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Ecuador: julio 26, 2024

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Ecuador, julio 26, 2024
Ecuador Continental: 22:14
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Trump recurre ante el Tribunal Supremo su exclusión de las primarias de Colorado

El País .- El expresidente sostiene que el asalto al Capitolio del 6 de enero de 2021 “no fue una insurrección” Donald Trump es el asunto estrella del año en el Tribunal Supremo de Estados Unidos. Aunque ya hay varios casos que le afectan de forma directa o indirecta, el recurso presentado este miércoles por el expresidente definirá el futuro electoral de Estados Unidos. Trump ha recurrido ante los jueces su exclusión de las papeletas electorales en las primarias de Colorado, una decisión tomada también en Maine y que podría ser replicada por otros estados. Hay más de una treintena en los que su participación está impugnada. Los magistrados tendrán que decidir si debe dejarse a Trump al margen de las elecciones por haber participado en una insurrección, en referencia a sus intentos de alterar el resultado electoral de las elecciones de 2020, que perdió frente a Joe Biden, y que desembocaron en el asalto al Capitolio del 6 de enero de 2021. En su recurso, Trump sostiene que aquello no fue una insurrección. La presentación del recurso se daba por segura. El expresidente y ahora candidato tenía de plazo hasta este jueves 4 de enero para acudir al Supremo, que cuenta con una supermayoría conservadora de seis de los nueve jueces, tres de ellos nombrados por el propio Trump durante su presidencia. El recurso se suma a otro presentado por el Partido Republicano de Colorado la semana pasada. Llega además al día siguiente de otro presentado por Trump ante el Tribunal Superior de Maine contra su exclusión en las primarias de dicho estado. En ambos Estados las primarias se celebran el próximo 5 de marzo, el conocido como Supermartes, la fecha en que se eligen más de un tercio de los delegados que designarán al candidato presidencial republicano. El Tribunal Supremo de Colorado decidió por cuatro votos a tres que a Trump se le debía aplicar la sección tercera de la 14ª enmienda, declarándole inelegible para el cargo de presidente por haber participado en una insurrección. Por tanto, decidieron que su nombre no debería figurar en las papeletas de las elecciones primarias de cara a las presidenciales del 5 de noviembre de 2024. El recurso de 43 páginas elevado al Supremo comparte los argumentos del presentado ante el Tribunal Superior de Maine. Los recursos ante el Alto Tribunal se formulan como preguntas y en este caso la cuestión es directa: “¿Se equivocó el Tribunal Supremo de Colorado al ordenar excluir al presidente Trump de las presidenciales de 2024?”. “En nuestro sistema de ‘gobierno del pueblo, por el pueblo, [y] para el pueblo’, el fallo de Colorado no es ni puede ser correcto. Este Tribunal debe admitir el recurso para considerar esta cuestión de suma importancia, revocar sumariamente la sentencia del Tribunal Supremo de Colorado y devolver a los votantes el derecho a votar por el candidato de su elección”, dice el escrito. “La cuestión de la elegibilidad para servir como presidente de los Estados Unidos está debidamente reservada al Congreso, no a los tribunales estatales, para considerar y decidir. Al considerar la cuestión de la elegibilidad del presidente Trump y excluirlo de la votación, el Tribunal Supremo de Colorado se arrogó la autoridad del Congreso”, argumentan los abogados. Una “protesta política” El recurso dice que el tribunal de Colorado se equivocó en cómo describió el papel del presidente Trump en los acontecimientos del 6 de enero de 2021. “No fue una ‘insurrección’ y el presidente Trump de ninguna manera ‘participó’ en una ‘insurrección”, señala la introducción del escrito. Más adelante, en el cuerpo del recurso, los abogados de Trump insisten en que “los sucesos del 6 de enero de 2021 no fueron una ‘insurrección’ en el sentido en que se utiliza ese término en la sección tercera [de la 14ª Enmienda]”. “Insurrección’, tal como se entendía en el momento de la aprobación de la 14ª Enmienda, significaba tomar las armas y hacer la guerra a los Estados Unidos. Cuando se considera en el contexto de la época, esto tiene sentido. Estados Unidos había sufrido una horrible guerra civil en la que murieron más de 600.000 combatientes, y la propia supervivencia de la nación estaba en entredicho”, continúa el recurso. Es una enmienda aprobada en 1868, tres años después del final de la Guerra Civil, que pretendía impedir que los rebeldes confederados ocupasen posiciones de poder. El asalto al Capitolio, en cambio, según los argumentos de la defensa de Trump, no es propio de una insurrección, sino que se engarza en la “larga historia de protestas políticas que se han vuelto violentas” en Estados Unidos. “En el contexto de la historia de las violentas protestas políticas estadounidenses, el 6 de enero no fue una insurrección y, por tanto, no había justificación para invocar la sección tercera”, dice el recurso. El escrito sostiene que, en todo caso, incluso si se consideraran aquellos actos una insurrección, el entonces presidente no habría participado en ella: “El presidente Trump nunca dijo a sus seguidores que entraran en el Capitolio, ni en su discurso en la Elipse [desde donde partieron los asaltantes tras el mitin] ni en ninguna de sus declaraciones o comunicaciones antes o durante los actos en el Capitolio”, señalan, pese a la retórica incendiaria de Trump de aquel día. El texto de la norma Además, los abogados se detienen en el análisis del texto legal para concluir que no es aplicable al caso actual. La sección tercera de la 14ª enmienda señala: “No podrá ser senador o representante en el Congreso, ni elector para elegir presidente y vicepresidente, ni desempeñará cargo civil o militar alguno bajo la autoridad de Estados Unidos o de cualquier Estado, quien, habiendo jurado previamente apoyar la Constitución de Estados Unidos como miembro del Congreso, como funcionario de Estados Unidos o como miembro de la Asamblea Legislativa de cualquier Estado o como funcionario ejecutivo o judicial del mismo haya tomado parte en alguna insurrección o rebelión contra Estados Unidos o haya prestado ayuda o facilidades a los enemigos del país”. Añade que ese veto podrá ser levantado por el Congreso

