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Ecuador: enero 22, 2025

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Las protestas mantienen el pulso al Gobierno de Perú en las calles de Lima

Continúa por segundo día consecutivo la movilización en la capital. En la región de Puno se vivieron de nuevo escenas de represión con un fallecido y heridos por armas de fuego   Por segundo día consecutivo, Lima fue el epicentro de las protestas en Perú. Una multitud de manifestantes permaneció este viernes en las calles de la capital, tratando de mantener el pulso tras haber llegado desde tan lejos. Ciudadanos de las distintas regiones del país, principalmente de la sierra sur, se han congregado en la ciudad en su intento más extremo por hacerse escuchar. Los discursos de la presidenta, Dina Boluarte, y su primer ministro, Alberto Otárola, tras el primer día de la gran movilización enervaron nuevamente a los convocantes, pues los acusaron de no tener ninguna agenda social y de solo incitar el caos para tomar el poder.   La plaza de San Martín, habitual lugar de concentración de las marchas, en el centro histórico de Lima, amaneció cercada e inundada. Durante 16 horas, 50 unidades y 250 bomberos lucharon para apagar las llamas que consumieron una vieja casona aledaña. Quedaron solo escombros del edificio Marcionelli, sede del Consulado General de Suiza en los años cuarenta. El desastre, que finalmente dispersó a la marcha, generó una polémica encarnizada: ¿quién provocó el incendio? ¿Los manifestantes o la Policía? Los hechos son materia de investigación, aunque existen varios testimonios de vecinos que aseguran que se trató de una bomba lacrimógena. El ministro del Interior, Vicente Romero, desestimó esta versión: “Es totalmente falso. No produce quemaduras ni incendios. Solo emana gases”.   En el punto más álgido del conflicto, que se originó el pasado 7 de diciembre tras el intento fallido de autogolpe de Pedro Castillo, no hay visos de las autoridades ni de los medios de comunicación por desescalar la violencia. A diferencia del primer día, este viernes la mayoría de los protestantes se dirigió hacia el centro de Lima en lugar de esparcirse por otros distritos. Se concentró en la plaza Bolognesi y en el Parque Universitario. A sabiendas de que el objetivo de la ciudadanía era dirigirse hacia el Congreso, la Policía redobló su despliegue y formó un cordón inexpugnable en la avenida Abancay, que quedó sumida en el humo tóxico de las bombas lacrimógenas durante varios pasajes de la tarde y la noche. Otra vez, la protesta no logró su meta. Según la Defensoría del Pueblo, se registraron una treintena de heridos.   En las regiones, el distrito de Ilave, en Puno, fue el más afectado. Un hombre de 62 años, Isidro Arcata Mamani, falleció tras ser alcanzado por una bala que le destrozó el fémur izquierdo, y cinco ciudadanos resultaron gravemente heridos durante un enfrentamiento con los agentes de las fuerzas de seguridad, dos de ellos por armas de fuego. Se trata de José Hernani Lima, de 46 años, y Edgar Mamani Maron, de 39. Ambos fueron alcanzados en la zona abdominal. Su pronóstico es reservado. Se han viralizado escenas de los disparos de parte de los agentes a quemarropa. En Puno, además, fue incendiada una comisaría rural en el distrito de Zepita. Y, en Espinar, en la provincia del Cusco, la compañía minera Antapaccay fue saqueada.   Al cerrar la jornada, siete ministros de Estado ofrecieron una conferencia de prensa. La ministra de Salud, Rosa Gutiérrez, sostuvo que le produce “dolor contar pacientes lesionados todos los días” e hizo un llamamiento a “cuidar a nuestros hijos y darle paz a nuestro país”. Por su parte, el ministro del Interior, Vicente Romero, informó de que este viernes se detuvo a siete manifestantes y que el número de arrestos asciende a 378 desde que el inicio del conflicto. El panorama para los próximos días es, por el momento, el mismo: una multitud que no piensa claudicar en sus exigencias y un Gobierno que ha optado por atrincherarse en el poder frente a las protestas.   Fuente: El País

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La crisis en Perú: las protestas se intensifican, el Gobierno se atrinchera

