PortadaHomeRadioCentro

Ecuador: julio 26, 2024

Ecuador Continental:

Ecuador Insular:

Ecuador, julio 26, 2024
Ecuador Continental: 19:21
Ecuador Insular: 19:21

La música, aliada contra el insomnio: un proyecto europeo busca cómo usarla para dormir mejor

El País .– La Universidad Pompeu Fabra participa en una investigación que aspira a conseguir una alternativa a los tratamientos farmacológicos La música y el sueño están relacionados desde el principio de la vida. Las madres se la cantan a los bebés para que se duerman, hay personas que la escuchan para poder relajarse antes de ir a dormir, e incluso terapias para trastornos del sueño experimentan con ella para mejorar sus resultados. La Universidad Pompeu Fabra (UPF) de Barcelona participa en un proyecto europeo que pretende averiguar cómo afecta la música al cerebro antes y durante el sueño y cuáles son las cualidades más eficaces que se pueden aprovechar para inducirlo. La investigación recibe el nombre de Lullabyte y quiere estudiar esta relación teniendo en cuenta las necesidades y los perfiles de cada persona para conseguir una alternativa a los tratamientos farmacológicos. El trabajo se va a centrar en averiguar cómo la música o el sonido pueden ayudar no solo a conciliar el sueño, sino a dormir más profundamente y de forma más reparadora, explica Sergi Jordá, investigador principal del proyecto en la UPF. “Aunque nos pasamos un tercio de la vida durmiendo, es curioso lo poquísimo que se sabe [sobre el tema]”, añade. El proyecto Lullabyte (del inglés lullaby, “canción de cuna”) une la musicología y la neurociencia con otras disciplinas como la psicología, la informática y la ciencia de datos. Jordá asegura que es la primera vez que se aborda la cuestión desde una perspectiva completamente interdisciplinar. Además de la universidad catalana, en la investigación participan otras nueve instituciones de Alemania, Países Bajos y Dinamarca, entre otros. La investigación, que ha empezado este año, durará hasta 2026 y está dotada con casi dos millones y medio de euros del programa Horizon Europe. El trabajo de la UPF dentro de este proyecto es estudiar a pacientes mientras duermen y además investigar cómo convertir en música o sonido la información extraída de sus ondas cerebrales. Jordá cuenta que empezarán con sonidos sintéticos, “algo así como música electrónica”, generados en tiempo real. “De alguna forma, lo que pase en su propio cerebro controlará lo que suene”, amplía. De esta forma pretenden lograr una forma de tratamiento completamente personalizada. Ana Fernández, coordinadora del Grupo de Estudio del Sueño de la Sociedad Española de Neurología (SEN), cree que conocer esta relación puede ayudar a mejorar el sueño, sobre todo a personas con dificultades para conciliarlo y para mantenerlo. “Es un tratamiento de bajo coste, no tiene efectos secundarios y sería una buena intervención no farmacológica”, destaca convencida. Entre el 25% y el 35% de las personas en España padecen insomnio transitorio, y más de cuatro millones de personas lo sufren de forma crónica, según datos de la SEN. Algunos trabajos anteriores ya han observado que, cuando hay problemas de sueño, la música supone una mejoría con respecto a no hacer nada y a escuchar audiolibros o ruido blanco, comenta la neuróloga. Aunque reconoce que los estudios sobre el tema todavía son escasos porque hace poco que se investiga. Beneficios probados, pero limitados En 2021, un metaanálisis publicado en la revista Behavioral Sleep Medicine comprobó que la intervención con música ayudaba a mejorar a los pacientes ingresados en unidades coronarias y de cuidados intensivos, así como el sueño de los adultos mayores. Sus autores vieron que era más eficaz a partir de las tres primeras semanas y cuando la exposición duraba menos de 30 minutos. La utilidad no era enorme, pero sí le atribuyeron pequeños beneficios en la calidad, la eficacia y la latencia de inicio del sueño (el tiempo que tarda una persona en quedarse dormida). Otra revisión publicada el mismo año en Journal of the American Geriatrics Society afirmaba que entre el 40% y el 70% de los ancianos tienen problemas para dormir y más del 40% sufren insomnio. En esta línea, según los autores, la música mejoraba la calidad del sueño de estas personas, que vivían en su casa, cuando la escuchaban entre 30 minutos y una hora antes de acostarse. Los investigadores achacaron su efecto a la capacidad de la música de reducir la frecuencia cardíaca, la respiración y la presión arterial, lo que disminuye la ansiedad y el estrés. Ana Fernández, de la SEN, está de acuerdo con esta afirmación y habla de un efecto de enmascaramiento del ruido. Hay personas con insomnio a las que cualquier estímulo les despierta y les pone en estado de alerta, así que la música les aísla de los sonidos externos e impide que su sueño se interrumpa. Hay otras cualidades que también se barajan, pero están menos comprobadas: como la relajación psicológica y la capacidad de disminuir los pensamientos rumiantes o las ideas intrusivas durante la noche, explica la neuróloga. Los medicamentos nos duermen, pero lo hacen mal Sergi Jordá investigador principal del proyecto Lullabyte en la UPF Sin embargo, no toda la literatura científica está de acuerdo con que esta relación sea buena. Hace dos años, un estudio de la Universidad de Baylor publicado en la revista Psychological Science aseguraba que escuchar música cerca de la hora de dormir podía producir lo que estos investigadores llamaron earworms (literalmente, “gusanos en los oídos”), cuando una canción o una melodía se reproducen continuamente en la cabeza de una persona. Algo que podría pasar incluso mientras se está dormido. Los autores afirmaban que quienes experimentan esta sensación tenían seis veces más posibilidades de tener una mala calidad de sueño. Actualmente, para el insomnio y otros problemas para dormir se emplean tratamientos que usan benzodiacepinas y drogas-Z (similares a las primeras, como el zolpidem), que tienen numerosos efectos secundarios que van desde la somnolencia diurna hasta la pérdida de memoria. “Son medicamentos que nos duermen, pero lo hacen mal”, asevera Sergi Jordá, de la UPF. El investigador cuenta que inducen un sueño que no es natural y que resulta menos reparador. El objetivo de Lullabyte es conseguir mejoras notables en las personas que sufren estos problemas y que, así, no tengan que recurrir a fármacos para poder descansar, concluye.

