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Ecuador: julio 26, 2024

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Ecuador, julio 26, 2024
Ecuador Continental: 23:14
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Milei azuza la tensión cambiaria en Argentina: el peso “no vale ni excremento”

El País .- El candidato ultra a la presidencia llama a no renovar los plazos fijos. En el mercado paralelo un dólar se cambia a más de mil pesos. En tiempos de crisis económica e incertidumbre electoral los argentinos se refugian aún más que de costumbre en el dólar. La divisa verde es la moneda tradicional de ahorro en un país que, a diferencia de sus vecinos, no ha logrado domar una inflación que este año es de tres dígitos. Pero el aumento reciente de la tensión cambiaria se ha visto azuzado además por el favorito en la carrera presidencial, el candidato ultra Javier Milei. El lunes, Milei desalentó la renovación de plazos fijos en pesos y el uso de cualquier instrumento de ahorro en la moneda nacional de Argentina, que él considera que no tiene ningún valor y que promete reemplazar por el dólar si llega a la Casa Rosada. Sus declaraciones desataron numerosas críticas en una jornada en la que el peso marcó un nuevo récord negativo en el mercado paralelo, el único que opera sin restricciones, al cambiarse a 945 unidades por dólar. En las primeras operaciones de este martes, la divisa estadounidense cruzó la frontera de los mil pesos, un nuevo récord. “El peso es la moneda que emite el político argentino y por ende no puede valer ni excremento, porque esa basura no sirve ni para abono”, dijo Milei en una entrevista con Radio Mitre. La semana pasada ya había lanzado otra declaración incendiaria: “Cuanto más alto esté el precio del dólar, más fácil es dolarizar”. Los mensajes de Milei suman nerviosismo a una población con los bolsillos cada día más vacíos: el ritmo de aumento de los precios ha sido del 124,4% en los últimos doce meses, cinco puntos más que el promedio de alza salarial. El ministro de Economía y candidato a presidente por el peronismo gobernante, Sergio Massa, criticó con dureza a Milei, al que acusó de echar leña al fuego con fines electorales. “Poner en riesgo los ahorros de la gente por un voto no vale. Hay gente que le costó toda la vida”, declaró Massa. La conservadora Patricia Bullrich, postulante por la alianza opositora Juntos por el Cambio, también había denunciado la estrategia del economista ultraliberal. “No vale todo para defender la dolarización”, escribió Bullrich en las redes sociales. “Con su propuesta te destruye el bolsillo y te encarece los precios. Todo para justificar su dolarización. Es conocida la teoría: cuanto peor, mejor. En el medio, 46 millones de argentinos que están cada día más pobres”, agregó. Este martes, Bullrich repartió culpas: “Entre el pirómano de Massa que nos está llevando a la hiperinflación, y la irresponsabilidad de Milei, que fomenta la corrida cambiaria, están los argentinos angustiados por el presente y el futuro”. El fantasma del ‘corralito’ El titular de la cartera económica acusó también a Milei de poner en riesgo el sistema financiero y recordó las heridas traumáticas que dejó la crisis de 2001-2002, cuando se estableció un corralito que impidió que las familias retirasen sus ahorros de los bancos. El PIB per cápita se desplomó y la pobreza superó el 60%. La situación es muy distinta a la de esa crisis por los cambios de regulación impuestos desde entonces. Los bancos sólo pueden prestar divisas a los sectores que las generan y su liquidez en moneda extranjera es hoy superior al 80%. Aún así, las entidades financieras han salido a defender su solidez económica para intentar evitar que los ahorristas entren en pánico. Para este martes, solicitaron al Banco Central el envío de casi 125 millones de dólares físicos, el monto más alto para un sólo día en lo que va de 2023, según los datos del Mercado Abierto Electrónico. El objetivo es garantizar que todos los clientes que se presenten a retirar los dólares que tienen en sus cuentas puedan hacerlo sin problemas. El Gobierno argentino unificó este martes algunos de los tipos de cambio que coexisten entre la cotización libre y la oficial, fija en 365 pesos por dólar, para intentar reducir la demanda de divisas. Así, los conocidos como ‘dólar tarjeta’, ‘dólar solidario’ y ‘dólar Qatar’ pasaron a valer 731 pesos, más del doble que la cotización oficial pero aún por debajo de las demás. Las últimas medidas oficiales no han logrado aportar demasiada calma y todas las miradas estaban atentas a la apertura del mercado cambiario ante el riesgo de que continuase la caída libre del peso en el mercado paralelo. A diferencia de lo que ocurre en el resto del mundo, los medios de comunicación de Argentina informan a diario del valor del peso respecto al dólar. La incertidumbre se mantendrá al menos hasta que se conozcan los resultados de las elecciones generales del 22 de octubre. Las encuestas dan como vencedor a Milei pero sin apoyo suficiente para evitar una segunda vuelta el próximo 19 de octubre.

