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Ecuador: julio 26, 2024

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Ecuador, julio 26, 2024
Ecuador Continental: 23:37
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La deforestación de la Amazonia cae un 22% en el primer balance anual desde el regreso de Lula al poder

El País .- La mayor selva tropical del mundo perdió 9.001 kilómetros cuadrados, el equivalente a Chipre La medición más precisa y fiable ha confirmado la tendencia apuntada por los datos preliminares en los últimos meses. La deforestación en la Amazonia cayó un 22,3% entre agosto de 2022 y julio de 2023, según el último balance anual realizado por el Instituto de Investigaciones Espaciales de Brasil (INPE) y divulgado este jueves. Es decir, la mayor selva tropical del mundo, un ecosistema clave para mitigar el calentamiento global, perdió en ese periodo 9.001 kilómetros cuadrados, una superficie equivalente al tamaño de Chipre. El dato es una buena noticia para el presidente Luiz Inácio Lula da Silva, que desde su regreso al poder ha colocado la protección de la Amazonia y el medioambiente entre sus prioridades. Durante el mandato de Jair Bolsonaro la tala ilegal aumentó de manera acelerada y solo en su último año cambió la tendencia para empezar a disminuir. Fue considerado un villano ambiental planetario. El dato de deforestación anual en la Amazonia es una especie de examen de fin de curso para los gobernantes brasileños de cara al exterior. Todos ellos son conscientes de que, desde hace más de dos décadas, el mundo mide el desempeño de su país en materia ambiental por el porcentaje de aumento o disminución. Durante la campaña electoral, Lula prometió deforestación cero para 2030, un objetivo de lo más ambicioso. Al presentar los resultados, la ministra de Medio Ambiente y Cambio Climático, Marina Silva, declaró: “Este resultado es fruto del trabajo de todos nosotros. Es un trabajo para el que ya teníamos know-how [conocimientos técnicos] de nuestra gestión anterior. Ahora lo hemos actualizado y estamos viendo estos resultados”, ha explicado la veterana política que ya ostentó ese mismo cargo hace dos décadas, también con Lula. Fue el periodo en el que la deforestación de la Amazonia cayó de manera más abrupta. Durante sus cinco años como ministra en aquella primera etapa, la tala ilegal se redujo a la mitad hasta los 12.900 kilómetros cuadrados. Los estragos del cambio climático también se notan en la Amazonia. El rio Amazonas, el más largo y caudaloso del mundo, sufre una sequía histórica agravada por El Niño mientras Manaos y otras ciudades de la región llevan semanas envueltas en un humo asfixiante que procede de los incendios ilegales. Lula tiene previsto viajar a la COP28, que empieza a finales de mes en Dubái. Sin duda, el mandatario brasileño esgrimirá en la cumbre climática de la ONU esta caída del 22,3% en la deforestación en la Amazonia como baza negociadora. También es de esperar que la utilice en las complejas negociaciones que Mercosur mantiene con la Unión Europea para intentar cerrar de una vez por todas el acuerdo comercial, atascado por exigencias medioambientales. Uruguay ha dado un ultimátum para cerrarlo antes de fin de año. Y tanto Lula como el presidente de España, Pedro Sánchez, se han comprometido ha reforzar los esfuerzos para esa fecha ahora que Brasil preside Mercosur y España, la UE. El Instituto de Investigaciones Espaciales elabora este balance anual de la deforestación en base a las mediciones hechas por satélite con un sistema llamado Prodes, que es mucho más preciso para calcular la superficie arbórea desaparecida que el sistema Deter, que ofrece datos semanales pero basados en las alertas que usan los equipos de agentes medioambientales para movilizar a los inspectores. El presidente Lula y Marina Silva aparcaron sus diferencias para unirse en la campaña electoral con la misión compartida de derrotar a Bolsonaro en las urnas. La exigencia de la antigua recolectora de caucho para apoyar al líder de la izquierda brasileña fue que la política de protección medioambiental fuera transversal. Exigía voluntad política y medios. La ministra Silva se ha felicitado de que los inspectores ambientales se hayan duplicado con este Gobierno. Bolsonaro llegó al poder en 2018 con un discurso de desprecio de las políticas ambientales y de negación de la emergencia climática que envalentonó a todo tipo de delincuentes que explotan ilegalmente la Amazonia. Para el antiguo militar, la vía más eficaz de combatir la miseria en esa región, la más pobre de Brasil, era explotar las riquezas de la selva tropical.  