La música, aliada contra el insomnio: un proyecto europeo busca cómo usarla para dormir mejor Leer más »

El envejecimiento que causa el estrés es reversible

ABC .- Un estudio concluye que la edad biológica de humanos y ratones experimenta un rápido aumento en respuesta a diversas formas de estrés, que se revierte después de la recuperación. La edad cronológica se refiere al tiempo que ha pasado desde nuestro nacimiento. Otra cosa es la edad biológica, que es la que mide cómo de envejecidas están nuestras células, tejidos, órganos y sistemas. Esta última, tanto en humanos como en ratones, experimenta un rápido aumento en respuesta a diversas formas de estrés, pero la buena noticia es que es reversible cuando nos recuperamos, según un estudio publicado en la revista ‘Cell Metabolism’. Estos cambios ocurren en períodos de tiempo relativamente cortos, de días o meses, de acuerdo con múltiples relojes de envejecimiento epigenéticos independientes. «Este hallazgo de una edad fluida, fluctuante y maleable desafía la concepción tradicional de una trayectoria ascendente unidireccional de la edad biológica a lo largo del curso de la vida. Informes anteriores han insinuado la posibilidad de fluctuaciones a corto plazo en la edad biológica, pero la cuestión de si tales cambios son reversibles, hasta ahora, ha permanecido sin explorar», señala el coautor principal del estudio, James White, de la Facultad de Medicina de la Universidad de Duke. Se cree que la edad biológica de los organismos aumenta constantemente a lo largo del curso de la vida, pero ahora está claro que la edad biológica no está ligada de forma permanente a la edad cronológica. Los individuos pueden ser biológicamente mayores o menores de lo que pone en su carnet de identidad. Además, la creciente evidencia en modelos animales y humanos indica que la edad biológica puede verse influenciada por enfermedades, tratamientos farmacológicos, cambios en el estilo de vida y exposiciones ambientales, entre otros factores. «A pesar del reconocimiento generalizado de que la edad biológica es al menos algo moldeable, se desconoce hasta qué punto sufre cambios reversibles a lo largo de la vida y los eventos que desencadenan dichos cambios», apunta el coautor principal del estudio Vadim Gladyshev, de la Facultad de Medicina de Harvard. Los investigadores aprovecharon el poder de los relojes de metilación del ADN para medir los cambios en la edad biológica en humanos y ratones en respuesta a varios estímulos estresantes. En una serie de experimentos, el equipo unió quirúrgicamente pares de ratones que tenían 3 y 20 meses de edad en un procedimiento conocido como parabiosis heterocrónica (técnica que une las circulaciones sanguíneas de animales de diferentes edades). Los resultados revelaron que la edad biológica puede aumentar durante períodos de tiempo relativamente cortos en respuesta al estrés, pero este aumento es transitorio y tiende a volver a la línea de base después de la recuperación del episodio estresante. La edad biológica de los ratones jóvenes aumentó por la parabiosis heterocrónica y se restauró después de separarlos quirúrgicamente de los ratones mayores. «Un aumento en la edad biológica tras la exposición a sangre envejecida es congruente con informes previos de cambios perjudiciales relacionados con la edad en procedimientos de intercambio de sangre heterocrónicos», asegura el primer autor Jesse Poganik, del Brigham and Women’s Hospital, Harvard Medical School. «Sin embargo, la reversibilidad de tales cambios, como observamos, aún no se ha reportado. A partir de esta percepción inicial, planteamos la hipótesis de que otras situaciones naturales también podrían desencadenar cambios reversibles en la edad biológica». Como se predijo, también ocurrieron cambios transitorios en la edad biológica durante cirugía mayor, embarazo y Covid-19 grave en humanos o ratones. Por ejemplo, los pacientes con un traumatismo experimentaron un fuerte y rápido aumento en la edad biológica tras una cirugía de emergencia. Sin embargo, este aumento se revirtió y la edad biológica se restableció a la línea base en los días posteriores a la operación. De manera similar, las mujeres embarazadas experimentaron una recuperación posparto de la edad biológica a diferentes velocidades y magnitudes, y un fármaco inmunosupresor llamado tocilizumab mejoró la recuperación de la edad biológica de las pacientes convalecientes de Covid-19. «Los hallazgos implican que el estrés severo aumenta la mortalidad, al menos en parte, al aumentar la edad biológica. Esta hipótesis sugiere que la mortalidad puede disminuir al reducir la edad biológica y que la capacidad de recuperarse del estrés puede ser un determinante importante del envejecimiento exitoso y la longevidad. Finalmente, la edad biológica puede ser un parámetro útil para evaluar el estrés fisiológico y su alivio«, afirma Gladyshev.