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El Supremo de EE UU da una victoria a Trump y no decidirá de urgencia sobre su inmunidad

El País .- El fiscal especial, Jack Smith, había pedido una decisión rápida para mantener el calendario del juicio en Washington por el intento de expresidente alterar el resultado de las presidenciales de 2020. El fiscal especial Jack Smith había rogado a los jueces del Tribunal Supremo que se dieran prisa en decidir sobre si Donald Trump goza de inmunidad por sus intentos de subvertir el resultado electoral de las presidenciales de 2020 y por su participación en los hechos que llevaron al asalto al Capitolio del 6 de enero de 2021, cuando aún era presidente. Este viernes, el alto tribunal se ha negado a hacerlo, tal y como querían (y pidieron) esta semana los abogados de Trump. Cabe interpretar esa decisión como una victoria para la defensa del magnate. En un movimiento poco habitual, Smith aspiraba a que el proceso se saltara el paso del tribunal de apelaciones y fuera directamente al Supremo para poder cumplir así el plazo que se habían dado para el juicio que se sigue contra Trump en Washington por su papel después de perder ante las urnas de un modo legítimo ante Joe Biden. Tras las noticias de este viernes, es muy poco probable que se vaya a celebrar el 4 de marzo, como estaba previsto. Lo que es casi seguro es que el caso terminará en el Supremo de todas manera, aunque no inmediatamente, sino dentro de semanas o meses. El escrito de 81 páginas con el que el fiscal especial Smith pretendía pisar el acelerador decía: “Este caso presenta una cuestión fundamental en el corazón de nuestra democracia: si un expresidente tiene absoluta inmunidad contra un procesamiento federal por delitos cometidos mientras estaba en el cargo o si [por el contrario] está constitucionalmente protegido. (…) Estados Unidos [a quien Smith representa] reconoce que se trata de una solicitud extraordinaria. Pero este es un caso extraordinario”. Smith tiraba de memoria histórica en ese texto, al recordar que a otro presidente en apuros, Richard Nixon, sí se le apremió para que entregara las cintas con las escuchas ilegales en la Casa Blanca que provocaron su dimisión en 1974 por el caso Watergate. Trump había defendido sin éxito esa “inmunidad absoluta” ante la jueza federal que instruye su caso en Washington, Tanya S. Chutkan, que se negó tajantemente al archivo del caso. “El texto, la estructura y la historia de la Constitución no apoyan ese argumento. Ningún tribunal, ni ningún otro poder del Estado, lo ha aceptado nunca. Y este tribunal no lo hará. Cualesquiera que sean las inmunidades de que pueda disfrutar un presidente en ejercicio, Estados Unidos solo tiene un jefe del Ejecutivo a la vez, y ese cargo no confiere un salvoconducto de por vida para evitar la cárcel”, indicó Chutkan en su resolución. “Interés partidista” Cuando los abogados del expresidente se dirigieron al Supremo para convencer a sus nueve magistrados, seis conservadores y tres progresistas, tres de los cuales fueron nombrados en tiempos del magnate republicano en la Casa Blanca, acusaron a Smith de confundir el interés público con el “interés partidista de asegurar que Trump será sometido a un juicio penal de un mes de duración en plena campaña presidencial en la que es el principal candidato y el único opositor serio [a Biden]”. La fecha del 4 de marzo era especialmente simbólica en un año que todo indica que Trump pasará del mitin al juzgado. Al día siguiente, se celebra el supermartes, el día clave de las primarias en las que se eligen una mayor cantidad de delegados para la designación del candidato presidencial en la convención republicana. El magnate lidera con holgura todas las encuestas, frente a sus dos principales rivales: Nikki Haley y Ron DeSantis. Hay otro juicio previsto para marzo, que en realidad es el de su primera imputación, por las falsedades mercantiles en los pagos para ocultar escándalos que temía que arruinasen su campaña de las presidenciales de 2016. Entre ellos, a la actriz porno Stormy Daniels, para silenciar una supuesta aventura extramatrimonial que él niega. Este está programado ante un tribunal del Estado de Nueva York, durante cinco semanas a partir del 25 de marzo de 2024. Luego llegaría el caso por los papeles de Mar-a-Lago, en el que está acusado por delitos contra la ley de espionaje y obstrucción a la justicia por retener en su poder de manera ilícita material clasificado tras su marcha de la Casa Blanca. La jueza del Distrito Sur de Florida ha previsto sentarlo en el banquillo durante cinco semanas desde el 20 de mayo de 2024, aunque también es probable que se retrase. Por último, está pendiente de fecha el juicio en Atlanta (Georgia) Georgia por su intento de puchero electoral en ese Estado, que le valió a Biden gran parte de su presidencia. Más o menos una hora después de conocerse la decisión del alto tribunal de este viernes, la campaña de Trump actuó fiel a sí misma: aprovechando la ocasión para pedir dinero. En un correo electrónico titulado (en mayúsculas) LA VICTORIA DEL SUPREMO, se podía leer: “La Corte Suprema acaba de NEGAR la solicitud de emergencia del fiscal Biden de ROBARME mi derecho a la inmunidad presidencial. Pero la batalla NO ha terminado… Todavía tendré que luchar por mis derechos en el Tribunal de Apelaciones, ya que el fiscal especial de Biden hará todo lo que esté a su alcance para acelerar mi juicio falso y CONDENARme erróneamente antes de las elecciones de 2024. En este momento crucial, pido humildemente tu apoyo, Patriota”.