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1.000 hectáreas de bosque son restauradas en la provincia de Sucumbíos

El Universo .- Durante un evento desarrollado en la Reserva Ecológica Cofán Bermejo, en la provincia de Sucumbíos, el Ministerio del Ambiente, Agua y Transición Ecológica (Maate) anunció la restauración de 1.000 hectáreas de bosques, como resultado de la implementación del proyecto de restauración forestal ejecutado en la parroquia La Nueva Troncal, ubicada dentro del cantón Cascales. El encuentro fue liderado por la Viceministra de Ambiente, Gabriela Manosalvas, y contó con la presencia de autoridades y representantes de las cinco comunidades que trabajaron de manera conjunta. Las labores iniciaron en octubre de 2020, con la firma del convenio de cooperación interinstitucional entre el Maate y el Municipio de Cascales. Durante los 32 meses de trabajo se invirtieron más de $ 272.000, logrando la plantación de 46.140 árboles y la identificación de 12.310 árboles de regeneración natural, en 295 predios intervenidos. Esta iniciativa no solo benefició directamente a 296 personas con la entrega de incentivos y fortalecimiento de capacidades, sino que también tuvo un impacto positivo indirecto en más de 1.500 personas de las comunidades involucradas: San José de Aguarico, Jesús del Gran Poder, Wamak Urku, Pastaza y San Francisco (Shyris). En total 384,5 hectáreas fueron destinadas a mejorar la recuperación de los sistemas productivos (modalidad activa) y 615,5 hectáreas para promover la continuidad de la sucesión ecológica en las áreas de regeneración natural (modalidad pasiva). El establecimiento y localización de plantas implicó el uso de especies nativas provenientes de árboles semilleros de las mismas comunidades. La reintegración de estas especies fue un paso importante para contribuir a la recuperación del ecosistema y especies amenazadas. Se priorizaron árboles maderables, frutales y medicinales. “Hasta la fecha, hemos logrado consolidar la ejecución de actividades de restauración en un total de 16.036,82 hectáreas y lo que es aún más alentador, bajo los lineamientos del Proyecto Nacional de Restauración del Paisaje, estamos programando actividades adicionales en 6.064 hectáreas más”, indicó Manosalvas. “Lo más importante han sido los resultados socioeconómicos, la dinamización de la economía y la reactivación social en las comunidades”, agregó. Por otro lado, la oficial del Área de Ambiente y Energía del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), Mireya Villacís, se refirió a la contribución de los proyectos de restauración forestal para el país, en su proyección de alcanzar los objetivos de desarrollo sostenible. Destacó del proyecto, el fortalecimiento y apoyo a bioemprendimientos, como una estrategia para la sostenibilidad a largo plazo de las áreas en proceso de restauración. Por su parte, Eugenio Tapuy, representante de los beneficiarios y presidente de la Asociación Kichwa San Francisco, acotó que “el desarrollo de este proyecto de restauración permitió generar mayor unión en las comunidades, gracias al establecimiento de objetivos y beneficios compartidos a partir de la restauración de los bosques en sus tierras”. El esfuerzo no culminó con la plantación e identificación de los árboles, sino que continuó con dos mantenimientos posteriores a cargo de los beneficiarios. Estos cuidados incluyeron limpieza del terreno (coronamiento), eliminación de maleza y lianas. Además, se capacitó a los participantes a través de talleres con enfoque inclusivo y de equidad de género y se dotó de equipos para el desarrollo de bioemprendimientos, fomentando así la sostenibilidad a largo plazo de las áreas en proceso de restauración.

