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Ecuador: julio 26, 2024

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Ecuador, julio 26, 2024
Ecuador Continental: 19:37
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Violencia criminal cambia la rutina en Durán en medio del esfuerzo por contener el desangre en las calles que resulta insuficiente

El Universo .– El cantón reporta 220 asesinatos, 7 secuestros y 123 extorsiones. Militares intervienen sectores con vehículos Cobra II y drones. Los asesinatos ocurren a toda hora del día, y la violencia criminal no solo arrasa con integrantes de bandas delictivas que liberan una especie de guerra por territorio para delitos como el microtráfico y la extorsión, también sega la vida de gente inocente: el conserje de un colegio, niños y adultos mayores fueron parte de la lista de 220 crímenes perpetrados en el cantón Durán hasta este martes 26 de septiembre. Dos día antes, el domingo 24, se cumplieron dos meses de un estado de excepción que en principio rigió para este cantón guayasense y para las provincias de Manabí y Los Ríos, luego del asesinato del alcalde de Manta, Agustín Intriago, el domingo 23 de julio. Al igual que los regímenes de este tipo dispuestos anteriormente por grave conmoción interna, la medida incluyó la movilización de las Fuerzas Armadas a estas jurisdicciones para colaborar con la Policía Nacional en operativos de control en las calles y restricciones de movilidad de 22:00 a 05:00. Sin embargo, días después el Decreto Ejecutivo 824, que contenía estas y otras medidas, fue derogado y entró en vigencia uno nuevo el 10 de Agosto, luego del asesinato del candidato presidencial Fernando Villavicencio ocurrido un día antes en Quito. Así, con el Decreto 841 el estado de excepción se amplió a todo el país, por sesenta días, y se eliminó la restricción de movilidad o toque de queda. De ahí que Durán lleva ya más de dos meses con un estado de excepción que no ha logrado frenar la ola de violencia desatada, según versiones policiales, a raíz de que en junio pasado asesinaran a un presunto familiar de alias Ben10, el líder de la banda Chone Killer. Desde entonces se desencadenó una disputa entre este grupo y los Latin King. Balaceras en sectores como Los Helechos, El Recreo, Divino Niño, Abel Gilbert, centro de Durán, Panorama, El Arbolito y cooperativas de la periferia como la 5 de Junio han provocado decenas de muertos, donde también hay incidencia del delito de extorsión conocido como cobro de ‘vacunas’. La violencia criminal ha alcanzado a funcionarios como el concejal Bolívar Vera, hallado muerto el viernes 8 de septiembre en Salitre. Es el segundo servidor duraneño asesinado, ya que antes, el 3 de agosto, antisociales mataron a Miguel Santos, director del Área de Planeamiento y Territorio. Después de ambos crímenes la atención presencial en las instalaciones del Municipio duraneño se suspendió temporalmente, los trabajadores se acogieron al teletrabajo. Incluso los mercados municipales modificaron horarios por la inseguridad. El propio alcalde Luis Chonillo fue blanco de un atentado del que salió ileso el 15 de mayo, pero que dejó dos muertos y cuatro heridos. En ese entonces no regía en el cantón ferroviario