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Ecuador: julio 26, 2024

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Ecuador, julio 26, 2024
Ecuador Continental: 19:00
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Síntomas de dependencia del alcohol, un enemigo silencioso

Ecuavisa .- El alcoholismo es una de las adicciones más comunes debido al fácil acceso que tienen las personas para consumirlo. El consumo constante de alcohol a nivel mundial se ha convertido un problema para la sociedad por la cantidad de muertos que representa anualmente. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), en 2022 se han registrado más de tres millones de muertes en el mundo relacionadas con esta adicción y se ha identificado que es un factor causal en más de 200 enfermedades y trastornos.   Las personas llegan a tener una dependencia cuando su sistema necesita esa sustancia para poder sentirse bien. Además, depende la cantidad de años que estuvo consumiendo para poder determinar el grado de alcoholismo. Durante este proceso se pueden identificar manifestaciones físicas como por ejemplo la ansiedad representada en sudoración, velocidad de lenguaje, síntomas gastrointestinales, hiperhidrosis, alteraciones de la frecuencia cardiaca, entre otras. Los síntomas más comunes de una persona que puede tener dependencia al alcohol son: Cambios emocionales abruptos como la tristeza, ansiedad o agresividad. Pérdida del conocimiento debido a que las grandes cantidades de alcohol en sangre puede causar el desmayo. Dificultad para permanecer consciente o despierto. Piel pálida. Confusión.   Las adicciones dependen tanto del contexto que vive cada persona y el nivel socioeconómico debido a que algunas sustancias son más costosas que otras. De acuerdo a algunas investigaciones a nivel genético, hay mayor predisposición de que se genere una dependencia si es que familiares tuvieron problemas derivados del abuso de sustancias.   Leandro Méndez, médico residente del hospital Terra Alegre especializado en adicciones y salud mental, menciona que en muchos casos las personas que ya comienzan a tener signos avanzados de esta enfermedad descuidan el autocuidado y se exponen a situaciones peligrosas. Por lo que, lo mejor es sacar al paciente de ese medio para poder internarlo y ayudarlo de la manera más adecuada. A nivel farmacológico se van a disminuir los síntomas que tenga el paciente por el no consumo de la sustancia. Los trastornos del estado de ánimo se deben neutralizar con antidepresivos como inhibidores selectivos que tienen mejor evidencia por la recaptura de la serotonina, recalca el médico. Hospitalización   En cuanto a la hospitalización existe una gran diferencia si es que se da el tratamiento en un hospital privado, porque en el sector privado medicamentos que se utilizan no son tan caros, pero si representan un gasto, porque un paciente debe estar bajo un cuidado psiquiátrico, médico, enfermería y con el uso de fármacos.   A nivel promedio, en algunas clínicas privadas la hospitalización está en USD 180 diarios, donde se incluye los honorarios de cuidados por enfermería, médico residente, médico tratante, servicio de limpieza, alimentación y acceso a internet. Papel de la familia en el proceso de tratamiento   El papel de los familiares es fundamental por el apoyo que pueden brindar, pero aun así es necesario que se tome este proceso con paciencia y no presionar al paciente porque esto ayudará para que pueda concluir su tratamiento sin culpa. De igual forma, es recomendable que la familia asista a terapias con la finalidad de que no haya afectaciones en el estado de ánimo de ninguno de los miembros. Cuidados posteriores a la hospitalización   Al culminar el proceso de hospitalización se debe tomar y seguir con las sesiones regulares con el psicólogo y psiquiatra para tener un seguimiento de los trastornos mentales y de estado de ánimo.   El psiquiatra es necesario para bajar el esquema farmacológico que se ha estado utilizado porque es diferente la cantidad de medicamentos que se utiliza en el hospital y los que se toman posteriormente.

