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Ecuador: julio 26, 2024

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Ecuador, julio 26, 2024
Ecuador Continental: 19:27
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El ‘impuesto saludable’ más ambicioso de Latinoamérica se estrena en Colombia

El País .- La medida de salud pública impone una tasa progresiva inicial del 10% a una serie de alimentos y preparaciones ultraprocesadas como las bebidas azucaradas, los dulces o algunos embutidos Para diversos expertos en salud pública de Chile y México caben pocas dudas. Los impuestos a una serie de alimentos y preparaciones ultraprocesadas que entran hoy en vigencia en Colombia constituyen la batería de medidas en salud pública más ambiciosa de la región. En otros países ha habido avances, por ejemplo, en la regulación de la publicidad en horarios familiares y el etiquetado frontal con los valores nutricionales de los productos. O en la implementación de políticas fiscales enfocadas, sobre todo, en gravar a las bebidas azucaradas. Pero la llamada “ley de comida chatarra” colombiana, impulsada por colectivos de la sociedad civil e incluida dentro de la reforma tributaria del presidente Gustavo Petro, engloba la visión más completa hasta el momento, según los observadores. Por ejemplo, Guillermo Paraje, reconocido economista de la Universidad Adolfo Ibáñez de Chile, afirma: “En Chile no hay impuestos por ingredientes en alimentos. El caso colombiano es bastante novedoso y yo diría que es el más avanzado a nivel regional e inclusive entre los más adelantados a nivel mundial, porque no conozco otros casos de países que hayan puesto impuestos a los alimentos ultraprocesados de manera tan comprensiva”. Se trata de una medida muy resistida por las grandes corporaciones desde hace años. El pulso legislativo en Colombia, al igual que otros países, ha estado marcado por la mano dura del lobby empresarial y los debates en torno a la efectividad de estas medidas sobre la salud pública. De acuerdo con la nueva reglamentación, el gravamen para las bebidas azucaradas y los alimentos ultraprocesados será gradual. Durante lo que resta de este año recibirán un aumento del 10%, luego un 15% en 2024, hasta llegar al 20% en 2025. En el caso de las bebidas, el impuesto se ajustará desde los 18 pesos según la concentración de azúcar por cada 100 mililitros. La postura de la industria ha sido de total escepticismo. Uno de los argumentos más repetidos es que los mayores afectados serán los pequeños tenderos y productores con poco margen de maniobra para adaptar la composición de sus productos a niveles saludables. También millones de colombianos aquejados por las dificultades económicas y la escalada en el precio de los alimentos, con una inflación que se disparó entre 2021 y 2022 y se viene reduciendo lentamente. La última carta de los industriales fue una serie de demandas que la Corte Constitucional desestimó el pasado 25 de octubre. Una postura que la activista Paulina Magaña, de la oenegé mexicana Poder del consumidor, pone en contexto: “En México fue igual. En los primeros años hubo estudios científicos patrocinados por la industria para sugerir que el impuesto a las bebidas azucaradas, que se introdujo en 2014, no funcionó”. Trabajos de la Facultad de Medicina de la Universidad Javeriana han evidenciado que entre los riesgos asociados a la mortalidad en Colombia se hallan al alza las cifras de hipertensión o pre hipertensión. Algo más del 40% de la población, tanto adulta como infantil, padece de alguna de estas dos condiciones. Y los trabajos académicos revelan que uno de los mayores problemas es el alto nivel de consumo de sal. Por eso, desde diversas organizaciones médicas y civiles se han adelantado campañas cada vez más incisivas para atenuar el consumo de alimentos altos en sodio, azúcares añadidos o grasas saturadas. Las cifras de obesidad y sobrepeso también han ido aumento. Y para 2021 el ministerio de Salud calculaba que un 56,4% de los colombianos tenían exceso de peso. Una suma de realidades que rivalizan con las aprehensiones económicas del sector comercial, desde donde pocas fórmulas para desalentar el consumo de la comida etiquetada como chatarra se ajustan a sus expectativas. “Un salchichón de tienda, por ejemplo, que tiene menos carne que aditivos, quedó exento del gravamen”, se queja en una columna del diario El Tiempo el empresario Thierry Ways. A su juicio los parámetros utilizados por el Ejecutivo para categorizar los productos ha sido una “chambonada”. En cambio, añade, “un jamón serrano, que tiene dos ingredientes naturales -carne y sal-, quedó gravado”. Ways subraya que no todo “procesamiento” es negativo y que la política debió enfocarse en mejorar la calidad de los alimentos. La experiencia con las políticas saludables en los casos mexicanos y chilenos parece haber arrojado, sin embargo, otras perspectivas. De acuerdo con el economista Guillermo Paraje, el “consumo de algunas categorías que antes se vislumbraban saludables, pero no lo eran tanto como se pensaba, cayó”. Habla de algunos cereales, yogures o postres. “Esto obligó a la industria a disminuir los niveles críticos de sus compuestos”. De igual forma, cita dos estudios publicados en revistas especializadas estadounidenses donde participó. Los investigadores concluyeron en 2022 que el etiquetado frontal en Chile no “cambió los costos de producción de las empresas ni se traspasó a los consumidores en los precios finales”. La pediatra chilena Lorena Rodríguez, que fue jefa de nutrición en el ministerio de Salud de su país refuerza lo anterior y explica que en el proceso la industria se suele adaptar al contexto. Las empresas se ven abocadas a reducir los niveles de azúcares, calorías o sodio y el público se abstiene de comprar productos más costosos y que además tienen efectos perjudiciales sobre la salud.

