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Ecuador: julio 26, 2024

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Ecuador, julio 26, 2024
Ecuador Continental: 18:42
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Trump recurre ante el Tribunal Supremo su exclusión de las primarias de Colorado

El País .- El expresidente sostiene que el asalto al Capitolio del 6 de enero de 2021 “no fue una insurrección” Donald Trump es el asunto estrella del año en el Tribunal Supremo de Estados Unidos. Aunque ya hay varios casos que le afectan de forma directa o indirecta, el recurso presentado este miércoles por el expresidente definirá el futuro electoral de Estados Unidos. Trump ha recurrido ante los jueces su exclusión de las papeletas electorales en las primarias de Colorado, una decisión tomada también en Maine y que podría ser replicada por otros estados. Hay más de una treintena en los que su participación está impugnada. Los magistrados tendrán que decidir si debe dejarse a Trump al margen de las elecciones por haber participado en una insurrección, en referencia a sus intentos de alterar el resultado electoral de las elecciones de 2020, que perdió frente a Joe Biden, y que desembocaron en el asalto al Capitolio del 6 de enero de 2021. En su recurso, Trump sostiene que aquello no fue una insurrección. La presentación del recurso se daba por segura. El expresidente y ahora candidato tenía de plazo hasta este jueves 4 de enero para acudir al Supremo, que cuenta con una supermayoría conservadora de seis de los nueve jueces, tres de ellos nombrados por el propio Trump durante su presidencia. El recurso se suma a otro presentado por el Partido Republicano de Colorado la semana pasada. Llega además al día siguiente de otro presentado por Trump ante el Tribunal Superior de Maine contra su exclusión en las primarias de dicho estado. En ambos Estados las primarias se celebran el próximo 5 de marzo, el conocido como Supermartes, la fecha en que se eligen más de un tercio de los delegados que designarán al candidato presidencial republicano. El Tribunal Supremo de Colorado decidió por cuatro votos a tres que a Trump se le debía aplicar la sección tercera de la 14ª enmienda, declarándole inelegible para el cargo de presidente por haber participado en una insurrección. Por tanto, decidieron que su nombre no debería figurar en las papeletas de las elecciones primarias de cara a las presidenciales del 5 de noviembre de 2024. El recurso de 43 páginas elevado al Supremo comparte los argumentos del presentado ante el Tribunal Superior de Maine. Los recursos ante el Alto Tribunal se formulan como preguntas y en este caso la cuestión es directa: “¿Se equivocó el Tribunal Supremo de Colorado al ordenar excluir al presidente Trump de las presidenciales de 2024?”. “En nuestro sistema de ‘gobierno del pueblo, por el pueblo, [y] para el pueblo’, el fallo de Colorado no es ni puede ser correcto. Este Tribunal debe admitir el recurso para considerar esta cuestión de suma importancia, revocar sumariamente la sentencia del Tribunal Supremo de Colorado y devolver a los votantes el derecho a votar por el candidato de su elección”, dice el escrito. “La cuestión de la elegibilidad para servir como presidente de los Estados Unidos está debidamente reservada al Congreso, no a los tribunales estatales, para considerar y decidir. Al considerar la cuestión de la elegibilidad del presidente Trump y excluirlo de la votación, el Tribunal Supremo de Colorado se arrogó la autoridad del Congreso”, argumentan los abogados. Una “protesta política” El recurso dice que el tribunal de Colorado se equivocó en cómo describió el papel del presidente Trump en los acontecimientos del 6 de enero de 2021. “No fue una ‘insurrección’ y el presidente Trump de ninguna manera ‘participó’ en una ‘insurrección”, señala la introducción del escrito. Más adelante, en el cuerpo del recurso, los abogados de Trump insisten en que “los sucesos del 6 de enero de 2021 no fueron una ‘insurrección’ en el sentido en que se utiliza ese término en la sección tercera [de la 14ª Enmienda]”. “Insurrección’, tal como se entendía en el momento de la aprobación de la 14ª Enmienda, significaba tomar las armas y hacer la guerra a los Estados Unidos. Cuando se considera en el contexto de la época, esto tiene sentido. Estados Unidos había sufrido una horrible guerra civil en la que murieron más de 600.000 combatientes, y la propia supervivencia de la nación estaba en entredicho”, continúa el recurso. Es una enmienda aprobada en 1868, tres años después del final de la Guerra Civil, que pretendía impedir que los rebeldes confederados ocupasen posiciones de poder. El asalto al Capitolio, en cambio, según los argumentos de la defensa de Trump, no es propio de una insurrección, sino que se engarza en la “larga historia de protestas políticas que se han vuelto violentas” en Estados Unidos. “En el contexto de la historia de las violentas protestas políticas estadounidenses, el 6 de enero no fue una insurrección y, por tanto, no había justificación para invocar la sección tercera”, dice el recurso. El escrito sostiene que, en todo caso, incluso si se consideraran aquellos actos una insurrección, el entonces presidente no habría participado en ella: “El presidente Trump nunca dijo a sus seguidores que entraran en el Capitolio, ni en su discurso en la Elipse [desde donde partieron los asaltantes tras el mitin] ni en ninguna de sus declaraciones o comunicaciones antes o durante los actos en el Capitolio”, señalan, pese a la retórica incendiaria de Trump de aquel día. El texto de la norma Además, los abogados se detienen en el análisis del texto legal para concluir que no es aplicable al caso actual. La sección tercera de la 14ª enmienda señala: “No podrá ser senador o representante en el Congreso, ni elector para elegir presidente y vicepresidente, ni desempeñará cargo civil o militar alguno bajo la autoridad de Estados Unidos o de cualquier Estado, quien, habiendo jurado previamente apoyar la Constitución de Estados Unidos como miembro del Congreso, como funcionario de Estados Unidos o como miembro de la Asamblea Legislativa de cualquier Estado o como funcionario ejecutivo o judicial del mismo haya tomado parte en alguna insurrección o rebelión contra Estados Unidos o haya prestado ayuda o facilidades a los enemigos del país”. Añade que ese veto podrá ser levantado por el Congreso

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La inflación se moderó en noviembre en Estados Unidos, pero se resiste a bajar del 3%

El País .- Los precios subieron a un ritmo interanual del 3,1% pese al respiro por el abaratamiento de la gasolina La hoja de ruta se mantiene. La inflación se ha enfriado el último año y medio, pero la estabilidad de precios se resiste. Los precios subieron en Estados Unidos un 3,1% en los últimos 12 meses, según el dato de inflación de noviembre publicado este martes por la Oficina de Estadísticas Laborales, una décima menos que el mes anterior. La inflación subyacente, que excluye la energía y la compra de alimentos, está aún en el 4%. Las cifras se publican el mismo día en que el comité de política monetaria de la Reserva Federal empieza una reunión de dos días sobre los tipos de interés. Se espera que los mantenga en el 5,25%-5,5%, que es su nivel más alto desde marzo de 2001. Los precios de la energía han caído un 5,4% en el último año, gracias sobre todo al abaratamiento de la gasolina, del 9,8%. La subida de la comida se ha moderado también, sobre todo la de los alimentos para el consumo en el hogar, que se han encarecido un 1,7% en los últimos 12 meses, mientras que el precio de comer fuera de casa sube a una tasa del 5,3%. En octubre, la subida mensual de los precios fue del 0,1%. El índice de la vivienda siguió subiendo en noviembre, compensando el descenso del índice de la gasolina. El índice de energía cayó un 2,3% durante el mes, gracias al descenso del 6,0% en la gasolina. La inflación subyacente subió un 0,3% mensual en noviembre y se sitúa en el citado 4%, una cifra que duplica el objetivo de estabilidad de precios, del 2%. La inflación lleva sin situarse por debajo del 3% en Estados Unidos desde marzo de 2021. La recuperación de la demanda tras la pandemia, con una política fiscal y monetaria expansiva, y los problemas de oferta, con los atascos en la cadena de suministros y las dificultades para recuperar el ritmo de actividad, hicieron subir los precios. La situación se agravó con la guerra de Ucrania, que encareció el petróleo, los alimentos y otras materias primas. La inflación marcó un máximo del 9,1% en junio de 2022, la más alta en cuatro décadas, lo que ha hecho calar entre los estadounidenses la idea de que la economía va mal, a pesar de la fuerte creación de empleo, la resistencia del crecimiento y las multimillonarias inversiones atraídas. Desde ese máximo de mediados de 2022, la inflación estuvo bajando 12 meses de forma ininterrumpida hasta el 3,0% de junio pasado. El repunte de la gasolina hizo que los precios acelerasen de nuevo su marcha en agosto y septiembre, para frenar de nuevo al 3,2% en octubre. El tramo final hasta el objetivo del 2% es el que se muestra más complicado para los responsables de la política monetaria, que llevan más de un año tratando de lograr el ansiado aterrizaje suave de la economía: controlar los precios sin meter a la economía en una recesión en toda regla. La Reserva Federal no ha vuelto a subir los tipos desde julio, pero ha conseguido mantener al mercado en tensión con sus reiteradas advertencias de que está dispuesto a subir los tipos si la inflación no cede hasta el objetivo del 2%. Aunque es posible que Powell reitere este miércoles ese mensaje, el mercado empieza a creer que va un poco de farol. Mantener abierta esa opción le permite esquivar la pregunta sobre las bajadas, pero es en eso en lo que está centrado el mercado. Este miércoles, además de la decisión sobre tipos (hay práctica unanimidad en que no los moverá), la Reserva Federal publicará las estimaciones de los miembros de su comité de política monetaria sobre dónde se situará el precio del dinero a finales de 2024, 2025 y 2026. Los inversores están centrados en ver qué ritmo de rebaja de tipos anticipa el banco central, aunque se trata de una mera previsión que no los compromete a nada. De hecho, con frecuencia se equivocan al pronosticar lo que van a hacer.