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Más de 450 litros de alcohol decomisados fueron destruidos en Cuenca

El Universo .- La mayoría del alcohol fue retirado en eventos de afluencia masiva y en lugares públicos como calles, plazas, mercados, entre otros. Un total de 464 litros de alcohol fueron decomisados por parte de la Guardia Ciudadana de Cuenca en los diferentes operativos ejecutados en los espacios públicos de la capital azuaya, desde el 11 de marzo hasta al 25 de agosto de 2023. Durante el mismo período, se realizó el abordaje a 25.010 libadores, a los que se les retiró de los diferentes espacios públicos. La mayoría del alcohol _con y sin registro sanitario_ fue retirado en eventos de afluencia masiva y en lugares públicos como calles, plazas, mercados, entre otros. El licor se encontraba embodegado hasta cumplir con el debido proceso previo a su destrucción, detalla el Municipio. Además, se informó que en los recorridos diarios de control se ha decomisado y destruido el licor en el mismo sitio, sobre todo en los controles que se realizan en los exteriores de los mercados y en los parques de la ciudad. Los cerca de 500 litros de alcohol decomisados fueron llevados hasta la planta de tratamiento de aguas residuales de Ucubamba y las botellas plásticas y de vidrio se llevaron al relleno sanitario de Pichacay. Se indica que con la destrucción del alcohol se da cumplimiento al artículo 15 de la ordenanza que regula la utilización de los bienes de uso público del cantón en cuanto a la compra, venta, permuta, entrega gratuita y consumo de bebidas alcohólicas.

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La diabetes afectará a 1.300 millones de personas en 2050, el doble que en la actualidad

El País .- Una serie de artículos médicos sugiere reforzar la atención a cuestiones socioeconómicas para hacer frente a una enfermedad asociada a la obesidad, el consumo de alcohol o tabaco y la falta de actividad física.   En 2018, Nam Han Cho, entonces presidente de la Federación Internacional de Diabetes (IDF, de sus siglas en inglés), se refería a la epidemia de esta enfermedad como “la tercera guerra mundial”, comparando el millón y medio de muertos anuales que causa con los caídos en una contienda bélica. La hipérbole muestra la desesperación de algunos expertos ante el avance implacable de la enfermedad y la dificultad para concienciar a la sociedad de su magnitud. Hoy, la revista médica The Lancet publica una serie de artículos en los que vuelve a llamar la atención sobre la amenaza de la diabetes, a la que, plantean, no se enfrenta con las herramientas adecuadas.   Según las estimaciones publicadas en la revista, en 2050 habrá alrededor de 1.300 millones de personas viviendo con diabetes en todo el mundo, un incremento que multiplica por más de dos los 529 millones de afectados de la actualidad. El 90% serán personas con diabetes tipo 2, una enfermedad asociada a la obesidad, la dieta, el consumo de alcohol o tabaco y la falta de actividad física, y que está muy relacionada con la pobreza. En EE UU, la diabetes es 1,5 veces más frecuente entre minorías como los negros o los indígenas americanos, un problema que los autores de los artículos de The Lancet atribuyen, entre otras cosas, al racismo estructural.   