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Biden dice que quizá no se habría presentado a la reelección de no ser por el peligro de Trump

El País .- “No podemos dejarle ganar”, afirma el presidente en un acto de recaudación de fondos en el que acusa al expresidente de usar el lenguaje de los nazis Joe Biden vuelve a plantearse como su misión en la vida cerrar el paso a Donald Trump. Impedir un segundo mandato del republicano, al que considera un peligro para la democracia, ya fue la motivación clave para entrar en la carrera hacia la Casa Blanca hace cuatro años. Biden venció a Trump, pero todo apunta a que la batalla se repetirá y la motivación, también. “Tenemos que conseguirlo, no por mí. Si Trump no se presentara, no estoy seguro de si yo me presentaría. Pero no podemos dejarle ganar por el bien del país”, ha dicho este martes en un acto de recaudación de fondos en Weston (Massachusetts), en la casa de Alan Solomont, un donante demócrata que fue embajador en España y preside la Cámara de Comercio Estados Unidos-España. En la campaña de las elecciones presidenciales de 2020, Biden se definió a sí mismo como “un candidato de transición”. Biden acaba de cumplir 81 años y acabaría un hipotético segundo mandato con 86. Por su edad, se dio una importancia mayor de la habitual a su elección para la vicepresidencia, que tras una larga espera recayó en Kamala Harris. Se especulaba con que quien ocupase ese cargo optaría a la presidencia en 2024, una vez hubiera desaparecido Trump de la escena política y la polarización política se hubiera atenuado. El expresidente, sin embargo, no solo se ha instalado en el bulo de que le robaron las elecciones, sino que ha convencido de ello a la gran mayoría de los votantes republicanos. Es el favorito en las primarias republicanas y encabeza también las encuestas para las presidenciales. Mientras, la figura de Kamala Harris no ha cuajado y Biden cree que quien tiene más posibilidades de derrotar a Trump es él mismo de nuevo. “Puede que no sea el único, pero le conozco bien. Y sé el peligro que representa para nuestra democracia. Y ya hemos pasado por esto antes”, dijo en abril en una rueda de prensa en la Casa Blanca. Desde el principio de la campaña por la reelección ha reiterado el mensaje, pero nunca hasta este martes había sugerido expresamente que quizá no se habría presentado para un segundo mandato de no ser por Trump. “Siempre vamos a defender, proteger y luchar por la democracia”, ha dicho este martes. “Por eso me presento”. Biden ha matizado luego que a estas alturas ya no retiraría su candidatura aunque lo hiciese su rival. “No creo que nadie dude de que la democracia corre más peligro en 2024 que en 2020. Y lo digo en serio. Porque esta vez nos enfrentamos a un negacionista electoral en jefe”, ha dicho Biden en casa de Solomont. “Seamos claros sobre lo que está en juego en 2024: Donald Trump y sus republicanos MAGA están decididos a destruir la democracia estadounidense. Y eso, de nuevo, no es una hipérbole. Es un hecho. El expresidente no tiene pelos en la lengua. No hace falta fiarse de mi palabra. Solo escuchen lo que dice”, ha continuado. “A sus partidarios, les dice: ‘2024 es la batalla final’. Continúa diciendo: ‘Yo soy la venganza’. Y habla de que somos parte de ‘una nación en decadencia’. ‘O ganan ellos o ganamos nosotros. Si ellos ganan, ya no tendremos un país’. ¿Cuándo se ha oído a un presidente de Estados Unidos decir alguna de esas cosas?“, ha añadido ante unas 50 personas allí congregadas. “Trump ya ni siquiera esconde la pelota”, ha dicho también Biden en otro acto, también en la zona de Boston. “Nos está diciendo lo que va a hacer. No tiene pelos en la lengua”, ha añadido, refiriéndose a su rival como el “expresidente derrotado”. Trump ha prometido abiertamente perseguir a sus rivales políticos si vuelve a la Casa Blanca, como venganza por sus propias imputaciones. “Sí. Si hacen esto, y ya lo han hecho, pero si siguen adelante con esto, sí, ciertamente podría suceder al revés”, dijo en una entrevista a Univisión en noviembre. “Lo que han hecho es soltar al genio de la botella”, continuó. “Han hecho algo que permite al próximo partido… si por casualidad soy presidente y veo a alguien que lo está haciendo bien y me está ganando, digo: ‘Ve y acúsalo”, añadió. El lenguaje nazi El expresidente ha abrazado una retórica cada vez más violenta y autoritaria. Se ha referido a sus rivales políticos como “alimañas” que hay que “erradicar” y también afirma que los inmigrantes indocumentados están “envenenando la sangre del país”, expresiones con ecos de la Alemania nazi o la Italia fascista, como han puesto de manifiesto los historiadores. Trump también ha atacado a jueces y fiscales, ha sugerido que el que fue su jefe de Estado mayor Mark Miley debe ser ejecutado y se ha mostrado partidario de disparar a quienes roben en las tiendas. En el discurso en casa de Solomont, a puerta cerrada, pero del que la Casa Blanca ha facilitado una transcripción, Biden ha acusado a su antecesor de usar el lenguaje de los nazis. “Ahora sus partidarios están diciendo que debería invocar la Ley de Insurrección para utilizar el ejército (…) a nivel nacional frente a los opositores políticos y en las ciudades estadounidenses. Si es reelegido, dijo que iba a perseguir a todos los que se le opongan, erradicar lo que llamó las “alimañas” en América. No es una palabra usada a menudo, excepto en la Alemania nazi, una frase específica con un significado específico. Y es un eco del lenguaje que se escuchaba en Alemania en los años 30″, ha dicho Biden. Trump contraataca Sabedor de que los ataques sobre el peligro que representa para la democracia le hacen daño, Trump intentó el pasado fin de semana darle la vuelta a la tortilla: “Biden no es el defensor de la democracia estadounidense. Biden es el destructor de la democracia”, dijo en un acto en Cedar Rapids (Iowa). “Ha instrumentalizado el Gobierno contra sus oponentes