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DeSantis y Ramaswamy se lanzan contra Haley en el cuarto debate de las primarias republicanas

El País .– Los dos candidatos tratan de frenar el ascenso en las encuestas de la exembajadora en la ONU Nikki Haley se ha convertido este miércoles en el centro de atención del cuarto debate de los candidatos republicanos a las primarias para las elecciones presidenciales de 2024. El ascenso en las encuestas de la exembajadora estadounidense en la ONU la ha convertido en el objetivo de Ron DeSantis y Vivek Ramaswamy, que compiten con ella. Ambos se han lanzado a atacarla desde su intervención inicial, sin tiempo siquiera para entrar en calor. Haley ha bromeado: “Me encanta toda la atención, amigos. Gracias. y el cuarto candidato del debate, Chris Christie, exgobernador de Nueva Jersey, ha puesto el dedo en la llaga: “Estos tres están actuando como si la carrera fuera entre nosotros cuatro”, ha dicho, señalando que en realidad “el quinto tipo”, en referencia a Donald Trump, ausente una vez más, les lleva una ventaja enorme a todo el resto. No está claro si esos ataques hacen mella a Haley o la refuerzan como la alternativa a Trump. La mayor parte del tiempo ha estado tranquila y calmada, pero también apagada, y por momentos se la veía incómoda, sin tiempo de responder a todas las críticas. El emprendedor Ramaswamy, faltón y maleducado en ocasiones, se ha llevado unos cuantos abucheos del público con sus ataques personales a la candidata. DeSantis, gobernador de Florida, ha tenido más cuidado, pero también ha sido contundente. Ambos han presentado a la exgobernadora de Carolina del Sur, la única mujer candidata, como entregada a los intereses corporativos y no suficientemente conservadora. El cuarto debate se celebra en Tuscaloosa (Alabama) y por el momento no hay señalado un quinto debate. La carrera de las primarias empieza el 15 de enero con los caucus de Iowa. DeSantis no perdía ocasión de atacar a Haley a cuenta de casi cualquier asunto a debatir, lo cual llamaba especialmente la atención porque esa no había sido su estrategia en los anteriores debates. El gobernador de Florida ha ido cayendo sin parar en las encuestas y Haley le pisa los talones. La ha atacado en temas como las redes sociales, los transexuales y la inmigración, mostrándose con frecuencia algo tenso, gesticulante, como si fuera un ataque a la desesperada, pero por momentos puede haber resultado eficaz. DeSantis y Ramaswamy han criticado los contactos de Haley con firmas de inversión como BlackRock, que defiende principios de sostenibilidad. También la han atacado por haber formado parte del consejo de Boeing, del que dimitió tras oponerse a un rescate público. “En cuanto a los donantes que me apoyan, simplemente están celosos. Desearían que les apoyasen a ellos”, ha contestado. Ramaswamy ha dicho que Haley estaba “en bancarrota” cuando dejó de ser embajadora ante las Naciones Unidas y luego pasó a formar parte del consejo del gigante aeroespacial Boeing. “No estábamos en bancarrota cuando dejé la ONU: somos gente de servicio público. Mi marido es militar, y yo serví a nuestro país como embajadora de la ONU”, ha contestado primero. Y también ha defendido sus 10 meses en el consejo de Boeing, señalando que lo abandonó durante una disputa sobre los fondos de rescate por la covid. “Me encanta Boeing. Me opuse a los rescates de Wall Street cuando muchos republicanos los apoyaron. Yo les digo a los donantes lo que creo. Ellos no me lo dicen a mí”, ha indicado también. Ramaswamy la ha atacado por el hecho de que el destacado donante demócrata Reid Hoffman había dado 250.000 dólares a un comité de acción política que la apoya. Hoffman “es efectivamente George Soros Jr”, ha dicho. Y ha habido un momento algo infantil en Ramaswamy que se ha llevado abundantes abucheos: ha sacado un cartel escrito a mano que ponía “Nikki=Corrupta”. La moderadora le ha dicho a Haley: “¿Desea contestar?” Y ella ha noqueado a su rival: “No, no merece la pena gastar el tiempo en responderle”. Haley ya tuvo un momento destacado en el tercer debate cuando le dijo: “No eres más que escoria”. Los ataques han sido tan evidentes que Christie ha salido en algún momento en defensa de Haley, especialmente frente a Ramaswamy. “Este es el cuarto debate en el que usted sería votado en los primeros 20 minutos como el fanfarrón más odioso de Estados Unidos. Así que cállese un rato”, le ha dicho. Christie ha afeado a su rival que cuestionase la inteligencia de Haley. En su opinión, Ramaswamy “tiene un problema con las mujeres”, una forma de decir que es un machista. Christie es el único que ha atacado abiertamente a Trump. “A menudo es muy difícil ser la única persona en el escenario que dice la verdad”, ha dicho. Se ha referido a Trump como un “dictador” y un “matón” y, ante el silencio de sus compañeros de debate, también ha hablado de él como “Voldemort”, el personaje de la saga de Harry Potter que no debía ser nombrado. Y ha dicho que quizá sus rivales evitaban criticar a Trump porque tenían “aspiraciones futuras”. “Quizá esas aspiraciones futuras sean ahora o quizá sean dentro de cuatro años. Pero lo cierto es que hay que decir la verdad”, ha continuado. “[Trump] no es apto. Es un tipo que acaba de decir la semana pasada que quiere usar el Departamento de Justicia para perseguir a sus enemigos cuando llegue allí. Tal vez el hecho es que no es apto para ser presidente. Y no hay mayor problema en esta carrera que Donald Trump”, ha añadido. El exgobernador de Nueva Jersey se ha enzarzado con DeSantis porque este no se mojaba sobre si Trump es apto para el cargo. Se limitaba a decir que habría que elegir a alguien que no sea tan mayor y que tenga la posibilidad de cumplir dos mandatos. “Si tienes miedo de ofender a Donald Trump, ¿qué vas a hacer cuando te sientes frente al presidente Xi y frente al ayatolá y frente a Putin? Tienes que estar dispuesto a ofender con la verdad y responder a la pregunta:

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Biden dice que quizá no se habría presentado a la reelección de no ser por el peligro de Trump

El País .- “No podemos dejarle ganar”, afirma el presidente en un acto de recaudación de fondos en el que acusa al expresidente de usar el lenguaje de los nazis Joe Biden vuelve a plantearse como su misión en la vida cerrar el paso a Donald Trump. Impedir un segundo mandato del republicano, al que considera un peligro para la democracia, ya fue la motivación clave para entrar en la carrera hacia la Casa Blanca hace cuatro años. Biden venció a Trump, pero todo apunta a que la batalla se repetirá y la motivación, también. “Tenemos que conseguirlo, no por mí. Si Trump no se presentara, no estoy seguro de si yo me presentaría. Pero no podemos dejarle ganar por el bien del país”, ha dicho este martes en un acto de recaudación de fondos en Weston (Massachusetts), en la casa de Alan Solomont, un donante demócrata que fue embajador en España y preside la Cámara de Comercio Estados Unidos-España. En la campaña de las elecciones presidenciales de 2020, Biden se definió a sí mismo como “un candidato de transición”. Biden acaba de cumplir 81 años y acabaría un hipotético segundo mandato con 86. Por su edad, se dio una importancia mayor de la habitual a su elección para la vicepresidencia, que tras una larga espera recayó en Kamala Harris. Se especulaba con que quien ocupase ese cargo optaría a la presidencia en 2024, una vez hubiera desaparecido Trump de la escena política y la polarización política se hubiera atenuado. El expresidente, sin embargo, no solo se ha instalado en el bulo de que le robaron las elecciones, sino que ha convencido de ello a la gran mayoría de los votantes republicanos. Es el favorito en las primarias republicanas y encabeza también las encuestas para las presidenciales. Mientras, la figura de Kamala Harris no ha cuajado y Biden cree que quien tiene más posibilidades de derrotar a Trump es él mismo de nuevo. “Puede que no sea el único, pero le conozco bien. Y sé el peligro que representa para nuestra democracia. Y ya hemos pasado por esto antes”, dijo en abril en una rueda de prensa en la Casa Blanca. Desde el principio de la campaña por la reelección ha reiterado el mensaje, pero nunca hasta este martes había sugerido expresamente que quizá no se habría presentado para un segundo mandato de no ser por Trump. “Siempre vamos a defender, proteger y luchar por la democracia”, ha dicho este martes. “Por eso me presento”. Biden ha matizado luego que a estas alturas ya no retiraría su candidatura aunque lo hiciese su rival. “No creo que nadie dude de que la democracia corre más peligro en 2024 que en 2020. Y lo digo en serio. Porque esta vez nos enfrentamos a un negacionista electoral en jefe”, ha dicho Biden en casa de Solomont. “Seamos claros sobre lo que está en juego en 2024: Donald Trump y sus republicanos MAGA están decididos a destruir la democracia estadounidense. Y eso, de nuevo, no es una hipérbole. Es un hecho. El expresidente no tiene pelos en la lengua. No hace falta fiarse de mi palabra. Solo escuchen lo que dice”, ha continuado. “A sus partidarios, les dice: ‘2024 es la batalla final’. Continúa diciendo: ‘Yo soy la venganza’. Y habla de que somos parte de ‘una nación en decadencia’. ‘O ganan ellos o ganamos nosotros. Si ellos ganan, ya no tendremos un país’. ¿Cuándo se ha oído a un presidente de Estados Unidos decir alguna de esas cosas?“, ha añadido ante unas 50 personas allí congregadas. “Trump ya ni siquiera esconde la pelota”, ha dicho también Biden en otro acto, también en la zona de Boston. “Nos está diciendo lo que va a hacer. No tiene pelos en la lengua”, ha añadido, refiriéndose a su rival como el “expresidente derrotado”. Trump ha prometido abiertamente perseguir a sus rivales políticos si vuelve a la Casa Blanca, como venganza por sus propias imputaciones. “Sí. Si hacen esto, y ya lo han hecho, pero si siguen adelante con esto, sí, ciertamente podría suceder al revés”, dijo en una entrevista a Univisión en noviembre. “Lo que han hecho es soltar al genio de la botella”, continuó. “Han hecho algo que permite al próximo partido… si por casualidad soy presidente y veo a alguien que lo está haciendo bien y me está ganando, digo: ‘Ve y acúsalo”, añadió. El lenguaje nazi El expresidente ha abrazado una retórica cada vez más violenta y autoritaria. Se ha referido a sus rivales políticos como “alimañas” que hay que “erradicar” y también afirma que los inmigrantes indocumentados están “envenenando la sangre del país”, expresiones con ecos de la Alemania nazi o la Italia fascista, como han puesto de manifiesto los historiadores. Trump también ha atacado a jueces y fiscales, ha sugerido que el que fue su jefe de Estado mayor Mark Miley debe ser ejecutado y se ha mostrado partidario de disparar a quienes roben en las tiendas. En el discurso en casa de Solomont, a puerta cerrada, pero del que la Casa Blanca ha facilitado una transcripción, Biden ha acusado a su antecesor de usar el lenguaje de los nazis. “Ahora sus partidarios están diciendo que debería invocar la Ley de Insurrección para utilizar el ejército (…) a nivel nacional frente a los opositores políticos y en las ciudades estadounidenses. Si es reelegido, dijo que iba a perseguir a todos los que se le opongan, erradicar lo que llamó las “alimañas” en América. No es una palabra usada a menudo, excepto en la Alemania nazi, una frase específica con un significado específico. Y es un eco del lenguaje que se escuchaba en Alemania en los años 30″, ha dicho Biden. Trump contraataca Sabedor de que los ataques sobre el peligro que representa para la democracia le hacen daño, Trump intentó el pasado fin de semana darle la vuelta a la tortilla: “Biden no es el defensor de la democracia estadounidense. Biden es el destructor de la democracia”, dijo en un acto en Cedar Rapids (Iowa). “Ha instrumentalizado el Gobierno contra sus oponentes

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El gobernador de California eleva su perfil internacional con una reunión en China con Xi Jinping

