La vicepresidenta Verónica Abad finalmente sí irá a Israel, a mediar por la paz en Medio Oriente. Tras un periodo de meditación, aceptará la función asignada por el presidente Daniel Noboa. Su única función hasta ahora. Lo anunció en una rueda de prensa que generó enorme expectativa, pues se barajaban varias opciones. Posible desobediencia, ruptura abierta con el gobierno, o incluso renuncia. Eligió aceptar su destino. Su presentación ante la prensa empezó cerca de una hora tarde. Estaba, según ella misma reconoció, gestionando temas relacionados a su misión en Tel Aviv. Pero antes, quiso poner algunos puntos en claro. Para empezar, dijo sentirse dolida por las mentiras, como ella llama, que han rodeado su aparente distanciamiento. Y esas mentiras tienen origen definido, el correísmo. Una tendencia que ha significado para el Ecuador un declive de 15 años, en todo sentido. Abad afirmó que medios digitales y convencionales, aupados por sus adversarios políticos, utilizaron videos antiguos, los manipularon e hicieron creer que eran “sus” propuestas de campaña. Es decir, crearon la narrativa de que ella contradecía las propuestas de su binomio. Estas mentiras crearon una brecha entre ella y Daniel Noboa. Y ciertas autoridades del nuevo gobierno, lejos de gestionar el diálogo, pusieron más leña al fuego. Ahí está la ministra de la Mujer, anotó, burlándose en redes sociales de la vicepresidenta. Y ahí están ciertos funcionarios de ADN, que hablaban de madurez política, y posteaban las pullas en su contra. El resultado fue una lista de mentiras, repetidas mil veces con la esperanza de volverlas verdades. Por ejemplo, lo que dijo el ex asambleísta Esteban Torres, de que ella “exigía” cientos de puestos para la posesión, cuando en la práctica solo le dieron 9. La segunda mandataria quiso replicar algunos puntos. Por ejemplo, advirtió que no tiene “otra agenda”, como señalaron algunos de sus enemigos. Y peor aún, jamás recibió dinero de la campaña, y mucho menos lo gastó en temas personales. Basta recordar, dijo, que los fondos de campaña los maneja el tesorero, y no los candidatos. Algunas de estas mentiras la colmaron, y por eso presentó una acción penal en la Fiscalía, para que sus autores respondan. Autores que ya están plenamente identificados. También puntualizó que nunca ha existido una “traición” al proyecto de ADN. La verdad, señaló, es que se volvió “incómoda” para ciertas esferas del poder, y por eso la calumnian. Abad no pasó por alto su ausencia en el almuerzo en Carondelet, el día de la posesión, y en la imagen oficial del gabinete, 3 días después. ¿Por qué no estuvo? Dijo que le hubiera encantado estar, pero nunca la invitaron. Ni a ella ni a su equipo de trabajo. Ahora, con todo lo sucedido, es fácil colegir lo que pasa: “el presidente Noboa me quiere lejos”. Y por tanto, lejos estará. A Tel Aviv La vicepresidenta precisó que se alista para la función asignada por el mandatario: mediar por la paz en Medio Oriente. Un reto enorme, tomando en cuenta que ni Estados Unidos, con toda su maquinaria política y diplomática, ha podido hacerlo. Pero no es tan simple. Ya existiría el beneplácito para su presencia en la embajada de Ecuador en Israel, aunque falta dialogar con autoridades y embajadores de la región, para poder iniciar las gestiones necesarias. Sin embargo, antes de irse aspira reunirse en privado con el presidente Noboa, limar asperezas, aclarar malos entendidos, y recordarle que este es un trabajo de equipo.