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Los intentos de parar la candidatura de Trump naufragan en los juzgados

El País .- Magistrados de Minnesota, Míchigan y Colorado rechazan sendas demandas que recurrían a una cláusula de la Constitución que prohíbe a un insurrecto presentarse a la presidencia Tres jueces de tres Estados, Minnesota, Míchigan y Colorado, han echado por tierra las aspiraciones de quienes pretenden impedir que Donald Trump se presente el año que viene a las elecciones presidenciales basándose en su papel en el asalto al Capitolio del 6 de enero de 2021 y a partir de una previsión incluida en la decimocuarta enmienda de la Constitución estadounidense. La última en hacerlo fue este viernes por la noche la jueza Sarah Wallace, que se negó a eliminar el nombre del expresidente de las papeletas de las primarias republicanas en Colorado, a dos meses de que estas den comienzo en Iowa. La Constitución no prohíbe a un investigado por un delito federal ser presidente; tampoco aspirar a ello, aunque, como es el caso, se enfrente a 94 cargos en cuatro causas distintas, por su presunta implicación en el ataque al Capitolio, por delitos electorales y por su manejo de papeles clasificados. Ni siquiera existe esa salvedad en el texto fundamental si este acaba en la cárcel. Pero la decimocuarta enmienda sí aporta una excepción en su sección tercera, conocida como la “cláusula de descalificación”, que dice: “Ninguna persona podrá ser […] presidente […] si, habiendo prestado previamente juramento de apoyo a la Constitución de Estados Unidos, ha participado en una insurrección o rebelión contra la misma, o dado ayuda o consuelo a sus enemigos”. El texto también advierte que el Congreso puede levantar ese veto si reúne una mayoría de dos tercios. Aprobada en 1868, la enmienda sirvió para otorgar la ciudadanía a toda persona “nacida o naturalizada en Estados Unidos”, también las que habían sido esclavizadas, y garantizar la igualdad de todos los ciudadanos ante la ley. La sección tercera estaba pensada para evitar la reincidencia de los sublevados de la Confederación, vencidos en la Guerra Civil (1861-1865). Se ha aplicado en muy contadas ocasiones, solo dos desde 1919. La jueza de Colorado justificó su decisión alegando que, según su interpretación, la decimocuarta enmienda no puede aplicarse a los presidentes. Su decisión sí concluye que “Trump participó en una insurrección el 6 de enero de 2021, que él mismo incitó”. Tampoco escatima en su reprimenda, al decir que sabía que “[Su] retórica incendiaria [de aquel día], viniendo de un orador que habitualmente abrazaba la violencia política y que había inflamado la ira de sus partidarios antes de la certificación [del triunfo legítimo de Biden], probablemente incitaría a la anarquía y el desorden inminentes”. La cláusula tercera habla de senadores y congresistas, pero no alude específicamente al cargo de presidente, opina Wallace. “Tras considerar los argumentos de ambas partes, este tribunal está convencido de que, por lo que sea, los redactores de ese texto no quisieron incluir a quien hubiera prestado juramento presidencial”, escribe en su argumentación. El del viernes fue el tercer jarro de agua fría en algo más de una semana para los defensores de una teoría legal defendida en un artículo científico de 126 páginas para la revista jurídica de la Universidad de Pensilvania. Titulado La extensión y la fuerza de la sección tercera, lo firman William Baude y Michael Stokes Paulsen, dos reputados académicos conservadores, que argumentan que la cláusula de descalificación está lejos de ser un anacronismo decimonónico y que no caben dudas de que los actos de Trump encajan en su descripción. El Supremo de Minnesota justificó que Trump pudiera aspirar a las primarias diciendo que es a los partidos políticos a quienes corresponde en exclusiva la decisión tienen la decisión de quién figura en sus papeletas. A los pocos días, un juez de Michigan se desentendió de la responsabilidad de decidir sobre el asunto, que considera que corresponde al Congreso. Posibilidad de recurso Los demandantes de Colorado podrán recurrir la decisión al Tribunal Supremo estatal, así como llevar el caso hasta el de Washington, que cuenta con una supermayoría conservadora de seis contra tres. Tres de sus miembros son nombramientos de los años de Trump en la Casa Blanca (2017-2021). La demanda la había presentado una organización de Washington llamada Ciudadanos por la Responsabilidad y la Ética (CREW son sus siglas en inglés), con experiencia en enfrentarse judicialmente a Trump. En una entrevista con EL PAÍS en septiembre pasado, Donald Sherman, su vicepresidente, declaró: “Hay evidencias abrumadoras de que la cláusula puede activarse en este caso. El concepto es sencillo de entender, aunque la litigación no lo vaya a ser”. CREW logró que se aplicara el año pasado la cláusula para impedir en Nuevo México el desempeño de un cargo público a Cuoy Griffin, fundador del grupo Cowboys for Trump. “Aplaudimos el fallo de hoy en Colorado, que es otro clavo en el ataúd de las impugnaciones electorales antiestadounidenses”, expresó este viernes un portavoz de Trump, Steven Cheung, en un comunicado. “El votante tiene el derecho constitucional de votar por el candidato de su elección”. El expresidente encabeza con un notable margen todas las encuestas de intención de voto para ser designado candidato por el Partido Republicano en la cita con las urnas de noviembre de 2024.