El País .- El encuentro de Gavin Newsom con el líder asiático alimenta las versiones de que el mandatario prepara una eventual carrera a la presidencia. ¿Quiere ser Gavin Newsom presidente de Estados Unidos? La pregunta ha cobrado relevancia esta semana después de que el gobernador de California concluyera una gira internacional. En una semana, el mandatario local se reunió con dos líderes mundiales. Primero con Benjamín Netanyahu, el primer ministro de Israel, en pleno conflicto con Hamás y después culminó un viaje a Asia con un encuentro con Xi Jinping. Se convirtió en el primer gobernador de Estados Unidos que visita la capital del gigante asiático en cuatro años. El encuentro, celebrado este miércoles, se hace en un momento de tensión creciente entre Washington y Pekín provocada por la apertura de varios flancos que han enfrentado geopolíticamente a las potencias. “Tenemos que involucrarnos nuevamente con China, no con los puños cerrados, sino con la mano abierta”, dijo Newsom tras su encuentro con Xi en una entrevista con la periodista Christiane Amanpour, de la CNN. El gobernador afirmó que cree que su recepción en el palacio, un encuentro al que se le impidió el paso a la prensa americana, es un signo de una nueva fase entre los políticos estadounidenses y las autoridades del partido comunista. “La relación en el pasado ha sido muy estresante, tenemos que bajar un poco la temperatura y administrar nuestras diferencias estratégicas y reconciliar nuestros límites estratégicos, que han sido bien establecidos por los dos países”, ha añadido. En pocas palabras, dijo que el divorcio no puede ser la opción entre las potencias. Newsom lleva meses asegurando que no está interesado en la carrera por la Casa Blanca. Algunos analistas, particularmente los conservadores, opinan que el político podría sumarse como un aspirante de última hora en la contienda. Esto si Biden, quien ha visto caer su popularidad en picado y es criticado por su edad, decide no presentarse a la reelección. Otros consideran que el gobernador, quien no representa ninguna autoridad en política exterior, intenta elevar su perfil internacional con viajes como el de la semana, donde ha abandonado el guion nacional para entrar en la agenda global. El mandatario local, quien tiene una popularidad que roza el 60% pero es poco conocido fuera de su Estado, sorprendió la semana pasada adelantando el inicio de su gira para hacer una escala sorpresa en Tel Aviv. Arribó a esta ciudad minutos después de las 04.00 del viernes 20 de octubre. Su estancia, de solo unas horas, siguió a la del presidente Joe Biden, quien se reunió con el primer ministro israelí el 18 de octubre, once días después del ataque perpetrado por Hamás en suelo israelí. “Necesitaba hacer algo además de sacar un comunicado condenando el ataque”, le dijo Newsom a la CNN. En apenas un par de eventos, se entrevistó con supervivientes de la ofensiva de la milicia islamista y con la familia de un joven de 23 años de origen californiano que está dentro de los más de 220 secuestrados por Hamás. También entregó equipo y suministros médicos para atender a los heridos en los hospitales. “Represento al Estado más grande del país, una economía que por sí sola sería la quinta del mundo, pero también represento un Estado que tiene la segunda mayor población de judíos estadounidenses”, afirmó Newsom esta semana, quien dice estar en favor de la solución de los dos Estados. De esa manera, el gobernador de 56 años se sumó a un pequeño grupo de estadounidenses que ha sido testigo cercano del conflicto que sacude Oriente Próximo. Antes que él, además de Biden, estuvieron cinco senadores, entre los que se encontraba el líder del Senado, Chuck Schumer, el líder de la mayoría en el Senado y algunos legisladores republicanos, como el excandidato presidencial Mitt Romney, y Bill Cassidy, representante de Luisiana. Newsom tenía, sin embargo, otro as bajo la manga: la entrevista con Xi Jinping, que no había sido anunciada. Es el primer representante Californiano que lo hace desde que en 2017 lo hizo su antecesor, Jerry Brown. El gobernador inició su gira por Asia en Hong Kong, donde se reunió con estudiantes universitarios para hablar del cambio climático. Ese arranque estaba más dentro de lo que se espera de un gobernante local en el extranjero. China representa para California uno de sus mayores socios comerciales, pues es la octava fuente de ingresos más importante para el Estado. Sus importaciones anuales representan unos 147.000 millones de dólares. El gobernador aseguró que tocó varios temas con Xi. La lucha contra el cambio climático abanderó sus encuentros. California anunció el año pasado que prohibirá la venta de los coches de gasolina a partir de 2035, una decisión fundamental para que el Estado alcance las cero emisiones en 2045. China, en cambio, pretende reducir sus emisiones en 2030 y ser neutrales tres décadas más tarde. Newsom también tocó otros temas urgentes. Uno de estos, la presencia del fentanilo, el potente opiáceo sintético que ha inundado las calles de Estados Unidos, y especialmente en Los Ángeles, San Diego y San Francisco, generando una epidemia. Newsom aseguró a los periodistas que lo acompañaron, quienes no estuvieron presentes en el encuentro, de que habló con la máxima autoridad china de los precursores químicos que se embarcan en Asia y llegan a México para después continuar su camino mortal a las ciudades de Estados Unidos. “Quita la vida a al menos una persona cada día en San Francisco”, afirmó. Ya no ante Xi, pero sí con otras autoridades de alto nivel, como el ministro de Exteriores, Wang Yi, y el vicepresidente Han Zheng, se atrevió a tocar temas de derechos humanos en Hong Kong, el Tíbet y Taiwán. El gobernador incluso afirma haber solicitado la liberación de David Lin, un ciudadano de California que se encuentra detenido en China desde 2006.

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Biden insiste en el riesgo que supone Trump para la democracia de EE UU

El País .- Estados Unidos vive una campaña electoral casi permanente. Con elecciones cada dos años (entre las presidenciales y las de mitad de mandato) y un largo proceso de primarias, la carrera por la Casa Blanca que culminará en la votación del 5 de noviembre de 2024 ya está lanzada. El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, que opta a la reelección, y su probable rival, Donald Trump, han entrado ya en el cuerpo a cuerpo ante la reedición de su duelo. Ambos han estado esta semana en Michigan, uno de los estados decisivos, compitiendo por el voto de los trabajadores industriales. Y este jueves, Biden ha acusado a Trump y a sus seguidores de ser un peligro para la democracia y la Constitución. “Algo peligroso está ocurriendo en Estados Unidos. Hay un movimiento extremista que no comparte las creencias básicas de nuestra democracia. El movimiento MAGA”, ha dicho Biden, en referencia a las siglas del Make America Great Again [Hacer Estados Unidos grande otra vez], el lema de Trump. “Las democracias pueden morir cuando la gente está en silencio”, ha advertido. “No todos los republicanos —ni siquiera la mayoría de los republicanos— se adhieren a la ideología extremista MAGA. Lo sé porque he podido trabajar con republicanos durante toda mi carrera. Pero no hay duda de que el Partido Republicano de hoy está impulsado e intimidado por los extremistas MAGA. Su agenda extremista, de llevarse a cabo, alteraría fundamentalmente las instituciones de la democracia estadounidense tal y como la conocemos”, ha insistido en un acto en Tempe (Arizona), en el que ha sido interrumpido en algún momento por uno de los asistentes. El presidente se ha presentado como un dique para defender “una democracia que está en riesgo”: “He hecho de la defensa, la protección y la preservación de la democracia americana la causa central de mi presidencia”, ha asegurado, con una enorme bandera de Estados Unidos detrás, flanqueada por otras dos más pequeñas. El mensaje no es nuevo. Biden lo planteó al tomar posesión y ha dado tres discursos el último año con argumentos similares. Esta vez, sin embargo, ha querido reiterar su advertencia en un acto de homenaje a su amigo el fallecido senador republicano John McCain, que se enfrentó a Trump, y que ejemplifica una forma de hacer política diametralmente opuesta a la del expresidente. Junto con anécdotas personales de su relación con McCain, Biden ha decidido poner el acento en el peligro para las instituciones del extremismo trumpista. Lo ha hecho, además, el mismo día en que en la Cámara de Representantes se celebraba la primera sesión de la investigación formal para un posible impeachment a Biden, un caso traído por los pelos por el presidente de la Cámara, Kevin McCarthy, para contentar al ala dura del Partido Republicano. “Desde Gettysburg a mi discurso inaugural, al aniversario de la insurrección del 6 de enero, a [los discursos del] Independence Hall en Filadelfia y Union Station en Washington, he hablado del peligro del negacionismo electoral y de la violencia política y de la batalla por el alma de América”, recuerda Biden. “He venido a honrar al Instituto y la Biblioteca McCain porque son el hogar de un orgulloso republicano que puso al país en primer lugar. Nuestro compromiso no debería ser menor, porque la democracia debería unir a todos los estadounidenses, independientemente de su afiliación política”, ha señalado el presidente. “Como siempre he dejado claro, la democracia no es una cuestión partidista. Es una cuestión estadounidense”, ha añadido. Cerrar heridas “Ahora, hoy, en Phoenix, Arizona, en un instituto dedicado a la defensa de la democracia que lleva el nombre de un verdadero patriota, estoy aquí para hablar de otra amenaza a nuestra democracia que con demasiada frecuencia ignoramos: la amenaza a nuestras instituciones, a nuestra propia Constitución y al carácter mismo de nuestra nación”, había preparado antes el terreno. A diferencia de otras ocasiones, Biden ha citado abiertamente a Trump y a su “noción peligrosa de que el presidente está por encima de la ley, sin límites de poder”. “Trump dice que la Constitución le dio, cito, el derecho a hacer lo que quiera como presidente, fin de la cita. Nunca he oído a un presidente decir eso en broma. No se guía por la Constitución ni por el servicio común y la decencia hacia nuestros conciudadanos estadounidenses, sino por la venganza y la revancha”, ha dicho y ha descrito la actuación de Trump como la de una especie de dictador que pretende “tomar el poder, concentrar el poder, intentar abusar del poder, purgar y maniatar instituciones clave, vomitar teorías conspirativas, difundir mentiras con fines de lucro y poder para dividir a Estados Unidos en todos los sentidos, incitar a la violencia contra aquellos que arriesgan sus vidas para mantener a los estadounidenses a salvo, armarse contra el alma misma de lo que somos como estadounidenses”. Biden llegó a la Casa Blanca con el propósito de cicatrizar heridas y unir al país tras un periodo convulso marcado por la divisiva figura de Trump, pero la polarización no solo no ha cedido, sino que ha aumentado. Trump ha utilizado su imputación por 91 delitos en cuatro causas diferentes para presentarse como víctima de una persecución política y arremeter contra el Departamento de Justicia, el FBI, los jueces y los fiscales. En su partido muy pocos se han atrevido a llevarle la contraria y a alzar su voz contra él. Biden ha recordado este jueves las amenazas de venganza de Trump y los suyos si ganan las elecciones. Con su homenaje a McCain, Biden quiere poner de manifiesto que es posible cerrar las heridas. Trump no podría protagonizar un acto como similar con un demócrata de alto perfil. En ese clima de enfrentamiento, Trump acusa en sus discursos a Biden de ser una marioneta manejada por la “izquierda radical” y los “extremistas medioambientales”. El expresidente promueve en la distancia el impeachment de Biden y el cierre parcial del Gobierno por falta de financiación. Oposición a Trump Tras las elecciones legislativas y locales de noviembre de 2022, muchos vieron en el protagonismo de Trump durante la campaña —y

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La jueza del caso de Trump en Washington rechaza la recusación que pedía el expresidente

