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Ecuador: julio 26, 2024

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Ecuador, julio 26, 2024
Ecuador Continental: 19:36
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El Acapulco arrasado después del huracán ‘Otis’

El País .- Una de las joyas turísticas de México lleva más de tres días sin electricidad, red de telefonía ni gasolina. El Gobierno despliega al Ejército para contener el caos. El huracán ha dejado a la ciudad, de casi un millón de personas, sin suministro de agua Dicen que al principio sonaba como un chillido de gato, a otros les parecía una carrera de motos, también que se sentía como un zumbido taponado. Era un rugido. Un silbido feroz. Otis llegó el miércoles a las 00.25 horas con vientos de más de 250 kilómetros por hora y tocó Acapulco como un huracán de categoría cinco. Lo arrasó. Una de las joyas turísticas de México lleva ahora tres días sin electricidad ni suministro de agua, no hay internet, tampoco gasolina. Ya escasea la comida. En uno de los paraísos costeros del país no sirve el dinero, no hay dónde comprar. Todos los supermercados y centros de abastecimiento han sido saqueados. Mientras la emergencia amenaza con hundir Acapulco, el Gobierno ha desplegado al Ejército para tratar de contener el caos. Los ricos condominios de la Costera Miguel Alemán están pelados y los grandes hoteles parecen cascarón. El famoso destino de playa y sol ya no existe más. Esta vía, una de las principales de Acapulco, que discurre paralela al mar, es ahora el rastro de palmeras tiradas, vidrios reventados, edificios sin cristales ni paredes, es una ruta de escombros. Donde estuvieron las terrazas con música y los restaurantes de mariscos, hoy se alinean los logos de decenas de vehículos oficiales: la Comisión Federal de Electricidad (CFE), la Marina, el Ejército y la Guardia Nacional. Vista aérea que muestra los daños causados por el paso del huracán ‘Otis’, en la zona hotelera de Acapulco, en Guerrero (México).MÓNICA GONZÁLEZ ISLAS En total, el Gobierno de Andrés Manuel López Obrador ha enviado a 13.500 miembros de seguridad y a más de 1.300 electricistas con el mandato de evitar el colapso. Pero es tarde y los trabajos apenas comienzan. Las cifras oficiales refieren 27 muertos y cuatro desaparecidos, un número que no se había actualizado desde el miércoles en la mañana, y que tapa los vacíos de información de la gobernadora de Guerrero, Evelyn Salgado, quien no ha aparecido desde la catástrofe. Las dudas sobre la exactitud de las cifras crecían conforme las patrullas marítimas encuentran cuerpos ahogados y por las 72 horas que muchas colonias y municipios llevan sin acceso ni asistencia. El presidente ha actualizado finalmente el saldo tras el paso del huracán a por lo menos 39 muertos y 10 desparecidos. Ciudad de errantes Camina esquivando los postes eléctricos y las señales derribadas de la Costera. Lleva dos garrafas vacías y una botella con agua a la mitad. Jaime Garzón está desesperado: ayer hizo una fila de 12 horas para tratar de conseguir