La pobreza y la necesidad impiden que muchas niñas ecuatorianas, cumplan su labor natural: estudiar y jugar.
Ante la ausencia de los padres, que salen a trabajar, las pequeñas reciben roles de género que limitan su desarrollo y les quita horas de ocio. Como resultado, se ven obligadas a atender el hogar y a los hermanos.
Varios son los casos de niñas que, apenas llegan de la escuela, se ven obligadas a alimentar a sus hermanos, en especial si son menores, y a vigilar que realicen sus tareas escolares.
Esta situación es más visible en las zonas rurales y urbano-marginales, donde la frágil economía familiar depende del trabajo de ambos padres, dejando muchas de las responsabilidades domésticas en los hombres de las hijas.
Para las expertas, se trata de niñas que “nacen con roles de género asignados”. Es decir, se asume que tienen mayores obligaciones que los niños, especialmente en tareas del hogar.
Las pequeñas terminan trabajando 18 horas a la semana, lo cual limita las actividades propias de su edad.
Debido a esta situación, la Organización de Naciones Unidas declaró al 11 de octubre como el Día Internacional de la Niña, con el objetivo de apoyar a todas las menores del mundo en defensa de sus derechos.
