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Ecuador: julio 27, 2024

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Ecuador, julio 27, 2024
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Biden pedirá al Congreso miles de millones de dólares para “ayuda urgente” a Ucrania e Israel

El País .- “Las decisiones que tomemos hoy decidirán las décadas por venir”, ha asegurado el presidente de EE UU en un discurso televisado “Cuando los dictadores, los grupos terroristas, no pagan un precio por sus acciones, eso provoca más caos y más destruccion en otras partes del mundo”, ha advertido el presidente de EE UU, Joe Biden, en un discurso televisado desde el despacho oval sobre la ayuda a Ucrania y la guerra entre Israel y Hamás, en el que ha revelado que este viernes pedirá al Congreso “asistencia urgente” para Kiev e Israel. Su comparecencia ante las cámaras era una intervención excepcional: es solo el segundo que dirigía a sus compatriotas desde el centro del poder estadounidense en sus casi tres años de mandato. El primero había llegado en junio, cuando un acuerdo legislativo in extremis suspendió el techo de deuda y evitó una crisis económica. “Encaramos un punto de inflexión. Uno de esos en los que las decisiones que tomemos hoy decidirán las décadas por venir”, advertía al comenzar su declaración. La milicia radical islámica Hamás y el presidente ruso, Vladímir Putin, “representan amenazas diferentes”, pero “comparten algo: ambos quieren destruir por completo una democracia vecina”. Si el presidente ruso, Vladímir Putin, tiene éxito en la invasión de su país a Ucrania, supondrá una amenaza para Polonia y los Estados del Báltico. En Oriente Medio, los grupos radicales islámicos pueden expandir su influencia, ha advertido. Y anunció que este mismo viernes presentará una solicitud de fondos para “ayuda urgente” a Ucrania y a Israel. “Es fundamental darse prisa”, insistió. Se calcula que esa partida rondará los 100.000 millones de dólares, de los que unos 60.000 se destinarían a la asistencia al país invadido por Rusia, y más de 10.000, a Israel. El resto, a Taiwán, ayuda humanitaria y la seguridad de la frontera sur estadounidense. “Es una inversión sensata que arrojará beneficios a la seguridad estadounidense durante generaciones”, apuntaba, en un discurso de 16 minutos. El escenario y el momento estaban cargados de solemnidad. Aún no hacía 24 horas que el inquilino de la Casa Blanca había regresado de un viaje de menos de ocho horas a Tel Aviv, dominado por las consecuencias de la explosión en un hospital en Gaza. Allí, Biden había logrado un acuerdo con Israel para permitir el envío de ayuda humanitaria a la franja antes de que comience la campaña terrestre de las tropas israelíes en respuesta a los atentados de la milicia radical palestina Hamás el 7 de octubre. En su comparecencia en el Despacho Oval, el presidente estadounidense, que ha recibido críticas de legisladores del ala progresista de su partido por lo que consideran un apoyo excesivo a Israel en lo que se promete como una sangrienta campaña en Gaza, tuvo buen cuidado en dejar claro su respaldo a la posición oficial estadounidense, la solución de dos Estados -el israelí y el palestino- al conflicto en Oriente Próximo. “No podemos desistir de la paz. No podemos desistir de la solución de dos Estados”. También lanzó un llamamiento contra el antisemitismo y la islamofobia, en aumento en Estados Unidos desde que comenzó la crisis. Un niño palestino de seis años, Wadea Al-Fayoume, fue asesinado a cuchilladas el fin de semana por ser musulmán, un caso que Biden mencionó específicamente en su alocución, pronunciando cuidadosamente el nombre del pequeño. “Quiero decirles esto: todos ustedes son estadounidenses”, declaraba. Como había hecho en Tel Aviv, el presidente estadounidense indicó que ha insistido al primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, sobre la necesidad de introducir ayuda humanitaria en Gaza y limitar el número de víctimas civiles. “No podemos dejar de lado la humanidad de palestinos inocentes que solo quieren vivir en paz y tener oportunidades”· El discurso llega mientras el Congreso se encuentra semiparalizado. El sistema estadounidense prevé que las dos cámaras, el Senado y la Cámara de Representantes, deben dar su visto bueno a las medidas presupuestarias. Pero las luchas internas entre los legisladores republicanos, mayoría en la Cámara de Representantes, mantienen a esta institución sin presidente desde hace 17 días y con sus trámites detenidos. No se prevé un fin inmediato al impasse. El aspirante a presidir la Cámara, Jim Jordan, alineado con el ala dura republicana y el expresidente Donald Trump, no consigue los votos necesarios entre su propio partido para alcanzar el puesto. Los legisladores demócratas y una amplia mayoría de senadores y congresistas republicanos apoyan el envío de ayuda militar a Ucrania, que consideran una cuestión de seguridad nacional: una derrota de Kiev dejaría a una Rusia crecida a las puertas de la OTAN y debilitaría los valores democráticos y el Derecho internacional en todo el mundo, consideran. Washington ha enviado ya más de 75.000 millones de dólares en ayuda de defensa al Gobierno de Volodímir Zelenski, incluidos sistemas de misiles de larga distancia ATACMS. Pero el ala más radical de la bancada republicana en la Cámara de Representantes se opone a continuar esa asistencia sin una fecha para su fin o el logro de objetivos claros. Dada la exigua mayoría con que los republicanos dominan esa institución, su influencia es desproporcionada. El mes pasado lograron impedir la aprobación de una nueva partida de ayuda para Kiev; los fondos que la Casa Blanca trata ahora de sacar adelante. Horas antes de su discurso, Biden había conversado por teléfono con el presidente ucranio, Volodímir Zelenski, quien en la red social X, la antigua Twitter, manifestó que su homólogo estadounidense le había reiterado el apoyo de Washington “durante todo el tiempo que sea necesario”. Al presentar los dos casos juntos, y vincularlos con la seguridad en la frontera —una de las causas que los republicanos defienden con entusiasmo— la Casa Blanca calcula que tendrá más posibilidades de lograr luz verde para su petición de asistencia. En el caso de la ayuda al aliado en Oriente Próximo, las críticas pueden venir de las filas demócratas. El ala progresista del partido reclama que Washington exija un alto el fuego en la guerra. Esta formación, especialmente sus simpatizantes más jóvenes, se ha