El envejecimiento que causa el estrés es reversible Leer más »

Según expertos de Harvard, dormir más durante el fin de semana podría ayudar a recuperar el sueño perdido

Aunque recuperar el descanso no es un ejercicio matemático, los investigadores aseguraron que dormir hasta tarde un par de mañanas puede hacer mella en la deuda de sueño. Los detalles   La mayoría de la gente no duerme lo suficiente, dicen los especialistas, y los problemas que se derivan son evidentes, y potencialmente graves. “Absentismo, ‘presentismo’ -la gente se presenta al trabajo muy cansada-, accidentes automovilísticos, errores médicos”, afirmó en diálogo con The Harvard Gazette Elizabeth Klerman, experta en sueño del Hospital General de Massachusetts y profesora de neurología de la Facultad de Medicina de Harvard.   “Hay efectos adversos en el estado de ánimo, trastornos psiquiátricos, trastornos cardiovasculares, aumento de la obesidad, probablemente cáncer, sin duda demencia y enfermedades neurológicas”. “La memoria, la función cognitiva”, añadió Till Roenneberg, profesor de cronobiología de la Universidad Ludwig-Maximilian de Munich y antiguo investigador asociado de Harvard.   La ayuda médica puede ser necesaria en los casos más crónicos y extremos derivados de un trastorno del sueño. Pero para aquellos cuyos problemas se derivan de largas horas de trabajo, obligaciones familiares o simplemente de leer, escuchar o ver películas hasta demasiado tarde, existen soluciones más sencillas que implican una mejor regulación de los hábitos de sueño y aprovechar las oportunidades para recuperar un poco el sueño los fines de semana, por ejemplo. Pero, como suele ocurrir con muchos problemas de comportamiento, el primer paso es reconocer el problema.   Dormir ayuda a que nuestro organismo funcione de manera óptima (Getty Images) Numerosos estudios han demostrado que la mayoría de nosotros no dormimos lo suficiente para estar descansados y que una privación prolongada acarrea importantes males para la salud. Pero aunque la mayoría de nosotros comprendemos que un descanso adecuado es un factor importante para la salud personal, seguimos tratando una buena noche de sueño como un lujo -incluso una rareza-, conformándonos en cambio con lo que nos hemos convencido de que es suficiente para “arreglárnoslas”.   Pero probablemente no sea así, según Klerman. Lo más probable es que estemos cansados a pesar de lo que nos digamos a nosotros mismos. Klerman y Roenneberg sostienen que la mejor estrategia es descansar lo suficiente cada noche, pero para quienes trabajan habitualmente durante largas jornadas, salen por la noche y hacen malabarismos con la familia y otras obligaciones, los fines de semana pueden ofrecer un importante respiro, un oasis de sueño hacia el que arrastrarse.   Aunque recuperar el sueño perdido no es un ejercicio matemático, Roenneberg asegura que dormir hasta tarde un par de mañanas puede ser, no obstante, una forma importante de hacer mella en la deuda de sueño. Y Klerman está segura de que la deuda existe. Hace varios años, realizó un estudio en el Brigham and Women’s Hospital que puso de manifiesto que, aunque durmamos lo suficiente para estar razonablemente alerta en el trabajo y no dejar pasar cosas importantes en casa, seguimos sin estar bien descansados.   