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Ecuador: julio 26, 2024

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Ecuador, julio 26, 2024
Ecuador Continental: 22:39
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Líder del Tren de Aragua en Colombia capturado tras enamorarse de una policía

Primicias .- Por ocho meses, una policía se infiltró en la facción del Tren de Aragua en Bogotá y logró ganarse la confianza de alias ‘Guillermo’, líder de la banda en esa ciudad. El Tren de Aragua, la peligrosa banda criminal venezolana que opera en varios países de la región como Ecuador, enfrenta un revés en Bogotá, donde el cabecilla del grupo en esa ciudad fue capturado. Se trata de alias ‘Guillermo’, quien operaba la banda en el sector del Chorro de Quevedo, en el centro de la capital colombiana. Según informaron medios colombianos como el periódico El Tiempo, la captura de alias ‘Guillermo’, ocurrió luego de que una agente de la Policía metropolitana se infiltró en la banda durante ocho meses. Para ganarse la confianza del criminal y capturarlo, la policía fingió ser una estudiante universitaria y lo enamoró. La primera vez que interactuaron la mujer frecuentó un bar donde estaba alias ‘Guillermo’. “Me acompaña hasta la entrada de la universidad, yo entraba hasta las escaleras, esperaba a que se fuera y salía. Él me esperaba en la salida de la universidad“, mencionó la policía al medio Noticias Caracol. La captura de alias ‘Guillermo’ recuerda a la de otro narcotraficante, el ecuatoriano alias ‘Gerald’ quien también fue conquistado por una policía colombiana en 2017. Droga y torturas  Alias ‘Guillermo’ es venezolano y llegó hace año y medio a Bogotá, es sospechoso no solo del expendio de drogas en el centro de Bogotá, sino también de homicidios y torturas a microtraficantes de otras bandas. “Los amenazaba (a otros traficantes) y les decía que los iba a descuartizar si seguían trabajando allí”, agregó la policía a los medios colombianos. En el operativo de captura, que sucedió cuando alias ‘Guillermo’ invitó a tomar helado a la agente encubierta, se detuvo a otros cuatro integrantes del Tren de Aragua. Las evidencias recolectadas por la agente, como grabaciones de las conversaciones de alias ‘Guillermo’, fueron entregadas a la justicia colombiana para seguir con el proceso. El pasado septiembre, el Gobierno de Venezuela intervino la cárcel de Tocorón, donde se formó la organización criminal transnacional “Tren de Aragua”. Tras la intervención del penal, ubicado en el norte del país, el líder máximo de la banda, alias ‘Niño Guerrero’ se fugó y es buscado por los gobiernos de varios países de la región, incluyendo Ecuador.

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Las megacárceles de Bukele como promesa electoral en Colombia