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Los países de Amazonia debaten cómo mantener la selva en pie y generar riqueza por medios lícitos

El País .- El venezolano Maduro falla por una otitis a la cumbre convocada por Lula con los ocho países que albergan la selva tropical   La Amazonia es tan valiosa para la salud planetaria como complejos son sus problemas. Pero, para muchos de los que no la conocen de cerca, es un santuario a no tocar o un escenario de aventuras formidables. Invitados por el presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, los ocho países que albergan la mayor selva tropical del mundo, los que lidian con sus infinitos problemas cotidianos, han debatido este martes en una ciudad amazónica, Belém, sobre cómo preservar el ecosistema, combatir la deforestación y generar riqueza por medios lícitos para los 50 millones de personas que viven bajo las copas de los árboles milenarios de los que tanto se habla en las cumbres climáticas. Porque ahora mismo, las actividades ilegales que están destruyendo la selva resultan mucho más lucrativas. Los países amazónicos han pedido al mundo rico que cumpla sus compromisos y les ayude a financiar los pasos necesarios para lograr un desarrollo que combine preservación y prosperidad en este ecosistema crucial para frenar el calentamiento global.   Seis millones de kilómetros cuadrados tiene la Amazonia, 1,5 veces la extensión de la Unión Europea. Al resto del mundo le afecta lo que aquí ocurra porque alberga el 20% de las reservas de agua dulce del planeta y una biodiversidad excepcional. Pero también es una especie de lejano oeste con la población de España, escasa presencia del poder público, extremadamente pobre y carcomido por la deforestación, el narcotráfico, el contrabando, la minería o la pesca ilegal. La de Belém es la primera reunión que la Organización del Tratado de Cooperación Amazónica celebra en 14 años. la cita ha reunido a los presidentes de Brasil, Bolivia, Colombia y Perú junto a represetantes de menor nivel del resto —Ecuador, Guyana, Surinam y Venezuela—. La ausencia de Nicolás Maduro, anunciada de víspera con el argumento de una otitis, supone un revés para Lula, que ha hecho grandes esfuerzos para sacarlo del ostracismo diplomático. Para la peruana Dina Boluarte ha sido, en cambio, su primer viaje al extranjero desde que asumió el poder tras un fallido intento de golpe.   Aunque los países amazónicos se han comprometido a estrechar relaciones para forjar un bloque para las cada vez más cruciales negociaciones climáticas, la cumbre se ha quedado corta en resultados concretos: Lula no ha logrado que todos se sumaran al compromiso ya adoptado por Brasil y Colombia de reducir la deforestación a cero para 2030, una meta ambiciosa. Los resultados preliminares indican que la tala ilegal ha caído notablemente en Brasil desde que Lula gobierna pero habrá que esperar a fin de año para saber si los satélites más precisos confirman esas cifras.   Lula ha chocado con uno de sus principales invitados, su homólogo Gustavo Petro, sobre los combustibles fósiles. El colombiano quiere prohibir por ley la explotación petrolífera en la Amazonia mientras el brasileño mantiene una postura ambigua y se refugia en la necesidad de emprender una transición más tranquila. Petro se lo ha afeado en público con un golpe contundente: “[Los Gobiernos de] derecha tienen una escapatoria fácil, que es el negacionismo. Niegan la ciencia. Para los progresistas es muy difícil. Entonces genera otro tipo de negacionismo: hablar de transiciones”, ha dicho el mandatario que cumple un año en el cargo y está en medio de un huracán político por las revelaciones sobre la financiación de su campaña presidencial y los manejos de su hijo Nicolás.   La declaración final de Belém, que ocupa unas 20 paginas, no incluye ningún compromiso ni referencia a los combustibles fósiles. Es un asunto sensible para Lula porque la petrolera estatal ya extrae petróleo en la selva y tiene ambiciosos proyectos en otros puntos de la región.   El texto pactado por los ocho países sí que recalca el compromiso de trabajar juntos para que Amazonia no alcance el punto de no retorno, es decir, el momento en que en vez de absorber emisiones nocivas para el medio ambiente las genere. Y la declaración también incluye una alusión, aunque sin mencionarlo explícitamente, al acuerdo comercial entre la Unión Europea y Mercosur, que la UE esperaba rematar con el regreso de Lula a la presidencia pero que está atascado por las exigencias medioambientales planteadas por los europeos al texto pactado hace ya cuatro años. Los países de la Amazonia condenan “la proliferación de medidas comerciales unilaterales que, con base en requisitos y regulaciones ambientales, suponen barreras comerciales que afectan principalmente a los pequeños productores de países en desarrollo (…) y los esfuerzos para erradicar la pobreza y aliviar el hambre”.   El encuentro de países amazónicos continúa el miércoles con la incorporación de los principales países donantes de proyectos de desarrollo sostenible en Amazonia, Noruega y Alemania. También se sumarán al debate en Belém representantes de los países que acogen las otras grandes selvas tropicales del planeta, Indonesia, Congo y la República Democrática de Congo, con la vista puesta en actuar de manera coordinada en los foros internacionales, donde a ojos de Lula les plantean muchas exigencias de preservación sinn recibir a cambio ayuda para emprender un desarrollo sostenible, crear alternativas a la lucrativa explotación ilegal y sacar de la pobreza a los habitantes de estos valiosos ecosistemas.   Reflejo de las contradicciones y complejidades de la Amazonia, Belém es la capital de Pará, el Estado brasileño con los peores índices de deforestación, un territorio con 27 millones de cabezas de ganado, tres veces más que habitantes, responsables de que sea campeón en emisiones de gases nocivos. Está previsto que la ciudad acoja la gran cumbre climática de la ONU en 2025, la llamada COP 30. La cita actual es el ensayo. El sueño de Lula es que dentro de dos años el mundo conozca la Amazonia con todos sus matices y colabore para preservarla.

