Un estudio publicado en ‘Nature’ identifica casi 4.000 asociaciones genéticas para estos comportamientos
Sabemos que fumar y beber alcohol aumentan el riesgo de sufrir diversas enfermedades y trastornos. Pero, qué es lo que hace que caigamos en estos dos hábitos y cueste tanto dejarlos. Aunque pueden verse afectados por factores ambientales como el contexto cultural y las políticas de salud pública, existe una fuerte evidencia de que la genética también contribuye a su consumo.
Ahora, un estudio publicado en ‘Nature’ ha identificado casi 4.000 asociaciones genéticas para los comportamientos de fumar y beber en un estudio de asociación de todo el genoma (GWAS) de múltiples ascendencias que involucró a casi 3,4 millones de personas. Los hallazgos arrojan más luz sobre las posibles influencias genéticas en estos comportamientos complicados.
Los GWAS anteriores, en los que se comparan datos genéticos de muchas personas para identificar genes potencialmente relevantes, se centraron en gran medida en individuos de ascendencia europea, mientras que se sabe poco sobre la contribución genética a estos comportamientos en otras poblaciones.
Scott Vrieze, Dajiang Liu y sus colegas reunieron y analizaron datos de GWAS de 60 cohortes que contenían casi 3,4 millones de personas que representaban 4 grupos de ascendencia (africana, estadounidense, asiática oriental y europea). Más del 20% de la cohorte del estudio son de ascendencia no europea.
Identificaron casi 4.000 variantes genéticas que están asociadas con los comportamientos de fumar o beber, incluida la edad en que las personas comenzaron a fumar y la cantidad de bebidas alcohólicas consumidas por semana. Los investigadores encontraron que la mayoría de estas variantes mostraron efectos consistentes en diferentes ancestros.
Los hallazgos mejoran la comprensión de los factores genéticos asociados con los comportamientos de fumar y beber y resaltan la importancia de un mayor tamaño de muestra y una ascendencia diversa en tales estudios.
«El consumo de alcohol o tabaco son conductas que se ven afectadas por múltiples factores biológicos, psicológicos y sociales. A nivel biológico, parte de la predisposición a su consumo se debe a la existencia de múltiples variantes genéticas de efecto muy pequeño distribuidas a lo largo del genoma», explica a SMC España Javier Costas, investigador líder del grupo de Genética Psiquiátrica del Instituto de Investigación Sanitaria de Santiago de Compostela (IDIS) y miembro de la Red de Investigación en Atención Primaria de Adicciones (RIAPAd).
La principal limitación del trabajo, en palabras de Costas, es «la definición de los caracteres bajo estudio, generalmente declarados por las propias personas participantes y muy poco concretos. Por ejemplo, dos patrones muy distintos de consumo de alcohol, como un consumo habitual de alcohol con las comidas o un consumo de botellón semanal, pueden dar lugar al mismo número de bebidas alcohólicas consumidas por semana. También se sabe que las personas con problemas de salud tienden a declarar un consumo de alcohol y tabaco inferior al real».
En su opinión, este estudio ha generado un conjunto de información genética de «gran valía» para una mejor comprensión de los mecanismos de predisposición genética al consumo de alcohol y tabaco, así como de sus consecuencias. «Dado el impacto de estas sustancias en la salud, esta información tendrá probablemente una gran relevancia en el futuro, en línea con la medicina de precisión», concluye.