El País .- La jueza Tanya Chutkan seguirá llevando el caso por el que se procesa a Donald Trump en Washington por sus intentos de alterar el resultado electoral en las elecciones presidenciales de 2020. En una resolución dictada este miércoles, Chutkan rechaza la recusación planteada por los abogados del expresidente, que la acusaban de tener un sesgo contra el acusado. La jueza asegura que Trump no ha demostrado que sea “imposible“ que lleve el caso con imparcialidad. Los abogados de Trump alegaban que estaba contaminada por declaraciones que hizo en distintas vistas relacionadas con el asalto al Capitolio del 6 de enero de 2021. En una, Chutkan dijo a un acusado condenado a más de cinco años de prisión que había señalado “muy acertadamente” que la “gente que lo exhortó” y alentó a “salir a la acción y a luchar” no había sido acusada. Chutkan añadió que ella “no tomaba decisiones sobre a quién acusar” y no “tenía influencia sobre eso”. “Tengo opiniones, pero no son pertinentes”, añadió. Según los abogados de Trump, esas declaraciones mosraban prejuicios contra el expresidente. La jueza indica en su resolución de 20 páginas que el Tribunal Supremo ha sentado una doctrina muy exigente para las recusaciones y abstenciones en la que exige que la imparcialidad sea imposible para tener que apartarse de un caso. “Las declaraciones ciertamente no manifiestan un prejuicio profundamente arraigado que haría imposible un juicio justo —el estándar para la recusación basada en declaraciones con origen intrajudicial”, indica. “Para empezar, cabe señalar que el tribunal nunca ha tomado la posición que la defensa le atribuye: que el ‘expresidente Trump debe ser procesado y encarcelado’. Y la defensa no cita ningún caso en el que el tribunal haya pronunciado esas palabras o algo similar. En cambio, la defensa interpreta la reiteración verbal del tribunal de los argumentos de Palmer y Priola [dos de los sentenciados por ella] sobre su culpabilidad relativa como ‘sugiriendo’ una ‘opinión central’ secreta sobre la criminalidad del acusado”, añade. La jueza explica el contexto de esas declaraciones. “Ambos acusados solicitaron una condena menor alegando que su culpabilidad por el asalto del 6 de enero era menor que la de otras personas a las que consideraban instigadoras del atentado, por lo que sería injusto que recibieran una condena completa mientras esas otras personas no eran procesadas. El tribunal estaba legalmente obligado no solo a considerar en privado esos argumentos, sino también a valorarlos públicamente”, afirma. El fiscal especial Jack Smith se había opuesto a la recusación de la jueza, nombrada para el cargo por el expresidente Barack Obama, señalando que los comentarios en que se basaba la petición de los abogados de Trump estaban sacados de contexto para tratar de mostrar un falso sesgo contra el expresidente. Chutkan fijó en agosto como fecha para el inicio del juicio el 4 de marzo de 2024, víspera del Supermartes, el día clave en las elecciones primarias para las presidenciales del ese año. Si se cumple el calendario, sería el primer juicio penal que se celebra contra Trump. La jueza impuso a Trump algunos límites a sus declaraciones a mediados de agosto, pero que no han servido para que el expresidente se contenga. Sigue haciendo declaraciones incendiarias y lanzando mensajes en Truth, su red social, sobre los casos en que está imputado, incluido el de Washington. Los fiscales consideran que se ha embarcado en una campaña de desinformación y acoso contra fiscales, testigos y posibles jurados y pidieron hace dos semanas “una restricción estrecha y bien definida” que prohibiría a Trump hacer declaraciones “sobre la identidad, el testimonio o la credibilidad de posibles testigos”. También solicitaron impedirle hacer “declaraciones sobre cualquier parte, testigo, abogado, personal del tribunal o posibles miembros del jurado que sean despectivas e incendiarias, o intimidatorias”. Los abogados de Trump se oponen a que dicte esa medida, amparándose en su libertad de expresión. La jueza aún no se ha pronunciado. En su pliego de cargos, el fiscal acusa a Trump de cuatro delitos: conspiración para defraudar al Gobierno estadounidense, conspiración para obstruir un procedimiento oficial, obstrucción o intento de obstrucción de un procedimiento oficial y conspiración para violar derechos civiles. Trump sostiene que le robaron las elecciones, pero el fiscal no le acusa por ese gran bulo sin fundamento, sino por los actos que emprendió para alterar él el resultado e impedir la proclamación de la victoria de Joe Biden.

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Preso PO1135809: Trump, fichado en Georgia por sus intentos de alterar los resultados electorales

El País .- La ficha policial le describe como un varón blanco, rubio, de 97,5 kilos de peso y 192 centímetros de altura.   La prisión del condado de Fulton, en Georgia, ha hecho historia este jueves. En esta cárcel, cuyas condiciones para los presos son tan peligrosas que se encuentra bajo una investigación oficial, ha comparecido el expresidente de Estados Unidos Donald Trump para quedar fichado como imputado por, entre otras cosas, liderar una asociación de tipo mafioso para alterar los resultados de las elecciones de 2020 en ese Estado. Es la primera vez que se toma una fotografía policial a un presidente de Estados Unidos en activo o retirado. Una fotografía que ya quedará para siempre.   La ficha policial le adjudica el “número de preso PO1135809″ y le describe como un varón blanco, de 97,5 kilos de peso y 192 centímetros de alto, de cabello rubio y ojos azules. Y detalla los cargos, desde la violación de la ley estatal contra la delincuencia organizada a las presiones sobre funcionarios públicos para que faltaran a sus obligaciones, pasando por la conspiración para falsificar documentos.   Como el animal mediático que es, Trump había calculado perfectamente los tiempos de su comparecencia para que le tomaran las huellas digitales y la fotografía. La fiscal del condado de Fulton, Fani Willis, le había otorgado al imputarle 10 días para hacerlo, pero él escogió este jueves, el día después de que el resto de candidatos presidenciales republicanos acapararan los focos con su primer debate televisado antes de las primarias. Y la franja horaria en la que se trasladó a la prisión, en torno a las 19.30 (1.30 en la España peninsular), es la de mayor audiencia televisiva. La expectativa de verle entrar en prisión y sus imágenes descendiendo del avión privado que le trajo desde su club de golf en Bedminster (Nueva Jersey) desplazaron casi por completo a sus rivales en la atención de los medios, hasta conseguir que menos de 24 horas después del debate apenas se hablara ya de ellos y la conversación se centrara de nuevo en él.   En el camino a la prisión, Trump recibió un trato presidencial: como en sus comparecencias previas como imputado en tres casos distintos, fue recibido por una comitiva a pie de avión y se trasladó a Fulton en una caravana de vehículos del servicio secreto. En la prisión fue un sospechoso más. Tuvo que pasar por todos los procedimientos rutinarios para quedar fichado y depositar los 200.000 dólares de fianza acordados entre sus abogados y la Fiscalía para quedar en libertad a la espera de juicio. Sus condiciones de fianza también incluyen estrictos límites para impedir posibles amenazas a testigos o implicados en el caso.   Trump había utilizado las horas previas a su arresto para arremeter, como suele, contra la fiscal Willis, a la que acusó de ser una “izquierdista radical” y fomentar un aumento de la delincuencia en Atlanta. Después de 23 minutos en el interior de la prisión, y ya de regreso en el aeropuerto para coger el avión de vuelta, volvió a repetir las acusaciones que profiere tras cada comparecencia judicial: “esto es una injerencia electoral”, “es un triste día para Estados Unidos”, “no hemos hecho nada malo”. Trump vuelve a tuitear Trump aprovechó, incluso, para regresar a Twitter —ahora, X—, dos años y medio después de que la red social le suspendiera la cuenta después del asalto al Capitolio el 6 de enero de 2021, perpetrado por simpatizantes del republicano después de meses de escuchar de boca de Trump y sus asesores que el verdadero ganador de las elecciones había sido él. Aunque Elon Musk le devolvió la cuenta tras adquirir la compañía, el expresidente había preferido continuar sus comunicaciones a través de su propia red social, Truth. Para su regreso, envió un mensaje con su foto policial y los lemas “Interferencia electoral” y“¡Rendición Nunca!”, además de un enlace a una página para recibir donaciones para su campaña electoral. Mientras se aguardaba al expresidente en Fulton, la fiscal Fani Willis había propuesto el 23 de octubre para comenzar el juicio contra otro de los 19 acusados en el caso, el abogado Kenneth Chesebro, que pidió un proceso rápido. El juez Scott McAfee, encargado del caso, ha dado su visto bueno. Esa fecha no se aplicará necesariamente a Trump y el resto de sospechosos. Al presentar el pliego de cargos la semana pasada, Willis declaró que quería un juicio rápido para los 19 imputados. No está claro que lo vaya a conseguir. Tres de ellos —entre los que se cuenta Mark Meadows, jefe de gabinete de la Casa Blanca cuando Trump era presidente— pretenden que su caso se traslade a un tribunal federal. Y el exmandatario no desea un proceso rápido; de hecho, su estrategia se basa en retrasar lo más posible los casos, para exprimir el considerable beneficio electoral que le está reportando el presentarse como víctima, y a la espera de las presidenciales del año próximo. Si venciera en las elecciones se le abriría la puerta para un autoindulto en sus casos federales. Para el antiguo inquilino de la Casa Blanca y aspirante a regresar a ella, las comparecencias judiciales se han convertido casi en algo rutinario. La presentada por la fiscal Willis, que le acusa de 13 cargos —asociación para delinquir, presión sobre testigos y conspiración para falsificar documentos, entre otros—, es ya su cuarta imputación. Pero sí era la primera vez que tenía que presentarse en una cárcel: las tres veces previas acudió a los juzgados para declararse no culpable ante un juez que le leyó las acusaciones contra él. El sheriff del condado, Pat Labat, había declarado que el antiguo mandatario no recibiría ningún trato de favor y tendría que pasar por los mismos procedimientos que cualquier otro sospechoso. En un giro que hubiera sorprendido en cualquier otro caso, pero no en Trump, el expresidente relevó solo horas antes de su comparecencia al abogado que había dirigido su defensa en este caso, Drew Findling. Su sustituto es Steven Sadow, un letrado de Atlanta que

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Donald Trump, imputado por intentar alterar el resultado electoral en el Estado de Georgia en 2020