el estado de excepción. Sin embargo, luego de ese hecho el personero se ausentó físicamente por un tiempo con el propósito de ponerse a buen recaudo y luego reapareció. El auge delictivo ha modificado la rutina de los ciudadanos en Durán. La noche de este lunes 25 el Gobierno dispuso que en 34 planteles fiscales se implemente la modalidad a distancia y dejó a potestad de establecimientos fiscomisionales y particulares la posibilidad de acogerse a esa medida. La presencialidad, según la cartera de Educación, se retomará una vez que la Policía Nacional manifieste expresamente que existen las garantías para restablecerlas, de manera que se salvaguarde la seguridad de los estudiantes y personal docente. Blanca Nájera, psicóloga clínica con un diplomado en Criminología, señaló que esta situación de inseguridad afecta al proceso de aprendizaje de niños, adolescentes y jóvenes ya que la principal preocupación pasa a ser mantenerse a buen recaudo, con vida, y el resto se ubica en un segundo plano. Sobre por qué la violencia se ha concentrado tanto en la ciudad ferroviaria, ella dijo que hay que considerar algunas variables, como la falta de acceso a derechos básicos, servicios, oportunidades. Las Fuerzas Armadas realizan operativos con los vehículos Cobra II. Foto: El Universo “A riesgo de hipótesis podría llegar a decir que también hay un olvido de parte del Estado con respecto a estas situaciones, no viene de gratis. Hemos visto los atentados contra el alcalde, contra los funcionarios municipales, lo que ha pasado también en el centro de salud cuando hicieron un atentado con bomba. ¿Qué intervención tenemos de parte del Estado para atender y regular esta situación?”, mencionó la profesional. A Nájera le parece preocupante que en este escenario, las bandas delictivas reclutan a menores de edad y así se va ampliando la población vinculada con la violencia criminal. “Y allí me parece importante preguntar por qué un adolescente o un niño podría tomar esta cuenta, y hay muchas opciones: una puede ser por amenaza, otra puede ser por un lugar de identificación, porque también la banda o los grupos delincuenciales dan un lugar de pertenencia. Y pensemos en los riesgos de un niño, niña, adolescente donde sus padres salen a trabajar, donde no hay otras instancias que el Estado brinde como, tal vez, cursos, instancias educativas externas. Más bien lo que se ve es que son poblaciones que viven con miedo y con riesgos”, comentó ella. Alberto Molina, coronel en servicio pasivo, coincide con Nájera en que la falta de atención del Estado en cuanto a servicios e infraestructura es una de las aristas a considerar en el actual contexto de Durán al igual que la migración que concentra esta localidad. “Hay lugares donde es difícil el acceso, además, estas bandas tienen ya cámaras de alerta. Tienen todo un sistema con niños, jóvenes a los que tienen como informantes, de manera que la situación es sumamente crítica”, sostuvo y añadió que es necesaria una reestructuración de los espacios del cantón. Los operativos a cargo de militares conjuntamente con policías han sido constantes durante el actual estado de excepción. En sectores como el cerro Las Cabras se han dado aprehensiones de personas, decomiso de drogas,