El País .– Diego Molano y Jaime Arizabaleta, precandidatos a las Alcaldías de Bogotá y Cali, proponen construir prisiones inspiradas en las que usa el presidente salvadoreño para combatir la delincuencia.   El presidente de El Salvador, Nayib Bukele, ha encontrado ya una pista de aterrizaje en Colombia para su política de Gobierno más controvertida: las megacárceles para combatir la delincuencia. Los artífices de esa pista son Diego Molano y Jaime Arizabaleta, precandidatos del Centro Democrático a las Alcaldías de Bogotá y Cali, respectivamente. Como Bukele, ambos son defensores de la autoridad y la mano dura como solución no solo de la delincuencia, sino en este caso también de la corrupción. Inspirados en él, han propuesto construir megacárceles si ganan en las elecciones regionales del próximo 29 de octubre.   El primero en dar a conocer la idea fue Arizabaleta, quien desde su cuenta de Twitter anunció el miércoles por la noche la propuesta conjunta: “Habrá dos megacárceles al estilo Bukele en Colombia, una en Bogotá y otra en Cali que construiré para delincuentes y corruptos”. Molano, exministro de Defensa durante el Gobierno de Iván Duque, desarrolló la idea el jueves en Blu Radio: “Nos hace falta una cárcel en Bogotá, una megacárcel para llevar por lo menos a 3.000 de los delincuentes que son capturados”. Ni Arizabaleta ni Molano se han referido a los costes de las megacárceles que proponen, ni al tiempo que duraría su construcción. Sin embargo, es un primer elemento palpable de la admiración que un amplio sector de la derecha en Colombia ha declarado por el mandatario salvadoreño. El apellido de Bukele cada vez se escucha más en las calles, en la boca de personas que creen que una cruzada vertical como la que él emprendió se debe replicar en Colombia. Pero también se ha colado en sondeos como el de mayo pasado, hecho por Datexco, en el que el 55% de las personas encuestadas a las que se les preguntó si el país necesita un presidente como el salvadoreño respondió que sí.   Fernando Tamayo, director del Grupo de Prisiones de la Universidad de los Andes, explica que el mayor problema de ese tipo de cárceles tiene que ver con lo difícil que es gestionarlas: facilitar las visitas con todos los controles que implican, garantizar la seguridad entre los reclusos, saber qué hacen, etc. Para todo ello, se necesitan guardias. Y en las cárceles colombianas, apunta, no hay suficientes. “Lo que nos ha mostrado la única experiencia latinoamericana de megacárceles, que es El Salvador, es que directamente los derechos de la población privada de la libertad no importan”, asegura en una llamada telefónica.   La idea de traer el modelo de Bukele es también un síntoma evidente de la ausencia de un liderazgo claro en la derecha colombiana: al no haber una cabeza visible dentro del país, la inspiración para la solución de los problemas viene de fuera. Ni siquiera quien podría considerarse como la líder conservadora más conspicua en el país, María Fernanda Cabal, ha aportado alguna idea novedosa: también ella ha recurrido a la figura de Bukele, con quien no ha escatimado adjetivos elogiosos. Diego Molano en el congreso, en mayo de 2021.LEONARDO VARGAS / HANDOUT (EFE) La propuesta tiene calado en buena medida debido a la situación de inseguridad que se vive en varias partes del país. En Buenaventura (Valle del Cauca), que fue denominada por el Gobierno del presidente Gustavo Petro como “laboratorio” de la paz total urbana y donde alcanzó a haber entendimientos con las pandillas que delinquen allí, el terror ha regresado en las últimas semanas. Además, el escepticismo hacia las negociaciones con grupos armados como el Ejército de Liberación Nacional (ELN) y el Estado Mayor Central ―una disidencia de las FARC―, avivado por acciones como el asesinato de cuatro menores de edad indígenas en mayo, favorece a la idea de la mano dura.   No obstante, la receta de la autoridad tiene una mancha enorme en la historia de Colombia: las ejecuciones extrajudiciales, también conocidas como falsos positivos, durante la administración de Álvaro Uribe (2002-2010). En ellas, los militares, estimulados a mostrar bajas en combate, asesinaban a civiles para hacerlos pasar por guerrilleros. Pero no hace falta ir tan atrás en el tiempo: en 2021, el propio Diego Molano, en su condición de ministro de Defensa del Gobierno uribista de Iván Duque, fue sometido a una moción de censura en el Congreso, acusado por la oposición de dar un “tratamiento de guerra” a la represión de las manifestaciones ciudadanas contra el Ejecutivo.   En El Salvador las costuras también han quedado a la vista. Durante el régimen de excepción declarado hace más de un año por el presidente Bukele, las autoridades han capturado a más de 60.000 pandilleros, en un país asediado durante décadas por la delincuencia de las bandas criminales. Sin embargo, un informe de Human Rights Watch de enero pasado reveló que se han cometido “abusos a gran escala”, entre los que se cuentan las violaciones del debido proceso, las detenciones masivas, las muertes bajo custodia y el hacinamiento. Jaime Arizabaleta posa con un retrato de Nayib Bukele en una imagen publicada en sus redes sociales el 12 de mayo. Ese, el hacinamiento, es otro asunto que se desprende de la idea de construir megacárceles. El profesor Tamayo recuerda que, en 1998, cuando se declaró un estado de cosas inconstitucional ―una herramienta que la Corte Constitucional usa cuando se cumplen algunos requisitos para enfrentar cualquier situación grave― por el hacinamiento carcelario, en el país había 33.009 presos y un sobrecupo del 31%. Desde entonces, lo que se ha hecho es crear más cupos, pero no ha habido solución: hoy en día, en Colombia la cifra de sobrecupo en las prisiones es del 24%, con épocas en las que ha llegado al 50%. “Esa idea de dar más cupos como una forma de controlar el hacinamiento ha mostrado ser un fracaso, porque los cupos se van creando y se van llenando”.   Por otro lado, tampoco es clara la efectividad del