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Argentina importa billetes desde Brasil, Europa y China, pero los bancos ya no tienen dónde guardarlos

El País .- La inflación acelera la emisión monetaria y obliga a construir depósitos de emergencia   El valor de los billetes de Argentina está en mínimos históricos en lo que va de siglo. El de mayor denominación, de mil pesos, equivale a 4,4 dólares en el mercado oficial y poco más de dos en el paralelo. La decisión del Gobierno de Alberto Fernández de postergar la salida de billetes más grandes en una economía golpeada por una inflación del 104,3% interanual tiene cada vez más impacto en el sistema financiero. El Banco Central se ha visto obligado a encargar billetes en el extranjero e importa desde Brasil, España, Francia, China y Malta por barco y por avión. Los bancos no tienen espacio suficiente en sus bóvedas de seguridad para almacenarlos: han tenido que construir nuevas e improvisar espacios como depósitos de emergencia.   La inflación galopante acelera también la emisión monetaria y agranda el problema. Según datos del Banco Central, la cantidad de billetes en circulación alcanzó en marzo la cifra récord de 9.946 millones de unidades. Casi un tercio corresponde a billetes de mil pesos, mientras que la mayoría restante se divide en billetes de 500 y de 100.   Estos últimos son los que provocan un mayor quebradero de cabeza en las entidades bancarias. El Banco Central no tiene capacidad para destruir todos los papeles en mal estado ni para guardarlos y ese rol queda a cargo de los distintos bancos. Acumulan así millones de billetes de valor casi nulo (20 centavos de dólar). En algunos casos, ni siquiera son válidos para estar en la calle. Fuentes del sector aseguran que se trata de un “problema importante” porque la situación actual “eleva los costos” de almacenamiento, de transporte y de logística.   “La situación de los billetes es un problema cuya criticidad va a en aumento, ocasionando dificultades en cuanto a la logística, capacidad edilicia y elevados costos financieros”, dice una carta que las dos mayores cámaras bancarias del país – la Asociación de Bancos de la Argentina (ABA) y la Asociación de Bancos Argentinos (Adeba)- enviaron días atrás al Banco Central de la República Argentina.   Los bancos ponen como ejemplo el problema al que se enfrentan con los cajeros automáticos. La carga máxima estándar para cada uno de ellos es de 8.000 billetes. De llenarse sólo con billetes de mil, el dinero disponible sería de ocho millones de pesos (unos 16.000 dólares), una cantidad insuficiente para los fines de semana largos, por ejemplo. Pero se incluyen también billetes de 500 y de 100, lo que acelera la velocidad a la que se agota la capacidad de carga. Los clientes deambulan así de un cajero a otro en búsqueda de aquel que todavía no se ha vaciado o recurren a supermercados y otros locales donde también se brinda efectivo.   La oposición une fuerzas con los bancos para reclamar que se acelere la circulación del billete de 2.000 pesos anunciado ya por el Gobierno de Fernández. Pide también que se autoricen otros de mayor denominación, de 5.000 y 10.000 pesos. Referentes de la coalición Juntos por el Cambio sostienen que la razón para evitar esos billetes es que obligaría al Ejecutivo a reconocer la aceleración de la inflación y critican el gasto extra que supone para las arcas estatales insistir con los papeles de baja denominación.   Según el exdirector de la Casa de la Moneda Augusto Ardiles, “el costo de no imprimir billetes de mayor denominación en 2020 y 2021 fue de 186 millones de dólares”. Ardiles destaca que el organismo argentino responsable de la fabricación de pesos tiene mayor capacidad de producción que su par de Brasil, aun con una población cuatro veces menor, pero aún así necesita importar. “La diferencia está en que Brasil tienen denominaciones acordes a la inflación que tienen y nosotros no, y no parece que vayamos a tenerla hasta que cambiemos de Gobierno”, señaló en Twitter. Según un cálculo de la agencia Bloomberg, Argentina ha cerrado contratos de importación por 700 millones de billetes.   El fenómeno no es nuevo en Argentina y ya en 2017, bajo la presidencia de Mauricio Macri, los bancos advirtieron que no tenían espacio para almacenar billetes. Pero se ha agravado mucho desde entonces a pesar del importante aumento de las transacciones electrónicas desde la pandemia. El motivo es que una parte significativa de la economía argentina es en negro y el efectivo permite escapar del radar estatal.   Hace un mes, un hombre fue asaltado en Buenos Aires por unos ladrones que le intentaron robar la mochila en la que trasladaba siete millones de pesos argentinos (en ese momento 33.000 dólares al cambio oficial). Como él, a diario hay personas que se desplazan de un lado al otro con importantes sumas encima, ya sea para pagar el alquiler o para comprar bienes de gran valor como automóviles o inmuebles. Con billetes de tan baja denominación el volumen requerido para transportar los pesos es cada vez mayor. La alternativa es pactar y realizar las grandes transacciones en dólares.

