Una de las prioridades de la Secretaría Nacional de Gestión de Riesgos (SNGR), es actualizar de forma permanente el denominado “plan de riesgos”, o “plan de amenazas”. Consultado por “Punto de Orden”, el titular de la institución, Jorge Carrillo, explicó que este documento consiste en un análisis detallado, de todos los puntos del país donde existe el peligro de un desastre, sea natural o antrópico, es decir, provocado por el hombre. Carrillo explicó que, para que ocurra un desastre, es necesario que exista una amenaza, un bien expuesto a la misma, y una vulnerabilidad, factor muy importante que mide las eventuales consecuencias. Por ejemplo, no es lo mismo un terremoto en Haití, país de enorme pobreza y casi nula capacidad de respuesta, a uno en Ecuador, que de alguna manera puede ayudar a su población. Algo que quedó demostrado con el sismo del 2010 en suelo haitiano, de 7 grados en la Escala de Richter, y que causó 160.000 muertes, y el terremoto del 2016 en suelo ecuatoriano, de 6,9 grados, y que dejó 600 víctimas mortales. Pese a que tuvieron casi la misma intensidad, la diferencia entre ambos sismos fue la capacidad de respuesta y la vulnerabilidad, precisó el secretario. Impredecible, en parte Los desastres, anotó Carrillo, no son siempre impredecibles. Ha veces se pueden detectar, prevenir y mitigar. Por ejemplo, se pueden evitar inundaciones al no construir en los cauces secos de los ríos, pues eventualmente el agua regresa y retoma su curso. De ahí la importancia de actualizar los “mapas de amenazas,” pues permiten establecer, de forma periódica, las zonas más vulnerables. Como parte de los preparativos, Carrillo mencionó también la “protección financiera”, que consiste en la compra de puentes provisionales y ayuda humanitaria, de modo que esté lista en caso de existir un desastre. Además, destacó el llamado “eje de gestión de riesgos”, contemplado en el Plan Nacional de Desarrollo, y la emisión, en enero pasado, de la nueva Ley de Gestión de Riesgos, debidamente aprobada por el presidente Noboa.
