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Ecuador: noviembre 1, 2024

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Ecuador, noviembre 01, 2024
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El FBI registra la casa de Biden casi 13 horas y halla nuevos documentos clasificados

Los investigadores del Departamento de Justicia se llevaron también notas manuscritas del presidente tras una búsqueda a fondo pactada con sus abogados Agentes del FBI a las órdenes del Departamento de Justicia estuvieron registrando la casa del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, este viernes desde las 9.45 de la mañana hasta las 10.30 de la noche. Fue una búsqueda pactada, sin requerimiento ni orden judicial, sino ofrecida voluntariamente por Biden y sus abogados. En esas casi 13 horas de revisar a fondo las pertenencias del presidente, los agentes hallaron nuevos documentos con marcas de clasificación confidencial y materiales anexos tanto de la época en que Biden era senador como de la que era vicepresidente, según ha informado este sábado su abogado personal. Tomaron posesión de ellos y también se llevaron algunas notas manuscritas de Biden de los años en que fue vicepresidente (de 2009 a 2017).   El culebrón de los papeles clasificados parece no tener fin. Desde el hallazgo de los primeros en un despacho privado del Penn Biden Center, un centro universitario donde estuvo trabajando Biden, el goteo ha sido constante y las explicaciones presidenciales, confusas. El titular del Departamento de Justicia, Merrick Garland, nombrado por Biden y que ejerce las funciones de fiscal general, ha designado un fiscal especial para que investigue el caso, aunque el presidente ha tratado de quitarle importancia. Hay grandes diferencias, pero también evidentes paralelismos, con los papeles que tenía su antecesor, Donald Trump, en su mansión de Mar-A-Lago en Palm Beach (Florida).   Trump pidió que se registrasen las casas del actual presidente: “¿Cuándo va a hacer una redada el FBI para registrar las numerosas casas de Joe Biden, quizá incluso la Casa Blanca?”, escribió en su red social, Truth Social. Finalmente, sin redada, sino de modo voluntario, ha habido registro de su residencia de Wilmington (Delaware), donde el presidente vivía antes de ser elegido y donde suele pasar la mayoría de los fines de semana, incluido este. Es una actuación de la que no constan precedentes.   Allí sus abogados ya habían encontrado el 20 de diciembre un segundo lote de documentos clasificados en un cuarto junto al garaje y nuevos papeles confidenciales la semana pasada, estando ya presentes entonces funcionarios del Departamento de Justicia. La búsqueda, por lo sabido ahora, no fue lo suficientemente exhaustiva.   El registro de la casa de Biden de este viernes no se hizo público por adelantado a petición del Departamento de Justicia, según Bob Bauer, su abogado personal, que ha emitido este sábado el comunicado desvelando la búsqueda y su resultado.   “Desde el principio de este asunto, el presidente ordenó a sus abogados personales que cooperaran plenamente con el Departamento de Justicia (DOJ). En consecuencia, habiendo identificado e informado previamente al DOJ de un pequeño número de documentos con marcas de clasificación en el domicilio del presidente en Wilmington, y en aras de hacer avanzar el proceso lo más rápidamente posible, nos ofrecimos a facilitar el acceso inmediato a su domicilio para permitir al DOJ llevar a cabo un registro de todos los recintos en busca de posibles registros de la vicepresidencia y posible material clasificado”, dice el comunicado. Una “búsqueda exhaustiva” Según Bauer, el Departamento de Justicia llevó a cabo una “búsqueda exhaustiva” que abarcó todos los espacios de trabajo, vivienda y almacenamiento de la casa. Duró 12 horas y 45 minutos, aproximadamente. En virtud de un acuerdo con el Departamento de Justicia, estuvieron presentes representantes del equipo jurídico personal de Biden y de la Oficina del Asesor Jurídico de la Casa Blanca, aunque no el presidente ni la primera dama, Jill Biden.   Normalmente, son agentes de la Oficina federal de Investigación (FBI) los que actúan como policía judicial, y así ha ocurrido en esta ocasión, según la agencia AP, aunque el comunicado no lo precisa. Los investigadores tuvieron pleno acceso a la vivienda del presidente, incluidas notas manuscritas, archivos, papeles, carpetas, recuerdos, listas de tareas, calendarios y recordatorios que se remontan a décadas atrás.   “El DOJ tomó posesión del material que consideró dentro del ámbito de su investigación, incluyendo seis artículos consistentes en documentos con marcas de clasificación y materiales anexos, algunos de los cuales eran del periodo del presidente en el Senado y otros de su mandato como vicepresidente. El DOJ también se llevó, para su posterior examen, notas manuscritas personales de los años de la vicepresidencia”, explica Bauer en su comunicado. La ley estadounidense obliga a conservar los registros y documentos presidenciales y a ponerlos a disposición de los Archivos Nacionales al cesar en el cargo, sean confidenciales o no.   El registro de Mar-A-Lago se produjo tras un requerimiento desatendido por Trump y sus abogados y tras una orden judicial por indicios de cuatro posibles delitos, entre ellos el de obstrucción a la justicia. La colaboración del actual presidente y de sus abogados y la entrega voluntaria de los papeles clasificados es la mayor diferencia con el caso de Trump. Al tiempo, el registro por parte de agentes del FBI añade un nuevo paralelismo, aunque sea solo parcial.   Políticamente, no cabe duda de que es un golpe para Biden, que al ser preguntado por los documentos secretos incautados en el registro de Mar-a-Lago en una entrevista para el programa 60 minutos emitida en septiembre pasado, contestó: “¿Cómo es posible que eso ocurra? ¿Cómo alguien puede ser tan irresponsable?”.   Estados Unidos otorga clasificación de confidencial a sus altos secretos, pero también de forma rutinaria pone esa etiqueta a las comunicaciones del Departamento de Estado con sus embajadas, aunque en ocasiones sea sobre asuntos intrascendentes, como demostró la filtración de Wikileaks. Por su propia naturaleza, no ha trascendido el contenido de los documentos que mantenía indebidamente Biden, aunque sí se ha sabido que algunos versaban sobre el Reino Unido, Ucrania e Irán.   La decena de documentos confidenciales que Biden tenía en su oficina se descubrieron el pasado 2 de noviembre, días antes de las elecciones de mitad de su mandato, en las que una noticia así habría podido tener un efecto claro. El hallazgo,