La manifestación en Lima acaba con numerosos enfrentamientos y un espectacular incendio. La mayor represión sigue en las provincias del interior, donde murió otro joven, el número 55 desde que empezó la crisis Al día siguiente de su aniversario, Lima amaneció con tanques y un contingente de 11.800 policías desplazándose por su centro histórico. Las fuerzas del orden tenían la misión de aminorar el impacto de la denominada Gran Marcha de los Cuatro Suyos que reunió a diversas organizaciones civiles de la sierra sur del país. Por primera vez desde que en diciembre estalló la convulsión social, se iba a producir una movilización multitudinaria desde las regiones hacia la capital. Y el Gobierno estaba preparado para ello. La presidenta Dina Boluarte, en un discurso a la nación por la noche, aseguró que el Gobierno se mantenía “firme” y criticó a los manifestantes: “Quieren generar caos para tomar el poder”.   Existía la gran incógnita de si los limeños se sumarían en masa, y ello sucedió hasta cierto punto. En la antesala, los estudiantes de las principales universidades públicas de la capital, como la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM) y la Universidad Nacional de Ingeniería (UNI), le habían tendido la mano a los manifestantes, con refugio y donaciones. Algunos, con la venia de sus autoridades, como la UNI; y otros, en contra de ellas, como en el caso de San Marcos, donde tomaron su campus por la fuerza. Ambas entidades fueron cercadas por los agentes policiales por la mañana, pero no se produjo ningún enfrentamiento.   Enfrentamiento entre manifestantes con las fuerzas de seguridad frente al aeropuerto Alfredo Rodríguez Ballón, en Arequipa.EUROPA PRESS La esperada marcha se convocó para las cuatro de la tarde en diversos puntos de la capital, ocasionando una desorganización que se extendió a lo largo de la jornada y que acabaría por pasarles la factura. La protesta no alcanzó su objetivo: no llegó al palacio de Gobierno ni tampoco al Congreso. Por la tarde se produjo una gran represión en Abancay, una avenida estratégica que conduce hasta la sede del Poder Legislativo. No hubo víctimas, pero sí algunos heridos. Hasta donde se sabe, ninguno por arma de fuego. A diferencia de las regiones de la sierra sur, en la capital la policía no empleó armas letales. Claramente, el tratamiento para “controlar” las movilizaciones no fue el mismo de anteriores ocasiones.   Poco antes de las ocho, la plaza San Martín del centro de Lima parecía un marco favorable para la protesta. La gente continuaba llegando en gran número. Y por fin se había envalentonado para dirigirse hacia el Congreso. Fue en ese preciso instante cuando una vieja casona de una de las esquinas de la plaza comenzó a arder. En medio de la confusión, la policía recuperó terreno, cercando otra vez la plaza. A medida que el fuego consumía el inmueble, se consumió la marcha. Y los manifestantes acabaron por dispersarse. Se necesitaron más de cinco autobombas y tres cisternas de agua para controlar el incendio. Un grupo de vecinas, que no se identificaron, señalaron que el siniestro fue provocado por una bomba lacrimógena que cayó en la azotea, aunque el Gobierno lo negó más tarde.   Mientras las llamas del edificio teñían de rojo el cielo de la capital peruana, la presidenta Dina Boluarte dio un mensaje a la nación, donde lejos de empatizar con un gran grupo de la ciudadanía que marchó en las calles, satanizó la protesta al remarcar que se trata de “unos malos ciudadanos que buscan quebrar el Estado de derecho, generar caos, desorden y tomar el poder”. Aseguró que “el Gobierno está firme y su gabinete más unido que nunca”. Incendio en un edificio de Lima durante las protestas del jueves.MARTIN MEJIA (AP) Mientras eso sucedía en Lima, en Juliaca fallecía un ciudadano que había quedado gravemente herido la noche anterior por el impacto de un arma de fuego. Se trataba de la segunda víctima de Macusani, provincia de Carabaya, donde un grupo de pobladores incendió una comisaría y la sede del Poder Judicial en la noche del miércoles. Pero no fue el único incidente en la región que colinda con Bolivia. Nuevamente, los juliaqueños intentaron tomar el aeropuerto Inca Manco Cápac y fueron repelidos por la policía. El resultado: siete civiles y dos agentes heridos.   En Arequipa, la convulsión sumó la víctima 55 del conflicto. Jhancarlo Condori Arcana, un hombre de 30 años que recibió una herida letal en el abdomen. En la Ciudad Blanca los manifestantes también trataron de ingresar por la fuerza al aeropuerto Alfredo Rodríguez Ballón, pero no lo consiguieron. El Ejecutivo declaró a las regiones de Amazonas, La Libertad y Tacna en estado de emergencia durante 30 días. Después de esta primera gran marcha en la capital, los manifestantes se mantendrán en las calles.   Un manifestante antigubernamental era detenido en Lima el jueves.MARTÍN MEJÍA (AP) Fuente: El País

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