El uso de antiinflamatorios no esteroides (AINEs) fue puesto en duda desde el inicio de la pandemia luego de que el ministro de Salud francés tuiteara allá por marzo de 2020 que la toma de antiinflamatorios como el ibuprofeno y la cortisona podría ser un factor agravante de la infección por COVID-19.
Eso, a sabiendas de que la enfermedad causada por el SARS-CoV-2 lo que genera en el organismo es una “cascada inflamatoria” y pese a que la propia Organización Mundial de la Salud (OMS) y algunas autoridades reguladoras como la Agencia Europea de Medicamentos (AEM, por sus siglas en inglés), el Servicio Nacional de Salud (NHS, por sus siglas en inglés) del Reino Unido, la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) en España y la Health Products Regulatory Authority (HPRA) en Irlanda manifestaron en aquella oportunidad que no existía evidencia que permita afirmar un agravamiento de la infección por COVID-19 con el ibuprofeno u otros antiinflamatorios no esteroides.
Ahora sí hay evidencia. Y precisamente plantea que “el uso de AINEs no se asocia con una mayor mortalidad o una mayor gravedad de COVID-19”. A esa conclusión llegaron investigadores británicos en un estudio publicado en la revista The Lancet Rheumatology, en cuyas conclusiones instaron a los formuladores de políticas a “considerar revisar los consejos emitidos sobre la prescripción de AINEs y la gravedad de COVID-19”.
“Los medicamentos antiinflamatorios no esteroides proporcionan una analgesia eficaz y son importantes en el tratamiento de enfermedades inflamatorias -argumentaron los científicos-. Forman parte de la escala del dolor de la OMS y tienen propiedades ahorradoras de opioides, respaldadas por datos de ensayos aleatorizados”.
El uso de este tipo de medicamentos está generalizado contra la fiebre y dolores comunes. Su sustancia activa es el ibuprofeno, y en menor medida el ketoprofeno.
“Ahora tenemos una prueba clara de que los AINEs pueden emplearse con toda seguridad en pacientes con COVID-19”, aseguró el doctor Ewen Harrison, de la Universidad de Edimburgo y autor principal del estudio llevado a cabo entre 72.000 pacientes.
El ensayo aleatorizado realizado en el Reino Unido encontró que el ibuprofeno redujo la gravedad de los síntomas de la infección aguda del tracto respiratorio en pacientes de la comunidad. En modelos preclínicos, hay evidencia de que los AINEs disminuyen el edema pulmonar, disminuyen la fuga endotelial y reducen la gravedad del síndrome de dificultad respiratoria aguda (SDRA), lo que sugiere que podrían ser útiles en el tratamiento de COVID-19, con al menos un ensayo clínico actualmente en curso.
“El ibuprofeno no daña, por el contrario, es un potente antiinflamatorio no esteroideo, que puede ayudar enormemente a la mejoría clínica y a evitar la progresión a ventilación mecánica en SARS-CoV-2”, aseguraba hace un año a Infobae Alexis Doreski, médico especialista en medicina interna, neumonólogo (MN 141740) e investigador clínico. Y amplió: “El coronavirus es una enfermedad inflamatoria; puede tratarse con paracetamol, que es un antipirético y analgésico y llegar a estadios de la enfermedad avanzados sin fiebre ni dolor, pero sin frenar el efecto inflamatorio. Estamos ante una enfermedad inflamatoria y no tiene lógica tratarla sin un antiinflamatorio”.
Doreski, quien además es director de investigación clínica y uno de los fundadores de Fundación Respirar, no tiene dudas de que el COVID-19 “es una enfermedad infectoinmunoinflamatoria, es decir que involucra la propia autoinmunidad en muchísimos casos, que se ve exacerbada con el virus como desencadenante, y es por este motivo, entre otros, que cuesta tanto reducir el nivel de inflamación a nivel intersticial cuando se observa ese tan conocido ‘vidrio esmerilado’ en la tomografía de tórax”. Y tras explicar que “el vidrio esmerilado no es otra cosa que inflamación en el pulmón, que puede, si se la deja avanzar, convertirse en depósitos de colágeno (fibrosis) a nivel del intersticio”, el neumonólogo ahondó: “Este depósito de colágeno, esta fibrosis, no hace otra cosa que evitar que el oxígeno ingrese a la sangre a través de los alvéolos, y por lo tanto también evita que eliminemos el dióxido de carbono, que es el residuo generado en nuestro organismo que necesitamos eliminar en cada exhalación”.