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Biden insiste en el riesgo que supone Trump para la democracia de EE UU

El País .- Estados Unidos vive una campaña electoral casi permanente. Con elecciones cada dos años (entre las presidenciales y las de mitad de mandato) y un largo proceso de primarias, la carrera por la Casa Blanca que culminará en la votación del 5 de noviembre de 2024 ya está lanzada. El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, que opta a la reelección, y su probable rival, Donald Trump, han entrado ya en el cuerpo a cuerpo ante la reedición de su duelo. Ambos han estado esta semana en Michigan, uno de los estados decisivos, compitiendo por el voto de los trabajadores industriales. Y este jueves, Biden ha acusado a Trump y a sus seguidores de ser un peligro para la democracia y la Constitución. “Algo peligroso está ocurriendo en Estados Unidos. Hay un movimiento extremista que no comparte las creencias básicas de nuestra democracia. El movimiento MAGA”, ha dicho Biden, en referencia a las siglas del Make America Great Again [Hacer Estados Unidos grande otra vez], el lema de Trump. “Las democracias pueden morir cuando la gente está en silencio”, ha advertido. “No todos los republicanos —ni siquiera la mayoría de los republicanos— se adhieren a la ideología extremista MAGA. Lo sé porque he podido trabajar con republicanos durante toda mi carrera. Pero no hay duda de que el Partido Republicano de hoy está impulsado e intimidado por los extremistas MAGA. Su agenda extremista, de llevarse a cabo, alteraría fundamentalmente las instituciones de la democracia estadounidense tal y como la conocemos”, ha insistido en un acto en Tempe (Arizona), en el que ha sido interrumpido en algún momento por uno de los asistentes. El presidente se ha presentado como un dique para defender “una democracia que está en riesgo”: “He hecho de la defensa, la protección y la preservación de la democracia americana la causa central de mi presidencia”, ha asegurado, con una enorme bandera de Estados Unidos detrás, flanqueada por otras dos más pequeñas. El mensaje no es nuevo. Biden lo planteó al tomar posesión y ha dado tres discursos el último año con argumentos similares. Esta vez, sin embargo, ha querido reiterar su advertencia en un acto de homenaje a su amigo el fallecido senador republicano John McCain, que se enfrentó a Trump, y que ejemplifica una forma de hacer política diametralmente opuesta a la del expresidente. Junto con anécdotas personales de su relación con McCain, Biden ha decidido poner el acento en el peligro para las instituciones del extremismo trumpista. Lo ha hecho, además, el mismo día en que en la Cámara de Representantes se celebraba la primera sesión de la investigación formal para un posible impeachment a Biden, un caso traído por los pelos por el presidente de la Cámara, Kevin McCarthy, para contentar al ala dura del Partido Republicano. “Desde Gettysburg a mi discurso inaugural, al aniversario de la insurrección del 6 de enero, a [los discursos del] Independence Hall en Filadelfia y Union Station en Washington, he hablado del peligro del negacionismo electoral y de la violencia política y de la batalla por el alma de América”, recuerda Biden. “He venido a honrar al Instituto y la Biblioteca McCain porque son el hogar de un orgulloso republicano que puso al país en primer lugar. Nuestro compromiso no debería ser menor, porque la democracia debería unir a todos los estadounidenses, independientemente de su afiliación política”, ha señalado el presidente. “Como siempre he dejado claro, la democracia no es una cuestión partidista. Es una cuestión estadounidense”, ha añadido. Cerrar heridas “Ahora, hoy, en Phoenix, Arizona, en un instituto dedicado a la defensa de la democracia que lleva el nombre de un verdadero patriota, estoy aquí para hablar de otra amenaza a nuestra democracia que con demasiada frecuencia ignoramos: la amenaza a nuestras instituciones, a nuestra propia Constitución y al carácter mismo de nuestra nación”, había preparado antes el terreno. A diferencia de otras ocasiones, Biden ha citado abiertamente a Trump y a su “noción peligrosa de que el presidente está por encima de la ley, sin límites de poder”. “Trump dice que la Constitución le dio, cito, el derecho a hacer lo que quiera como presidente, fin de la cita. Nunca he oído a un presidente decir eso en broma. No se guía por la Constitución ni por el servicio común y la decencia hacia nuestros conciudadanos estadounidenses, sino por la venganza y la revancha”, ha dicho y ha descrito la actuación de Trump como la de una especie de dictador que pretende “tomar el poder, concentrar el poder, intentar abusar del poder, purgar y maniatar instituciones clave, vomitar teorías conspirativas, difundir mentiras con fines de lucro y poder para dividir a Estados Unidos en todos los sentidos, incitar a la violencia contra aquellos que arriesgan sus vidas para mantener a los estadounidenses a salvo, armarse contra el alma misma de lo que somos como estadounidenses”. Biden llegó a la Casa Blanca con el propósito de cicatrizar heridas y unir al país tras un periodo convulso marcado por la divisiva figura de Trump, pero la polarización no solo no ha cedido, sino que ha aumentado. Trump ha utilizado su imputación por 91 delitos en cuatro causas diferentes para presentarse como víctima de una persecución política y arremeter contra el Departamento de Justicia, el FBI, los jueces y los fiscales. En su partido muy pocos se han atrevido a llevarle la contraria y a alzar su voz contra él. Biden ha recordado este jueves las amenazas de venganza de Trump y los suyos si ganan las elecciones. Con su homenaje a McCain, Biden quiere poner de manifiesto que es posible cerrar las heridas. Trump no podría protagonizar un acto como similar con un demócrata de alto perfil. En ese clima de enfrentamiento, Trump acusa en sus discursos a Biden de ser una marioneta manejada por la “izquierda radical” y los “extremistas medioambientales”. El expresidente promueve en la distancia el impeachment de Biden y el cierre parcial del Gobierno por falta de financiación. Oposición a Trump Tras las elecciones legislativas y locales de noviembre de 2022, muchos vieron en el protagonismo de Trump durante la campaña —y