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Más de un tercio de la selva amazónica sin deforestar está degradada por incendios, sequías y la acción humana

EL PAÍS .- Dos revisiones científicas publicadas en ‘Science’ alertan del deterioro acelerado de este bosque tropical clave para la biodiversidad y el clima del planeta La situación de la selva amazónica es crítica. Aunque por lo general se suele graduar la alarma en torno a este bosque tropical clave para la biodiversidad y el clima del planeta en función de las cifras de deforestación, un equipo internacional de investigadores ha calculado ahora que más de un tercio de la Amazonia que queda sin deforestar está degradada por sequías, incendios u otros efectos relacionados con las actividades humanas. Este es uno de los dos estudios publicados esta semana en la revista Science que actualizan los conocimientos científicos sobre el estado actual de la selva amazónica, ambos con unas conclusiones preocupantes.   Este primer trabajo, realizado por una treintena de científicos de la Universidad de Lancaster, en el Reino Unido, y de diferentes instituciones brasileñas, como la Universidad Estatal de Campinas, el Instituto de Investigación Ambiental de la Amazonia (IPAM) o el Instituto Nacional de Investigación Espacial (INPE), no se fija en la parte de la Amazonia que se ha quedado sin árboles, sino en la que se sigue manteniendo como selva. “La deforestación implica una pérdida del dosel del bosque y un cambio en el uso de la tierra [por ejemplo, a cultivo agrícola], pero la degradación es un proceso que afecta a los bosques remanentes”, precisa Jos Barlow, investigador de la Universidad de Lancaster y uno de los autores de esta revisión científica, que da datos concretos: “Mientras que alrededor del 17% de la Amazonia ha sido ya deforestada, el 38% de la selva que queda puede estar degradada de alguna manera”.   Esta degradación ocurre por el efecto frontera con las áreas ya deforestadas, las talas selectivas, los incendios o las sequías extremas, que los investigadores aseguran que se están intensificando por el cambio climático provocado por la especie humana. Aunque en este caso el bosque no desaparece, su deterioro tiene unos efectos sobre el ciclo del carbono, el funcionamiento de los ecosistemas y los medios de subsistencia de las poblaciones locales de los que ahora empieza a entenderse su especial relevancia. Así, por ejemplo, según las estimaciones de los científicos, estas perturbaciones en la Amazonia sin deforestar generan unas emisiones de carbono de entre 0,05 y 0,20 Pg (petagramos) de carbono al año (un petagramo equivale a una gigatonelada, es decir, a mil millones de toneladas), una cantidad comparable a la que causa la deforestación de forma anual.   Como señala David M. Lapola, investigador del Laboratorio de Ciencias del Sistema Terrestre de la Universidad Estatal de Campinas y autor principal del trabajo, “esto no significa que no se deba poner el foco en la deforestación, especialmente después de que haya vuelto a aumentar en el último año, pero nuestra revisión muestra que hay otros procesos importantes en curso que en su mayoría se han pasado por alto hasta ahora”.   