de los puntos clave en el plan de Biden es intentar un acceso a la vacuna equitativa entre la población de alto riesgo para hacer frente a “la trágica realidad del impacto desproporcionado que el virus ha tenido en las personas negras, latinas y nativas americanas”. El demócrata aseguró estar “convencido” de que en sus 100 primeros días de Gobierno se distribuirán 100 millones de dosis, ya sea para personas que aún no se han vacunado o para los que esperan la segunda inyección.
El presidente electo, que tomará posesión el próximo miércoles, dio a conocer el plan de distribución de vacunas un día después de anunciar un plan de ayudas de 1,9 billones de dólares (1,6 millones de euros) para combatir la crisis económica y sanitaria que azota a la potencia mundial. Una de las partidas del paquete suma 400.000 millones (331.000 millones de euros) para combatir directamente la pandemia, de los que 20.000 millones (16.500 millones de euros) irán destinados a la distribución de la vacuna y otros 50.000 (41 millones de euros) para la realización de test de coronavirus.
En lo que va de enero han muerto más de 40.000 estadounidenses por coronavirus. Varios días, el número de fallecidos ha superado los 4.000, esto es más que todos los fallecidos en los atentados del 11 de septiembre a las Torres Gemelas. Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) alertaron el viernes sobre la variante B.1.1.7 del virus, mucho más contagiosa y de rápida propagación, que prevén que se convierta en la fuente principal de infección en el país a partir de marzo. En este escenario es posible que la oleada de casos y muertes continúe al alza.