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El Senado de Estados Unidos aprueba la ley sobre el techo de deuda y evita que el país entre en impago

El País .- El presidente Biden podrá firmar la ley este mismo viernes, solo tres días antes de que el Gobierno se quede sin dinero   Desde que Alexander Hamilton, uno de los padres fundadores, acordó en 1790 pagar los bonos de la Guerra de Independencia al 100%, aunque cotizaban muy por debajo de su valor, Estados Unidos se ha ganado la reputación de país fiable y nunca ha declarado el impago de su deuda, aunque alguna vez se haya asomado al borde del precipicio. Esta vez, el Senado ha aprobado suspender el techo de deuda con solo unos días de margen sobre la fecha prevista para que al Gobierno federal se le acabase el dinero, el 5 de junio. El presidente, Joe Biden, podrá firmar la ley este mismo viernes para evitar el impago.   “Estados Unidos es una nación que paga sus facturas y cumple sus obligaciones, y siempre lo será”, ha dicho Biden en un comunicado que ha enviado la Casa Blanca instantes después de la votación definitiva. En la nota destaca que senadores de ambos partidos han votado a favor de proteger el progreso económico e impedir el primer impago de la historia de Estados Unidos.   El Senado ha aprobado el mismo texto legal que salió de la Cámara de Representantes el miércoles, sin tocar una coma, pese al enfado de algunos senadores. Cualquier enmienda habría implicado que la ley tuviera que volver a ser votada por la Cámara baja, dilatando el proceso en un momento de máxima urgencia.   Los senadores han ido rechazando una a una todas las enmiendas en una sesión maratoniana hasta que cerca de las 23.00 horas de Washington (las 5.00 de la mañana del viernes en la España peninsular) el pleno ha votado definitivamente a favor de la norma. El líder de la mayoría demócrata en el Senado, Chuck Schumer, ha dicho que la aprobación del proyecto significa que “Estados Unidos puede respirar aliviado”. “Estamos evitando el impago”, añadió.   La ley entrará en vigor al ser firmada por Biden. Suspende el límite de deuda (fijado hasta ahora en 31,38 billones de dólares) hasta enero de 2025, es decir, durante todo lo que queda de presidencia de Biden, a cambio de recortes en algunas partidas de gasto y otras medidas. Una vez firmada, el Tesoro tendrá vía libre para lanzar emisiones de letras para captar dinero con el que financiar los multimillonarios pagos por importe de 92.000 millones de dólares (unos 85.000 millones de euros) previstos para la semana próxima.   La votación definitiva ha sido de 63 votos a favor de la norma y 36 en contra. Los más radicales de ambos partidos rechazan la norma por razones opuestas. Los recortes son escasos, según el ala dura republicana, y excesivos, según algunos demócratas. El acuerdo ha sido forjado por Biden y por el presidente de la Cámara de Representantes, el republicano Kevin McCarthy.   “Nadie consigue todo lo que quiere en una negociación, pero no se equivoquen: este acuerdo bipartidista es una gran victoria para nuestra economía y para el pueblo estadounidense”, ha dicho Biden en su comunicado de este jueves. “Nuestro trabajo está lejos de haber terminado, pero este acuerdo es un paso crítico hacia adelante, y un recordatorio de lo que es posible cuando actuamos en el mejor interés de nuestro país. Estoy deseando firmar este proyecto de ley lo antes posible y dirigirme directamente al pueblo estadounidense mañana”.   Discurso a la nación La Casa Blanca ha introducido en la agenda de Biden de este viernes una intervención desde el Despacho Oval de la Casa Blanca a las 19.00 de Washington. En la agenda no se especifica en qué momento va a firmar la ley. Lo que anuncia es que “se dirigirá a la nación” en horario de máxima audiencia sobre el acuerdo presupuestario y el haber evitado el impago. De alguna forma, está en marcha la batalla política por imponer el relato más favorable tras una solución intermedia.   La ley cambia algunas políticas, incluyendo la imposición de nuevos requisitos de trabajo para algunos estadounidenses que reciben ayuda alimentaria y la luz verde a un gasoducto en los Apalaches, al que muchos demócratas se oponen. La norma refuerza los fondos para defensa y veteranos, recorta nuevos fondos para la agencia tributaria e impone recortes automáticos del 1% si el Congreso no aprueba anualmente sus presupuestos. Lindsey Graham, senador republicano por Carolina del Sur, lideró a un grupo de representantes que se quejaron de que el aumento del gasto militar contemplado en el acuerdo no era suficiente para seguir el ritmo de la inflación, sobre todo teniendo en cuenta el gasto extra por la guerra de Ucrania. Los halcones de la defensa lograron arrancar al líder de la mayoría demócrata en el Senado, Chuck Schumer, una declaración según la cual el acuerdo no limita la capacidad del Senado de aprobar otros fondos suplementarios de emergencia para la seguridad nacional, incluida Ucrania, o para ayuda en caso de catástrofes y otros asuntos de importancia nacional.   La Oficina Presupuestaria del Congreso, un organismo independiente, señaló que las restricciones de gasto del paquete reducirían el déficit en 1,5 billones de dólares a lo largo de la década, uno de los principales objetivos de los republicanos que tratan de frenar la carga de la deuda.   Un impago habría tenido consecuencias catastróficas para la economía. El Consejo de Asesores Económicos de la Casa Blanca publicó un informe según el cual la amenaza de bloqueo ya estaba teniendo efectos; un episodio de impago, por corto que fuera, habría dejado una costosa factura y un impago prolongado habría hecho caer el producto interior bruto un 1,5% en el tercer trimestre (a una tasa trimestral anualizada del 6,1%) y subir la tasa de paro cinco puntos, destruyendo 8,3 millones de puestos de trabajo.   “Un impago habría causado graves dificultades a las familias estadounidenses, pudiendo provocar la pérdida de millones de puestos de trabajo y billones en riqueza familiar, así como mayores costes de financiación para los