El País .- Se trata del cuarto proceso judicial contra el expresidente, en el que están acusadas otras 18 personas por un total de 41 cargos Donald Trump ha quedado imputado de nuevo este lunes, por cuarta vez en cuatro meses y en lo que parece el caso más detallado hasta el momento. Un gran jurado en el condado de Fulton, en Georgia, ha dado luz verde a presentar cargos contra el presidente y 18 de sus asesores, por un total de 41 cargos relacionados con los intentos de alterar los resultados de las elecciones de 2020 en ese Estado, que el expresidente perdió por menos de 12.000 votos.   El expresidente ha quedado acusado de 13 cargos, incluida la violación de la ley de Georgia contra el crimen organizado, conspirar para suplantar a un funcionario, presionar para que un funcionario traicione el juramento de su cargo y conspirar para presentar documentos falsos y conspirar para perpetrar falsificación en una “asociación delictiva” en la que también participaron otra treintena de personas, no incluidas en el pliego de cargos. Entre los imputados en un pliego de cargos de 98 páginas junto a Trump, se encuentran algunos de sus principales colaboradores: desde su exjefe de gabinete Mark Meadows a su abogado personal Rudy Giuliani. También está incluido Jeffrey Clark, un funcionario del Ministerio de Justicia que participó en los intentos de manipular los resultados de la votación. Los abogados John Eastman y Kenneth Chesebro, autores de una trama para utilizar electores falsos que votaran por Trump, también han quedado acusados, así como su asesor de campaña Mike Roman. Documentos del gran jurado de Georgia en el que aparecen los imputados, este martes.JULIO CESAR CHAVEZ (REUTERS)   Todos ellos están acusados de extorsión, en violación de la ley de Georgia contra el crimen organizado con el “objetivo ilegal de robar el cargo” de presidente para beneficiar a Trump, según ha explicado la fiscal responsable del caso, Fani Willis, en rueda de prensa. Willis ha precisado que aspira a comenzar el juicio contra el expresidente y el resto de acusados en un plazo de seis meses. Trump y el resto de acusados tienen hasta el viernes 25 para presentarse voluntariamente ante el tribunal, ha precisado.   “Trump y el resto de los defensores acusados en este pliego rechazaron aceptar que Trump perdió, y a sabiendas y voluntariamente se sumaron a una conspiración para cambiar de manera ilegal el resultado de las elecciones en favor de Trump”, indica el documento de imputación.   Estas imputaciones, las más voluminosas hasta el momento en los casos legales de Trump, se suman a las tres ya pendientes para complicar lo que ya se promete como una campaña electoral en la que las causas judiciales del republicano serán un factor clave. Son el resultado de dos años y medio de investigación encabezada por Willis, fiscal del condado de Fulton y de filiación demócrata. La letrada abrió el caso después de que se publicara el sonido de una conversación telefónica entre el entonces presidente con el secretario de Estado de Georgia, el republicano Brad Raffensperger, el 2 de enero de 201. En esa llamada, el magnate pedía “encontrar” 11.780 votos, uno más que los que había obtenido su rival, Joe Biden, en el Estado.   Esas investigaciones le llevaron a examinar también la trama de los electores falsos y un intento de robar datos del sistema informático de máquinas de voto electrónico en el condado de Coffee, de tendencia republicana.   Trump no ha tardado en reaccionar. Tras conocerse los cargos, sus abogados han tachado de “chocante y absurda” la imputación, y han aludido a la publicación por error de lo que parecía un borrador del pliego en la página web del tribunal, durante unos minutos y horas antes de que el gran jurado emitiera su veredicto. “Esta presentación sesgada se ha basado en testigos que protegen sus propios intereses políticos y personales, algunos de los cuales organizaron campañas promoviendo sus esfuerzos contra los acusados y/o se beneficiaron de contratos para libros y oportunidades de empleo como resultado”. Poco antes, el expresidente había arremetido contra Willis, a la que acusaba de buscar la “máxima injerencia” en las campañas presidenciales de 2024.   El caso se sumará a los tres que ya arrastra el antiguo inquilino de la Casa Blanca y actual aspirante republicano a regresar a la presidencia. La primera imputación llegó en marzo, cuando el fiscal de Manhattan le acusó de falsificación contable en relación con pagos para comprar el silencio de una actriz porno sobre su supuesta relación sexual. En junio llegó la segunda: el fiscal especial Jack Smith le responsabilizaba de violar la ley de espionaje al guardar sin permiso documentos clasificados de su etapa presidencial en su residencia privada de Florida, Mar-a-Lago. El pasado día 2, de nuevo Smith volvía a presentar cargos contra él, esta vez en el caso más grave hasta el momento: la supuesta injerencia del presidente en los intentos de alterar los resultados electorales de 2020. Documentos clasificados que Donald Trump almacenó supuestamente en un baño de su residencia de Florida tras su salida de la Casa Blanca.HANDOUT (AFP) El caso de Georgia enlaza con el del fiscal especial federal, pero se ciñe a los intentos de cambiar los resultados en las urnas en ese Estado. Los votantes de Georgia apoyaron en noviembre de 2020 al candidato demócrata, Biden —el ganador de esas elecciones estadounidenses—, aunque solo por 11.779 votos. En la llamada telefónica del 2 de enero, se oye decir a Trump que “solo quiero encontrar 11.780 votos”, uno más que los cosechados por Biden. 02:50 El papel de las mentiras en la tercera imputación de Trump Vídeo: VIVIEN DOHERTY “Datos incorrectos” El entonces presidente saliente —le quedaban 18 días en la Casa Blanca— ruega, halaga, insiste y advierte a Raffensperger, siempre con el argumento que ha mantenido desde su derrota electoral: que el verdadero ganador fue él y los datos oficiales son fruto de un inmenso tongo. El funcionario no accedió. La victoria de

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Trump pide retrasar el juicio de Mar-a-Lago hasta después de las elecciones

El País .- Los abogados del expresidente sostienen que la carrera electoral absorbe sus energías y le impediría preparar su defensa. Ni agosto, como proponía la jueza inicialmente, ni diciembre, como sugería el fiscal. Los abogados del expresidente Donald Trump quieren que el juicio por la supuesta retención ilegal de documentos clasificados se retrase hasta después de las elecciones presidenciales de 2024. Aunque sea de forma implícita, es la admisión de que Trump cree que su agenda judicial, y en particular el caso de Mar-a-Lago, puede complicarle sus planes de regreso triunfal a la Casa Blanca. En un escrito presentado ante la jueza Aileen Cannon, los abogados de Trump y de su asistente personal Walt Nauta, también imputado, señalan que “comenzar un juicio de esta magnitud solo seis meses después de la imputación no es razonable, es revelador y daría lugar a un error judicial”. Además de la supuesta complejidad del caso, los abogados de Trump apelan expresamente al argumento electoral: “El presidente Trump es candidato a la presidencia de los Estados Unidos y actualmente es el probable candidato del Partido Republicano. Esta empresa requiere una enorme cantidad de tiempo y energía, y ese esfuerzo continuará hasta las elecciones del 5 de noviembre de 2024. El trabajo del señor Nauta requiere que acompañe al presidente Trump durante la mayoría de los viajes de campaña por todo el país. Esta programación hace que la preparación del juicio con ambos imputados sea todo un reto. Dicha preparación requiere una planificación y un tiempo significativos, lo que hace que el calendario actual sea insostenible, lo que aconsejaría un aplazamiento”, dice el escrito. Los candidatos republicanos a las primarias ya están metidos en campaña en los primeros estados que celebran las primarias y también han empezado a hacer incursiones con su caravana electoral en algunos de los estados llamados a votar el supermartes, el próximo 5 de marzo, que es el día decisivo en las primarias, al votar un gran número de estados. La carrera republicana tiene marcada en la agenda el pistoletazo de salida el 15 de enero de 2024, cuando se celebran los caucus de Iowa, el primer Estado en que los votantes manifestarán sus preferencias. Ventaja de Trump Trump cuenta por ahora con una gran ventaja en las encuestas frente a todos sus rivales. La campaña de Ron DeSantis, su principal alternativa, no ha logrado tomar fuerza en ningún momento. A DeSantis le cuesta encontrar el tono con el que enfrentarse a Trump sin indisponer a las bases trumpistas y ha tenido varios patinazos que le mantienen muy alejado en intención de voto del expresidente. El resto de rivales, entre ellos Mike Pence, Nikki Haley o Tim Scott, tampoco avanzan. De la docena larga de candidatos, muchos no tienen garantizado ni siquiera acudir al primer debate, que se celebra en Milwaukee el 23 de agosto en Milwaukee (Wisconsin), pues se exige un mínimo de intención de voto y tener al menos 40.000 donantes. Rizando el rizo, uno de los candidatos, Doug Burgum, gobernador de Dakota del Norte, está ofreciendo tarjetas regalo de 20 dólares a 50.000 votantes que le donen un dólar. Así, gastando un millón de dólares alcanzaría esa cota. Mientras, Trump se resiste a asistir al debate. Su ventaja es tan contundente que quiere evitar cualquier margen de error y todo tipo de imprevistos. La mayor amenaza que se cierne contra él es la agenda judicial. Tener que sentarse en el banquillo quizá no le haga especial daño entre los votantes republicanos de las primarias, pero seguramente dificulta mucho su elección en noviembre de 2024 frente al presidente Joe Biden, más que probable candidato demócrata. El riesgo es que las bases republicanas perciban que sus opciones de éxito son muy bajas y opten por otro candidato. La jueza Cannon, nombrada en su día por Trump, había fijado como primera fecha tentativa para el comienzo del juicio el próximo 14 de agosto. El fiscal especial Jack Smith consideraba insuficiente el tiempo para resolver las cuestiones previas y preparar el caso, así que sugirió el 11 de diciembre como alternativa. Ahora Trump plantea un aplazamiento indefinido. “El tribunal debería, por tanto, retirar la orden actual que fija el juicio y posponer cualquier consideración sobre una nueva fecha para el juicio”, indican los abogados en su escrito. El caso presenta una complejidad especial porque parte de las pruebas siguen siendo información clasificada confidencial. El proceso se desarrollará bajo un estricto conjunto de normas prescritas por la Ley de Procedimientos de Información Clasificada, cuyo objetivo es proteger las pruebas clasificadas y gestionar la divulgación de las mismas. Trump hace frente a 37 cargos por violaciones de la ley de espionaje, obstrucción a la justicia, conspiración y falsedad que suman unas penas máximas teóricas de 400 años de cárcel. De todos los cargos, 31 lo son por retención ilegal de documentos sensibles para la defensa nacional. El expresidente se ha declarado inocente. En paralelo, ha comenzado en el condado de Fulton (donde está Atlanta, la capital de Georgia), la selección del gran jurado que podría tomar la decisión de imputar a Trump este verano por la interferencia electoral en las presidenciales de 2020 en Georgia. En lo que parecía un preanuncio de una posible imputación, Fani Willis, la fiscal del condado de Fulton, envió el mes pasado una carta al juez jefe del Tribunal Superior del condado. En ella, indicaba que planea que gran parte de su personal trabaje a distancia la mayoría de los días durante las tres primeras semanas de agosto y pedía que los jueces no programasen juicios y vistas en persona durante parte de ese tiempo. En paralelo, el fiscal especial Smith continúa investigando los intentos de Trump de aferrarse al poder y evitar la certificación de la clara victoria que logró Joe Biden en las elecciones presidenciales de 2020, en las que sacó al expresidente una diferencia de siete millones de votos populares y se impuso por 306 a 232 delegados o votos electorales. Ese caso también está avanzando con la toma de declaraciones en Washington. Cualquiera de ellos puede interponerse en la carrera presidencial de Trump. En cambio,

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Gobernador de Florida promete “fuerza letal” en la frontera (EE.UU. – México) y acabar con la ciudadanía por nacimiento