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La OMS declara el edulcorante aspartamo como “posiblemente cancerígeno” para los humanos

El País .- La agencia del cáncer admite que la evidencia científica es “limitada” y el comité de expertos mantiene el umbral de ingesta admisible en 40 miligramos por kilo de peso al día.   La Organización Mundial de la Salud (OMS) considera que el edulcorante aspartamo, presente en refrescos bajos en calorías, chucherías e incluso medicamentos, es “posiblemente cancerígeno” para los humanos. La Agencia Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer (IARC, por sus siglas en inglés), el órgano de la OMS que se encarga de identificar el potencial cancerígeno de las sustancias, ha concluido, tras estudiar la evidencia científica disponible, que este endulzante puede tener capacidad para causar cáncer en la población. Lo cataloga, eso sí, dentro del nivel 2B, que es el penúltimo escalón dentro de su pirámide de identificación de peligros: esto significa que la evidencia es muy limitada y, si bien la seguridad no es preocupante en las dosis que se usan habitualmente, sí se han descrito potenciales efectos dañinos. Con todo, el Comité Mixto FAO/OMS de Expertos en Aditivos Alimentarios (JECFA), que se encarga de aterrizar estos riesgos sobre la población y establecer una dosis de ingesta diaria admisible, también ha evaluado la evidencia disponible y ha decidido mantener la recomendación de ingesta diaria admisible que ya tenía: 40 miligramos por kilo de peso al día.   El aspartamo, que es hasta 200 veces más dulce que el azúcar, está en miles de productos. Se usa como endulzante de mesa o para edulcorar bebidas refrescantes bajas en calorías, chicles, gelatinas, cereales para el desayuno, yogures, helados, pasta de dientes o en algunos fármacos. La JECFA avaluó la seguridad de esta sustancia en 1981 y estableció el consumo máximo recomendable en 40 miligramos por kilo de peso al día: por debajo de esa cantidad, el consumo de esta sustancia era seguro. Ahora, sin embargo, y “dada la disponibilidad de nuevos resultados de investigación”, explicó la IARC, un comité de 25 expertos independientes ha evaluado por primera vez el potencial del aspartamo para causar cáncer. La JECFA, por su parte, también ha hecho un reanálisis de los estudios para evaluar los riesgos y afinar, si acaso, la ingesta recomendada en la calle. Una parte de estas revisiones se ha publicado este viernes en la revista The Lancet Oncology.   Los resultados de la nueva revisión científica de la IARC concluyen que el aspartamo es “posiblemente cancerígeno” para los humanos. Esto es, un nivel 2B en la escala de clasificación de la agencia. Según el baremo de la IARC, esto significa que hay evidencia limitada, pero no contundente, de cáncer en humanos o evidencia convincente de cáncer en animales de experimentación, pero no ambas. O también puede ser que solo sean robustas las evidencias sobre los mecanismos de acción de este agente para provocar cáncer. En este caso, la IARC encontró que las pruebas eran limitadas en las tres corrientes de estudio (humanos, animales de experimentación y evidencia mecanicista), pero sí vio indicios que invitan a poner una bandera de alerta.   “Esta clasificación refleja la solidez de la evidencia científica sobre si un agente puede causar cáncer en los seres humanos, pero no refleja el riesgo de desarrollar cáncer ante una exposición determinada”, matizó Mary Schubauer-Berigan, jefa del Programa de Monográficos de la IARC, durante la rueda de prensa. El aspartamo no es, de hecho, el único aditivo alimentario analizado por la IARC: ya ha estudiado más de 70, entre ellos, la sacarina o el ciclamato, ambos catalogados en el nivel 3, el último de la clasificación y que indica que no hay evidencia de que sean cancerígenos.   El aspartamo está en el mismo nivel que el plomo o el escape de un motor de gasolina. Es decir, la evidencia científica sobre su potencial para causar cáncer es similar, pero eso no implica que el riesgo sea el mismo. Como esta clasificación no indica el grado de riesgo de desarrollar cáncer ante una exposición determinado, “el riesgo de cáncer (a niveles de exposición típicos) asociado con dos agentes clasificados en el mismo Grupo IARC puede ser muy diferente”, advierte el órgano de la OMS. Así, el tabaco y la carne procesada, por ejemplo, están en el nivel más alto del baremo —son “cancerígenos”—, pero el riesgo real ante su exposición habitual no es el mismo.   Schubauer-Berigan concretó que, en el análisis sobre el aspartamo, se detectó una asociación entre el consumo de bebidas con endulzantes artificiales y un tipo de cáncer de hígado en tres estudios con cohortes de Estados Unidos y Europa. Sin embargo, puntualizó, “a pesar de los resultados positivos consistentes en estos tres estudios, el grupo de trabajo llegó a la conclusión de que el azar, el sesgo y la confusión no podían descartarse con una confianza razonable y, por lo tanto, concluyó que las pruebas eran limitadas”. En tres estudios con animales de experimentación, los expertos constataron que había una mayor incidencia de tumores en ratones y ratas, pero acabaron por considerar también que había evidencia “limitada” por dudas sobre el diseño de los estudios y la interpretación de los datos. La IARC también consideró que la evidencia mecanicista (si el agente presentaba características claves de los carcinógenos) era limitada, aunque había algunas pruebas que apuntaban a que el aspartamo induce el estrés oxidativo o la inflamación crónica.   Más investigación La jefa de Programas Monográficos de la IARC matizó que, más que una afirmación directa de que el aspartamo conlleva riesgos conocidos de cáncer, esta revisión científica y la clasificación de esta sustancia como posible carcinógeno puede servir de “llamamiento a la comunidad investigadora para que trate de aclarar y comprender mejor el peligro carcinogénico que puede o no representar el consumo de aspartamo”.   Precisamente, la poca contundencia de la evidencia científica en la relación entre el aspartamo y el cáncer ha llevado a la JECFA a mantener sin cambios sus recomendaciones, indicó Francesco Branca, director del Departamento de Nutrición y Seguridad Alimentaria de la OMS: “La principal conclusión fue que no había pruebas convincentes a

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