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Ecuador: julio 26, 2024

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Los ovnis llegan al Congreso de México: científicos y pilotos cuentan sus experiencias con “fenómenos anómalos”

El País .- Expertos de varios países piden que los gobiernos compartan la información en su poder sobre inteligencia y tecnología no humanas para el progreso de la ciencia y el conocimiento. Los ovnis están ocupando la esfera pública en varios países. Son tantas las evidencias documentadas de fenómenos anormales nunca antes vistos que los expertos se dirigen a los gobiernos para que compartan esa información con los científicos y la sociedad a fin de extraer de ella toda su utilidad para el avance del conocimiento. “No estamos solos”, se ha escuchado en el Congreso mexicano este martes, en una audiencia pública que ha reunido a investigadores de estos avistamientos de varios países. Pilotos y controladores aéreos, testigos privilegiados, pero también astrónomos de universidades como Harvard y expertos y políticos llegados de Japón, Argentina, Francia, Brasil y Perú han dejado sus testimonios, en los que se pone de relieve la “frustración, el hostigamiento y las amenazas” que reciben quienes se atreven a comunicar estos inexplicables hallazgos en el espacio aéreo o la superficie marina, entre otros lugares. Destacada intervención han tenido los estadounidenses, con el expiloto Ryan Graves a la cabeza, que ya participó en unas jornadas parlamentarias similares en Estados Unidos, donde se solicitó lo mismo: que los ciudadanos vean cumplido su derecho a conocer los documentos de que disponen las autoridades y que se aborde el peligro que los aviones comerciales y de las fuerzas aéreas enfrentan debido a estos objetos, de extraña tecnología y composición, que desafían las leyes de la física conocidas. Al mexicano Jaime Maussan Flota, director del programa Tercer Milenio y conocido ufólogo, encargado de conducir esta audiencia pública en el Congreso, un colega de su época estudiantil, hoy controlador aéreo, lo llamaba a menudo para decirle: “¿Sabes que aquí, en la torre de control, todos se ríen de ti?”. Fue hace mucho tiempo, hasta que las llamadas al amigo cambiaron de tono: “¿Qué diablos está pasando? Estos objetos se mueven por todas partes, ¿qué hacemos? Los tenemos en el radar”. Lo ha contado el propio Maussan para presentar a su amigo Enrique Kolbeck Vergara, con una experiencia de 48 de piloto y controlador aéreo, quien ha detallado cuatro acontecimientos sin explicación terrestre ocurridos en México y que afectaron severamente la navegación comercial. El caso Mazatlán, 1975, cuando 13 aeronaves volaban y una de ellas fue interceptada por un objeto volador no identificado que la obligo a cambiar la ruta. La presencia y cercanía fue tal que, prácticamente, esa nave “acompañó a aterrizar al avión. Todo el mundo lo vio”. En julio de 1994, prosigue Kolbeck ante los congresistas e invitados, un avión de Aeroméxico que partió de Guadalajara recibió la visita de dos objetos y un impacto en el tren principal. En la torre de control se recibieron varias llamadas, 30 minutos antes, de gente relacionada con la aeronáutica que dijo ver el fenómeno sobre el cielo del World Trade Center en la capital de México. “El radar no lo detectaba, pero la nave podría haberse ido a tierra sobre la avenida Insurgentes, una de las más importantes de la ciudad”, explicó el controlador. El tercer caso documentado ocurrió en Morelia en octubre de 2002: una interferencia ilícita apareció en la cabecera de la pista 23 e impidió el despegue de una aeronave. “Pilotos y controladores vieron objetos de apariencia metálica de 20 metros de diámetro que subían y bajaban de forma lenta, eran 15 o 20. Los bomberos lo percibieron, la gente también, y se reportó”, ha dicho Kolbeck. El piloto, cuando pudo despegar, con nervios y susto, advirtió a la torre de que “casi había colisionado con unas esferas al salir”. El grupo de expertos que habló ante el Congreso, este martes.CÁMARA DE DIPUTADOS Finalmente, el controlador ha relatado cómo una patrulla de la Fuerza Aérea mexicana en labores contra el narcotráfico y detección de pistas clandestinas, equipada con alta tecnología de radar y equipos para detectar el calor, avistó un objeto volador que pasó por el Golfo, interceptó al avión, lo rodeó y lo abandonó, en una operación que se extendió por 30 minutos. “Esto no son mitos ni leyendas, fenómenos así están comprometiendo la seguridad del espacio aéreo, con tecnologías muy superiores y diferentes. Son naves que aparentemente se conducen con voluntad de navegación determinada, que maniobran y manejan diferente a lo conocido, que aparecen y desaparecen, y que están violentando las leyes y los reglamentos”, ha advertido el hombre que un día se mofaba desde su torre del amigo ufólogo. A los ovnis de toda la vida ahora se les denomina con las siglas FANI, de Fenómenos Anómalos No Identificados, y el interés por ellos no es solo de la sociedad, que ya ha pedido información en el Instituto de Transparencia (INAI), uno de cuyos miembros también participó en la audiencia del Congreso. Preocupa y ocupa también a pilotos, como se ha visto, y a científicos reputados. Desde la Universidad de Harvard, en Boston, intervino por videoconferencia el astrofísico Avi Loeb: “Es arrogante pensar que estamos solos en el universo, probablemente la existencia de estos seres es anterior a la presencia humana en la Tierra”. Loeb dirige el proyecto Galileo y contó la existencia documentada de productos creados por extraterrestres que han detectado con micrófonos acústicos y cámaras infrarrojas, así como con la observación del clima. Habló de un objeto arrojado por una fuerza misteriosa e “impulsado por luz del sol. Imposible imaginar eso. De metro y medio, chocó contra la Tierra en 2014, se movía un 95% más rápido que las estrellas y era de un material muy fuerte”. Después, recogieron 700 canicas metálicas de berilio, lantano y uranio, la misma aleación detectada en toda la ruta que siguió el meteoro desde fuera del sistema solar. “Compartan la información, será útil para progresar”, ha pedido a los Gobiernos Loeb. Similares sugerencias tuvo el congresista japonés Yoshiharu Asakawa, quejoso por la falta de transparencia en su país a este respecto y por las dificultades que él mismo ha enfrentado para hablar de estos asuntos en el