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Biden insiste en el riesgo que supone Trump para la democracia de EE UU

El País .- Estados Unidos vive una campaña electoral casi permanente. Con elecciones cada dos años (entre las presidenciales y las de mitad de mandato) y un largo proceso de primarias, la carrera por la Casa Blanca que culminará en la votación del 5 de noviembre de 2024 ya está lanzada. El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, que opta a la reelección, y su probable rival, Donald Trump, han entrado ya en el cuerpo a cuerpo ante la reedición de su duelo. Ambos han estado esta semana en Michigan, uno de los estados decisivos, compitiendo por el voto de los trabajadores industriales. Y este jueves, Biden ha acusado a Trump y a sus seguidores de ser un peligro para la democracia y la Constitución. “Algo peligroso está ocurriendo en Estados Unidos. Hay un movimiento extremista que no comparte las creencias básicas de nuestra democracia. El movimiento MAGA”, ha dicho Biden, en referencia a las siglas del Make America Great Again [Hacer Estados Unidos grande otra vez], el lema de Trump. “Las democracias pueden morir cuando la gente está en silencio”, ha advertido. “No todos los republicanos —ni siquiera la mayoría de los republicanos— se adhieren a la ideología extremista MAGA. Lo sé porque he podido trabajar con republicanos durante toda mi carrera. Pero no hay duda de que el Partido Republicano de hoy está impulsado e intimidado por los extremistas MAGA. Su agenda extremista, de llevarse a cabo, alteraría fundamentalmente las instituciones de la democracia estadounidense tal y como la conocemos”, ha insistido en un acto en Tempe (Arizona), en el que ha sido interrumpido en algún momento por uno de los asistentes. El presidente se ha presentado como un dique para defender “una democracia que está en riesgo”: “He hecho de la defensa, la protección y la preservación de la democracia americana la causa central de mi presidencia”, ha asegurado, con una enorme bandera de Estados Unidos detrás, flanqueada por otras dos más pequeñas. El mensaje no es nuevo. Biden lo planteó al tomar posesión y ha dado tres discursos el último año con argumentos similares. Esta vez, sin embargo, ha querido reiterar su advertencia en un acto de homenaje a su amigo el fallecido senador republicano John McCain, que se enfrentó a Trump, y que ejemplifica una forma de hacer política diametralmente opuesta a la del expresidente. Junto con anécdotas personales de su relación con McCain, Biden ha decidido poner el acento en el peligro para las instituciones del extremismo trumpista. Lo ha hecho, además, el mismo día en que en la Cámara de Representantes se celebraba la primera sesión de la investigación formal para un posible impeachment a Biden, un caso traído por los pelos por el presidente de la Cámara, Kevin McCarthy, para contentar al ala dura del Partido Republicano. “Desde Gettysburg a mi discurso inaugural, al aniversario de la insurrección del 6 de enero, a [los discursos del] Independence Hall en Filadelfia y Union Station en Washington, he hablado del peligro del negacionismo electoral y de la violencia política y de la batalla por el alma de América”, recuerda Biden. “He venido a honrar al Instituto y la Biblioteca McCain porque son el hogar de un orgulloso republicano que puso al país en primer lugar. Nuestro compromiso no debería ser menor, porque la democracia debería unir a todos los estadounidenses, independientemente de su afiliación política”, ha señalado el presidente. “Como siempre he dejado claro, la democracia no es una cuestión partidista. Es una cuestión estadounidense”, ha añadido. Cerrar heridas “Ahora, hoy, en Phoenix, Arizona, en un instituto dedicado a la defensa de la democracia que lleva el nombre de un verdadero patriota, estoy aquí para hablar de otra amenaza a nuestra democracia que con demasiada frecuencia ignoramos: la amenaza a nuestras instituciones, a nuestra propia Constitución y al carácter mismo de nuestra nación”, había preparado antes el terreno. A diferencia de otras ocasiones, Biden ha citado abiertamente a Trump y a su “noción peligrosa de que el presidente está por encima de la ley, sin límites de poder”. “Trump dice que la Constitución le dio, cito, el derecho a hacer lo que quiera como presidente, fin de la cita. Nunca he oído a un presidente decir eso en broma. No se guía por la Constitución ni por el servicio común y la decencia hacia nuestros conciudadanos estadounidenses, sino por la venganza y la revancha”, ha dicho y ha descrito la actuación de Trump como la de una especie de dictador que pretende “tomar el poder, concentrar el poder, intentar abusar del poder, purgar y maniatar instituciones clave, vomitar teorías conspirativas, difundir mentiras con fines de lucro y poder para dividir a Estados Unidos en todos los sentidos, incitar a la violencia contra aquellos que arriesgan sus vidas para mantener a los estadounidenses a salvo, armarse contra el alma misma de lo que somos como estadounidenses”. Biden llegó a la Casa Blanca con el propósito de cicatrizar heridas y unir al país tras un periodo convulso marcado por la divisiva figura de Trump, pero la polarización no solo no ha cedido, sino que ha aumentado. Trump ha utilizado su imputación por 91 delitos en cuatro causas diferentes para presentarse como víctima de una persecución política y arremeter contra el Departamento de Justicia, el FBI, los jueces y los fiscales. En su partido muy pocos se han atrevido a llevarle la contraria y a alzar su voz contra él. Biden ha recordado este jueves las amenazas de venganza de Trump y los suyos si ganan las elecciones. Con su homenaje a McCain, Biden quiere poner de manifiesto que es posible cerrar las heridas. Trump no podría protagonizar un acto como similar con un demócrata de alto perfil. En ese clima de enfrentamiento, Trump acusa en sus discursos a Biden de ser una marioneta manejada por la “izquierda radical” y los “extremistas medioambientales”. El expresidente promueve en la distancia el impeachment de Biden y el cierre parcial del Gobierno por falta de financiación. Oposición a Trump Tras las elecciones legislativas y locales de noviembre de 2022, muchos vieron en el protagonismo de Trump durante la campaña —y