En un editorial que también se publica este viernes, la revista advierte ante el enfoque erróneo que muchos aplican a la diabetes. Pese al éxito de nuevos fármacos contra esta dolencia, que también ayudan a reducir la obesidad, “la solución a sociedades insanas e injustas no son más pastillas, sino reevaluar y reimaginar nuestras vidas para proporcionar oportunidades que aborden el racismo y la justicia, y actúen sobre los factores sociales de la enfermedad”, afirman citando a la médica Rupa Marya y el economista Raj Patel. El mercado de los fármacos contra la diabetes crecerá, según algunas estimaciones, hasta los 100.000 millones de dólares en la próxima década y podría alcanzar una cifra 10 veces mayor en 2045. Sin embargo, como sucede con muchos otros males, que son más tratables con hábitos saludables aplicados a tiempo que con fármacos cuando ya casi es tarde, el esfuerzo de anticipación ante la diabetes no recibe la atención necesaria. En 2018, los países de la Unión Europea emplearon, de media, un 2,8% de su gasto sanitario en prevención.   Desde hace tiempo, los expertos inciden en la necesidad de incluir la pobreza como un factor fundamental que combatir para mejorar la salud. La llamada de atención de The Lancet estima que para 2045, hasta tres de cada cuatro adultos con diabetes en el mundo vivirán en países de ingresos medios o bajos. Hoy, solo alrededor del 10% de las personas que sufren la enfermedad en estos lugares recibe un tratamiento adecuado. El crecimiento de la carga que supone la diabetes, no obstante, no solo se ve en esos países con menos recursos. En EE UU, la prevalencia de la enfermedad se ha multiplicado casi por dos entre los jóvenes, cada vez más expuestos a todo tipo de alimentos que incrementan el riesgo de obesidad y una vida más sedentaria. Como con todas las enfermedades en todos los lugares del mundo, los que más sufren el incremento en la principal potencia mundial son los pobres, que son, con mayor frecuencia, negros o nativos americanos.   Con las tendencias actuales, no está previsto que ningún país reduzca sus porcentajes de diabéticos y habrá regiones como el norte de África u Oriente Próximo en las que las tasas alcanzarán el 20%. “La diabetes sigue siendo una de las mayores amenazas para la salud pública de nuestro tiempo y va a crecer rápidamente durante las próximas tres décadas en todos los países, sin diferencia de edad o sexo, planteando un reto importante para los sistemas sanitarios de todo el mundo”, afirma Shivani Agarwal, de la Escuela de Medicina Albert Einstein, en Nueva York (EE UU). Agarwal, que ha liderado esta serie de artículos, afirma que “centrarse en comprender la desigualdad en la diabetes es vital para alcanzar los objetivos de desarrollo sostenible de la ONU, que quieren reducir las enfermedades no transmisibles [como el cáncer o la diabetes] en un 30% en menos de siete años y reducir los crecientes efectos negativos en la salud de poblaciones marginadas y sobre la fortaleza de las economías nacionales en las décadas venideras”, añade.   En la serie, se mencionan casos de éxito en el apoyo a comunidades con menos recursos, como las de algunos países del África subsahariana, donde la cooperación de los gobiernos, la industria y las asociaciones de pacientes ha permitido facilitar el acceso a insulina y otros productos sanitarios con reducciones medibles del impacto de la enfermedad.