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Estados Unidos se arriesga a una rebaja de calificación por la crisis de deuda

El País .- La agencia Fitch pone bajo vigilancia la nota del Tesoro ante el bloqueo para elevar el techo de endeudamiento La crisis de la deuda de Estados Unidos se deja sentir cada vez más en los mercados. Los tipos de interés, las cotizaciones bursátiles y otros títulos se mueven condicionados por el riesgo de que el Tesoro no sea capaz de hacer frente a todas sus obligaciones a principios de junio. Las dudas se trasladan a las agencias de calificación. En la crisis gemela de 2011, Standard & Poor’s retiró la calificación de máxima solvencia a Estados Unidos. Ahora es Fitch, otra de las tres grandes, la que ha puesto en revisión la máxima nota, según ha anunciado este miércoles. Las negociaciones siguen sin culminar y la cuenta atrás avanza. Nadie sabe a ciencia cierta en qué momento Estados Unidos podría quedarse sin dinero para pagar todas las facturas. Yellen ha comunicado por carta al Congreso que es altamente probable que eso ocurra a principios de junio y “potencialmente tan pronto como el 1 de junio”, aunque dejando la puerta abierta a que la llamada fecha X (cuando el Tesoro agota su posición de tesorería y su capacidad para adoptar medidas extraordinarias sin incurrir en nueva deuda) llegue más adelante.   Este miércoles Yellen ha señalado que si llegase ese momento no sería sencillo priorizar unos gastos y facturas frente a otros, porque el sistema no está diseñado para ello. Los analistas creen que lo más dañino para la economía sería dejar de atender algún pago de intereses o vencimiento de deuda pública, pero Yellen puede maniobrar y evitarlo. Es decir, se puede rebasar la fecha X, incumplir algunas obligaciones y no entrar en impago de las emisiones de deuda.   En cualquier caso, a medida que se acerca la fecha, los riesgos aumentan. Este miércoles Kevin McCarthy, presidente de la Cámara de representantes, se ha mostrado convencido de que habrá acuerdo, pero a la vez ha responsabilizado al presidente Joe Biden, de la posibilidad de que no lo haya.   En ese contexto, Fitch Ratings ha situado la calificación crediticia “AAA” de Estados Unidos en vigilancia negativa. La decisión, según ha explicado la agencia en un comunicado, refleja el aumento del partidismo político que está impidiendo alcanzar una resolución para elevar o suspender el límite de deuda a pesar de la proximidad de la fecha X. Fitch sigue esperando una resolución sobre el límite de deuda antes de esa fecha. Sin embargo, considera que han aumentado los riesgos de que no sea así y, en consecuencia, de que el Gobierno pueda empezar a incumplir los pagos de algunas de sus obligaciones.   Fechas de alto riesgo “Las tensiones en torno al techo de la deuda, el hecho de que las autoridades estadounidenses no aborden de manera significativa los retos fiscales a medio plazo, que conducirán a un aumento de los déficits presupuestarios y a una creciente carga de la deuda, señalan riesgos a la baja para la solvencia crediticia de Estados Unidos”, explica la agencia en un comunicado.   Estados Unidos alcanzó su límite de deuda de 31,381 billones de dólares el 19 de enero pasado. El Tesoro comenzó a tomar medidas extraordinarias para evitar rebasar el techo, pero el margen se agota. El saldo de caja del Tesoro alcanzó los 76.500 millones de dólares el 23 de mayo y hay pagos importantes vencen el 1 y 2 de junio, las primeras fechas de alto riesgo.   La priorización de los pagos a los títulos de deuda sobre otras facturas evitaría un impago en términos financieros, pero no parece apropiado para una calificación AAA. Del mismo modo, evitar el impago por medios no convencionales como acuñar una moneda de un billón de dólares o invocar la 14ª enmienda es poco probable que sea coherente con la máxima calificación y también podría ser objeto de impugnaciones legales, explica Fitch.   “Creemos que el incumplimiento de los pagos completos y puntuales de los títulos de deuda es menos probable que llegar a la fecha X y es un evento de muy baja probabilidad”. Tal incumplimiento llevaría a rebajar la calificación a Impago Restringido (RD). Los títulos de deuda afectados se rebajarían a D, de default, impago. Además, otros títulos de deuda a largo plazo con vencimiento en los 30 días siguientes probablemente se rebajarían a CCC, y las letras del Tesoro a corto plazo con vencimiento en los 30 días siguientes probablemente se rebajarían a C, calificaciones de bonos basura.   Los demás títulos de deuda con vencimiento superior a 30 días probablemente se rebajarían a la calificación posterior al impago y Fitch apunta a una posible calificación de AA-, tres escalones por debajo de la máxima. “Fitch esperaría que cualquier impago de la deuda fuera relativamente breve. Sin embargo, un escenario de impago más prolongado podría tener implicaciones más graves para la calificación del país tras el impago”, añade.   En 2011, con Barack Obama como presidente, un acuerdo parlamentario con recortes de gasto salvó a Estados Unidos del impago, cuando quedaban 72 horas para que se agotase el dinero. En el camino, Obama se dejó crédito político y la agencia de calificación Standard & Poor’s retiró al Tesoro su calificación AAA. En plena crisis de la deuda europea, hubo sacudidas en los mercados y daño a la economía. En 2013, Obama rechazó negociar y el Congreso acabó subiendo el techo de deuda sin condiciones.  