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El peso argentino se desploma en los mercados cambiarios paralelos

EL PAÍS .- Las empresas que quieren acceder a dólares deben pagar entre 411 y 423 pesos por cada moneda estadounidense, un nuevo récord   El Gobierno argentino sostiene como puede la cotización oficial del peso argentino, pero su valor en los mercados paralelos, no regulados, se desploma. A finales de la semana pasada se rompió la barrera de 400 pesos por un dólar y este martes se aceleró el ritmo de caída para equipararse a la inflación, del 104,3% interanual. Los argentinos que quieren ahorrar en dólares recurren a casas de cambio extraoficiales, donde pagaron 418 pesos por cada moneda estadounidense, 18 pesos más que el viernes pasado. Las empresas cuentan a su disposición instrumentos financieros como el “dólar MEP” o el “contado con liqui”. En el primer caso, por cada dólar tuvieron que depositar 411 pesos; en el segundo, 423 pesos.   La depreciaciónn ha dejado casi sin valor los billetes que circulan de mano en mano en Argentina. El de mayor denominación, de mil pesos, equivale a cuatro dólares en el mercado oficial y a poco más de dos en el extraoficial. Para las empresas, cuadrar los presupuestos y planificar a medio y largo plazo se vuelve un rompecabezas imposible y desalienta inversiones productivas.   Con el nuevo salto, la brecha entre las cotizaciones ha vuelto a aumentar. En el mercado controlado por el Gobierno, el paso hacia adelante ha sido minúsculo: de 222,5 a 223 pesos por dólar. En el “blue” (al que recurren los argentinos de a pie) y en los financieros la depreciación del peso ha sido casi del 5% en el mismo lapso.   La caída del peso es la contracara de la inflación desbocada que registra Argentina, mientras crece la desconfianza en que el Gobierno de Alberto Fernández pueda frenarla en la recta final de su mandato. Según las últimas cifras oficiales, los precios aumentaron un 7,7% entre febrero y marzo, el peor dato intermensual desde la crisis del corralito de 2001-2002.   La escalada de precios es tan rápida que ha dejado atrás incluso el ritmo de devaluación controlada que realiza el Gobierno, por lo que la mayoría de economistas daban por descontada una corrección el tipo de cambio paralelo esta semana. “La inflación de marzo por arriba de lo esperado, más emisión monetaria por el déficit, más dólar agro, más atraso cambiario, todo apunta a un dólar con alas hacia arriba en abril”, anticipó el analista Damián di Pace nada más conocerse el IPC de marzo. “Cada vez que salió un dato de inflación alto, el blue reaccionó acomodándose”, coincide la economista Elisabet Bacigalupo, de la consultora Abeceb. “Por ahora no estamos en una crisis cambiaria. No digo que no vaya a suceder”, tuiteó el periodista y economista Pablo Wende.   Bacigalupo considera que el ministro de Economía, Sergio Massa, diseñó un plan económico destinado a “aguantar hasta las elecciones” presidenciales de octubre y evitar que salte todo por los aires antes. Los numerosos controles cambiarios y las devaluaciones encubiertas por sectores —como el ‘dólar agro’ o el ‘dólar tech’— forman parte de una amplia batería de medidas que han chocado con un obstáculo inesperado: la peor sequía de los últimos 60 años.   El campo argentino, la principal fuente de ingreso de divisas, estima que la mala cosecha de esta campaña supondrá pérdidas de hasta 20.000 millones de dólares. Es un duro golpe para los productores pero también para el Estado, que aplica importantes impuestos a las exportaciones agroindustriales. La disminución de ingresos deteriora aún más las cuentas fiscales e impide la acumulación de reservas y la reducción del déficit pactadas con el Fondo Monetario Internacional a cambio de la reestructuración de una deuda de 44.000 millones de dólares. El freno del campo se reflejará también en el Producto Interior Bruto: después de dos años de crecimiento, este 2023 las previsiones son de una contracción.   Ante ese escenario adverso y a la espera de que el Banco Central decida un nuevo aumento de tasas de interés, los argentinos se vuelcan al dólar. Recurren a la moneda estadounidense para ahorrar pero también como termómetro de la salud de la economía. Ver el dólar por arriba de los 400 pesos despierta en algunos el fantasma de la hiperinflación.   La cesta de la compra, que se ha encarecido casi un 30% en el primer trimestre, es otra mala señal: a principios de año, con mil pesos se podía comprar un kilo de carne. Hoy a duras penas alcanza para dos docenas de huevos o un kilo de tomates.   El deterioro económico agrava la incertidumbre electoral y polariza aún más al país a cuatro meses de las elecciones primarias y a seis de las presidenciales. A través de las redes sociales, detractores del Gobierno peronista exigen la renuncia de Massa mientras que sus defensores advierten que en caso de ganar la oposición la pobreza aumentará y la situación empeorará aún más. La campaña electoral girará alrededor de cómo estabilizar la economía  

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