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Ozempic, las inyecciones adelgazantes que pueden abrir la puerta a acabar con el consumo abusivo de alcohol

El País .- Algunos pacientes que se pinchan esta familia de fármacos aseguran haber perdido las ganas de beber. Varios estudios explican que esta cascada de anécdotas tiene base científica, aunque no en todos los casos Los efectos secundarios de un medicamento no siempre son molestos o peligrosos. En algunos casos son tan positivos que ascienden de secundarios a principales. Es lo que sucedió con los agonistas del receptor GLP-1, una familia de fármacos que en España se comercializan, sobre todo, bajo el nombre comercial de Ozempic. Se patentó hace unos años para ayudar a los enfermos de diabetes. Después pasó a ser una milagrosa droga adelgazante, aunque muchos expertos advierten contra su uso descontrolado para perder peso rápidamente. En los últimos meses, además, se está estudiando si podría servir también para tratar adicciones, ya que algunos usuarios han reducido el consumo de alcohol. Es pronto para confirmarlo, pero ya hay estudios científicos que parecen señalar algunos de los motivos tras esta bajada del consumo que, en cualquier caso, no afecta a todos los pacientes por igual.   “Dejé de beber”, afirma tajante Toñi Venegas, de 52 años, en conversación telefónica. “Yo soy de Sevilla y aquí somos muy de salir a tomarnos nuestras cervecitas”, explica, “pero a raíz de pincharme, de repente, no me apetecía”. Venegas lleva pinchándose un agonista del GLP-1 casi un año. Ha perdido 12 kilos. Cuando empezó con su dieta y su medicina, notó que le apetecía menos comer, pero no esperaba perder también las ganas de beber. La cerveza le sabía mal, no se la pedía el cuerpo. Así que fue a hablar con el doctor Cristóbal Morales, endocrino del hospital Virgen de la Macarena de Sevilla, y le contó este sorprendente efecto secundario.   No era una sorpresa para Morales, que llevaba años conduciendo ensayos clínicos sobre estos fármacos (más de 120) y escuchando la misma historia. “Al principio, lo atribuíamos lógicamente al enlentecimiento del ácido gástrico”, explica en un intercambio de audios por mensajería. Con los agonistas del GLP-1, el ritmo digestivo bajaba revoluciones, así que era normal que los pacientes tuvieran menos ganas de comer y de beber lo que fuera. Pero a la luz de los últimos estudios, el doctor Morales le explicó a su paciente que lo que le pasaba se debía a un efecto secundario del fármaco. “Con los años se ha ido publicando el efecto que tiene sobre el sistema nervioso central y el centro hedónico, y apunta en esta dirección, señalando que afecta al alcohol e incluso a otras sustancias y comportamientos adictivos”, desarrolla el endocrino.   La avalancha de anécdotas de pacientes como Venegas ha dado paso a un puñado de estudios que confirman cierta base científica. Unos aseguran que estos medicamentos hacen que las ratas obtengan menos dopamina del alcohol. Otras dejaron de sentirse atraídas por la cocaína. Una raza de monos africanos propensos a beber dejaron de hacerlo. Los experimentos en humanos, sin embargo, son escasos y no tan concluyentes.   Uno de los más citados fue el que realizó el doctor Anders Fink-Jensen, psiquiatra de la Universidad de Copenhague, sobre el consumo de alcohol en pacientes que estaban usando un agonista del GLP-1 llamado exenatida. “Vimos que hubo una disminución dramática en la cantidad de alcohol que bebían”, confirma él en videollamada. “Pero esta se dio solo en una parte de los participantes, y como además había un grupo que estaba tomando placebo, al mirar el total no se veía una diferencia clara”, añade.   Intrigado por unos resultados tan desiguales, Fink-Jensen decidió hacer una criba y mirar los análisis atendiendo a varios criterios. Observó qué les pasaba a los pacientes que tenían un índice de masa corporal superior a 30, los considerados obesos. Y se sorprendió. “Allí sí que vimos una fuerte disminución en el consumo de alcohol”, explica. Fink-Jensen cree ahora que estos fármacos pueden tener efecto sobre el consumo de alcohol, pero no en todos los pacientes.   Los resultados de este estudio son prometedores, pero no suficientes para afirmar que esta medicina pueda acabar con la dependencia del alcohol, afirma el psiquiatra: “Se necesitan más estudios que lo corroboren”. Y ya están en marcha. Fink-Jensen señala que se han iniciado tres en Estados Unidos y que él mismo acaba de comenzar otro, esta vez centrado en pacientes obesos y con semaglutida, una versión más moderna de esta droga. Este nuevo estudio ha recibido financiación de Novo Nordisk Foundation, fundación empresarial dependiente de la farmacéutica que fabrica los medicamentos Ozempic y Wegovy.   Acabar con la adicción sin cercenar el placer María Inés López-Ibor, catedrática de Psiquiatría especializada en ansiedad y trastornos derivados del consumo de sustancias, ha seguido de cerca los efectos de los agonistas del GLP-1. Muchos pacientes suyos engordaban de forma ostensible por antidepresivos y acababan combinándolos con este medicamento. En conversación telefónica, explica que esta medicina “actúa a nivel cerebral y puede provocar una modulación de varios neurotransmisores”. Uno de ellos es el gaba, que está relacionado con la ansiedad. El otro sería la dopamina, sustancia que se libera ante un estímulo placentero, sea este un donette, una copa de vino o una raya de cocaína. La semaglutida controlaría el placer y eliminaría la ansiedad. “Esto podría ayudarnos a entender por qué puede tener un efecto en las adicciones”, apunta López-Ibor.   La idea de que una droga prometa, con un pinchazo a la semana, no solo facilitar el adelgazamiento, sino el dejar de fumar, reducir el consumo de alcohol y eliminar otras adicciones, puede suponer una revolución en el campo de la medicina. Hasta ahora, estas habían sido tratadas de forma específica: metadona para los opiáceos, bupropión para el tabaquismo… Pero si se confirman los estudios que están en marcha, los agonistas del GLP-1 podrían cambiar todo esto al atacar el problema de raíz, alterando el circuito de recompensa fundamental del cerebro.   Pincharse [ozempic] no quita el placer, simplemente, hace que uno no se pase de la raya” Juan José Gorgojo, jefe del servicio de nutrición del Hospital Universitario Fundación Alcorcón Los placeres