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Yellen advierte de que Estados Unidos puede quedarse sin dinero desde el 1 de junio

El País .-La secretaria del Tesoro urge al Congreso a suspender o elevar cuanto antes el techo de deuda La cuenta atrás está en marcha y el final se acerca. Si el Congreso de Estados Unidos no adopta alguna medida este mes, las consecuencias para la economía pueden ser catastróficas, en palabras de la secretaria del Tesoro, Janet Yellen. Yellen envió el lunes una carta a los líderes republicanos y demócratas de la Cámara de Representantes urgiéndoles a que aprueben o suspendan el techo de deuda. Si no lo hacen, el Gobierno federal podría quedarse sin dinero para cumplir sus obligaciones tan pronto como el 1 de junio. La batalla política está servida. Los republicanos, que tienen mayoría en la Cámara de Representantes, quieren imponer al Gobierno de Joe Biden recortes a cambio de aumentar el techo de deuda, pero sin cargar con la impopularidad de decir cuáles. Además, exigen que Biden derogue algunas de sus medidas estrella de la mitad de su mandato. Han aprobado una proposición de ley en ese sentido, aunque no tiene ningún futuro en el Senado, controlado por los demócratas. La Casa Blanca, además, lo considera un chantaje y pide que se eleve el techo de deuda sin condiciones. Biden ha llamado este lunes a los líderes del Congreso destinatarios de la carta de Yellen para convocarles a una reunión el martes de la semana próxima, 9 de mayo, en la Casa Blanca. Se trata de Kavin McCarthy, presidente de la Cámara de Representantes; Hakeen Jeffries, líder demócrata en dicha Cámara; Chuck Schummer, líder de los demócratas en el Senado, y Mitch McConnell, líder de la minoría republicana en la Cámara alta. El límite de deuda se alcanzó en enero y el Tesoro consiguió un poco de colchón con medidas extraordinarias. La batalla no tenía plazo hasta el lunes, con la nueva carta de Yellen. “Tras revisar los ingresos fiscales federales recientes, nuestra mejor estimación es que seremos incapaces de seguir satisfaciendo todas las obligaciones del Gobierno a principios de junio, y potencialmente ya el 1 de junio, si el Congreso no eleva o suspende el límite de deuda antes de esa fecha”, indica. Yellen explica que esa estimación se basa en los datos actualmente disponibles, ya que los ingresos y desembolsos federales son inherentemente variables, y precisa que la fecha real en que el Tesoro agote las medidas extraordinarias podría ser varias semanas posterior. “Es imposible predecir con certeza la fecha exacta en que el Tesoro no podrá pagar las facturas del Gobierno”, añade. La secretaria del Tesoro avisa de que es necesario tomar medidas cuanto antes: “Hemos aprendido de anteriores estancamientos del límite de deuda que esperar hasta el último minuto para suspender o aumentar el límite de deuda puede causar graves daños a la confianza de las empresas y los consumidores, elevar los costes de los préstamos a corto plazo para los contribuyentes y afectar negativamente a la calificación crediticia de Estados Unidos”, dice. En el pasado, incluso las amenazas de que el Gobierno de Estados Unidos podría incumplir sus obligaciones han causado daños reales, incluyendo la única rebaja de la calificación crediticia en la historia de Estados Unidos en 2011, cuando perdió la AAA. El límite de la deuda es la cantidad total de dinero que el Gobierno de los Estados Unidos está autorizado a pedir prestado para hacer frente a sus obligaciones legales existentes, incluidas las prestaciones de la Seguridad Social y Medicare, los salarios militares, los intereses de la deuda nacional, las devoluciones de impuestos y otros pagos. Está fijado en la actualidad en 31,381 billones de dólares. “Si el Congreso no aumenta el límite de deuda, causaría graves dificultades a las familias estadounidenses, perjudicaría nuestra posición de liderazgo mundial y plantearía dudas sobre nuestra capacidad para defender nuestros intereses de seguridad nacional”, señala en su carta la secretaria del Tesoro. En un caso extremo, la imposibilidad del Gobierno federal para endeudarse podría conducir a una suspensión del pago de la deuda, algo sin precedentes que sacudiría los mercados y arrastraría al país a una recesión. Antes que alcanzar la suspensión de pagos de la deuda, Estados Unidos podría tratar de poner en marcha soluciones creativas para no superar el límite. Por ejemplo, emitir deuda con un valor nominal bajo pero tipos de interés muy altos. Con ella podría obtener más recursos sin superar el valor nominal de deuda en circulación. También se ha barajado como hipótesis teórica la posibilidad de emitir un billete o moneda multimillonario con el que hacer frente a los gastos. Todas esas alternativas tienen contraindicaciones, pero no tantas como la suspensión del pago de la deuda. El Tesoro empezó a tomar medidas extraordinarias en enero, pero sigue actuando para tratar de ganar tiempo. Yellen ha anunciado que suspende la emisión de valores del Tesoro de la Serie de Gobiernos Estatales y Locales (SLGS, por sus siglas en inglés). Los SLGS son valores del Tesoro con fines especiales emitidos a Estados y municipios para ayudarles a cumplir determinadas normas fiscales. Cuando el Tesoro emite SLGS, se descuentan del límite de deuda. El Tesoro señala que toma esta medida para gestionar los riesgos asociados al límite de deuda, “pero no está exenta de costes, ya que privará a los gobiernos estatales y locales de una importante herramienta para gestionar sus finanzas”, dice.

