Primicias .- En la agricultura y el sector camaronero se prevén las pérdidas más cuantiosas, de acuerdo a lo proyectado por la Secretaría de Gestión de Riesgos. Analistas de la Espol evaluaron cuál podría ser el impacto económico y social del fenómeno de El Niño. El fenómeno de El Niño 1997-1998, el de mayor impacto en la historia reciente de Ecuador, significó pérdidas económicas por USD 2.882 millones, equivalentes al 17% del Producto Interno Bruto (PIB). El Niño que está actualmente en desarrollo, y cuya etapa de plenitud se extenderá de noviembre de 2023 incluso hasta junio de 2024, podría generar pérdidas por cerca de USD 3.793 millones, solo en el sector primario. De esa magnitud son los escenarios proyectados por la Secretaría de Gestión de Riesgos en base a la información de organismos como el Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG) y el Sistema Integrado de Acuacultura y Pesca (SIAP). Se trata de un tema abordado esta semana por investigadores de la Escuela Politécnica del Litoral (Espol) en un foro sobre la evaluación de los posibles impactos económicos y sociales del fenómeno climático. Estas son las pérdidas esperadas en relación a El Niño Las pérdidas estimadas en el sector agrícola son de USD 1.800 millones. Con respecto al área impactada equivale al 44% de la superficie agrícola, 120 productos con posibles afectaciones y 945.504 hectáreas afectadas a escala nacional. USD 1.600 millones para los camaroneros. En el sector acuícola camaronero la proyección de pérdidas estimada es del 25% en relación a las exportaciones de 2022. USD 271,5 millones en la ganadería, con mayor impacto en la cría de bovinos y de aves – mucho menor en el caso de los cerdos-, según los escenarios proyectados del MAG. USD 121,7 millones en pesca artesanal. El Sistema Integrado de Acuacultura y Pesca registra 32.000 pescadores artesanales de recolección, pesca oceánica y costera, los que se prevé resulten afectados. La evaluación y el contexto de los daños María del Pilar Cornejo, especialista en Meteorología y Oceanografía, explicó en el foro de la Espol que el nivel de anomalías cálidas de temperatura del Pacífico central desde abril sugieren un ‘Niño’ de intensidad moderada. “En un evento de El Niño muy fuerte, que fue entre 1997-1998, perdimos el 17% del PIB. Como relación más cercana, el terremoto de 2016 en Manabí nos significó el 3% del PIB”, dijo Cornejo. La catedrática de la Escuela Politécnica del Litoral (Espol) advierte que los impactos pueden amplificarse ante el calentamiento global y las vulnerabilidades del litoral ecuatoriano; 12 millones de habitantes viven debajo de los 1.500 metros de altura y hacia el Pacífico, dijo. “Ningún fenómeno de El Niño es igual a otro, el comportamiento no es lineal. Y no podemos asegurar que vamos a perder 6% o 7% del PIB, pero habrá un impacto”. María del Pilar Cornejo, oceanógrafa Cornejo, directora del Centro para la Reducción del Riesgo de Desastre de Espol, hace otra correlación: las zonas que ya se inundaron en marzo y abril de este año en la temporada invernal, lo más probable es que se vuelvan a inundar, con lo que llama a la prevención. En lo social y la salubridad, llamó la atención sobre viviendas que cuentan con cisternas subterráneas expuestas a inundaciones en cantones como Durán (Guayas), con problemas de servicios básicos y desborde de pozos sépticos. En cuánto a los impactos que ya sufrió el agro en la etapa lluviosa de 2023, la Cámara de Agricultura de la Segunda Zona ofrece su propia perspectiva. La organización agrupa a productores de Guayas, Los Ríos, El Oro y Santa Elena y registró pérdidas por USD 200 millones en las lluvias de inicios de año, afectaciones que se pueden triplicar con El Niño, según el gremio. Camaroneras en zonas inundables Liliana Alencastro, investigadora de economía de la Espol, abordó los desafíos de El Niño para un sector como el camaronero y acuícola, que ya viene registrando pérdidas sobre todo por la crisis de inflación y tasas de interés altas, en Estados Unidos y Europa. Se trata de un panorama en el que intervienen también otros factores, que han aumentado costos de producción y contraído el consumo del camarón ecuatoriano en dos mercados que representan un 38% del destino de las exportaciones, según la Cámara de Acuacultura. Alencastro informó que la mayor vulnerabilidad del sector pasa por su infraestructura de soporte, pues 120.000 de 230.000 hectáreas destinadas a la acuacultura se encuentran en zonas inundables. Aunque las condiciones cálidas de El Niño favorecen una mayor disponibilidad de larvas de camarón, la vulnerabilidad es mayor: destrucción de infraestructura por inundaciones, aumento de algas nocivas (cianobacterias) y susceptibilidad a enfermedades y parásitos, dijo. Liliana Alencastro, economista investigadora de la Espol, en un foro de esa institución sobre los impactos económicos y sociales de El Niño. ESPOL Además, con el fenómeno climático disminuyen las capturas de peces pequeños pelágicos a partir del cual se manufactura el alimento para las camaroneras. Desafíos del sector pesquero y acuacultura De hecho, José Antonio Camposano, presidente Ejecutivo Cámara Nacional de Acuacultura, dijo que el balanceado para el camarón proviene de la soya, el trigo y la harina de pescado, productos con problemas de producción por sequías o efectos del calentamiento. “No ha llovido y el fenómeno de El Niño ya nos pasa factura desde el primer semestre del año. La captura de pelágicos con los que se produce harina de pescado se ha reducido sustancialmente, porque estas especies migran a aguas menos cálidas”, dijo Camposano. Ante la disminución del volumen de captura de peces pequeños, el costo del balanceado ya ha aumentando entre un 25% y 30% en lo que va del año, según Camposano. La Federación Nacional de Cooperativas Pesqueras Artesanales del Ecuador ya registró en el primer semestre del año una reducción de 30% de la captura de peces. Y en cuanto a la pesca industrial, en el primer trimestre se redujo en 26% la exportación de atún y pescado. Según Alencastro en cuanto al atún un evento de El Niño tiene la capacidad de disminuir las capturas hasta en 50% para la especie aleta amarilla y 35% para la especie barrilete, como sucedió en el evento 1982-1983. “Lo que nos dice la experiencia es que a nivel trimestral se registran reducciones en captura de atún durante El Niño, pero