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Un estudio canadiense alerta de que la única forma segura de beber alcohol es no beber

El documento, encargado por el Ministerio de Salud de Canadá, señala que cualquier cantidad ingerida de bebidas alcohólicas conlleva riesgos. Sus autores recomiendan al Gobierno un nuevo enfoque para animar a la población a beber menos.   La cerveza esporádica para seguir el fútbol por televisión o el digestivo que pone punto final a las comidas del domingo no están exentos de riesgos. Se trata de una de las principales conclusiones del informe presentado por el Centro canadiense sobre Dependencias y Consumo de Sustancias, documento elaborado a solicitud del Ministerio de Salud de Canadá. “La ciencia evoluciona y las recomendaciones sobre el consumo de alcohol deben cambiar. La investigación nos dice que no existe una cantidad o un tipo de alcohol buenos para la salud”, indica el documento.   El Centro canadiense sobre Dependencias y Consumo de Sustancias (CCSA por sus siglas en inglés) advierte así de que la única forma de no enfrentar riesgos para la salud relacionados con el alcohol es el consumo cero. Las últimas recomendaciones del Ministerio, que datan de 2011 y que tomaron en cuenta los consejos emitidos ese año por el CCSA, limitan la ingesta a un máximo de 15 bebidas estándar a la semana para los hombres y 10 para las mujeres. Sin embargo, el informe hecho público este martes sitúa como un riesgo leve una o dos por semana, mientras que el riesgo moderado y el más elevado quedan establecidos, respectivamente, en tres a seis semanales y en siete o más.   El CCSA define como bebida estándar una cerveza de 341 mililitros, una copa de vino de 142 mililitros o un vaso de licor de 42 mililitros con 40% de alcohol. El informe subraya especialmente los riesgos relacionados con cáncer de mama y colon, además de problemas cardiovasculares; también menciona el número de muertos y heridos por accidentes. Los expertos alertan de que “una buena parte de la población canadiense ya se sitúa en un nivel de riesgo”: el 17% consume entre tres y seis bebidas semanales, mientras que el 40% supera dicha cantidad. Las autoridades australianas, por ejemplo, recomiendan un máximo de 10 a la semana. En Estados Unidos, la sugerencia es no superar dos al día para los hombres y una para las mujeres.   De esta forma, el informe propone a las autoridades canadienses orientaciones sobre cada nivel de riesgo en vez de cantidades máximas sugeridas. Asimismo, pone a consideración otros elementos con el fin de reducir el consumo de alcohol. Uno de ellos es un etiquetado obligatorio que indique de forma más pronunciada sus riesgos para la salud, además de incluir el número de bebidas estándar por envase.   La Sociedad Canadiense contra el Cáncer, que aplaude el informe, ha solicitado desde hace tiempo al Gobierno obligar a las empresas productoras a añadir dicha información en las etiquetas. Una encuesta efectuada en febrero del año pasado arrojó que el 80% de los consultados son partidarios de la medida. El organismo Educ’alcool respalda también la propuesta. Su directora general, Geneviève Desautels, manifestó que resulta fundamental “informar, sensibilizar y dar herramientas a la población”.   ”Los puntos de referencia sobre el alcohol y la salud exigen un cambio cultural”, cita el informe, “para sensibilizar a las personas y ayudar a gestionar mejor los riesgos”. El Ministerio de Salud de Canadá agradeció el trabajo de los expertos del CCSA, indicando que revisa el documento de forma detallada y señalando que el consumo de alcohol representa un problema significativo para las comunidades del país. Fuente: El País

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Un estudio desvela variantes genéticas que predisponen al consumo de alcohol o tabaco