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El ala dura republicana provoca un fracaso histórico en la elección del líder de la Cámara de Representantes de EE UU

Kevin McCarthy pierde las tres primeras votaciones para ser elegido ‘speaker’, algo que no había ocurrido en 100 años. Deberá haber nuevas rondas hasta que alguien logre una mayoría   Este martes debía ser un día de celebración para el Partido Republicano en la Cámara de Representantes de Estados Unidos. Tras cuatro años de dominio demócrata, los conservadores recuperaron la mayoría en las elecciones de medio mandato de noviembre. Sin embargo, los que parecían de fiesta eran los demócratas, mientras los republicanos se cocían en su propia salsa. La nueva legislatura ha arrancado con la falta de acuerdo de los republicanos para nombrar un nuevo presidente de la Cámara baja. Kevin McCarthy, el candidato conservador, ha perdido las tres primeras votaciones por la rebelión del ala dura de su formación, que ha optado por nombres alternativos. Es la primera vez en un siglo que ocurre.   Un total de 19 representantes republicanos dieron la espalda a McCarthy en la primera y segunda votación y en la tercera aún se sumó uno más a los rebeldes. Hacia las 17.30 horas de Washington (23.30 en la España peninsular), la Cámara decidió levantar la sesión y continuar este miércoles. Pese a la humillación desde sus propias filas, el candidato se resiste a tirar la toalla y muchos de sus partidarios se niegan a buscar un sustituto. McCarthy se muestra dispuesto a que se vote una y otra vez, sabedor de que por ahora no hay una alternativa viable. La falta de elección del nuevo speaker impide que la Cámara pueda empezar a funcionar. La votación debe repetirse tantas veces como sea necesario para alcanzar una mayoría, sea por parte de McCarthy o por otro candidato. El récord es de 133 rondas en 1855, lo que supuso un bloqueo de dos meses en la actividad parlamentaria.   Si todos los representantes participan, McCarthy necesita obtener 218 votos para lograr su objetivo, pero solo llegó en las dos primeras rondas a 203 y en la tercera, aún perdió un voto. Parece lejos de su propósito, pero incluso si acabara siendo elegido, estaría en una posición de debilidad. La amenaza de que la mayoría republicana sea ingobernable se ha hecho patente ya con toda crudeza.   Los republicanos lograron en las elecciones del 8 de noviembre una mayoría estrecha, muy lejos de sus expectativas de una marea roja (el color de su partido) que había pronosticado el expresidente Donald Trump. Cuentan con 222 escaños, frente a los 212 demócratas (pues un representante de este partido falleció tras ser elegido). Para ser proclamado presidente de la Cámara de Representantes se necesita una mayoría absoluta de los que participen en la votación y desde muy pronto se ha visto que McCarthy no contaba con el apoyo de todos los suyos para convertirse en el sucesor de Nancy Pelosi, la anterior presidenta de la Cámara.   McCarthy, congresista por California de 57 años, ha intentado hacer concesiones al ala dura de la formación, pero eso no ha bastado para asegurarse el cargo. Aceptó incluso una regla procedimental que amenazaba con convertirle en rehén de los congresistas díscolos de su partido durante los dos años de su hipotético mandato: la que permite instar un voto de censura para destituirlo solo con que cinco representantes lo pidan. También hizo otras concesiones, pero no han sido suficientes para el ala derechista del partido (el Freedom Caucus, o Grupo de la Libertad).   La representante republicana por Nueva York Elise Stefanik, un perfil en alza en su grupo, ha presentado la candidatura de McCarthy asegurando que nadie como él ha trabajado tan duro para lograr la nueva mayoría republicana. Ha sido el líder de la minoría durante los últimos cuatro años y cuenta con el apoyo de los moderados de su partido. Su gran ambición política es lograr ese cargo que de momento se le escapa y que es la tercera mayor autoridad de Estados Unidos, solo por detrás del presidente, Joe Biden, y de la vicepresidenta, Kamala Harris.   McCarthy, sin embargo, se ha ganado enemigos internos. Hay quienes le acusan de haber hecho demasiadas concesiones a los demócratas y también quienes le responsabilizan parcialmente de la decepción electoral del 8 de noviembre. Otros han aprovechado la posición de fuerza que les da la estrecha mayoría republicana para tratar de imponer sus condiciones en el funcionamiento de la Cámara.   Aunque McCarthy ha tenido algunos rifirrafes con Trump, el expresidente ha tratado de convencer a sus partidarios de que le apoyasen, pero sin éxito. También le ha mostrado su apoyo la muy radical Marjorie Taylor-Greene, que antes era opositora, pero tampoco ha sido capaz de convencer a los suyos.   Los demócratas han aprovechado la nominación de su propio candidato, Hakeem Jeffries, para subrayar la unidad de su partido en contraste con la bancada contraria. El legislador demócrata Pete Aguilar ha presentado a Jeffries en una intervención mucho más aplaudida y celebrada por los demócratas que la de Stefanik por los republicanos. “Los demócratas están unidos”, ha proclamado.   Caras de funeral De hecho, la división republicana y el cierre de filas demócrata ha provocado que Jeffries haya sido el más respaldado en la primera votación, con 212 votos. Por detrás ha quedado McCarthy, con 203, y en tercer lugar, Andy Biggs, un aspirante alternativo propuesto por parte de los díscolos, con 10. El cuarto ha sido otro republicano, Jim Jordan, que ni siquiera había presentado su candidatura, dentro de otros nueve votos dispersos en el partido, que dio un espectáculo de división que llevó a que entre los republicanos se extendieran las caras de funeral en un día que debía ser festivo.   En la segunda y tercera votación, los díscolos han concentrado sus votos en Jim Jordan, que ha recibido 19 y 20 apoyos en ellas. Lo curioso es que el propio Jordan ha votado por McCarthy, al que considera su candidato y para el que ha pedido el respaldo del resto de miembros de su partido.   El escenario que se abre es incierto. Es difícil que la