El País .- El gobernador de Florida, quien lucha con Donald Trump por la nominación republicana a la Casa Blanca, endurece su discurso en su segunda visita a la frontera en menos de un mes.   Ron DeSantis ha visitado este lunes la frontera de Estados Unidos y México para compartir su visión de política migratoria de llegar a la Casa Blanca en 2024. El gobernador de Florida busca remontar en las encuestas y recortar la distancia de quien va en cabeza, el expresidente Donald Trump. En plena campaña de conquista de los núcleos más duros de la derecha, el aspirante criticó por blanda la política del exmandatario en la frontera y prometió una estrategia más agresiva, que incluye la “fuerza letal” de las autoridades locales, para poner freno a la inmigración irregular que cruza desde México.   “Esta frontera está controlada por los cárteles de la droga”, aseguró DeSantis en una conferencia de prensa desde Eagle Pass, en Texas. Detrás de él tenía el río Bravo, el límite natural que separa a Estados Unidos de México y el último escollo para miles de personas que inician su viaje al norte desde decenas de países de América Latina.     El gobernador de Florida ha prometido este lunes detener “sin excusas” el flujo migratorio de llegar a Washington tras las presidenciales de noviembre del próximo año. Resume su estrategia en tres puntos: Asegurar la frontera, continuar la construcción del muro y “detener la invasión”. Lo primero que haría sería decretar una “emergencia nacional”, establecer una ley marcial en algunos puntos de los más de 3.000 kilómetros de línea y acabar con las “falsedad del asilo”.   El político ultraconservador se ha sumado a otros aspirantes republicanos, como el propio Trump, que han prometido eliminar incentivos para los inmigrantes que han llegado ilegalmente, como “empleo, beneficios sociales pagados por los impuestos” y la ciudadanía estadounidense por nacimiento. “Me refiero a esta idea de que puedes cruzar la frontera y dos días después tener un hijo que, de alguna manera, es un ciudadano estadounidense. Ese no fue el propósito original de la decimocuarta enmienda [el texto de 1868 sobre protección igualitaria]. Está mal que la gente utilice a nuestro país para turismo de partos”, ha dicho DeSantis.     El mandatario local llegó la noche del domingo a Texas. Ha prometido elevar el uso de la fuerza en el combate de la inmigración irregular. “Vamos a redefinir las reglas para un enfrentamiento. Si alguien se está metiendo a tu casa para hacer algo malo, responderías con fuerza. ¿Por qué no lo hacemos en la frontera sur? Si los carteles están haciendo huecos al muro, terminarán muertos tras esa decisión”, ha señalado el gobernador, quien dijo que la Administración de Trump no hizo nada por erradicar a las organizaciones criminales mexicanas.     El gobernador encabezó dos eventos en la comunidad fronteriza, una región que ha sufrido ante el incremento de inmigrantes que han arribado desde que inició la era de Joe Biden en Washington. Una encuesta de la agencia AP señala que el 60% de los estadounidenses reprueban la política migratoria del Ejecutivo. DeSantis, quien enfrenta problemas en Florida por su retórica anti inmigrante, se ha visto obligado a endurecer su discurso como estrategia de crecimiento en las encuestas.   Esta es su segunda visita a la frontera con México en menos de un mes. A principios de junio, DeSantis viajó a Arizona, un Estado vital para los intereses de los republicanos, para criticar las decisiones adoptadas por los demócratas. Se reunió con autoridades del condado de Cochise, quienes han mostrado preocupación por el aumento de persecuciones de alta velocidad a traficantes de personas.   DeSantis ha aprovechado sus eventos en Texas y Arizona para prometer una reforma legal que permitiría a las policías estatales y algunas oficinas del sheriff de entidades fronterizas deportar a quienes llegan por la línea, una tarea que hoy está en manos exclusivamente del Departamento de Seguridad Interior y la Patrulla Fronteriza.   Críticas a Trump Los periodistas que han cubierto el recorrido de DeSantis por la frontera le preguntaron qué lo hacía diferente de Trump, quien se popularizó gracias a su política de mano dura contra la inmigración. “Me sorprendí cuando me dijeron que hubo más deportaciones los primeros cuatro años de Obama que en la Administración de Trump, lo que me pareció increíble”, señaló el gobernador de Florida a manera de crítica de su principal rival.   “Se construyó algo del muro, pero ni siquiera se acerca a lo que se necesita”, continúo el político. DeSantis admitió que comparte mucho de la visión que Trump tiene de la frontera, pero ha asegurado que mucho de lo prometido por el expresidente en 2016 no se hizo. “Donde diferimos es que seremos más agresivos respecto a lo que él hizo en lo que se refiere a dar poder a las autoridades locales”, ha añadido.   Donald Trump no se quedó callado ante la visita de su rival a Texas. “El presidente Trump hizo más segura la frontera de Estados Unidos. Solo pregúntenle a Ron DeSantis”, afirmaba un comunicado enviado por su campaña. Trump dijo que le había parecido “muy aburrido” el evento de DeSantis en Eagle Pass, donde se reunió apenas con un centenar de personas.   El aspirante emprende una gira por la línea fronteriza en la que promete cerrar el grifo a la inmigración ilegal “sin excusas”. No obstante, no ha explicado cómo logrará mucho de lo que adelanta, acciones que necesitan del Legislativo e incluso reformas constitucionales, improbables en los tiempos de polarización en el Capitolio. “No vamos a tener una segunda oportunidad. O ganamos la elección o jamás vamos a poder arreglar esto”, dijo DeSantis mientras señalaba a sus espaldas, al caudaloso río Bravo.

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Los fallos de Twitter arruinan el lanzamiento de la candidatura de Ron DeSantis con Elon Musk

El País .- El gobernador de Florida se presenta en un vídeo como el candidato del resurgimiento con un mensaje apocalíptico, pero sin citar a Trump.   Gran fiasco para empezar la campaña. El gobernador de Florida, Ron DeSantis, había convocado a través de una funcionalidad de audio de Twitter para presentar su candidatura a las elecciones presidenciales de 2024 de la mano del magnate Elon Musk. Pero lo que iba a ser su gran momento resultó un patinazo. Por problemas técnicos, con cientos de miles de personas conectadas, la conexión se caía y cortaba todo el rato. Cuando se había rebasado en unos 25 minutos la hora fijada, apenas se habían oído unas cuantas frases entrecortadas.   Mientras el experimento naufragaba, Joe Biden le troleó con un tuit: “Este enlace funciona” y al pinchar llevaba a su campaña. El expresidente Donald Trump también se sumó a las burlas desde su propia red, Truth Social, donde subió un vídeo de un cohete de SpaceX, otra empresa de Elon Musk, derrumbándose y explotando con las letras Ron 2024 en pantalla. Luego puso otro mensaje: “¡Guau! ¡El lanzamiento de DeSanctus en TWITTER es un DESASTRE! Toda su campaña será un desastre”. El propio DeSantis se ha resignado a bromear: “Parece que hemos roto internet”.   Al principio, Musk lanzó el mensaje de Twitter Spaces desde su cuenta en la red, pero nunca llegó a funcionar bien. Pasados algo más de 21 minutos, la emisión se cortó. Quienes se habían quedado pendientes de ese enlace no pudieron escuchar al candidato. David Sacks, que actuaba de moderador, abrió otra emisión y al cabo de otros tres minutos, para quienes se enteraron de que el enlace inicial no valía y acudieron al nuevo, la retransmisión estuvo disponible.   Había pasado cerca de media hora con respecto al horario anunciado cuando DeSantis ha empezado: “Me presento a presidente de Estados Unidos para liderar el gran resurgimiento americano”, ha comenzado su intervención inicial, de unos siete minutos. Para cuando terminó el programa, una hora después, la retransmisión fallida seguía teniendo millones de visualizaciones más que la que sí funcionó.   Cuando De Santis concedió después una entrevista televisiva, hasta el presentador se mofó un poco: “Esté tranquilo, Fox News no se va a colgar”. Antes, la cadena ya había publicado una noticia diciendo que el lanzamiento en Twitter había sido un desastre y también había lanzado una alerta para mofarse: “¿Quiere ver y oír de verdad a Ron DeSantis? Sintonice Fox News a las 8 pm”. El magnate Rupert Murdoch parece marcar el terreno al magnate Elon Musk, que se ha alzado como nuevo referente de parte de la derecha estadounidense al dar pábulo a sus teorías de la conspiración.   Musk dijo luego que invitaba a todos los candidatos presidenciales a participar en un programa similar, pero visto el fiasco del estreno no está claro cuántos aceptarán la invitación. Los fallos de la red social han sido una constante durante su caótico liderazgo de la compañía que compró en octubre pasado.   Mensaje en vídeo Mientras Twitter estaba atascado, el político republicano presentó en paralelo su candidatura a través de un vídeo que dio en primicia el canal conservador Fox News, que también lo difundió en internet. DeSantis tuiteó el vídeo, que en este caso sí funcionó.   En esa primera tarjeta de presentación de su campaña, DeSantis se presenta como el candidato del resurgimiento tras un mensaje con comienzo apocalíptico en el que evita citar a Trump: “Nuestra frontera es un desastre. El Gobierno federal infesta de delincuencia nuestras ciudades y dificulta que las familias lleguen a fin de mes. Y el presidente se tambalea. Pero la decadencia es una opción. El éxito está al alcance. Y merece la pena luchar por la libertad. Rehacer este barco exige devolver la cordura a nuestra sociedad, la normalidad a nuestras comunidades y la integridad a nuestras instituciones. La verdad debe ser nuestra base. Y el sentido común no puede seguir siendo una virtud poco común. En Florida demostramos que es posible. Elegimos los hechos frente al miedo, la educación frente a una doctrina, la acción, la ley y el orden frente a los disturbios y el desorden. Mantuvimos la línea cuando la libertad pendía de un hilo, demostramos que podemos y debemos revitalizar América. Necesitamos el coraje para liderar y la fuerza para ganar. Soy Ron DeSantis. Y me presento a presidente para liderar nuestro gran resurgimiento americano”, reza su primera intervención como candidato. https://twitter.com/RonDeSantis/status/1661491799393964034?s=20   La intervención inicial de DeSantis en el programa de Twitter fue una versión larga de ese mismo mensaje del vídeo. Y la del programa de Fox, una versión intermedia, todas preparadas y con el mismo mensaje que sonaba algo a memorizado y poco natural: invasión de inmigrantes, crimen, drogas e inseguridad. Procuró poner a Florida como ejemplo de lugar donde las cosas funcionan mejor, aunque a veces con estadísticas algo engañosas. Su discurso ha sonado familiar. Defendió sus políticas durante la pandemia, criticó a Disney y a la Reserva Federal y arremetió contra la ideología progresista y los principios de inversión sostenible, conocidos como ESG.   Cultura de la derrota Ni Elon Musk ni el moderador David Sacks, donante republicano, amigo de Musk y apoyo de DeSantis, le preguntaron por Donald Trump. Participaron otros invitados que le elogiaron, pero ninguno le puso en aprietos. La entrevista televisiva, a cargo de un excongresista republicano, parecía también una alfombra roja, sin ninguna pregunta incómoda sobre el expresidente.   Sí hubo una crítica velada al trumpismo, la misma que ya ha repetido en otras ocasiones: “Debemos acabar con la cultura perdedora que ha infectado al Partido Republicano en los últimos años. Los cansinos dogmas del pasado son inadecuados para un futuro vibrante. Debemos mirar hacia delante, no hacia atrás. Necesitamos el coraje para liderar y debemos tener la fuerza para ganar”, afirmó sin citar al expresidente. La candidatura de DeSantis se venía anticipando desde su buen resultado electoral en las elecciones de noviembre del año pasado, cuando resultó reelegido gobernador de Florida con

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Los demócratas cierran filas con Biden ante la falta de alternativas