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“¡Al balcón!”,Petro llama a las trincheras

El País .- El presidente aspira a retomar el rumbo de su Gobierno con más izquierda en el gabinete y más ruido en las calles Gustavo Petro busca aplicar una vieja receta a su mandato presidencial. Lo intentó con una nueva estos primeros nueve meses, pero ha acabado desesperado. El plan consistía en estirar el tono conciliador, en intentar unir a una sociedad extremadamente polarizada. En dejar de ser el Petro opositor que quería arrasar con todo el orden establecido para mostrar otra cara, la del líder de todos los colombianos. Eso, se ha dado cuenta, ni es posible ni da rédito político. Las encuestas le dan la valoración más baja desde su llegada y el Gobierno apenas avanza en sus reformas. Por eso, busca recuperar sus esencias, las que lo llevaron a la presidencia: mucha izquierda, mucha calle y mucho discurso.   “¡Vuelve el presidente Petro al balcón!”, tuiteó Laura Sarabia, la mano derecha de Petro, después del día más intenso en el Palacio de Nariño desde que empezó el mandato. Era la forma de anunciar que, una vez cargado el Gobierno del petrismo más puro, es hora de volver a recuperar la calle. Ya lo había advertido el presidente un día antes cuando, por sorpresa, en un acto de los cientos que hace cada mes, de esos que no llaman la atención de los medios, dio un puñetazo en la mesa y dijo que hasta aquí había llegado la mano tendida. Un Petro encendido, colérico, arremetió contra todos rodeado de campesinos en Zarzal, un municipio del Valle del Cauca, donde fue a entregar unas tierras: “A pesar del triunfo electoral cuando le dijimos al pueblo del estallido social cálmense, que vamos a resolver esto por las buenas y en las urnas, pues el pueblo del estallido social fue a las urnas y se calmó. Pero ahora están burlando las decisiones de las urnas y eso no debe ser”.   Se refería al establecimiento, a los partidos tradicionales, al mundo conservador colombiano con el que tanto esfuerzo hizo por congraciarse al principio: ministros liberales, acuerdos con la derecha en el Congreso, reuniones con empresarios. Ya ha tenido suficiente, los resultados no llegan y el nerviosismo empieza a devorar la actualidad. Lo que quiso decir el presidente en el Zarzal frente a unos campesinos era en realidad un mensaje a todos los colombianos: ese que han visto hasta ahora no es Petro y fue Petro quien ganó las elecciones. El primer ingrediente del nuevo plan ya lo tiene. El martes cambió a siete de sus 19 ministros y a un alto cargo. Le enseñó la puerta a los moderados, a aquellos con los que había buscado tender puentes con los sectores antipetristas. Se fueron el ministro de Hacienda o la ministra de Agricultura, gente con experiencia y respetada en todos los sectores, que nunca dudaron en cuestionar a algunos de sus compañeros de gabinete, a los que consideraban unos activistas inexpertos. Petro siempre cerró filas con los suyos, pero el peso de los moderados, a la vez los ministros más reconocidos públicamente, era lo suficientemente grande como para opacar al resto. Ahora quiere movilizar a los suyos, a la militancia de izquierdas que lo considera un héroe desde su alcaldía en Bogotá (2012-2016). En 2013, Petro fue destituido por la Procuraduría, que lo inhabilitó durante 15 años en un polémica decisión que fue revocada por la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte IDH). En ese tiempo, Petro salió varias veces al balcón de la Alcaldía, donde miles de personas lo recibieron como un mártir del sistema. Petro quiere que las masas en la calle acompañen la labor del Gobierno, que con una minoría en el Congreso y con el resto de partidos enemistados, se enfrenta al reto gigante de sacar adelante las reformas prometidas. Ya lo intentó en febrero, cuando acababa de presentarse la reforma sanitaria, pero no logró movilizar a tanta gente como hace una década. Hoy no hay ninguna destitución, la izquierda ni siquiera es oposición, sacar a la gente a la calle a favor es más difícil que hacerlo a la contra. Por eso el presidente quiere mostrar su enfado. Buscar un enemigo que encienda a la izquierda y a la juventud que acorraló en 2021 al Gobierno de Iván Duque y sacó a miles de colombianos a protestar por todo el país. Un estallido social que marcó el futuro político de Colombia e hizo a Petro presidente. Después de que Álvaro Uribe, su mayor adversario político, se haya bajado de la batalla, el mandatario señala ahora a todo el establecimiento, al neoliberalismo, como culpable de no dejarle gobernar. El lunes 1 de mayo, el Día Internacional del Trabajo, el mandatario volverá a dar un discurso en el balcón. Buscará conectar con los suyos, con los que seguramente siente que se distanció estos meses. Ya no necesita hacer esos equilibrios imposibles entre los partidos tradicionales y los petristas, ya sabe que no puede ser el presidente que los una a todos bajo la necesidad de cambiar un país que muchos no quieren cambiar, o cambiar solo un poco. Es como si se hubiera quitado una carga muy pesada que arrastraba desde hace nueve meses. Vuelve el petrismo en esencia.