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La jueza del caso de Trump en Washington rechaza la recusación que pedía el expresidente

El País .- La jueza Tanya Chutkan seguirá llevando el caso por el que se procesa a Donald Trump en Washington por sus intentos de alterar el resultado electoral en las elecciones presidenciales de 2020. En una resolución dictada este miércoles, Chutkan rechaza la recusación planteada por los abogados del expresidente, que la acusaban de tener un sesgo contra el acusado. La jueza asegura que Trump no ha demostrado que sea “imposible“ que lleve el caso con imparcialidad. Los abogados de Trump alegaban que estaba contaminada por declaraciones que hizo en distintas vistas relacionadas con el asalto al Capitolio del 6 de enero de 2021. En una, Chutkan dijo a un acusado condenado a más de cinco años de prisión que había señalado “muy acertadamente” que la “gente que lo exhortó” y alentó a “salir a la acción y a luchar” no había sido acusada. Chutkan añadió que ella “no tomaba decisiones sobre a quién acusar” y no “tenía influencia sobre eso”. “Tengo opiniones, pero no son pertinentes”, añadió. Según los abogados de Trump, esas declaraciones mosraban prejuicios contra el expresidente. La jueza indica en su resolución de 20 páginas que el Tribunal Supremo ha sentado una doctrina muy exigente para las recusaciones y abstenciones en la que exige que la imparcialidad sea imposible para tener que apartarse de un caso. “Las declaraciones ciertamente no manifiestan un prejuicio profundamente arraigado que haría imposible un juicio justo —el estándar para la recusación basada en declaraciones con origen intrajudicial”, indica. “Para empezar, cabe señalar que el tribunal nunca ha tomado la posición que la defensa le atribuye: que el ‘expresidente Trump debe ser procesado y encarcelado’. Y la defensa no cita ningún caso en el que el tribunal haya pronunciado esas palabras o algo similar. En cambio, la defensa interpreta la reiteración verbal del tribunal de los argumentos de Palmer y Priola [dos de los sentenciados por ella] sobre su culpabilidad relativa como ‘sugiriendo’ una ‘opinión central’ secreta sobre la criminalidad del acusado”, añade. La jueza explica el contexto de esas declaraciones. “Ambos acusados solicitaron una condena menor alegando que su culpabilidad por el asalto del 6 de enero era menor que la de otras personas a las que consideraban instigadoras del atentado, por lo que sería injusto que recibieran una condena completa mientras esas otras personas no eran procesadas. El tribunal estaba legalmente obligado no solo a considerar en privado esos argumentos, sino también a valorarlos públicamente”, afirma. El fiscal especial Jack Smith se había opuesto a la recusación de la jueza, nombrada para el cargo por el expresidente Barack Obama, señalando que los comentarios en que se basaba la petición de los abogados de Trump estaban sacados de contexto para tratar de mostrar un falso sesgo contra el expresidente. Chutkan fijó en agosto como fecha para el inicio del juicio el 4 de marzo de 2024, víspera del Supermartes, el día clave en las elecciones primarias para las presidenciales del ese año. Si se cumple el calendario, sería el primer juicio penal que se celebra contra Trump. La jueza impuso a Trump algunos límites a sus declaraciones a mediados de agosto, pero que no han servido para que el expresidente se contenga. Sigue haciendo declaraciones incendiarias y lanzando mensajes en Truth, su red social, sobre los casos en que está imputado, incluido el de Washington. Los fiscales consideran que se ha embarcado en una campaña de desinformación y acoso contra fiscales, testigos y posibles jurados y pidieron hace dos semanas “una restricción estrecha y bien definida” que prohibiría a Trump hacer declaraciones “sobre la identidad, el testimonio o la credibilidad de posibles testigos”. También solicitaron impedirle hacer “declaraciones sobre cualquier parte, testigo, abogado, personal del tribunal o posibles miembros del jurado que sean despectivas e incendiarias, o intimidatorias”. Los abogados de Trump se oponen a que dicte esa medida, amparándose en su libertad de expresión. La jueza aún no se ha pronunciado. En su pliego de cargos, el fiscal acusa a Trump de cuatro delitos: conspiración para defraudar al Gobierno estadounidense, conspiración para obstruir un procedimiento oficial, obstrucción o intento de obstrucción de un procedimiento oficial y conspiración para violar derechos civiles. Trump sostiene que le robaron las elecciones, pero el fiscal no le acusa por ese gran bulo sin fundamento, sino por los actos que emprendió para alterar él el resultado e impedir la proclamación de la victoria de Joe Biden.