“Esta fibrosis es irreversible, al menos por el momento y en el estado actual de la ciencia, y es lo que tratamos de evitar por todos los medios, ibuprofeno, corticoides y anticuerpos monoclonales mediante dirigidos como misiles hacia células de inflamación e interleuquinas que median la llamada cascada inflamatoria”, profundizó el especialista que está a cargo del proyecto cordobés “Ibuprofeno inhalado” en Buenos Aires, un trabajo que prueba una formulación farmacéutica a base de ibuprofeno, inhalatoria y nebulizable.
Para él, “hay una cantidad muy grande de bibliografía que actualmente apoya el uso de ibuprofeno como medicamento en pacientes con COVID-19”. “La mala prensa que tuvo al comienzo de la pandemia prácticamente enterró nuestro proyecto de uso de ibuprofenato inhalado en pacientes con infección por SARS-CoV-2 -analizó Doreski-. Las regulaciones internacionales y también las locales son muy estrictas con respecto a la autorización de emergencia de un medicamento, y es necesario hace tiempo llevar adelante un ensayo clínico doble ciego que demuestre, en un grupo que reciba standard of care más ibuprofeno inhalado versus otro grupo que reciba standard of care y no ibuprofeno inhalado sino placebo, la superioridad de un grupo poblacional sobre el otro”.
Según sus observaciones, que representan un nivel inicial de evidencia pero es evidencia al fin, un paciente que desatura (esto es, que presenta una saturación de oxígeno medida indirectamente a través de un oxímetro de pulso menor a 94%) y es tratado con esta terapia, “revierte esa falta de oxigenación en muy pocas nebulizaciones”. “Tenemos confirmado por la observación que esto no es azar, que no se da en uno o dos pacientes de cada diez, sino todo lo contrario: hay un paciente de cada diez tratados que no responde a la nebulización. A este grupo los llamamos los ‘no respondedores’ y probablemente se deba al tipo de inflamación mediada por diferentes células, diferentes caminos que toma la enfermedad dependiendo de la situación inmunoinflamatoria del huésped”, explicó el neumonólogo.
La idea surgió hace siete años y es del doctor en Bioquímica Dante Beltramo, investigador principal del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) y del Centro de Excelencia en Productos y Procesos de Córdoba (Ceprocor), quien modificó la molécula del ibuprofeno haciéndola 100% soluble en agua para administrarlo en nebulizaciones con el objetivo de tratar a pacientes con fibrosis quística, una enfermedad genética con altas tasas de mortalidad que afecta a niños y adolescentes.
Con la posibilidad de establecer protocolos de tratamientos compasivos ampliados, con el aval del gobierno cordobés, Beltramo empezó a investigar si era posible aplicar la molécula para esta nueva enfermedad.
“El producto consiste en una ‘solución hipertónica de ibuprofeno’ (ibuprofenato sódico soluble)” que, al someterlo al sistema de nebulización, “genera partículas con efecto viricida, que al intercalarse en la bicapa lipídica de virus envueltos como el SARS-CoV-2 desestabilizan la membrana generando lisis, o sea, muerte del virus”, había explicado en exclusiva a Infobae en agosto pasado.
Mientras la autorización de emergencia del tratamiento aguarda los pasos formales de la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (Anmat), se impone en el país su uso compasivo en las provincias de Jujuy, Santa Fe, Córdoba y Mendoza. Además, en La Plata, en la Clínica Independencia de Munro y a domicilio a quien lo solicite a través de la Fundación Respirar, con las grandes limitaciones de una institución pequeña y con recursos humanos al límite en este momento. ¿El resultado? “Los pacientes con disnea, hipoxemia, con enfermedad moderada a severa y con comorbilidades de todo tipo experimentan una mejoría inmediata de los síntomas”, concluyó Doreski.