El País .- El presidente recibe un apoyo cerrado de las personalidades de su partido, pese a que se le cuestionaba hace un año “¡Cuatro años más! ¡Cuatro años más!”. Joe Biden logró poner este martes en pie a los asistentes a un congreso sindical en un hotel de Washington. Era su primer acto público desde que anunciaba su decisión de presentarse a la reelección. El presidente de Estados Unidos se dispone a hacer campaña desde su cargo y sin necesidad de disputar la nominación a otras personalidades de su partido, que han cerrado filas con él, en parte por la falta de alternativas.   Numerosos dirigentes demócratas se planteaban hace un año la necesidad de buscar una alternativa a Joe Biden para las elecciones de 2024. No solo por su edad, casi 82 años cuando se vote. Además de eso, la popularidad del presidente estaba bajo mínimos y las encuestas anticipaban un desastre para los demócratas en las elecciones de mitad de su mandato.   Sin embargo, tras el éxito demócrata en las elecciones de noviembre, con el mejor resultado para el partido en el Gobierno de los últimos 20 años, se disiparon los planes de buscar un recambio. Tras esas elecciones, cumplió 80 años, y ya parecía dispuesto a seguir. Más adelante, en el discurso sobre el estado de la Unión fue preparando el terreno para el anuncio y ya habían desaparecido hasta las especulaciones. El anuncio de Biden se ha hecho esperar, pero el presidente había ido marcando el terreno dejando claro que su plan era volverse a presentar. El inquilino de la Casa Blanca tiene mucha ventaja en unas primarias y la historia reciente muestra que el intento de desbancarle nunca acaba bien. Como mucho, le debilita y acaba facilitando la victoria al candidato del partido rival.   Posibles alternativas, como los gobernadores de California, Gavin Newson; de Illinois, J. B. Pritzker, o de Michigan, Gretchen Whitmer fueron dejando claro que no competirían con Biden. Este martes los tres le han mostrado su apoyo. Pritzker ha actuado de telonero en el acto con sindicatos de Washington de este martes, pero también le ha expresado su apoyo en Twitter: Desde la derrota de una pandemia mortal hasta la defensa de nuestra democracia, Joe Biden ha sido el líder pragmático y reflexivo necesario para ayudar a nuestra nación a recuperarse de algunos de nuestros días más difíciles. Estoy orgulloso de apoyarle para la reelección y estoy preparado para la lucha que tenemos por delante”, ha escrito.   Newson se ha movilizado para recaudar fondos para la campaña: “Nuestra democracia está siendo atacada. Nuestra libertad está siendo despojada. Es hora de dar un paso al frente, y no hay nadie mejor para liderar esa lucha que el presidente Biden. Esperamos otros 4 años de su liderazgo. Hagámonos notar hoy. Cada dólar cuenta”, ha tuiteado.   Whitmer no ha sido menos “El presidente Joe Biden y la vicepresidenta Kamala Harris se han pasado su primer mandato luchando por nuestra libertad, democracia y más derechos, no menos. Pero en todo el país, peligrosos extremistas intentan hacernos retroceder. No podemos ser complacientes. Es hora de terminar el trabajo”, ha dicho, usando el lema del vídeo de inicio de campaña de Biden.   También han cerrado filas con mensajes claros de apoyo Barack Obama, Hillary Clinton, Hakeem Jeffries y otras personalidades del Partido Demócrata. El senador por Vermont Bernie Sanders, de 81 años, una de las figuras izquierdistas del partido y rival de Biden en las primarias de 2020, ha decidido renunciar a otra candidatura presidencial propia y hacer en su lugar “todo lo posible para que el presidente sea reelegido”. En declaraciones a AP ha apuntado que los demócratas deberían cerrar filas con Biden para evitar que “un Donald Trump o algún otro demagogo de derechas” se haga con la Casa Blanca. Durante gran parte del año, Sanders había dejado abierta la posibilidad de volver a presentarse. Ahora no solo dice que no se presenta, sino que desanima a cualquier otro candidato progresista de alto perfil a hacerlo.   Un puente generacional En el caso de Biden, cundió la idea de que podría ser un presidente de un solo mandato por voluntad propia, Él mismo se presentaba como un líder de transición: “Miren, yo me veo como un puente, no como otra cosa”, dijo en marzo de 2020, mientras hacía campaña en Michigan. “Hay toda una generación de líderes que habéis visto ponerse detrás de mí. Son el futuro de este país”, dijo acompañado entre otros por la vicepresidenta, Kamala Harris y la gobernadora, Gretchen Whitmer.   La opción de que fuera la vicepresidenta la que tomase el relevo estaba sobre el papel en 2020, pero su popularidad ha sido menor incluso que la de Biden. Para que ella hubiese dado el paso habría sido necesario que Biden renunciase a seguir.   Las encuestas dicen que más de dos tercios de los estadounidenses no quieren a Biden de nuevo como candidato, pero no hay ningún otro que suene como alternativa. La perspectiva de que el rival republicano vuelva a ser Donald Trump ha ayudado también a reforzar la confianza en Biden. Tras el anuncio de su candidatura, Trump ha salido en tromba contra el presidente, con su mensaje apocalíptico habitual y su bulo de que le robaron las elecciones de 2020.   A diferencia de 2020, el camino de las primarias está totalmente despejado para Biden. Por el momento solo han anunciado su candidatura rivales menores. Uno de ellos es el activista antivacunas Robert F. Kennedy Jr., de 69 años, hijo del senador por Nueva York, fiscal general de Estados Unidos y candidato presidencial Robert F. Kennedy, asesinado en 1968, y sobrino del presidente John F. Kennedy, asesinado cinco años antes. Otra es Marianne Williamson, escritora y activista cuya presencia es igualmente anecdótica.   Por si la falta de rivales de peso fuera poco, el Partido Demócrata ha organizado las primarias a medida de Biden. Comenzarán el 3 de febrero en Carolina del Sur, el primer Estado donde ganó en 2020, tras sus derrotas en

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Biden anuncia su candidatura a la reelección en 2024

El País .– El presidente de Estados Unidos confirma a través de un vídeo titulado ‘Acabemos el trabajo’ su candidatura para un segundo mandato que finalizaría con 86 años   Joe Biden quiere ser presidente de Estados Unidos hasta los 86 años. Ese secreto a voces es ya un anuncio oficial. Biden ha proclamado este martes a través de un vídeo de tres minutos, bajo el título Let’s Finish the Job (Acabemos el trabajo) que se presentará a la reelección el 5 de noviembre de 2024. El anuncio, en el que llama a defender la libertad y la democracia frente al intento de los extremistas de cercenarlas ―identifica a estos radicales con la corriente trumpista MAGA, Make America First Again (Hagamos que América vuelva a ser grande)― ha llegado el 25 de abril, el mismo día en que hace cuatro años entró en la carrera por la nominación del Partido Demócrata para desalojar a Donald Trump de la Casa Blanca. En la campaña de 2020 recitó su poema favorito del irlandés Seamus Heaney, en el que “la esperanza y la historia riman”. Ahora, la historia rima consigo misma y la hipótesis más probable es que Biden se enfrente de nuevo a Trump.   Con imágenes del asalto al Capitolio, Biden empieza su mensaje apelando a la “libertad”. “Ese ha sido el trabajo de mi primer mandato: luchar por nuestra democracia, proteger nuestros derechos, asegurarnos de que todo el mundo en este país recibe el mismo trato y de que todo el mundo tiene una oportunidad justa”, explica con imágenes de su actividad y de la vicepresidenta, Kamala Harris, que repite como pareja electoral, para pasar de nuevo al ataque.   “Por todo el país, los extremistas MAGA se están alineando para acabar con esas libertades fundamentales, recortando la Seguridad Social, que pagas durante toda tu vida, recortando los impuestos de los más ricos, dictando qué decisiones sanitarias pueden tomar las mujeres, prohibiendo libros y diciéndole a la gente a quién puede amar, todo ello mientras hacen más difícil que puedas votar”, proclama. En el vídeo vuelven las imágenes del asalto al Capitolio, las protestas en favor del aborto y las fotografías de algunos de los republicanos más extremistas: Donald Trump, Ron DeSantis y Marjorie Taylor Greene.   El presidente llevaba meses avisando de que su plan era presentarse a la reelección, pero sin dar el paso oficialmente. Con los presidentes en ejercicio se da prácticamente por descontado que concurrirán de nuevo, pero en el caso de Biden, que cumplirá 82 años poco después de las elecciones de 2024, la duda era razonable. La mayoría de los estadounidenses, e incluso de los votantes demócratas, creen que no debería optar a un segundo mandato, según las encuestas.   En los peores momentos de su presidencia, con la popularidad por los suelos por la inflación, la caótica retirada de Afganistán, la delincuencia y la presión migratoria, muchos demócratas pensaban que era mejor que se apartase. Sin embargo, Biden supo manejar la campaña de las elecciones de mitad de su mandato y los demócratas lograron el mejor resultado en 20 años para el partido del inquilino de la Casa Blanca. Las dudas se disiparon. En la rueda de prensa posterior a aquellas elecciones, le preguntaron si pensaba presentarse a la reelección. Señaló a la primera dama, Jill Biden, y contestó en plural: “Nuestra intención es presentarnos de nuevo”. Ya entonces le dijeron que dos tercios de los estadounidenses preferían que no se presentase y respondió que eso no era algo que fuese a pesar en su decisión. Y al ser preguntado sobre si querría enfrentarse a Trump o Ron DeSantis, bromeó: “Será divertido ver cómo se enfrentan entre sí”.   Más allá de anuncios oficiales, Biden siempre ha insistido en que su plan era optar a la reelección. Con eso disuadía a potenciales rivales de su partido a hacerlo. A diferencia de 2020, el camino de las primarias está expedito para el presidente. No hay rivales de peso y los demócratas han cerrado filas con él. Sí ha anunciado su candidatura el activista antivacunas Robert F. Kennedy Jr., de 69 años, cuyo principal activo es el apellido de su padre, senador por Nueva York, fiscal general de Estados Unidos y candidato presidencial Robert F. Kennedy, asesinado en 1968, y de su tío, el presidente John F. Kennedy, asesinado cinco años antes. También lo ha hecho Marianne Williamson, cuya presencia es igualmente anecdótica.   Por si la falta de rivales de peso fuera poco, el Partido Demócrata ha redibujado el calendario de primarias a medida de Biden. Comenzarán el 3 de febrero en Carolina del Sur, el primer Estado donde Biden ganó en 2020, tras sus derrotas en Iowa y New Hampshire. Seguirán New Hampshire y Nevada el 6 de febrero; Georgia, el 13 de febrero, y Michigan el 27 de febrero. La convención demócrata que debería proclamar su candidatura a las presidenciales está prevista para los días 19 a 22 de agosto de 2024 en Chicago.   La pareja electoral de Biden vuelve a ser Kamala Harris, la vicepresidenta. Es lo habitual repetir y aunque Harris no es muy popular, complementa al presidente. Ella aparece en numerosas escenas del vídeo de lanzamiento, que concluye con el logo: Biden Harris. La página web de la campaña de Biden lo dice expresamente: “Ya es oficial: Joe Biden y Kamala Harris se presentan a la reelección”.   Según han informado medios locales, Biden ha decidido poner al frente de su campaña a Julie Chavez Rodríguez, muy cercana a la vicepresidenta. Si Biden logra la nominación demócrata, la nieta del histórico líder sindicalista y de derechos civiles Cesar Chavez se convertiría en la primera latina en dirigir una campaña presidencial.   El presidente apeló en el último discurso sobre el estado de la Unión, en febrero, a la necesidad de “terminar el trabajo”, algo que se podía interpretar como una invitación al Congreso para aprovechar la segunda mitad de su mandato, pero también como un anuncio subliminal sobre su voluntad de volver a presentarse, como ahora ha confirmado el

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El ala dura republicana provoca un fracaso histórico en la elección del líder de la Cámara de Representantes de EE UU