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Preso PO1135809: Trump, fichado en Georgia por sus intentos de alterar los resultados electorales

El País .- La ficha policial le describe como un varón blanco, rubio, de 97,5 kilos de peso y 192 centímetros de altura.   La prisión del condado de Fulton, en Georgia, ha hecho historia este jueves. En esta cárcel, cuyas condiciones para los presos son tan peligrosas que se encuentra bajo una investigación oficial, ha comparecido el expresidente de Estados Unidos Donald Trump para quedar fichado como imputado por, entre otras cosas, liderar una asociación de tipo mafioso para alterar los resultados de las elecciones de 2020 en ese Estado. Es la primera vez que se toma una fotografía policial a un presidente de Estados Unidos en activo o retirado. Una fotografía que ya quedará para siempre.   La ficha policial le adjudica el “número de preso PO1135809″ y le describe como un varón blanco, de 97,5 kilos de peso y 192 centímetros de alto, de cabello rubio y ojos azules. Y detalla los cargos, desde la violación de la ley estatal contra la delincuencia organizada a las presiones sobre funcionarios públicos para que faltaran a sus obligaciones, pasando por la conspiración para falsificar documentos.   Como el animal mediático que es, Trump había calculado perfectamente los tiempos de su comparecencia para que le tomaran las huellas digitales y la fotografía. La fiscal del condado de Fulton, Fani Willis, le había otorgado al imputarle 10 días para hacerlo, pero él escogió este jueves, el día después de que el resto de candidatos presidenciales republicanos acapararan los focos con su primer debate televisado antes de las primarias. Y la franja horaria en la que se trasladó a la prisión, en torno a las 19.30 (1.30 en la España peninsular), es la de mayor audiencia televisiva. La expectativa de verle entrar en prisión y sus imágenes descendiendo del avión privado que le trajo desde su club de golf en Bedminster (Nueva Jersey) desplazaron casi por completo a sus rivales en la atención de los medios, hasta conseguir que menos de 24 horas después del debate apenas se hablara ya de ellos y la conversación se centrara de nuevo en él.   En el camino a la prisión, Trump recibió un trato presidencial: como en sus comparecencias previas como imputado en tres casos distintos, fue recibido por una comitiva a pie de avión y se trasladó a Fulton en una caravana de vehículos del servicio secreto. En la prisión fue un sospechoso más. Tuvo que pasar por todos los procedimientos rutinarios para quedar fichado y depositar los 200.000 dólares de fianza acordados entre sus abogados y la Fiscalía para quedar en libertad a la espera de juicio. Sus condiciones de fianza también incluyen estrictos límites para impedir posibles amenazas a testigos o implicados en el caso.   Trump había utilizado las horas previas a su arresto para arremeter, como suele, contra la fiscal Willis, a la que acusó de ser una “izquierdista radical” y fomentar un aumento de la delincuencia en Atlanta. Después de 23 minutos en el interior de la prisión, y ya de regreso en el aeropuerto para coger el avión de vuelta, volvió a repetir las acusaciones que profiere tras cada comparecencia judicial: “esto es una injerencia electoral”, “es un triste día para Estados Unidos”, “no hemos hecho nada malo”. Trump vuelve a tuitear Trump aprovechó, incluso, para regresar a Twitter —ahora, X—, dos años y medio después de que la red social le suspendiera la cuenta después del asalto al Capitolio el 6 de enero de 2021, perpetrado por simpatizantes del republicano después de meses de escuchar de boca de Trump y sus asesores que el verdadero ganador de las elecciones había sido él. Aunque Elon Musk le devolvió la cuenta tras adquirir la compañía, el expresidente había preferido continuar sus comunicaciones a través de su propia red social, Truth. Para su regreso, envió un mensaje con su foto policial y los lemas “Interferencia electoral” y“¡Rendición Nunca!”, además de un enlace a una página para recibir donaciones para su campaña electoral. Mientras se aguardaba al expresidente en Fulton, la fiscal Fani Willis había propuesto el 23 de octubre para comenzar el juicio contra otro de los 19 acusados en el caso, el abogado Kenneth Chesebro, que pidió un proceso rápido. El juez Scott McAfee, encargado del caso, ha dado su visto bueno. Esa fecha no se aplicará necesariamente a Trump y el resto de sospechosos. Al presentar el pliego de cargos la semana pasada, Willis declaró que quería un juicio rápido para los 19 imputados. No está claro que lo vaya a conseguir. Tres de ellos —entre los que se cuenta Mark Meadows, jefe de gabinete de la Casa Blanca cuando Trump era presidente— pretenden que su caso se traslade a un tribunal federal. Y el exmandatario no desea un proceso rápido; de hecho, su estrategia se basa en retrasar lo más posible los casos, para exprimir el considerable beneficio electoral que le está reportando el presentarse como víctima, y a la espera de las presidenciales del año próximo. Si venciera en las elecciones se le abriría la puerta para un autoindulto en sus casos federales. Para el antiguo inquilino de la Casa Blanca y aspirante a regresar a ella, las comparecencias judiciales se han convertido casi en algo rutinario. La presentada por la fiscal Willis, que le acusa de 13 cargos —asociación para delinquir, presión sobre testigos y conspiración para falsificar documentos, entre otros—, es ya su cuarta imputación. Pero sí era la primera vez que tenía que presentarse en una cárcel: las tres veces previas acudió a los juzgados para declararse no culpable ante un juez que le leyó las acusaciones contra él. El sheriff del condado, Pat Labat, había declarado que el antiguo mandatario no recibiría ningún trato de favor y tendría que pasar por los mismos procedimientos que cualquier otro sospechoso. En un giro que hubiera sorprendido en cualquier otro caso, pero no en Trump, el expresidente relevó solo horas antes de su comparecencia al abogado que había dirigido su defensa en este caso, Drew Findling. Su sustituto es Steven Sadow, un letrado de Atlanta que

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Los demócratas cierran filas con Biden ante la falta de alternativas