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Biden, el primer presidente octogenario de Estados Unidos

La edad del mandatario es su punto más débil para presentarse a la reelección en 2024. Kansas City, 21 de octubre de 1984. El presidente de Estados Unidos, Ronald Reagan, se enfrenta al candidato demócrata, Walter Mondale, de 56 años, en el segundo debate de la campaña de las presidenciales. La prensa ha publicado que Reagan, con 73 años entonces, se ha sentido cansado tras el primer debate. Henry Trewhitt, corresponsal diplomático del Baltimore Sun, uno de los periodistas que participan, se atreve con la espinosa cuestión: ¿Tiene alguna duda de que podrá desempeñar el cargo a pleno rendimiento en caso de una crisis internacional? “En absoluto, señor Trewhitt, y quiero que sepa que tampoco voy a utilizar la cuestión de la edad en esta campaña. No voy a explotar, con fines políticos, la juventud e inexperiencia de mi oponente”. Risas y aplausos, recoge la transcripción. Reagan dejó el cargo en enero de 1989, a menos de un mes de cumplir los 78 años. Era el presidente de mayor edad de la historia de Estados Unidos hasta el día en que Joe Biden tomó posesión, el 20 de enero de 2021, con 78 años y dos meses. Este domingo, Biden se convierte en el primer presidente octogenario de Estados Unidos. El cumpleaños de Biden aviva el debate sobre su edad. El presidente no ha tomado aún la decisión definitiva, pero ha dicho una y otra vez que tiene la intención de presentarse a la reelección en 2024. Las elecciones serán cuando tenga casi 82 años y acabaría un hipotético segundo mandato con 86. Tras la muerte de Isabel II, solo tres jefes de Estado de todo el mundo superan esa edad: el presidente de Camerún, Paul Biya, de 89; el de Palestina, Mahmud Abbas, de 87, y el de Arabia Saudí, Salmán bin Abdulaziz Al Saud, de 86. El papa Francisco los cumple en diciembre. Durante la campaña de 2020, la edad ya fue una cuestión a considerar. Cuando como candidato le preguntaron si pensaba ser un presidente de un solo mandato, evitó comprometerse a ello: “Es legítimo que la gente pregunte sobre mi edad. Es la misma pregunta que me hicieron cuando tenía 29 años [fue elegido senador con esa edad], si tenía la edad suficiente para el puesto. Espero poder demostrar que con la edad viene la sabiduría y la experiencia que permite hacer las cosas mucho mejor”, contestó. Sin embargo, el propio Biden se definió a sí mismo en campaña como “un candidato de transición”. Por su edad, se dio una importancia mayor de la habitual a su elección para la vicepresidencia, que tras una larga espera recayó en Kamala Harris. Se especulaba con que quien ocupase ese cargo optaría a la presidencia en 2024, una vez que Biden hubiese reparado el daño hecho por Donald Trump a las instituciones y atenuado —esa era su intención— la polarización política que vivía el país. La polarización, sin embargo, ha ido en aumento. Trump no solo no ha desaparecido de la escena, sino que ha lanzado ya su campaña para volver a la Casa Blanca. La figura de Kamala Harris, por su parte, no ha cuajado y su popularidad no solo es menor que la del propio Biden, sino que es la más baja de todos los que han ocupado ese mismo cargo como mínimo en los últimos 30 años.  Biden, 50 años ganando elecciones Biden lleva 50 años ganando elecciones. Salió elegido senador por Delaware en noviembre de 1972, poco antes de cumplir 30 años, tras remontar una ventaja de 30 puntos e imponerse por poco más de 3.000 votos a James Caleb Boggs, el republicano que buscaba la reelección. Estuvo a punto de dejar la política al mes siguiente para cuidar a sus hijos Beau y Hunter después de que su primera mujer y su hija de un año muriesen en un accidente de tráfico. En lugar de eso, se acostumbró a vivir a caballo entre Washington y Wilmington, Delaware, adonde se sigue escapando siempre que puede, incluso ahora como presidente. Fue reelegido senador seis veces, por mandatos de seis años. En 2008 y 2012 acompañó a Barack Obama como candidato a la vicepresidencia en sendos triunfos. En 2020 se lanzó a competir por la nominación demócrata. Se entrevistó con el consejo editorial del New York Times, que no terminaba de ver clara su candidatura: “Todos me declaran muerto y adivina qué: ¡No estoy muerto y no voy a morir!”, les dijo. El periódico recomendó a dos candidatas como mejores opciones para la presidencia: Elizabeth Warren y Amy Klobuchar. Como respuesta, Biden tuiteó un vídeo que se hizo viral con la guardia de seguridad que le había acompañado en el ascensor en su visita a la redacción: “Honrado de haber logrado el apoyo de Jacquelyn”. Exactamente un año después de ese tuit, Biden juraba el cargo de presidente de Estados Unidos tras derrotar a sus rivales demócratas, primero, y a Donald Trump, después. Que Trump haya entrado en la carrera presidencial de 2024 aumenta las posibilidades de que Biden también lo haga. El presidente presenta a su antecesor como una amenaza para la democracia. Ya le derrotó y se ve con posibilidades de volver a hacerlo. Además, en ese caso, la diferencia de edad no es tanta. Trump llegaría a las elecciones con más de 78 años y, de hecho, si resultase elegido, superaría a Biden como el presidente de mayor edad en caso de completar su mandato. Tras las recientes elecciones legislativas, saboreando aún el buen resultado demócrata, a Biden le preguntaron sobre cómo influía ese éxito en sus planes de buscar la reelección. Biden señaló a su mujer, Jill, presente a su lado en la rueda de prensa, algo inusual, y dijo en plural: “Nuestra intención es volver a presentarnos. Esa ha sido nuestra intención, independientemente del resultado de estas elecciones”. Y añadió: “Pero soy un gran respetuoso del destino. Y esto es, en última instancia, una decisión familiar. Creo que todo el mundo quiere que me presente, pero vamos a tener discusiones al respecto. Y no siento ninguna prisa

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