algo de combustible que le permita regresar a Ciudad de México con sus padres, ya mayores. Fue imposible. “Ayer tampoco comimos”, dice casi resignado este cocinero de Pereira (Colombia) que había venido a pasar las vacaciones. Sobrevivieron al huracán en la zona de las escaleras del hotel Mar Azul, ahora devastado, como el 80% de los alojamientos de Acapulco. Mientras él busca cómo salir, dejó a sus padres acompañados de otra botella de agua. Y eso es todo. Personas de la colonia Zapata en Acapulco consiguen víveres en la zona afectada por el paso del huracán ‘Otis’, en Acapulco.MÓNICA GONZÁLEZ ISLAS El huracán ha convertido Acapulco en una ciudad de errantes. Cientos de personas caminan bajo el sol para buscar agua o algo de comer, para llegar a la terminal de autobuses o para comprobar si su familia sigue viva, porque no funcionan las llamadas. Tampoco hay transporte público y la mayoría de las calles siguen obstaculizadas. Así que en una ciudad de casi un millón de personas, del tamaño de Valencia, en España, o de Austin, en EE UU, la gente solo puede ir caminando. O pidiendo aventón. Eloína Sevilla es maestra, ella y su esposo se abastecieron bien antes del huracán, pero lleva desde el martes en la noche sin saber de su hermana. Ha salido a las 6 de la mañana para buscarla y ya lleva dos horas con los zapatos embarrados. Le queda todavía la mitad del camino para llegar al otro lado de la bahía. Va a atravesar el parque Papagayo, un emblema natural de la ciudad, que parece que ha sido talado, pasará al lado de filas de dos horas para cargar el celular en los camiones satelitales de las televisoras, verá los trozos que sobresalen de las barcas hundidas en la Marina y a los yates destrozados, a los coches que tratan de escapar de Acapulco sin vidrios, con las ruedas ponchadas. Un hombre busca alimentos de un supermercado saqueado en Acapulco.MÓNICA GONZÁLEZ ISLAS Este escenario de catástrofe ocurre en la zona de prioridad para el Gobierno. Lo que cuentan los que salen de otros puntos más humildes o de municipios aledaños, como Coyuca de Benítez, es la devastación total. Diane —nombre ficticio— durmió el martes abrazada a su madre en su vivienda con techo de lámina y suelo de madera en Pie de la Cuesta: “Pensábamos que ya nos íbamos a morir”. No pasó y ella sigue llegando a su trabajo, tras una caminata de tres horas, como guardia de la Secretaría de Seguridad Pública a vigilar los centros comerciales. No va armada porque forma parte de la llamada guardia blanca y no hay manera de frenar a las hordas de gente que están saqueando los establecimientos. Ni siquiera lo intenta. En cambio pregunta: “¿Si no hay luz, cómo me van a pagar mi quincena?”. Los militares patrullan, quitan ramas y desechos, preparan una carpa para repartir mantas y víveres. Pero no hacen nada ante los robos. Tampoco la Guardia Nacional, que ve como salen del Liverpool con refrigerados nuevos al hombro. Mientras la desesperación crece, son otras las preguntas que apremian: ¿fueron cuatro horas suficientes para dar el aviso de desalojo en una ciudad de