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Un evento solar ‘terminator’ dispara el pico de tormentas geomagnéticas y auroras boreales insólitas

El País .- La actividad del Sol se ha incrementado los últimos meses y el punto máximo de su ciclo vital, previsto para mediados de 2025, parece adelantarse a este año.   El domingo 23 de abril, por la noche, se pudieron avistar auroras boreales a muy bajas latitudes cerca del ecuador terrestre, muy lejos del habitual entorno polar. El fotogénico espectáculo se registró en lugares insólitos como Texas o Extremadura, donde lo captó el astrofotógrafo Lorenzo Cordero, una imagen seleccionada como la mejor del día por la NASA. “Simplemente, se debe a una de las mayores tormentas magnéticas que ha sucedido los últimos años, provocada por un filamento solar”, sintetiza Consuelo Cid Tortuero, investigadora de la Universidad de Alcalá de Henares y científica principal del Servicio Nacional de Meteorología Espacial (SeNMEs).   La fase conocida como máximo del pico solar parece haberse adelantado un año antes de lo previsto, según el físico Scott W. McIntosh, director del Centro Nacional para la Investigación Atmosférica de EEUU (NCAR, en inglés). Junto a su registro de la proliferación de manchas solares, McIntosh se apoya en la información que ha recopilado su equipo durante 20 años cotejando datos históricos de la intensidad solar desde 1750. Todo apunta a que el pico de intensidad llegará a finales de 2023 o principios de 2024, lo que supondría un “evento terminator”, según el científico estadounidense. Ese fenómeno terminator ocurre cuando acaba abruptamente el habitual ciclo solar —que dura 11 años—, cambiando la polaridad del astro, y el nuevo ciclo comienza con más intensidad. Cuando termina un ciclo solar y se inicia el siguiente, el Sol puede experimentar enormes colisiones de campos magnéticos que dan como resultado gigantescos tsunamis de plasma que pueden cargarse en la superficie del astro durante semanas.   El geofísico Joan Miquel Torta confirma que sí nos encontramos en un ciclo solar más activo del esperado para la época, según las estimaciones de la previsión del modelo solar anterior, y traza un símil con habitar “una zona sísmica”: “Puede haber más actividad, pero que no todos los eventos sean críticos”, tranquiliza Torta, del Observatorio del Ebro (CSIC). En 2012, por ejemplo, se observó una potente eyección solar, pero no llegó a la Tierra. Para Cid, estamos “camino de llegar” a un pico solar, aunque matiza: “La peor parte es la descendente del ciclo, que es cuando hay muchos filamentos en el Sol”. Estos filamentos de los que habla Cid son protuberancias que pueden expulsar material solar al espacio, que suponen un peligro si están orientadas hacia nuestro planeta. Que haya un mayor número de manchas solares significa “más actividad y que la probabilidad de que salte algo es mayor”, afirma la científica del SeNMEs, centro fundado en 2014 que ofrece informes diarios y alertas en caso de eventos extremos relacionados con la actividad solar.   El ciudadano no tiene por qué preocuparse de las vulnerabilidades críticas de las grandes infraestructuras. “Pero a mí es lo que me quita el sueño”, se sincera McIntosh. “Alguien tiene que ser responsable por si la red eléctrica resulta dañada por un evento solar y no se puede depurar el agua, eso es importante”, sentencia el físico.   