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Estados Unidos aprueba una ley exprés para evitar que una huelga de ferrocarriles colapse el país

La nueva norma se ha tramitado en solo dos días e impone un acuerdo que rechazaron parte de los sindicatos Estados Unidos evitará la huelga de ferrocarriles con una ley que ha tramitado en dos días. La Constitución estadounidense permite al Congreso legislar para evitar una huelga de ferrocarriles y los demócratas y los republicanos se han puesto de acuerdo para evitar el colapso de un transporte esencial en las semanas previas a la Navidad. La ley fue aprobada por la Cámara de Representantes este miércoles y por el Senado, el jueves. En la reunión que mantuvo el martes, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, con los líderes del Congreso de ambos partidos, les planteó como medida más urgente aprobar esta norma para evitar la huelga. Con ella, se impone con fuerza de ley un principio de acuerdo que el Gobierno de Biden promovió entre los representantes de los trabajadores y de las empresas en septiembre, pero que luego fue rechazado por cuatro de los 12 sindicatos involucrados. El acuerdo conlleva una subida salarial del 24% a lo largo de cinco años y otras medidas de flexibilidad que favorecen a los empleados, pero deja fuera un punto clave reclamado por los trabajadores: hasta siete días anuales de baja por enfermedad pagada. El senador demócrata por Vermont, Bernie Sanders, ha propuesto que se introdujese esa mejora en la ley, pero esa propuesta se ha votado de forma separada y ha sido rechazada por la oposición de los senadores republicanos. Devastador Biden ya había pedido al lunes al Congreso que actuara: “Permítanme ser claro: un cierre ferroviario devastaría nuestra economía. Sin el ferrocarril de mercancías, muchas industrias estadounidenses cerrarían”, dijo en un comunicado. “Como presidente orgulloso de estar a favor de los trabajadores, soy reacio a anular los procedimientos de ratificación y las opiniones de quienes votaron en contra del acuerdo. Pero en este caso —en el que el impacto económico de un cierre perjudicaría a millones de trabajadores y familias— creo que el Congreso debe hacer uso de sus poderes para aprobar este acuerdo”, añadía. Biden ha tratado de recuperar el voto trabajador al que en buena medida había seducido Donald Trump y antes de las pasadas elecciones hizo campaña con los sindicatos, pero ahora ha preferido evitar el daño que la paralización de los ferrocarriles haría al país. El Congreso no usaba los poderes extraordinarios que le otorga la Constitución para evitar una huelga de ferrocarriles desde mediados de la última década del pasado siglo. Tras la aprobación de la norma en el Senado (con 80 votos a favor y 15 en econtra), al presidente de Estados Unidos solo le falta ya firmar y promulgar la ley para que entre en vigor y la huelga perjudique a la economía. Problemas en la cadena de suministro por la huelga de ferrocarriles en unas fechas de gran actividad económica y comercial no solo habrían torpedeado la marcha de la economía, sino que habrían reavivado las tensiones inflacionistas que parecen haber cedido ligeramente con el descenso del precio del petróleo y las subidas de tipos de interés aprobadas por la Reserva Federal para enfriar la demanda. El plazo para cerrar un acuerdo vencía el próximo 9 de diciembre y la fecha se acercaba sin entendimiento entre las partes. Como parte de la negociación para aprobar la ley, los republicanos han propuesto que ese plazo límite se extienda por 60 días más. Biden ha expuesto también otras prioridades al llamado Congreso del pato cojo, es decir, el que sigue operando hasta que tomen posesión los elegidos en las urnas el pasado 8 de noviembre. El presidente quiere que se aprueben fondos adicionales para la ayuda militar y económica a Ucrania y la lucha contra la covid. La tramitación de esas posibles medidas, sin embargo, no avanza tan rápido. Fuente: El País

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Biden, el primer presidente octogenario de Estados Unidos