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Javier Milei abandona la motosierra y activa el ‘plan seducción’

El País .- El candidato ultra a la presidencia de Argentina modera su mensaje para pedir el voto a aquellos dirigentes que trató de asesinos y ladrones durante la campaña de la primera vuelta Un cambio ya se ha iniciado en Argentina, y no porque haya asumido un nuevo Gobierno. Javier Milei, el candidato ultra que encandiló a millones de argentinos con sus llamados a “exterminar a toda la casta política”, ha iniciado la rápida reconstrucción de los puentes que derribó con furia durante la campaña para la primera vuelta. Segundo en las elecciones del domingo con el 30% de los votos, a seis puntos del peronista Sergio Massa, lleva desde la misma noche electoral bajando los decibeles de su verba incendiaria. Necesitado de votos para vencer a Massa en la segunda vuelta del 19 de noviembre, El León, como se hace llamar, ya no muestra los dientes. Su nueva estrategia de seducción se inició con Patricia Bullrich, la conservadora que quedó tercera y a la que durante el debate presidencial acusó de “montonera tirabombas” por su pasado en la guerrilla peronista Montoneros. El nuevo Milei alcanzó el paroxismo este martes, cuando ofreció un ministerio a la izquierda tradicional, la misma a la que acusaba con los ojos en llamas de ser “mugres”, “escoria” y “zurdos de mierda”. El domingo por la noche, Milei debió enfrentar a cientos de seguidores que esperaban un claro primer lugar. Dejó debajo del escenario la motosierra, símbolo de sus promesas de destrucción total de todo lo establecido, y no habló de acabar con la “casta política” sino con el peronismo kirchnerista. La derecha y la izquierda tradicionales quedaron de un plumazo fuera de la larga lista de enemigos de la patria. “Vengo a dar por terminado el proceso de ataques y hacer tabula rasa para terminar con el kirchnerismo. Más allá de nuestras diferencias, tenemos que entender que enfrente tenemos una organización criminal”, dijo, refiriéndose al actual Gobierno. Javier Milei, durante la noche electoral de este domingo, en Buenos Aires.MATÍAS BAGLIETTO (REUTERS) Milei recorrió luego radios y canales de televisión ofreciendo cargos a sus enemigos de ayer. Hace menos de un mes, Bullrich, exministra de Seguridad del presidente Mauricio Macri, era una terrorista que había “colocado bombas en los jardines de infantes”. La acusación le ganó al candidato una denuncia penal promovida por la aludida. El lunes, sin embargo, dijo que Bullrich había hecho una excelente gestión como ministra y le ofreció sumarla a un eventual Gobierno de ultraderecha. “Si ella quiere, cómo le voy a decir que no”, dijo. Que Bullrich acepte el convite no es descabellado. Los coqueteos del macrismo con Milei comenzaron antes de las elecciones, sobre todo por decisión de Macri. El expresidente vio, con acierto, que Milei le quitaba votos a su coalición, Juntos por el Cambio, y adelantó que su partido, el Pro, debía apoyar en el futuro Congreso las leyes que estuviesen a tono con los ideales liberales de movimiento. La oferta de Macri cayó muy mal entre los socios moderados de Juntos por el Cambio, y ahora en la derrota se acelera la posibilidad de una ruptura. Milei, al igual que Massa, ha salido a la caza de los 6,2 millones de votos de Juntos por el Cambio. El ultra solía llamarlos “Juntos por el cargo”, y ahora estudia la forma más elegante de tragarse sus palabras sin perder la compostura. Su metamorfosis tiene sus riesgos: no está claro hasta dónde sus votantes, casi ocho millones de personas, le perdonarán que ahora abra la mano a aquellos que trató de ladrones, terroristas y asesinos. La nueva estrategia de campaña de Milei es que solo la unidad “de los defensores de la libertad” podrá sacar del poder al kirchnerismo. Y el expresidente Macri es la figura en la que confía para sumar votos. “Con Macri entendemos el riesgo de la continuidad del kirchnerismo en alguien tan hábil y perverso como Sergio Massa. Si estoy dispuesto a abrir el diálogo para que terminemos con el kirchnerismo, la elección es muy fácil. ¿Se quieren quedar discutiendo lo que pasó en la campaña o damos vuelta a la hoja y sacamos a los kirchneristas del poder?”, dijo. Javier Milei saluda a un grupo de simpatizantes, este domingo en Buenos Aires.JUAN IGNACIO RONCORONI (EFE) Desde el macrismo no descartan aceptar, finalmente, algún tipo de acuerdo con Milei, aunque ello suponga romper con los sectores moderados de la coalición que integran. Federico Angelini, diputado y vicepresidente del Pro, dijo este martes que bastará con que Milei pida disculpas a Bullrich para dar por terminado el asunto de las bombas contra niños. “Lo personal tiene que estar por debajo del interés general, que es que Argentina salga adelante”, dijo Angelini. La invitación de Milei alcanza a Macri, pero no al resto de sus socios radicales de Juntos por el Cambio. El ultra tiene un odio visceral hacia los herederos del presidente Raúl Alfonsín (1983-1999), a los que acusa de haber traicionado a Bullrich votando por Massa el domingo pasado. No piensa lo mismo de la izquierda, al menos ahora que necesita sus 700.000 votos. Durante el último debate de candidatos los acusó de defender al comunismo, “una ideología que mató a 100 millones de personas”. “Con los zurdos de mierda no hay que negociar nada de nada”, repetía el ultra en las redes sociales. Este martes les ofreció un eventual Ministerio de Capital Humano, con el que piensa terminar con los actuales de Educación, Salud, Trabajo y Desarrollo Social. “Las personas de izquierda son las que más saben” sobre capital humano, dijo Milei. En cualquier caso, su campaña ya no habla de aniquilar a toda la casta política, dinamitar el banco central, dolarizar la economía y legalizar la portación de armas. La nueva batalla que ofrece a sus votantes es “libertad vs kirchnerismo”.

