El País .- La operación, por valor de 69.000 millones de dólares, es la mayor en décadas en el sector de la tecnología de consumo
Microsoft ha anunciado este viernes el cierre de la compra de Activision Blizzard por 69.000 millones de dólares, después de que una batalla de casi dos años con los reguladores de EE UU, el Reino Unido y la Unión Europea amenazara con frustrar el acuerdo. La operación, la mayor en el sector de tecnología de consumo desde que AOL compró Time Warner hace más de dos décadas, indica que los gigantes del sector siguen siendo libres de utilizar sus reservas de efectivo para hacerse aún más grandes pese a las políticas antimonopolísticas de los regularadores.
La que es también la mayor adquisición de la historia de la industria del videojuego otorga a la tecnológica una posición de predominio frente a sus rivales, del quinto al tercer puesto mundial del sector, por detrás de Tencent Holdings y Sony Group. La adquisición supone un giro asombroso después de que los ejecutivos de Microsoft subestimaran el alcance de las objeciones antimonopolio, especialmente estrictas tanto en EE UU como en el Reino Unido, lo que obligó al gigante del software a solicitar a Activision una prórroga de tres meses del plazo de vencimiento del acuerdo. Bruselas aprobó con condiciones la compra en mayo.
El fabricante de software pudo cerrar la operación tras introducir modificaciones en su acuerdo de fusión para convencer a las autoridades británicas. La Comisión Federal de Comercio de EE UU (FTC, en sus siglas inglesas), que perdió un intento de bloquear la operación en los tribunales, sigue adelante con las acciones legales en su propia instancia administrativa. Esto podría obligar a las dos empresas a deshacer el acuerdo si la FTC tiene éxito.
La Autoridad de Competencia y Mercados del Reino Unido ha anunciado este viernes que había aprobado el acuerdo tras aceptar un plan de reestructuración que incluía la venta de algunos derechos de juego al editor francés Ubisoft Entertainment. Al regulador británico le preocupaba preservar la libre competencia en el incipiente mercado de los juegos en streaming a través de la nube, mientras se configura y generaliza el metaverso.
Entre los títulos de Activision se encuentra el universalmente popular Candy Crush y sus derivados. Sin embargo, el retraso de casi dos años significa que Microsoft se ha quedado aún más atrás en ese espacio en medio de una contracción en un sector sobresaturado. La empresa sigue enfrentada a Apple por el acceso a su tienda de aplicaciones. En 2020, el presidente de Microsoft, Brad Smith, criticó las condiciones de Apple, que incluyen un recorte del 30% de los ingresos de los desarrolladores y restricciones al juego en la nube. La aplicación de Apple sigue siendo inhóspita para el servicio de juegos en la nube de Microsoft, al que los usuarios de iOS tienen que acceder a través de un navegador móvil.
El cierre de la operación supone una victoria para las tecnológicas, y tal vez un precedente, frente al colosal esfuerzo de gobiernos de todo el mundo por tomar medidas contra empresas como Microsoft, Google, Apple, Amazon y Meta, propietaria de Facebook. Las cortapisas de los reguladores se han multiplicado en los últimos años. La FTC trató de impedir que Meta comprara una start-up que fabrica un juego de fitness de realidad virtual. El año pasado, el Departamento de Justicia estadounidense interpuso una demanda para impedir la compra de una empresa de tecnología sanitaria para evitar que la adquisición proporcionase a una de las mayores aseguradoras del país datos sobre sus competidores. El gigante del comercio digital Amazon acumula litigios por competencia desleal y por haberse comido a sus pequeños competidores. La última demanda por inflar los precios y minar a la competencia se presentó el mes pasado.
Reclamación de Hacienda
Microsoft apelará una decisión del Servicio de Impuestos Internos de EE UU (IRS, en sus siglas en inglés; Hacienda) según la cual el fabricante de software debe al menos 28.900 millones de dólares en impuestos, supuestamente impagados a consecuencia de su peculiar forma de registrar los ingresos y gastos entre sus filiales globales de 2004 a 2013. La compañía comunicó este miércoles tras el cierre de Wall Street que no estaba de acuerdo con los “avisos de ajuste propuesto” a sus declaraciones de impuestos federales y que apelará la decisión.
La disputa se centra en una auditoría del IRS de 2012 sobre los precios de transferencia, un método utilizado por las empresas para trasladar beneficios a paraísos fiscales y evitar el tipo del impuesto de sociedades vigente en EE UU. En aquel momento, Microsoft había estado trasladando miles de millones de dólares en beneficios a jurisdicciones como Puerto Rico, un territorio estadounidense que aplica un tipo impositivo de sociedades mucho más bajo.
La empresa ha cambiado su estructura y prácticas corporativas desde los años cubiertos por la auditoría, por lo que las cuestiones planteadas por el IRS no son relevantes para la forma en que se registran los ingresos en la actualidad, dijo Daniel Goff, vicepresidente de Microsoft, en una entrada de blog.