El País .- El presidente recibe un apoyo cerrado de las personalidades de su partido, pese a que se le cuestionaba hace un año “¡Cuatro años más! ¡Cuatro años más!”. Joe Biden logró poner este martes en pie a los asistentes a un congreso sindical en un hotel de Washington. Era su primer acto público desde que anunciaba su decisión de presentarse a la reelección. El presidente de Estados Unidos se dispone a hacer campaña desde su cargo y sin necesidad de disputar la nominación a otras personalidades de su partido, que han cerrado filas con él, en parte por la falta de alternativas.   Numerosos dirigentes demócratas se planteaban hace un año la necesidad de buscar una alternativa a Joe Biden para las elecciones de 2024. No solo por su edad, casi 82 años cuando se vote. Además de eso, la popularidad del presidente estaba bajo mínimos y las encuestas anticipaban un desastre para los demócratas en las elecciones de mitad de su mandato.   Sin embargo, tras el éxito demócrata en las elecciones de noviembre, con el mejor resultado para el partido en el Gobierno de los últimos 20 años, se disiparon los planes de buscar un recambio. Tras esas elecciones, cumplió 80 años, y ya parecía dispuesto a seguir. Más adelante, en el discurso sobre el estado de la Unión fue preparando el terreno para el anuncio y ya habían desaparecido hasta las especulaciones. El anuncio de Biden se ha hecho esperar, pero el presidente había ido marcando el terreno dejando claro que su plan era volverse a presentar. El inquilino de la Casa Blanca tiene mucha ventaja en unas primarias y la historia reciente muestra que el intento de desbancarle nunca acaba bien. Como mucho, le debilita y acaba facilitando la victoria al candidato del partido rival.   Posibles alternativas, como los gobernadores de California, Gavin Newson; de Illinois, J. B. Pritzker, o de Michigan, Gretchen Whitmer fueron dejando claro que no competirían con Biden. Este martes los tres le han mostrado su apoyo. Pritzker ha actuado de telonero en el acto con sindicatos de Washington de este martes, pero también le ha expresado su apoyo en Twitter: Desde la derrota de una pandemia mortal hasta la defensa de nuestra democracia, Joe Biden ha sido el líder pragmático y reflexivo necesario para ayudar a nuestra nación a recuperarse de algunos de nuestros días más difíciles. Estoy orgulloso de apoyarle para la reelección y estoy preparado para la lucha que tenemos por delante”, ha escrito.   Newson se ha movilizado para recaudar fondos para la campaña: “Nuestra democracia está siendo atacada. Nuestra libertad está siendo despojada. Es hora de dar un paso al frente, y no hay nadie mejor para liderar esa lucha que el presidente Biden. Esperamos otros 4 años de su liderazgo. Hagámonos notar hoy. Cada dólar cuenta”, ha tuiteado.   Whitmer no ha sido menos “El presidente Joe Biden y la vicepresidenta Kamala Harris se han pasado su primer mandato luchando por nuestra libertad, democracia y más derechos, no menos. Pero en todo el país, peligrosos extremistas intentan hacernos retroceder. No podemos ser complacientes. Es hora de terminar el trabajo”, ha dicho, usando el lema del vídeo de inicio de campaña de Biden.   También han cerrado filas con mensajes claros de apoyo Barack Obama, Hillary Clinton, Hakeem Jeffries y otras personalidades del Partido Demócrata. El senador por Vermont Bernie Sanders, de 81 años, una de las figuras izquierdistas del partido y rival de Biden en las primarias de 2020, ha decidido renunciar a otra candidatura presidencial propia y hacer en su lugar “todo lo posible para que el presidente sea reelegido”. En declaraciones a AP ha apuntado que los demócratas deberían cerrar filas con Biden para evitar que “un Donald Trump o algún otro demagogo de derechas” se haga con la Casa Blanca. Durante gran parte del año, Sanders había dejado abierta la posibilidad de volver a presentarse. Ahora no solo dice que no se presenta, sino que desanima a cualquier otro candidato progresista de alto perfil a hacerlo.   Un puente generacional En el caso de Biden, cundió la idea de que podría ser un presidente de un solo mandato por voluntad propia, Él mismo se presentaba como un líder de transición: “Miren, yo me veo como un puente, no como otra cosa”, dijo en marzo de 2020, mientras hacía campaña en Michigan. “Hay toda una generación de líderes que habéis visto ponerse detrás de mí. Son el futuro de este país”, dijo acompañado entre otros por la vicepresidenta, Kamala Harris y la gobernadora, Gretchen Whitmer.   La opción de que fuera la vicepresidenta la que tomase el relevo estaba sobre el papel en 2020, pero su popularidad ha sido menor incluso que la de Biden. Para que ella hubiese dado el paso habría sido necesario que Biden renunciase a seguir.   Las encuestas dicen que más de dos tercios de los estadounidenses no quieren a Biden de nuevo como candidato, pero no hay ningún otro que suene como alternativa. La perspectiva de que el rival republicano vuelva a ser Donald Trump ha ayudado también a reforzar la confianza en Biden. Tras el anuncio de su candidatura, Trump ha salido en tromba contra el presidente, con su mensaje apocalíptico habitual y su bulo de que le robaron las elecciones de 2020.   A diferencia de 2020, el camino de las primarias está totalmente despejado para Biden. Por el momento solo han anunciado su candidatura rivales menores. Uno de ellos es el activista antivacunas Robert F. Kennedy Jr., de 69 años, hijo del senador por Nueva York, fiscal general de Estados Unidos y candidato presidencial Robert F. Kennedy, asesinado en 1968, y sobrino del presidente John F. Kennedy, asesinado cinco años antes. Otra es Marianne Williamson, escritora y activista cuya presencia es igualmente anecdótica.   Por si la falta de rivales de peso fuera poco, el Partido Demócrata ha organizado las primarias a medida de Biden. Comenzarán el 3 de febrero en Carolina del Sur, el primer Estado donde ganó en 2020, tras sus derrotas en

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