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Un incendio en la periferia de Buenos Aires deja a 20 millones de argentinos sin luz durante toda una tarde

EL PAÍS .- El Gobierno pide que la Justicia federal investigue si el fuego que comenzó en un pastizal y terminó afectando a una tercera parte del territorio nacional fue provocado. Un incendio en un pastizal en la periferia de Buenos Aires ha dejado sin electricidad este miércoles a millones de argentinos. El fuego, que el Gobierno piensa fue un incendio provocado, alcanzó líneas de alta tensión en General Rodríguez, al oeste de la capital, y desencadenó la desconexión del sistema nacional de varias centrales eléctricas por protocolos de protección. Además de gran parte de la ciudad de Buenos Aires y su periferia urbana, el apagón afectó a las provincias de Santa Fe, Córdoba, Mendoza, San Juan y algunas zonas del noroeste del país. Casi el 40% del país estuvo sin luz durante esta tarde: unas 20 millones de personas. El servicio fue restituido durante la noche.   Las alertas se encendieron cuando la planta nuclear Atucha I, una de las centrales eléctricas más grandes del país, dejó de funcionar de improviso sobre las cuatro de la tarde. La Secretaría de Energía informó después que respondía a un protocolo de seguridad: “Ante el desbalance, el sistema responde en forma inmediata provocando la desconexión de la generación para su propia protección”, explicaron las autoridades en un comunicado. Atucha I, una central eléctrica inaugurada en 1974 a casi 100 kilómetros al noroeste de Buenos Aires, fue la primera en recibir señales del incendio que había golpeado tres líneas de alta tensión y suspendió su actividad. El sistema de interconexión del centro y norte del país replicó el protocolo.   Las causas del fuego aún no están claras y el Gobierno sospecha que el incendio fue provocado. El Ministerio de Economía y su Secretaría de Energía han pedido a un juzgado federal que “disponga de forma inmediata de todas las medidas necesarias para dar con los responsables” del fuego. El tendido eléctrico afectado conecta la ciudad de General Rodríguez con la de Campana, unos 70 kilómetros al norte, en una orilla del del río Paraná, cuyo delta sufre cada año en esta época graves incendios provocados por los ganaderos que buscan abrir espacio para el pastoreo del ganado. Solo el año pasado, entre enero y agosto, se registraron más de 130.000 hectáreas quemadas.   En su denuncia judicial, el ministro de Economía, Sergio Massa, señaló dos incendios detectados en la zona, y el mismo presidente Alberto Fernández recordó la situación horas antes del apagón en su discurso anual de balance de gestión en el Congreso. Pero la protección de los humedales del Paraná, que se ha convertido en una demanda constante de grupos ambientalistas, todavía no encuentra respaldo político: casi una veintena de proyectos de ley han sido desestimados desde 2013. Vista de la planta nuclear Atucha I en Zárate, a las afueras de Buenos Aires, el 1 de marzo.MATIAS BAGLIETTO (REUTERS) Los incendios no son el único problema. Argentina vive su novena ola de calor de un verano intenso, que este miércoles alcanzó temperaturas de hasta 36 grados en ciudades como Buenos Aires. “El 37% de la demanda de energía quedó sin servicio”, afirmó Santiago Yanotti, subsecretario de Energía Eléctrica, en una entrevista televisiva en la que aclaró que la demanda era alta por el calor que atraviesa gran parte del país. Según información registrada por Cammesa, la compañía que administra la electricidad en el país, el flujo de potencia cayó de casi 26.000 megavatios a 14.000 en menos de media hora. El apagón afectó el transporte público electrificado, como el metro, y dejó sin agua corriente a buena parte de la capital.   Argentina no veía un apagón tan grande desde junio de 2019, cuando un cortocircuito en la provincia de Entre Ríos, lindante con Uruguay, dejó sin luz a todo el país y se terminó extendiendo más allá de la frontera. Casi 50 millones de personas se quedaron sin luz ese domingo 16 de junio en el que el país celebraba el Día del Padre y algunas provincias tuvieron que retrasar sus elecciones locales. Transener, la compañía encargada de la distribución de la energía en el país, fue multada por el Gobierno porque la catástrofe del apagón de más de 14 horas fue producida por errores en el sistema de desconexión automática. La situación fue distinta entonces, pero un dato sirve para comparar cuánta energía demanda el calor extremo del verano: durante el apagón de 2019, en pleno otoño, el consumo en todo el país alcanzaba solo los 15.000 megavatios.

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