Kevin McCarthy pierde las tres primeras votaciones para ser elegido ‘speaker’, algo que no había ocurrido en 100 años. Deberá haber nuevas rondas hasta que alguien logre una mayoría   Este martes debía ser un día de celebración para el Partido Republicano en la Cámara de Representantes de Estados Unidos. Tras cuatro años de dominio demócrata, los conservadores recuperaron la mayoría en las elecciones de medio mandato de noviembre. Sin embargo, los que parecían de fiesta eran los demócratas, mientras los republicanos se cocían en su propia salsa. La nueva legislatura ha arrancado con la falta de acuerdo de los republicanos para nombrar un nuevo presidente de la Cámara baja. Kevin McCarthy, el candidato conservador, ha perdido las tres primeras votaciones por la rebelión del ala dura de su formación, que ha optado por nombres alternativos. Es la primera vez en un siglo que ocurre.   Un total de 19 representantes republicanos dieron la espalda a McCarthy en la primera y segunda votación y en la tercera aún se sumó uno más a los rebeldes. Hacia las 17.30 horas de Washington (23.30 en la España peninsular), la Cámara decidió levantar la sesión y continuar este miércoles. Pese a la humillación desde sus propias filas, el candidato se resiste a tirar la toalla y muchos de sus partidarios se niegan a buscar un sustituto. McCarthy se muestra dispuesto a que se vote una y otra vez, sabedor de que por ahora no hay una alternativa viable. La falta de elección del nuevo speaker impide que la Cámara pueda empezar a funcionar. La votación debe repetirse tantas veces como sea necesario para alcanzar una mayoría, sea por parte de McCarthy o por otro candidato. El récord es de 133 rondas en 1855, lo que supuso un bloqueo de dos meses en la actividad parlamentaria.   Si todos los representantes participan, McCarthy necesita obtener 218 votos para lograr su objetivo, pero solo llegó en las dos primeras rondas a 203 y en la tercera, aún perdió un voto. Parece lejos de su propósito, pero incluso si acabara siendo elegido, estaría en una posición de debilidad. La amenaza de que la mayoría republicana sea ingobernable se ha hecho patente ya con toda crudeza.   Los republicanos lograron en las elecciones del 8 de noviembre una mayoría estrecha, muy lejos de sus expectativas de una marea roja (el color de su partido) que había pronosticado el expresidente Donald Trump. Cuentan con 222 escaños, frente a los 212 demócratas (pues un representante de este partido falleció tras ser elegido). Para ser proclamado presidente de la Cámara de Representantes se necesita una mayoría absoluta de los que participen en la votación y desde muy pronto se ha visto que McCarthy no contaba con el apoyo de todos los suyos para convertirse en el sucesor de Nancy Pelosi, la anterior presidenta de la Cámara.   McCarthy, congresista por California de 57 años, ha intentado hacer concesiones al ala dura de la formación, pero eso no ha bastado para asegurarse el cargo. Aceptó incluso una regla procedimental que amenazaba con convertirle en rehén de los congresistas díscolos de su partido durante los dos años de su hipotético mandato: la que permite instar un voto de censura para destituirlo solo con que cinco representantes lo pidan. También hizo otras concesiones, pero no han sido suficientes para el ala derechista del partido (el Freedom Caucus, o Grupo de la Libertad).   La representante republicana por Nueva York Elise Stefanik, un perfil en alza en su grupo, ha presentado la candidatura de McCarthy asegurando que nadie como él ha trabajado tan duro para lograr la nueva mayoría republicana. Ha sido el líder de la minoría durante los últimos cuatro años y cuenta con el apoyo de los moderados de su partido. Su gran ambición política es lograr ese cargo que de momento se le escapa y que es la tercera mayor autoridad de Estados Unidos, solo por detrás del presidente, Joe Biden, y de la vicepresidenta, Kamala Harris.   McCarthy, sin embargo, se ha ganado enemigos internos. Hay quienes le acusan de haber hecho demasiadas concesiones a los demócratas y también quienes le responsabilizan parcialmente de la decepción electoral del 8 de noviembre. Otros han aprovechado la posición de fuerza que les da la estrecha mayoría republicana para tratar de imponer sus condiciones en el funcionamiento de la Cámara.   Aunque McCarthy ha tenido algunos rifirrafes con Trump, el expresidente ha tratado de convencer a sus partidarios de que le apoyasen, pero sin éxito. También le ha mostrado su apoyo la muy radical Marjorie Taylor-Greene, que antes era opositora, pero tampoco ha sido capaz de convencer a los suyos.   Los demócratas han aprovechado la nominación de su propio candidato, Hakeem Jeffries, para subrayar la unidad de su partido en contraste con la bancada contraria. El legislador demócrata Pete Aguilar ha presentado a Jeffries en una intervención mucho más aplaudida y celebrada por los demócratas que la de Stefanik por los republicanos. “Los demócratas están unidos”, ha proclamado.   Caras de funeral De hecho, la división republicana y el cierre de filas demócrata ha provocado que Jeffries haya sido el más respaldado en la primera votación, con 212 votos. Por detrás ha quedado McCarthy, con 203, y en tercer lugar, Andy Biggs, un aspirante alternativo propuesto por parte de los díscolos, con 10. El cuarto ha sido otro republicano, Jim Jordan, que ni siquiera había presentado su candidatura, dentro de otros nueve votos dispersos en el partido, que dio un espectáculo de división que llevó a que entre los republicanos se extendieran las caras de funeral en un día que debía ser festivo.   En la segunda y tercera votación, los díscolos han concentrado sus votos en Jim Jordan, que ha recibido 19 y 20 apoyos en ellas. Lo curioso es que el propio Jordan ha votado por McCarthy, al que considera su candidato y para el que ha pedido el respaldo del resto de miembros de su partido.   El escenario que se abre es incierto. Es difícil que la

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Los demócratas logran la mayoría en el Senado de EE UU tras ganar en Georgia

El triunfo del actual senador, Raphael Warnock, concede al partido del presidente Biden 51 escaños frente a los 49 de los republicanos El candidato del Partido Demócrata, el senador Raphael Warnock, ha derrotado a su rival republicano, Herschel Walker, en la segunda vuelta de las elecciones a un escaño para el Senado de Estados Unidos en el Estado de Georgia, según las proyecciones de varios medios. Con este triunfo, que llega un mes después de las elecciones de noviembre, el partido del presidente Joe Biden afianza su control de la Cámara alta, al lograr 51 de los 100 asientos, y ya no dependerá de que la vicepresidenta Kamala Harris emita el voto del desempate. Este triunfo supone un alivio para los demócratas, que logran un margen más amplio para sacar sus iniciativas en el Senado y no estarán obligados a arañar hasta el último voto. Lo ocurrido en Georgia era el último fleco pendiente de las elecciones parlamentarias del pasado 8 de noviembre, que han ofrecido para los demócratas un mejor resultado que el que auguraban las encuestas. Si bien han cedido a los republicanos la mayoría en la Cámara de Representantes, no solo retienen el Senado, sino que amplían la ventaja frente a los conservadores. El resultado supone, además, otro golpe para el expresidente Donald Trump. La victoria de Warnock también permite que los demócratas obtengan un mayor control de los comités del Senado, en lugar de repartir los puestos por la mitad, como ocurría hasta ahora. Este factor beneficia, y mucho, a la Administración Biden, que verá muchos menos obstáculos para los nombramientos de los altos cargos que por ley deben recibir el plácet de la Cámara alta. “Me honra pronunciar las cuatro palabras más poderosas de una democracia: el pueblo ha hablado”, saludó Warnock, un predicador de la iglesia bautista Ebenezer de Atlanta —donde le precedió el líder del movimiento por los derechos civiles Martin Luther King—, al comparecer ante sus simpatizantes en la fiesta de victoria demócrata. Su contrincante, una antigua estrella de fútbol americano, admitió la derrota también en una comparecencia ante sus partidarios. Sin mencionar al ganador, declaró que su equipo presentó “una pelea tremenda”. “Nunca dejen que les digan que no se puede. Voy a seguir peleando por Georgia. Voy a seguir peleando por ustedes”, agregó Walker. Warnock se ha impuesto a Walker por una diferencia de casi 100.000 votos, o el 51,4%, frente al 48,6% de su rival, con más del 95% de los sufragios escrutados. Un margen contundente para lo que es Georgia. Este Estado solía ser un feudo de los republicanos, pero en la última década, a medida que una economía boyante ha ido atrayendo a una población más joven y más originaria de minorías, se ha ido convirtiendo cada vez más en un Estado bisagra. El reverendo ya había obtenido un mayor número de votos que su rival en la primera vuelta. Pero no había conseguido traspasar el umbral del 50% de los apoyos, y las leyes de Georgia obligan a repetir la votación entre los dos candidatos más votados si ninguno logra esa mayoría. Únete a EL PAÍS para seguir toda la actualidad y leer sin límites. SUSCRÍBETE Partidarios del senador demócrata de Georgia, Raphael Warnock, festejan su reelección, la noche del martes en Atlanta.WIN MCNAMEE (GETTY IMAGES VIA AFP) La importancia de la cita electoral había quedado reflejada en la alta participación, para una segunda vuelta de unas elecciones legislativas. Acudieron a votar cerca de 3,8 millones de personas en un Estado de 10 millones de habitantes. En la primera vuelta el 8 de noviembre, en la que estaba en juego el control de las dos cámaras del congreso, la gobernación del Estado y el Parlamento local, la participación había rondado los cuatro millones de personas. Otro rechazo para Trump La votación de este martes representa un nuevo rechazo para Trump, que había expresado su apoyo a Walker en las primarias republicanas y que este martes vio cómo en Nueva York se declaraba culpable a su grupo inmobiliario de 17 cargos de fraude fiscal. El respaldo del magnate, en horas bajas y a quien estos días se empieza a cuestionar abiertamente entre republicanos que le habían apoyado, no fue suficiente. En este Estado, Trump no es una figura especialmente popular: en las presidenciales de 2020 el entonces inquilino de la Casa Blanca presionó a las autoridades de Georgia, donde Biden había ganado por apenas 12.000 votos, para que declararan ese resultado no válido y le designaran vencedor. El gobernador que se resistió a esas demandas, el republicano Brian Kemp, ganó la reelección en noviembre con ocho puntos porcentuales más que su rival demócrata, Stacey Abrams. El fracaso de Walker no se ha debido únicamente a su asociación con Trump. La campaña del exdeportista ha estado plagada de escándalos y de pasos en falso. Desde acusaciones de maltrato y de pagos de abortos a mujeres a las que había dejado embarazadas —pese a mantener en público una insistente posición contra la interrupción voluntaria de las gestaciones— a denuncias de que tiene su domicilio habitual en el Estado de Texas, y no en Georgia. El senador demócrata Raphael Warnock saluda a los asistentes durante el acto de seguimiento de los resultados de las elecciones, la noche del martes en Atlanta.JOHN BAZEMORE (AP) En un tuit, el presidente Biden mostró una foto de su llamada a Warnock para felicitarle, y comentó que “los votantes de Georgia dieron un paso al frente en favor de nuestra democracia, rechazaron el Ultra MAGAism (MAGA es el acrónimo de Make America Great Again, Devolver la Grandeza a Estados Unidos, el lema de Trump) y, lo que es más importante, volvieron a enviar al Senado a un hombre bueno. Por los próximos seis años”. La vicepresidenta, Kamala Harris, que hasta ahora desempeñaba un papel fundamental en el Senado al tener la llave del desempate entre republicanos y demócratas en las votaciones, también felicitó a Warnock. “Los votantes de Georgia dijeron que querían a un senador que peleara por ellos,

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