La edad del mandatario es su punto más débil para presentarse a la reelección en 2024. Kansas City, 21 de octubre de 1984. El presidente de Estados Unidos, Ronald Reagan, se enfrenta al candidato demócrata, Walter Mondale, de 56 años, en el segundo debate de la campaña de las presidenciales. La prensa ha publicado que Reagan, con 73 años entonces, se ha sentido cansado tras el primer debate. Henry Trewhitt, corresponsal diplomático del Baltimore Sun, uno de los periodistas que participan, se atreve con la espinosa cuestión: ¿Tiene alguna duda de que podrá desempeñar el cargo a pleno rendimiento en caso de una crisis internacional? “En absoluto, señor Trewhitt, y quiero que sepa que tampoco voy a utilizar la cuestión de la edad en esta campaña. No voy a explotar, con fines políticos, la juventud e inexperiencia de mi oponente”. Risas y aplausos, recoge la transcripción. Reagan dejó el cargo en enero de 1989, a menos de un mes de cumplir los 78 años. Era el presidente de mayor edad de la historia de Estados Unidos hasta el día en que Joe Biden tomó posesión, el 20 de enero de 2021, con 78 años y dos meses. Este domingo, Biden se convierte en el primer presidente octogenario de Estados Unidos. El cumpleaños de Biden aviva el debate sobre su edad. El presidente no ha tomado aún la decisión definitiva, pero ha dicho una y otra vez que tiene la intención de presentarse a la reelección en 2024. Las elecciones serán cuando tenga casi 82 años y acabaría un hipotético segundo mandato con 86. Tras la muerte de Isabel II, solo tres jefes de Estado de todo el mundo superan esa edad: el presidente de Camerún, Paul Biya, de 89; el de Palestina, Mahmud Abbas, de 87, y el de Arabia Saudí, Salmán bin Abdulaziz Al Saud, de 86. El papa Francisco los cumple en diciembre. Durante la campaña de 2020, la edad ya fue una cuestión a considerar. Cuando como candidato le preguntaron si pensaba ser un presidente de un solo mandato, evitó comprometerse a ello: “Es legítimo que la gente pregunte sobre mi edad. Es la misma pregunta que me hicieron cuando tenía 29 años [fue elegido senador con esa edad], si tenía la edad suficiente para el puesto. Espero poder demostrar que con la edad viene la sabiduría y la experiencia que permite hacer las cosas mucho mejor”, contestó. Sin embargo, el propio Biden se definió a sí mismo en campaña como “un candidato de transición”. Por su edad, se dio una importancia mayor de la habitual a su elección para la vicepresidencia, que tras una larga espera recayó en Kamala Harris. Se especulaba con que quien ocupase ese cargo optaría a la presidencia en 2024, una vez que Biden hubiese reparado el daño hecho por Donald Trump a las instituciones y atenuado —esa era su intención— la polarización política que vivía el país. La polarización, sin embargo, ha ido en aumento. Trump no solo no ha desaparecido de la escena, sino que ha lanzado ya su campaña para volver a la Casa Blanca. La figura de Kamala Harris, por su parte, no ha cuajado y su popularidad no solo es menor que la del propio Biden, sino que es la más baja de todos los que han ocupado ese mismo cargo como mínimo en los últimos 30 años.  Biden, 50 años ganando elecciones Biden lleva 50 años ganando elecciones. Salió elegido senador por Delaware en noviembre de 1972, poco antes de cumplir 30 años, tras remontar una ventaja de 30 puntos e imponerse por poco más de 3.000 votos a James Caleb Boggs, el republicano que buscaba la reelección. Estuvo a punto de dejar la política al mes siguiente para cuidar a sus hijos Beau y Hunter después de que su primera mujer y su hija de un año muriesen en un accidente de tráfico. En lugar de eso, se acostumbró a vivir a caballo entre Washington y Wilmington, Delaware, adonde se sigue escapando siempre que puede, incluso ahora como presidente. Fue reelegido senador seis veces, por mandatos de seis años. En 2008 y 2012 acompañó a Barack Obama como candidato a la vicepresidencia en sendos triunfos. En 2020 se lanzó a competir por la nominación demócrata. Se entrevistó con el consejo editorial del New York Times, que no terminaba de ver clara su candidatura: “Todos me declaran muerto y adivina qué: ¡No estoy muerto y no voy a morir!”, les dijo. El periódico recomendó a dos candidatas como mejores opciones para la presidencia: Elizabeth Warren y Amy Klobuchar. Como respuesta, Biden tuiteó un vídeo que se hizo viral con la guardia de seguridad que le había acompañado en el ascensor en su visita a la redacción: “Honrado de haber logrado el apoyo de Jacquelyn”. Exactamente un año después de ese tuit, Biden juraba el cargo de presidente de Estados Unidos tras derrotar a sus rivales demócratas, primero, y a Donald Trump, después. Que Trump haya entrado en la carrera presidencial de 2024 aumenta las posibilidades de que Biden también lo haga. El presidente presenta a su antecesor como una amenaza para la democracia. Ya le derrotó y se ve con posibilidades de volver a hacerlo. Además, en ese caso, la diferencia de edad no es tanta. Trump llegaría a las elecciones con más de 78 años y, de hecho, si resultase elegido, superaría a Biden como el presidente de mayor edad en caso de completar su mandato. Tras las recientes elecciones legislativas, saboreando aún el buen resultado demócrata, a Biden le preguntaron sobre cómo influía ese éxito en sus planes de buscar la reelección. Biden señaló a su mujer, Jill, presente a su lado en la rueda de prensa, algo inusual, y dijo en plural: “Nuestra intención es volver a presentarnos. Esa ha sido nuestra intención, independientemente del resultado de estas elecciones”. Y añadió: “Pero soy un gran respetuoso del destino. Y esto es, en última instancia, una decisión familiar. Creo que todo el mundo quiere que me presente, pero vamos a tener discusiones al respecto. Y no siento ninguna prisa

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