Torta, experto en seguridad geofísica y especializado en la vulnerabilidad de la red eléctrica frente a la meteorología espacial, categoriza las llamaradas solares en su máximo como “eventos de poca probabilidad, pero de muy alto impacto”, por la posibilidad de causar problemas a la red eléctrica o a los satélites. “Cuando este centro se fundó, hace 100 años se hablaba de física cósmica para estudiar la relación Sol-Tierra”, rememora el científico del Observatorio del Ebro, para describir cómo ha cambiado la apreciación de la ciudadanía respecto a su ecosistema galáctico.   Llamarada solar captada en julio de 2022.NASA/JPL-CALTECH El cambio de percepción respecto al espacio, y a la relación humana con el cosmos, se debe al aumento de los satélites y la electrificación. Una realidad que obliga a prestar mucha más atención a las llamaradas solares, ya que “estos fenómenos empezaron a afectarnos a los sistemas tecnológicos, a las infraestructuras que hemos ido desarrollando, y de ahí nuestra dependencia”, sostiene Torta. Un desarrollo que viene “desde el siglo XIX con el telégrafo, y ahora ha ido a más”, resume.   La vulnerabilidad del sistema Todos los científicos consultados mencionan como la mayor tormenta solar el evento Carrington —por Richard Carrington, el astrónomo que lo documentó—, cuando en 1859 una fulguración extremadamente potente achicharró la red telegráfica de la época en EE UU y Reino Unido, mientras la noche se volvió día en el Caribe, Hawái o las Canarias. Otro suceso icónico ocurrió en 1989 en Quebec (Canadá), donde la fulguración dejó fuera de funcionamiento una planta hidroeléctrica y “millones de personas se quedaron sin luz durante 12 horas”, rememora Miguel Herraiz, profesor emérito en la Facultad de Ciencias Físicas de la Universidad Complutense.   El salto de hace 200 años a la sociedad tecnocientífica contemporánea provoca nuevos peligros por sobrecarga del sistema: la caída de las emisiones de radio, la navegación por GPS o los satélites de comunicación. “Las tormentas geomagnéticas influyen muchísimo y en situaciones de altísima conductividad eléctrica perturban los equipos”, describe Torta, para quien existe ahora mayor concienciación respecto a la protección de las infraestructuras críticas. “La destrucción de un nudo eléctrico podría ser una catástrofe, equivaldría a meses de trabajo por la dificultad de reemplazo de las piezas”, detalla Herraiz.   El experto en geomagnetismo y vulnerabilidad del Observatorio del Ebro reflexiona: “No hay que dramatizar, ni tenemos que volvernos paranoicos, pero sí que conviene hacer el análisis de hasta qué punto somos vulnerables”. Torta señala que para que ocurra un “evento extremo” se deben dar muchas coincidencias extraordinarias: “No solo que la eyección pille a la Tierra en medio, sino que el campo magnético asociado a ese plasma que viaja con el viento solar, tenga una polaridad que sea contraria a la del campo magnético terrestre para que se produzca un fenómeno que se llama reconexión magnética, que es el que manda, y eso es complicado”.   El investigador sugiere que cada país, necesita “conocer su red eléctrica,

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