Una investigación muestra que, aunque el peso de la cultura es esencial, también se nace con particularidades que incrementan el riesgo de adicciones El número de fumadores ha descendido drásticamente en los últimos años; la información sobre los efectos perjudiciales del tabaco, el incremento de los precios y la prohibición de los anuncios y de fumar en lugares públicos han tenido efecto y siguen teniéndolo. Desde 2014 hasta ahora, en España, por ejemplo, hay un 11,7% menos de fumadores. Los factores culturales marcan la diferencia en el número de personas que tienen ese hábito, pero para seguir mejorando en la prevención de los problemas de salud que causan el tabaquismo o el alcoholismo, también es interesante la comprensión de los factores biológicos que hacen a algunas personas más propensas a estas adicciones. Esta semana, en un trabajo que publica la revista Nature, un grupo internacional de científicos ha encontrado 4.000 asociaciones genéticas que tienen cierta influencia sobre el consumo de alcohol o tabaco, teniendo en cuenta factores como la edad en la que se comienzan a consumir estas sustancias o en qué cantidad se toman. En este estudio, que incluye a más de tres millones de personas (un 80% de ascendencia europea y un 20% del resto del mundo), se observa que, pese a vivir en un entorno similar, las personas con mayor predisposición genética fuman más. “Los individuos en el 10% superior de predisposición genética al uso de tabaco fuman como promedio el doble de cigarrillos por día que los del 10% inferior (14 cigarrillos frente a 7)”, señala Javier Costas, investigador líder del grupo de Genética Psiquiátrica del Instituto de Investigación Sanitaria de Santiago de Compostela (IDIS), en declaraciones al Science Media Center. Esta capacidad para predecir el consumo de tabaco o alcohol es mucho mayor entre las personas con ascendencia europea que con el resto, debido a la menor cantidad de muestras disponibles. Sin embargo, los autores destacan que aunque menores, los efectos aparecían en individuos de todas las procedencias. El análisis, que es un primer paso para empezar a identificar los factores biológicos de riesgo de tabaquismo o alcoholismo, comprenderlos y utilizarlos en políticas de salud, observa, por ejemplo, que algunas variantes que ayudan a predecir la cantidad de cigarrillos diarios que fuma una persona están relacionadas con las que incrementan el riesgo de recaídas entre los consumidores de cocaína o la agresividad. En un estudio similar de 2019, equipos de científicos, entre los que se encuentran algunos firmantes del que se publica ahora, buscaron la correlación entre el alcoholismo, que es heredable en alrededor de un 49%, y otros trastornos mentales. En ese estudio genético observaron correlaciones entre el alcoholismo y el déficit de atención, la esquizofrenia o la depresión. Uno de los datos que llamó la atención a los autores era que el solapamiento entre los genes asociados a la adicción al alcohol y los del consumo moderado del mismo no era grande. Según señala Costas, la principal limitación del trabajo que publica Nature este miércoles y otros similares “es la definición de los caracteres bajo estudio, generalmente declarados por las propias personas participantes y muy poco concretos”. Por ejemplo, dos patrones muy distintos de consumo de alcohol, como un consumo habitual de alcohol con las comidas o un consumo de botellón semanal, pueden dar lugar al mismo número de bebidas alcohólicas consumidas por semana. “También se sabe que las personas con problemas de salud tienden a declarar un consumo de alcohol y tabaco inferior al real”, explica. Y está claro que las políticas públicas también influyen. En 2014, se cumplieron 50 años desde que el cirujano general de Estados Unidos, la máxima autoridad sanitaria de aquel país, publicó un informe sobre los efectos del tabaco en la salud. El porcentaje de estadounidenses fumadores cayó en ese medio siglo del 42% al 18%, un cambio cultural que ayudó a prevenir, según una estimación publicada en la revista JAMA, ocho millones de muertes prematuras. En otro trabajo que apareció en el mismo número de la revista, se calculaba que entre 1980 y 2014, el porcentaje de fumadores en todo el mundo había descendido del 41,2% al 31,1% entre los hombres y del 10,6% al 6,2% entre las mujeres Para el futuro, los autores plantean la importancia de ampliar las muestras que se estudian y aumentar la cantidad de personas de ascendencia no europea para afinar mejor en el peso de los genes y el ambiente en el consumo de alcohol y tabaco. Fuente: El País

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