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El autoritarismo de Nayib Bukele contagia la política latinoamericana

El País .- El modelo del presidente de El Salvador ha logrado contener a las pandillas a costa de un profundo deterioro de las libertades y las garantías democráticas. La fascinación que despierta en algunos sectores abre una nueva confrontación política en la región Miedo y alivio. Mencionar a Nayib Bukele en El Salvador significa evocar un modelo de seguridad que ha acorralado a las maras, las principales organizaciones criminales del país centroamericano, y al mismo tiempo el terror que la guerra sin cuartel contra las pandillas ha despertado en parte de la sociedad. El éxito del llamado régimen de excepción se construye sobre las cenizas de derechos y libertades. Muchos lo justifican y lo aplauden, a tenor de la popularidad del presidente. El coste es un retroceso de las garantías y del Estado de derecho.   A salvadoreños como don Cabaña, sin embargo, parece no importarles. “Vaya a saber a cuántas familias mataron, a cuántas jóvenes violaron, ¿y ahora que están en la cárcel están pidiendo perdón, llorando?”. A este hombre de 60 años se le amarga el humor cuando se acuerda de cómo era antes vivir en Las Margaritas, su hogar, y lo a gusto que estaba viendo el partido en la cancha del barrio. “Aquí, desde temprano, no se podía salir de la casa. Aquí, donde estamos platicando, se juntaban y no se iban”. ¿Quiénes? “Los de las letras”, dice en un susurro. La MS, pues. La Mara Salvatrucha 13. Los jóvenes de esta colonia de San Salvador juegan a fútbol aprovechando los últimos momentos de luz de la tarde. Cuando oscurece, se encienden unas farolas y ahora son ellos los que no se van. Se quedan ahí mismo y se ponen a platicar, se ríen entre ellos.   Tras 25 años viviendo en este lugar, don Cabaña —el nombre es ficticio, por seguridad— nunca había visto una escena como la que tiene enfrente. Viste una playera con el nombre del popular presidente salvadoreño, Nayib Bukele. “Mi esposa y yo las mandamos a hacer”, cuenta. Habla con orgullo. “Lo que está haciendo el señor presidente está muy bien. El hombre tiene mucha mente y mucha fuerza para encaminar al país”, dice. Caída la noche, por las calles de la colonia aflora la vida. Si a un recién llegado le dijeran que en este país no existieron las maras, lo creería. En El Salvador, un país con menos de 6,5 millones de habitantes, el Gobierno ha detenido a 71.000 personas a las que acusa de haber cometido delitos como integrantes de la MS-13 o del grupo antagónico, Barrio 18. Las “manchas” (pintadas) de las pandillas han desaparecido de las calles. Los militares han instalado puntos de revisión en las carreteras con tanquetas, y la Policía Nacional recorre las calles exhibiendo armas. Las escenas de personas capturadas en las comisarías son frecuentes, lo mismo que las de familias haciendo guardia afuera de los centros de detención en busca de sus parientes.   La otra cara de la moneda de la llamada guerra contra las maras es un palpable deterioro de las garantías democráticas, según las denuncias de Naciones Unidas, así como de diversos organismos internacionales dedicados a la defensa de los derechos humanos como Human Rights Watch. La celebración de juicios masivos, la construcción de megacárceles, el hacinamiento, los abusos policiales y la exhibición de los detenidos a través de videos de propaganda gubernamental han hecho saltar las alarmas de buena parte de la comunidad internacional, pero también han incubado una suerte de efecto contagio en algunos países de Latinoamérica. La presidenta de Honduras, Xiomara Castro, impulsó en junio una ofensiva similar contra las pandillas. Ecuador, asfixiado por el crimen organizado, decretó el estado de excepción la semana pasada tras el asesinato del candidato presidencial Fernando Villavicencio en plena campaña. Y en Colombia o Chile el modelo de Bukele impregna el debate político.   El régimen de excepción Ese es el sistema que ha modificado radicalmente la geografía cultural del país centroamericano a lo largo de los últimos 17 meses, tiempo en que el presidente ha impuesto el régimen de excepción como política contra las maras. Antes, por aquí no se podía caminar; antes, no se podía estar en la calle a esta hora; antes, no se podía entrar a la colonia de enfrente… Los salvadoreños hablan en pasado, como de una época remota. “Ahora, ya podemos descansar un poco de eso, ya se puede dormir en las noches”, afirma la señora Tere, de 67 años, mientras atiende su negocio de prendas en Cimas de San Bartolo, sede del cuartel general de “los del número” —la mara Barrio 18—. Los comerciantes de esta colonia eran extorsionados; el monto a pagar dependía del tamaño o la prosperidad del negocio. A algunos habitantes la pandilla les arrebató sus casas para ponerlas en renta, y a otros les cobraban una cuota por la tenencia de sus vehículos. En uno de los pasajes de esta colonia la pandilla había erigido un homenaje a su soberbia, una pared que rezaba: “Bienvenidos al corazón de Barrio 18″. La pintada ya ha sido cubierta con un grafiti alusivo a la Navidad. Los vehículos de combate del Ejército permanecen estacionados sobre la entrada del municipio de Sensuntepeque, El Salvador.VÍCTOR PEÑA El estado de excepción se impuso luego de que se rompiera la tregua secreta entre el Gobierno de Bukele y las pandillas, en marzo de 2022. La política de mano dura ha desplomado la tasa de homicidios de 103 a 2 por cada 100.000 habitantes, según datos oficiales, y ha convertido al que hace unos años fuera el país más letal de América en uno de los más pacíficos, de acuerdo con las estadísticas. Este es el argumento por el que algunos políticos de la región se han visto tentados por el modelo de Bukele, y el mandatario, que usa las redes sociales para su campaña permanente y para burlarse de las críticas, quiere ser visto como ejemplo a seguir.   Esta semana, por ejemplo, tras la victoria de Javier Milei en las primarias de Argentina,

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