Podemos dormir poco entre semana y aprovechar los fines de semana, pero siempre y cuando tengamos una rutina, nuestro cuerpo se adaptará en consecuencia (Getty Images) Klerman y sus colegas encuestaron a los sujetos sobre sus hábitos de sueño y sus creencias acerca de cuánto sueño necesitan. A continuación, durmieron esa cantidad cada noche durante la semana anterior a ir al laboratorio. El primer día, se les dio la oportunidad de dormir la siesta cinco veces durante el día en lo que se denomina “prueba de latencia múltiple del sueño”, en la que cada sujeto disponía de 20 minutos para conciliar el sueño.   Casi todos los participantes se durmieron siempre, y los que afirmaban necesitar menos sueño eran los que más rápido echaban una cabezada. “Algunos se durmieron antes de que el técnico saliera de la habitación”, explicó Klerman. “El técnico dice: ‘Intenta dormirte’, sale de la habitación y, cuando mira la pantalla, los participantes ya están dormidos. Afirman que duermen lo suficiente, pero si duermen lo suficiente, no deberían dormirse tan rápido durante el día”.   A continuación, el equipo de investigación dio a los sujetos 16 horas de “oportunidad de dormir” al día: 12 horas por la noche y una siesta de 4 horas. Esta “oportunidad” significaba estar en la cama, con las luces apagadas, sin libros, sin teléfono, sin salir de la cama. La primera noche, los participantes, supuestamente descansados, durmieron una media de 12 horas y media. La segunda noche durmieron unas 11 horas.   Los expertos aconsejan, de ser posible, evitar o limitar cualquier alteración de nuestro ciclo de sueño (Getty Images) Al cabo de cinco días, los sujetos se estabilizaron en una media de unas 8 horas, los más jóvenes un poco más y los mayores un poco menos. Entonces, repitieron la prueba de sueño latente de cinco siestas. Esta vez, casi nadie se durmió. “Hay una desconexión entre lo alerta que se siente la gente y cuánto duerme”, dijo Klerman. “No estoy diciendo que todo el mundo deba dormir 12 horas y media por noche. Pero para dormir 8 horas, hay que estar en la cama más de 8 horas. Y si te quedas dormido en cuanto tu cabeza toca la almohada, no estás durmiendo lo suficiente”.   Depender en gran medida del sueño del fin de semana, sin embargo, puede ser complicado porque hay otro factor en juego además de la simple privación. El término “jet lag social” fue acuñado por Roenneberg, que estuvo de visita en Boston en diciembre, para ilustrar el efecto de quedarse despierto horas más tarde de lo normal el viernes y el sábado por la noche y despertarse más tarde el sábado y el domingo por la mañana.   Según Roenneberg, el efecto del jet lag social en el reloj corporal de algunas personas es similar al de volar de Fráncfort a Nueva York todos los viernes y volver el lunes. Este desfase horario social se debe a que los horarios de trabajo de las personas pueden no coincidir con el horario preferido de su reloj corporal interno, sobre todo en el caso de los “tipos tardíos” que, por naturaleza, se acuestan más tarde y se levantan más tarde, como los adolescentes.   Se puede intentar recuperar ese sueño perdido intercalando siestas o durmiendo un poco más los fines de semana, pero lo mejor es tratar de establecer una rutina regular de sueño (Getty

Según expertos de Harvard, dormir más durante el fin de semana podría ayudar a recuperar el sueño perdido Leer más »

Scroll al inicio