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Temblor sacudió a Colombia; su magnitud fue de 5,9 grados.

EL COMERCIO .- Un fuerte temblor sacudió a Colombia sobre las 4:18 a. m. de este viernes 10 de marzo del 2023. De acuerdo con el Servicio Geológico Colombiano, el movimiento fue de magnitud 5,9 grados. El epicentro fue en La Mesa de los Santos en Santander, considerado el segundo nido sísmico en el mundo. Según la Unidad del Riesgo, la profundidad fue de 151 kilómetros y su intensidad fue de 4. Temblor sacudió a varios departamentos El fuerte sismo despertó a miles de colombianos en la madrugada. El remezón se sintió en varios departamentos de Colombia, como Santander, Antioquia, Cundinamarca, Valle, entre otros. Incluso, el movimiento telúrico generó una alerta por de los dispositivos electrónicos, avisando que estaba ocurriendo un sismo de gran magnitud. A esta hora, los organismos de socorro están evaluando si hay alguna afectación en los lugares donde se sintió de manera fuerte. Por otro lado, se reportó que el movimiento se sintió también en Venezuela y Panamá. Además, tuvo varias replicas. Sin daños Fabián Vargas, director de Gestión de riesgo de la región, indicó que no hay reporte de daños en zonas como vías e infraestructuras, luego de hacer una inspección con Bomberos y Ejército.  “Seguiremos atentos en reportes de zonas rurales y urbanas para verificar  y para articular la rehabilitación de las posibles daños”. Luís Ernesto Ortega, coordinador de gestión de riesgo de Bucaramanga, contó que no hay ninguna novedad reportada en la ciudad de los parques. “No hay reporte de daños en edificaciones o infraestructura”. Los Santandereanos comenzaron a comentar que el movimiento telúrico fue fuerte  y duradero. La comunidad comentó que, “no paraba de moverse duro mi cama, se sintió duro, las ventanas golpearon durísimo, la cama chillaba, y los árboles se sintieron también moverse”. Los ciudadanos que tienen Android volvieron a reportar que su celular les mostraba la alerta de Google sobre un terremoto, que en su momento era de 6.6.

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