Aunque el trabajo muestra la magnitud de la actual degradación de la selva tropical no deforestada, los investigadores inciden en que la deforestación también contribuye a agravar este fenómeno, ya sea directamente, al exponer los bordes del bosque al microclima más cálido de los campos abiertos, o, indirectamente, provocando que los incendios sean más probables o que resulte más fácil penetrar en la selva para llevar a cabo talas.   Según destaca Barlow, “nuestro estudio considera crítico prevenir la deforestación, pero también muestra que eso por sí solo no será suficiente: necesitamos nuevas intervenciones que aborden la tala ilegal y reduzcan el riesgo de incendios forestales, que son cada vez más probables debido al cambio climático”.   El vertiginoso ritmo de los cambios El segundo estudio publicado en Science no resulta menos alarmante para la selva amazónica, considerado por los científicos un componente clave de la biodiversidad y el clima de la Tierra. No en vano, este bosque tropical que ocupa el 0,5% de la Tierra da refugio al 10% de todas las plantas y vertebrados conocidos, además de tener un papel significativo en los ciclos globales de agua o carbono.   En este caso, investigadores de otro amplio equipo internacional en la que han participado, en otras instituciones, la Universidad de Louisiana en Lafayette (EE UU), la Universidad de Bergen (Noruega) o la Universidad de São Paulo (Brasil), han comparado el ritmo de los cambios por efecto de la acción humana en la Amazonia y otros grandes espacios de Sudamérica y el mundo. Su conclusión es que los procesos que alteran los ecosistemas de la Amazonia son cientos o miles de veces más rápidos que otros fenómenos climáticos y geológicos naturales. Las principales causas son las modificaciones en el uso de la tierra (por desmontes, incendios forestales y erosión del suelo), las alteraciones en el uso del agua (por la construcción de represas, la fragmentación de los ríos y el aumento de la sedimentación por la deforestación), y el aumento de la aridez por el calentamiento del planeta.   Según los autores de este segundo trabajo, el mensaje clave es que la selva amazónica está siendo degradada por las actividades industriales humanas a un ritmo muy por encima de todo lo conocido anteriormente, poniendo en peligro sus vastas reservas de biodiversidad y servicios ecosistémicos de importancia planetaria. Asimismo, los científicos predicen que, dado el enorme papel de la Amazonia en el ciclo hidrológico planetario, es esperable que la deforestación a gran escala de esta región empuje a todo el sistema terrestre hasta un clima global cualitativamente diferente.   El investigador Barlow, de la Universidad de Lancaster, considera que “los dos estudios muestran que la situación es increíblemente urgente y resaltan la importancia de detener una mayor deforestación y abordar la degradación para hacer que la Amazonia sea lo más resistente posible al cambio climático”.   Para Lapola, de la universidad brasileña de Campinas, “de forma vergonzosa, no encontramos formas exitosas y generalizadas de vivir y utilizar el bosque tropical más grande del mundo”.

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